lunes, 30 de noviembre de 2015

DEBERES ESCOLARES SÍ, PERO NO ASÍ

Me propongo ofrecer unas reflexiones acerca de los deberes o tareas para casa, siendo éste un tema controvertido que periódicamente se somete a debate por la comunidad educativa, existiendo dos extremos contrapuestos en el análisis de la cuestión, los que apoyan que se mande al alumnado un volumen considerable de tareas para casa, y frente a ellos los que consideran que el alumnado no debe hacer más tareas de las que realiza en el centro educativo.

Como en todas las cuestiones educativas, en el término medio está la virtud. Dicho ésto, hay que considerar que no debemos centrarnos en el volumen o cantidad de tareas que el profesor recomienda que el alumnado haga en casa, sino en la calidad de las mismas.

Si echamos un vistazo a las tasas de abandono escolar temprano, podemos ver cómo hemos progresado en los últimos seis años, desde el 31,7% de 2008 hasta el 23,5 en 2013, y sigue descendiendo. Esto sin duda constituye un refuerzo positivo para el profesorado, que está desempeñando una labor eficaz en la tarea de reducir el abandono escolar, y por tanto en la mejora del éxito escolar. Aunque hay otros indicadores que no son tan positivos, de hecho en el último informe de la OCDE publicado recientemente en este año 2015, nos señalaba que nuestro país se situaba significativamente por encima de la media de la UE en cuanto a población que únicamente posee el título de la primera etapa de Secundaria (ESO), con cifras en nuestro país de un 44% frente al 22% europeo, sin duda este hecho marca un acceso diferencial de la cualificación de nuestra mano de obra en un mercado laboral competitivo y global.

La educación no es un ámbito donde solo actúa el maestro o el profesor, sino que las nuevas teorías psicopedagógicas sitúan como principal actor al alumnado como colectivo que aprende individualmente y en equipo, y este aprendizaje se produce cuando se integran los contenidos de forma significativa en los esquemas de conocimiento previos, así como también las últimas teorías sociológicas ponen de relieve la importancia de la familia y la relación de ésta con el centro en el aprendizaje escolar de los hijos.

Dicho ésto, es obvio que es absurdo creer que el alumno puede lograr desarrollar todas las competencias clave, que además son interdisciplinares y han de ser puestas en práctica en diferentes contextos, o lograr el dominio de todos los estándares de aprendizaje evaluables con seis horas de clase. Es necesario reforzar esos aprendizajes, pero, ¿cómo?. Y he aquí la respuesta, hay diferentes fórmulas. Podemos proponer que el alumnado automatice los procedimientos de resolución de ejercicios mediante una tarea consistente en reproducir repetidamente un tipo de ejercicios que consideramos básicos para el aprendizaje (problemas de matemáticas, ejercicios de análisis sintáctico y de respuesta a contenidos de ciencias naturales, ciencias sociales y lengua castellana y literatura); o podemos proponer actividades interdisciplinares, algunas para realizar individualmente, y otras para realizar en grupo, en el que pongan en juego las destrezas aprendidas y adquiridas en clase, y reflexionen sobre ellas. 

Este domingo pasado un conocido me decía que él era partidario de proponer tarea para un tiempo limitado, una hora y media por ejemplo, y luego que el alumno o alumna desarrolle sus capacidades, intereses y motivaciones a través de actividades extracurriculares de música, artes plásticas, idiomas, informática, teatro, deporte, o lectura. Puede ser una buena propuesta, tarea limitada para una duración breve y controlada, y después desarrollo de otros intereses complementarios. 

El aprendizaje consiste en esfuerzo, sin constancia no se produce el éxito escolar, por lo que hay que considerar que es necesario reforzar aprendizajes en casa, si bien sería deseable que este refuerzo se lleve a cabo mediante un compromiso en el seno familiar, que potencie en el alumnado esas competencias de búsqueda, selección, síntesis y aplicación personal de los contenidos. Esto nos lleva a que no todas las familias disponen de tiempo ni conocimientos para ello, por lo que con un modelo integral más allá del repetitivo podríamos estar contribuyendo a incrementar la desigualdad de oportunidades, por lo que desde el sistema educativo se ha de tener en cuenta este hecho para proporcionar las ayudas necesarias mediante voluntarios, actividades organizadas por las AMPAs, o profesorado disponible en horario de tarde (evidentemente con un horario más reducido durante la jornada matinal) para atender al alumnado cuya familia no pueda llevar a cabo el compromiso de colaborar en el desarrollo de tareas educativas complementarias que refuercen el aprendizaje de contenidos escolares.

La respuesta no es deberes sí, o deberes no; depende del alumno o alumna en cuestión, su contexto familiar y el entorno educativo donde tiene lugar el aprendizaje, teniendo como presupuesto que las 25 ó 30 horas semanales que el alumnado dedica a cursar el currículo es insuficiente para lograr un aprendizaje estable, duradero y significativo. Cuando todas las piezas del sistema funcionan, el alumno o alumna tiene más posibilidades de lograr el éxito escolar. Por eso, una vez más, en educación las recetas no funcionan, por lo que es necesario llegar a compromisos entre familias, centros, profesores, y alumnos, sólo así tiene sentido el debate escolar sobre deberes o cualquier otro contenido educativo que tiene lugar en las aulas y fuera de ellas.

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