domingo, 1 de mayo de 2016

EL MONASTERIO DE BONAVAL: HISTORIA DE UN OLVIDO


Tomado literal e íntegramente del portal Guadaqué, publicado por Javier Plaza el miércoles 27 de abril de 2016, en Historia de Guadalajara. 


Javier Plaza de Agustín (Guadalajara, 1980) es licenciado en Historia por la UNED y en Administración y Dirección de Empresas por la Universidad de Alcalá. Compagina su trabajo de economista con los estudios de doctorado por la UNED, siendo su campo de investigación la Edad Media en Guadalajara. Fruto de su pasión por la historia y su cariño por su tierra surge esta página, en la que se irán publicando distintos artículos sobre la historia de Guadalajara y sus pueblos, siempre con un estilo sencillo, así como la máxima rigurosidad y respeto a la verdad, con el objetivo de acercar al lector el conocimiento de la historia de una provincia con un pasado mucho más apasionante del que a simple vista parece.





El monasterio de Bonaval, en la localidad serrana de Retiendas, fue fundado en 1164 en las cercanías del río Jarama, al sur de la sierra del Ocejón. Su fundación se enmarca dentro del proceso de repoblación de la zona, que había sido conquistada por Castilla aproximadamente un siglo antes, y que requería de migraciones de población del norte para asentar el control definitivo de la región, que estaba muy poco poblada por haber sido una especie de “tierra de nadie” entre cristianos y musulmanes, al igual que el resto de tierras del Sistema Central, hasta su conquista por parte de los primeros. (La vegetación se ha adueñado de las ruinas de Bonaval. FOTOS: J. FRAILE)

Durante los primeros años, los monjes contaron con el usufructo de unos amplios terrenos, todavía propiedad del rey, hasta que en 1175 Alfonso VIII se los entregó formalmente, delimitando sus amplios límites mediante una carta de merced dirigida al abad Nuño. Sus primeros pobladores fueron varios monjes del monasterio de Santa María de Valbuena, en la provincia de Palencia, que consiguieron crear una próspera comunidad, adscrita a la orden de San Bernardo, que continuó recibiendo donaciones de particulares, e incluso de monarcas como Alfonso IX, del que existe constancia de haber donado nuevos terrenos a los monjes en 1224.

La orden de San Bernardo es también denominada orden del Císter, por ser éste el nombre de su primera abadía, fundada en 1098 en las cercanías de Dijón, en Francia, por Roberto de Molesmes. El nombre de “San Bernardo” proviene de Bernardo de Claraval (109-1153), verdadero impulsor de la Orden, que se extendió por toda Europa, así como su mentor espiritual. 

Los cistercienses tuvieron su apogeo en los siglos XII y XIII, siendo un referente intelectual en la Edad Media. Sus monjes, vestidos con túnica blanca y escapulario negro, eran conocidos como los “monjes blancos”, en oposición a los benedictinos, conocidos como “monjes negros”. Entre los aspectos a destacar de esta orden, está su vida ascética, la búsqueda de paz interior y la importancia que dieron al trabajo manual, así como al seguimiento estricto de las reglas litúrgicas. 

Sin duda, el entorno de Retiendas era perfecto para esta concepción de la vida, que pretendía denunciar el exceso de lujo, y por tanto el alejamiento de los ideales cristianos, en el que habían caído otras comunidades monásticas europeas.

El monasterio tuvo carácter de abadía durante la Edad Media, rango que perdió en el siglo XVII cuando, tras ciertas reformas en la Orden, pasa a ser dependiente del monasterio de Monte Sión en Toledo, con categoría de priorato. La tranquilidad de la zona, así como su clima, hacía de Bonaval el sitio predilecto para los monjes ancianos de la Orden en el que pasar sus últimos años. No en vano el nombre del lugar proviene del romance Bona Val o Buen Valle.





Detalles del exterior del edificio, donde se pueden aprecias sus formas austeras,  con escasa ornamentación. 

La comunidad de monjes resistió las difíciles condiciones económicas del siglo XVIII español. El monasterio había conseguido mantener una próspera comunidad durante muchos siglos, que contribuía a la vida de la comarca, pero nunca se rompió ese aislamiento que le permitió pasar desapercibido en la Guerra de Sucesión, y sobre todo durante la invasión francesa. 

