martes, 17 de noviembre de 2015

PREVISIONES ECONÓMICAS 2016

La previsión de crecimiento económico de la Comisión Europea para el área euro se sitúa en el 1,6% en 2015, progresando a 1,8% en 2016 y 1,9% en 2017. Estas cifras no varían sustancialmente con respecto a la primavera pasada, dibujando una recuperación tímida pero progresiva. 
  • Déficit: la previsión de déficit público para este año se mantiene en el 2% del PIB estimado la primavera pasada, con una reducción progresiva a 1,8% en 2016 y 1,5% en 2017. La CE estima, sin embargo, un deterioro del componente estructural del déficit, que estima en el 1,1% este año (frente al 0,9% en las previsiones de primavera) y el 1,2% en los dos próximos años.


  • Precios: en cuanto al comportamiento de los precios, las previsiones de otoño apuntan a un incremento del deflactor del PIB en 2015 (1,1% frente a 0,9%), con tendencia a acelerarse progresivamente en 2016 (1,2%) y 2017 (1,7%). Las estimaciones del deflactor del consumo privado también presentan una senda creciente, desde el 0,2% en 2015, al 1,1% en 2016 y 1,6% en 2017, muy similares a las proyecciones del BCE.


  • Empleo:la Comisión prevé una mínima disminución de la tasa de paro en los próximos años en el conjunto del área euro, pasando del 11,0% en 2015 al 10,3% en 2017.


  • Para España, eleva la previsión para situarla en línea con el consenso. Estima un 3,1% para 2015 y 2,7% en 2016 (Afi 3,2% y 2,7%), frente al 2,8% y 2,6% de la pasada primavera.
    La Comisión constata la desaceleración de la economía española, aunque señala que el crecimiento sigue siendo robusto, apoyado en la creación sostenida de empleo, la mejora de las condiciones de financiación, la confianza y los bajos precios del petróleo. Se espera que la contribución de las exportaciones netas al crecimiento sea neutra.
    El nuevo escenario de déficit público que plantea la Comisión Europea ahonda en los datos preliminares expuestos en el Staff Working Document del pasado 12 de octubre. En concreto, la Comisión estima una desviación de cinco décimas este año (4,7% frente al objetivo de 4,2%) y de ocho el que viene (3,6% frente al objetivo de 2,8%).
    En definitiva, las previsiones de otoño de la CE apuntan a una recuperación paulatina del crecimiento en el conjunto del área euro, con perspectivas de crecimiento moderado de los precios a medio plazo y una reducción progresiva del déficit público que, sin embargo, viene acompañada de un deterioro del componente estructural. El elemento de tensión en el caso de España sigue estando en los objetivos de déficit del PDE.


La deuda de las administraciones públicas cerró el pasado mes de septiembre en 1,06 billones de euros, lo que supone el nivel más alto de la serie histórica que mide el Banco de España. Entre agosto y septiembre, el pasivo público ha crecido en 11.975 millones de euros, lo que supone el incremento más elevado desde mayo de 2014 y rompe la tendencia de contención reflejada este año, ya que en los nueve primeros meses había bajado en abril y en julio. De hecho, en los nueve primeros meses del año, el pasivo se había incrementado en 28.731 millones de euros, la cifra más baja de los últimos cinco años.
De acuerdo con los cálculos realizados por el Ministerio de Economía a partir del avance del PIB del tercer trimestre ofrecido por el Instituto Nacional de Estadística (INE), la deuda pública de septiembre ronda ya el 99,4% del PIB, más de medio punto por encima del objetivo para todo el año, situado en el 98,7%.
En los presupuestos generales del Estado para el próximo ejercicio, el Ejecutivo auguró que la deuda de las administraciones públicas cerraría este año en el 98,7% del PIB, un punto por encima del nivel de 2014, lo que en cualquier caso significaba el nivel más alto de la historia. Sería la última subida, ya que las cuentas públicas preveían que el próximo ejercicio caería seis décimas hasta el 98,2%, como consecuencia del menor peso del servicio de la deuda (el pago por intereses será inferior por la caída de los tipos de interés) o la finalización de los pagos correspondientes a instrumentos como el fondo para amortizar el déficit eléctrico o la contribución de España al rescate de Portugal o Irlanda.
Sin embargo, fuentes de Economía justifican este repunte de la deuda por el endeudamiento en el que ha tenido que incurrir para crear los mecanismos de ayuda a las comunidades autónomas que no tienen acceso a los mercados financieros, como el Fondo de Liquidez Autonómico (FLA) o el plan de pago a proveedores para liquidar la deuda comercial.
La Comisión Europea ha evaluado hoy los proyectos presupuestarios de los socios de la zona euro y ha concluido que “ninguno de ellos incumple gravemente” las normas del Pacto de Estabilidad. Bruselas considera que incluso Francia “cumple en gran medida” los ajustes exigidos, a pesar de que el análisis técnico del presupuesto muestra, a juicio de la Comisión, que “el esfuerzo fiscal proyectado se queda significativamente por debajo del nivel recomendado”. Bruselas reconoce que con estas cuentas públicas, París probablemente no cumplirá con el objetivo de situar el déficit público por debajo del 3% en 2017. Pero de momento da carta blanca y se limita a pedir que las autoridades retoquen el proyecto para garantizar el cumplimiento del objetivo previsto en 2016.
La Comisión hizo esa misma recomendación a España, pero el gobierno de Mariano Rajoy hizo caso omiso y aprobó el Parlamento aprobó el proyecto de presupustos tal cual. Parece pevisible que el gobierno de François Hollande también ignore la petición de Bruselas, sobre todo, tras los atentados de París del pasado viernes. Hollande advirtió ayer mismo, en un solemne discurso en Versalles durante una sesión conjunta de las dos cámaras del Parlamento, que “la seguridad está por encima de la austeridad”. Y su primer ministro, Manuel Valls, ha confirmado hoy que con toda probabilidad Francia incumplirá sus objetivos de déficit como consecuencia de un mayor gasto en defensa y seguridad.
Incluso antes de los atentados, Bruselas ya había relajado sus exigencias de disciplina fiscal para casi todos los Estados miembros, ante la evidencia de que el crecimiento en la zona euro se ha ralentizado durante el tercer trimestre a pesar de las repetidas intervenciones del BCE.
El comisario europeo de Economía, Pierre Moscovici, criticó duramente el proyecto de presupuestos español. Pero el presidente de la Comisión, Jean-Calude Juncker, frenó in extremis la aprobación de dictamen y el veredicto se suavizó.
La misma benevolencia se extiende ahora al resto de socios con riesgo de incumplimiento entre los que destacan Irlanda y Eslovenia. Bruselas también detecta problemas graves riesgos en Austria, Italia y Lituania, pero esos países se encuentran por debajo del límite de déficit del 3%, por lo que tienen mayor margen de maniobra.
Bruselas tampoco actúa contra Finlandia, a pesar de que su déficit ha superado por primera vez desde el comienzo del euro el umbral del 3%. La Comisión concluye que se trata de una desviación temporal de carácter “excepcional”, por lo que no abre un expediente por déficit excesivo contra Helsinki.