Sin embargo, las dificultades para la supervivencia de estos monjes eran cada vez mayores, hasta el punto en que, en 1821, y debido al pequeño número de religiosos que en Bonaval habitaban, sufrió las consecuencias de la Desamortización de Mendizábal, que provocó que el conjunto quedara abandonado, retirándose sus moradores a Toledo.

La Desamortización fue un proceso por el cual el Estado expropiaba forzosamente los bienes que eran propiedad de las llamadas “manos muertas” (religiosos), vendiéndolos posteriormente a particulares. 

El objetivo era doble: por un lado obtener recursos financieros urgentes para una Hacienda en endémica bancarrota, y por otro poner esos terrenos en manos de individuos que podrían ponerlos a producir, reactivando con ello la economía. 

Los efectos de la Desamortización fueron menos positivos de lo que se pensaba, pues los terrenos vendidos quedaron en manos de la minoría latifundista, acentuando las diferencias sociales, y por otro lado la exclaustración de comunidades monacales completas permitió el expolio de una parte importante del patrimonio histórico y artístico español.





Interior del edificio, en lamentable abandono. 

Así pues, y como consecuencia de esta expropiación forzosa, el estado vendió el edificio y sus terrenos a particulares, lo que inició el proceso de ruina, que todavía hoy continúa. Los nuevos propietarios se desentendieron de su conservación, y en 1894 pasó a ser propiedad del municipio de Retiendas. 

Es en estos años cuando la avaricia de unos pocos, y la indiferencia de muchos, provocó el expolio de sus riquezas: joyas, libros antiguos, archivo, capiteles de columnas, y otras obras de arte desaparecieron para siempre, pudiéndose salvar apenas algunas piezas que se conservaron en la iglesia de Retiendas.

El conjunto arquitectónico sigue siendo, a pesar de todo, impresionante. Su arquitectura representa el paso del románico al gótico, con unas características muy sobrias, carentes de ornamentación superficial, lo que da un aspecto grave al conjunto, al que se puede encuadrar dentro del estilo del gótico cisterciense. 

La arquitectura del Cister, marcada claramente por la austeridad, se oponía a la suntuosidad y el lujo de la Orden de Cluny, frente a la que oponen la humildad y la sobriedad. 

El monasterio cisterciense debía ser un marco que permitiera a los monjes esa vida humilde y trabajadora que exigía la orden, y en el caso de Retiendas esta sencillez es palpable. Nada debía distraer a los monjes de sus actividades diarias: ni decoraciones en los muros, ni vidrieras con colores, ni suntuosos objetos de arte.

El edificio data de los siglos XIII y XIV. Se articula (o más bien, se articulaba, pues el proceso de ruina al que está sometido ha provocado ya la caída de parte de sus muros) en tres naves de dos tramos cada una (posiblemente llegó a haber tres, derrumbándose el último de ellos, que fue usado para las dependencias de los monjes), y triple ábside, siendo el central de planta poligonal y los laterales rectangulares. 

Las naves estaban cubiertas con bóvedas nervadas, de nervios muy marcados, quedando aún en pie algún tramo que permite imaginar lo majestuoso del conjunto. Para la construcción del edificio se utilizaron sillares de piedra caliza de excelente factura. En el lado norte y oeste, rodeando la iglesia, se situaban las dependencias de los monjes, siendo la parte norte una ampliación del siglo XIV al resto del conjunto.




Detalles de las bóvedas nervadas de la iglesia. 

El acceso a sus ruinas es sencillo, pudiendo realizarse a pie desde Retiendas, Los años de abandono han hecho crecer la vegetación entre sus muros, lo que da al conjunto un aspecto romántico, de paisaje idílico. 

Una verja trata de cerrar el paso a su interior, que amenaza un derrumbe de un momento a otro, pero a la vista está que los visitantes suelen pasar sobre ella haciendo caso omiso a las recomendaciones. La cercanía del Jarama, todavía limpio en estas latitudes, es toda una recompensa para quien quiera visitarlo.

Diversas personalidades de la cultura de Guadalajara, así como la Real Academia de la Historia, han tratado sin éxito de atraer la atención de las Administraciones Públicas hacia este edificio. Recientemente, la plataforma Salvar Bonaval (https://es-es.facebook.com/salvarbonaval) está realizando una gran campaña para pedir acciones urgentes que salven esta pieza excepcional de la historia de Castilla. Esperemos que, por fin, se haga algo para para el proceso de ruina, ya que de no hacer nada, podremos perder Bonaval para siempre dentro de no muchos años.





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