«No asumamos que la carrera universitaria es una garantía, sino parte de un proceso. Primero, porque aún tenemos pendiente la asignatura de la educación, cuando España no cuenta con una sola universidad pública entre las cien mejores del mundo. La «titulitis» —el exceso de titulados universitarios en carreras de difícil salida en el mercado—, que alcanza un 13%, y la falta de cooperación universidad-empresa siguen creando unas expectativas falsas que luego generan decepción al darse cuenta del bajo valor añadido que producen en el mercado real».
Daniel Lacalle, economista y colaborador de El Confidencial, analiza en su último libro (Acabemos con el paro, Ediciones Deusto) la situación laboral en España y las posibilidades de reducir el desempleo. Este diario adelanta hoy un extracto del quinto capítulo de la obra, titulado 'Dualidad, movilidad y el verdadero modelo nórdico'.
«No intentes ser un hombre de éxito, intenta ser un hombre de valor» Albert Einstein
Hay cifras que deberían preocuparnos. Una reciente estadística del INE muestra que el 33,8 por ciento de los trabajadores españoles nunca ha cambiado de ciudad para trabajar.
Por otra parte, desde 2012, 173.281 españoles han abandonado el país, una cifra muy baja considerando la magnitud de la crisis y que habíamos recibido cinco millones de inmigrantes durante el boom de la construcción. De hecho, la movilidad se ha reducido un 60 por ciento desde el comienzo de la crisis, no ha aumentado. Esa movilidad laboral en España sigue siendo muy baja, unos seis puntos por debajo de la media internacional y menor a la media de la Unión Europea.
Antonio terminó su carrera como ingeniero de caminos en 2008. Dado que la burbuja inmobiliaria y de obra civil explotaba ante sus narices, decidió mejorar su formación con un máster en gestión de empresas y cursos de inglés. Cuando empezó a buscar oportunidades, no pensó en emprender, sino en encontrar un trabajo en alguna empresa.
Una crisis tan dura como la vivida en estos años ha impactado de manera muy importante en los jóvenes. Aunque el desempleo juvenil ha caído cerca de un 9 por ciento en 2015, sigue siendo de casi el 49,3 por ciento. Y Antonio no encontraba ningún trabajo. O le decían que estaba «demasiado cualificado» o le ofrecían puestos de alta temporalidad y baja cualificación. Al final aceptó un trabajo donde iba de contrato temporal en contrato temporal mientras en la misma empresa muchos empleados contaban con sueldos altos, puestos seguros y condiciones generosas. Antonio se preguntaba por qué él trabajaba muchas más horas y con más interés y muchos otros simplemente disfrutaban de sus privilegios. Yo le recordé que cuando empecé a trabajar en 1991 me pasaba lo mismo. En la empresa semiestatal donde empecé era común ver a los «veteranos» cumplir a rajatabla su horario, ni un minuto más, tomarse su media hora de «desayuno» a las diez, agradables charlas en el café... mientras los nuevos echábamos horas hasta las tantas de la noche y buscábamos la forma de asegurarnos el reconocimiento. Era lo normal. La dualidad del mercado de trabajo era algo que no discutíamos, simplemente aceptábamos. En España, en 2015, la tasa de paro juvenil en el tramo dieciséis-veintinueve años es del 36,9 por ciento y los trabajadores fijos en ese tramo son el 46,6 por ciento. Cuando yo salí de la facultad, era muy similar. Pasé seis meses en pruebas y al finalizar fui uno de los pocos de mi promoción a los que hicieron fijo. Mi madre, feliz.

«La generación... ¿mejor preparada?»

Antonio decidió emigrar a Reino Unido, donde yo vivo desde 2004. Y se encontró con la realidad. El mito de «nuestra generación mejor preparada» ha sido muy dañino. Y los jóvenes se enfrentan a una realidad muy distinta cuando viajan.
Se encuentran con que la educación que han recibido no está orientada al mundo real, que se ha perdido un valioso tiempo en acumular datos aprendidos de memoria. Cuando veo en la televisión, por ejemplo, que «la generación mejor preparada» viene a Reino Unido, con un 5,6 por ciento de paro y cientos de miles de inmigrantes anuales, y sólo encuentra trabajo de camarero, es la demostración empírica de que nos engañamos con el concepto «mejor preparado» si no somos capaces de mostrar nuestro valor frente a los miles de franceses, pakistaníes, chinos, americanos, italianos o de cualquier otra nacionalidad que llegan a Inglaterra y sí encuentran oportunidades de calidad.
Antonio se percató de la situación en Reino Unido. Los ingenieros españoles están muy valorados por su base teórica de conocimientos a pesar de tener muy poco conocimiento del mundo real de la empresa. También se dio cuenta de que los españoles son reconocidos por ser trabajadores, serios, honestos y eficientes. Y encontró la forma de salir del bucle de una educación anquilosada en la memorización y la teoría y los contratos de aprendizaje y becario. Gracias a esa oportunidad, en dos años pudo poner en su currículum una experiencia realmente valiosa y un conocimiento de la realidad. Hoy Antonio es un directivo junior de una empresa canadiense de infraestructuras.
La experiencia de este ingeniero nos muestra la diferencia entre dos modelos educativos y laborales. Un modelo orientado a la empresa y a crear valor —el anglosajón—, donde la colaboración universidad-empresa se traduce en miles de negocios creados y patentes registradas —hasta un 40 por ciento de universitarios montan su propio negocio— y donde los contratos de prácticas suponen una verdadera lanzadera de experiencia valiosa. Y, en contraposición, un modelo que perpetúa las ineficiencias empleando a los jóvenes en trabajos por debajo de su cualificación, que no mejoran su experiencia para dar a su currículum una dosis de realidad, y que no soluciona la necesidad de salir del problema de la educación española, la «titulitis» de una universidad completamente desligada de la empresa y del mundo real, y de años de memorizaciones que, a día de hoy, Antonio —Don Antonio, por favor— no ha utilizado una sola vez en su ya exitosa carrera profesional.
Mi primo Álvaro terminó ICADE y, ante las pocas perspectivas de trabajo en España, decidió irse a China a aprender el idioma. Buscó un trabajo de becario en Shanghái y en poco tiempo había alcanzado una enorme experiencia, valiosísima, tratando con empresas coreanas, japonesas y de todo el este asiático. Esa experiencia le sirvió para que las empresas españolas que invierten en China lo buscasen como experto en negociar y tratar con empresas de toda Asia. La experiencia de Álvaro no es una pérdida para España cuando entendemos un mundo global. Todo lo que ha aprendido del mundo, de distintas culturas y de la forma de hacer negocios en esos países, todo su bagaje cultural y enriquecimiento personal, es un activo de nuestro país en el mundo. Y cuando ha vuelto a trabajar con empresas de España ha traído esa riqueza, aunque siga en China.
Un trabajador español en el mundo es «marca España» y su valor es parte del desarrollo de nuestro país. En Noruega, Reino Unido, incluso en países como Italia o Portugal, no sólo se ve normal que los jóvenes y otros trabajadores salgan al extranjero; se considera que es enriquecedor y el país gana, poniendo a sus ciudadanos a crear valor y prosperidad en el mundo.
Sin embargo, hoy en día se nos habla del «drama de los jóvenes que tienen que irse al extranjero a buscar trabajo».
El bajo desempleo en España en el pasado se debía a que la mitad de la fuerza laboral se quedaba en casa
Es curioso, porque dicha afirmación parte de una visión paternalista, autárquica e incorrecta del mercado de trabajo: la idea de que es mejor estar «cerca de casa», de que, aunque no haya demanda por la razón que sea, hay que «crear» puestos para «colocar» a la gente. Y sin embargo, son muchas las familias que invierten una ingente cantidad de dinero y esfuerzo para dar una buena educación a sus hijos con el firme propósito de que puedan trabajar en cualquier parte del mundo.
En los años sesenta, cuando mi padre terminó la carrera universitaria, todos los alumnos salían «colocados». El destino de la enorme mayoría era terminar en la Administración Pública o en uno de los conglomerados estatales, empezar como becario y, tras una exitosa carrera de veinticinco o treinta años, terminar como jefe o director de algún departamento. Por supuesto, ese bajo desempleo se «conseguía» dejando a más del 60 por ciento de los jóvenes sin formación universitaria, a la mitad de la fuerza laboral en casa o emigrando para optar a puestos de baja cualificación. Ese «éxito» nos aislaba del mundo, y perdíamos competitividad, perspectiva y la ambición sana de mejorar.
Parte del retraso que aún sufrimos con respecto a países líderes se debe a que allí la movilidad laboral es algo que no se demoniza
No es un éxito colocar a toda la fuerza laboral «porque sí» en trabajos de baja motivación planificados por un comité. Es un fracaso, y es parte del retraso que aún sufrimos con respecto a países líderes donde la movilidad es algo que no se demoniza.
Por lo tanto, celebremos que nuestros jóvenes acceden a mejores conocimientos y que tienen carreras universitarias. No es lo mismo irse a Alemania a crear valor en una empresa como universitario que como mano de obra no cualificada, a lo «Vente a Alemania, Pepe».

Una máquina de hacer parados

Pero no asumamos que la carrera universitaria es una garantía, sino parte de un proceso. Primero, porque aún tenemos pendiente la asignatura de la educación, cuando España no cuenta con una sola universidad pública entre las cien mejores del mundo. La «titulitis» —el exceso de titulados universitarios en carreras de difícil salida en el mercado—, que alcanza un 13 por ciento, y la falta de cooperación universidad-empresa siguen creando unas expectativas falsas que luego generan decepción al darse cuenta del bajo valor añadido que producen en el mercado real.
Rafael Puyol, catedrático de la Universidad Complutense y vicepresidente de la Fundación Instituto de Empresa, explicaba el problema: «Tenemos 80 universidades y 236 campus en el país. Pero más que los números preocupa que las diferentes alma máter sean tan clónicas, tengan tan bajo nivel de especialización y posean una estructura de estudios tan semejante. Eso produce un exceso de oferta, cuantificada en torno al 13 por ciento. Personalmente no me perturba que varias universidades mantengan algunas enseñanzas con muy pocos alumnos, lo que me preocupa es que eso se repita en 20 o 25 casos, porque [...] refleja un nivel de ineficiencia que no nos podemos permitir».
Según la OCDE, España tiene más universitarios (32 por ciento) que la media de los países analizados, pero también un 45 por ciento de personas que se han quedado en primaria o secundaria inferior y sólo un 22 por ciento que alcanzó el título de secundaria superior (bachiller o su equivalente en formación profesional).
Es decir, España tiene muchos licenciados, muy pocos técnicos y cuadros medios y muchísimas personas con una titulación muy baja.
Las ramas de artes y humanidades, así como la de ciencias, son las que menores tasas de afiliación a la Seguridad Social presentan entre los recién titulados. 
Sin embargo, precisamente la rama de humanidades es una de las más demandadas por los jóvenes al terminar la selectividad, y deben ser conscientes de que su tasa de empleabilidad es del 40,1 por ciento, es decir, que casi el 60 por ciento está predestinado al paro o a empleos fuera de su cualificación.
España tiene muchos licenciados, muy pocos técnicos y cuadros medios y muchísimas personas con una titulación muy baja
¿Por qué elige un joven una carrera universitaria que ya tenía una probabilidad histórica de no encontrar trabajo del 60 por ciento, en medio de una gran crisis?
Seamos honestos. Porque son "fáciles".
Habrá muchos con vocación y verdadero interés, pero no es creíble pensar que somos el país de los humanistas vocacionales. Una educación universitaria con masificación en carreras de bajísima «salida» laboral muestra uno de los errores de la estructura educativa en España. No sólo está desequilibrada con respecto a su economía, sino que existe una peligrosa tendencia a crear «títulos» inservibles.
Una educación universitaria con masificación en carreras de bajísima «salida» laboral muestra uno de los errores de la estructura educativa en España
Un familiar mío me contaba un ejemplo clarificador. Es un chico que siempre ha tenido un interés especial en la informática y se le da muy bien, pero no quería estudiar una carrera universitaria, así que buscó desarrollar sus conocimientos en la formación profesional. Tras varios intentos, se encontró con que no tenía plaza y, por lo tanto, lo enviaron... a la universidad.
Aquí encontramos el drama de una formación universitaria que ha sido desprovista de valor, que se ha convertido en un trámite burocrático. Por ello, hay que desarrollar y reforzar la formación profesional y aumentar la relación entre centros y empresas del sector o locales.
Y hay que desarrollar, asimismo, una formación universitaria orientada al emprendimiento. Con incentivos fiscales y becas para crear empresas en la universidad. Y orientada a un mundo globalizado.
No es positivo que un joven menor de 23 años espere que su vida se mueva en el mismo círculo territorial, familiar y de relaciones personales y laborales
Salir al extranjero no debe considerarse un gran problema o una penalización. La experiencia que se adquiere y la amplitud de miras con la que esas personas vuelven al país son simplemente impagables. Un país donde la mayoría de los trabajadores nace y muere en un radio de 30 kilómetros, donde la mayoría de los universitarios completa su carrera a menos de 5 kilómetros de su hogar natal, debe atacar el problema de la movilidad. Cuando uno viaja por Estados Unidos suele ver constantemente camiones de U-Haul (una empresa de alquiler de transportes para mudanzas). La movilidad es algo muy positivo, sobre todo en los primeros diez-quince años de la carrera profesional. No es positivo que un joven de menos de veintitrés años espere que toda su vida se mueva en torno al mismo círculo territorial, familiar y de relaciones personales y laborales.
Porque acabar con el paro al estilo autárquico es muy fácil. Ponemos a todo el mundo a hacer fotocopias. Pero se crea una enorme frustración, las perspectivas son inexistentes, se crean zombis laborales y se destruye la productividad. Volver al siglo XIX tiene un problema fundamental, que vuelves al siglo XIX en todo.
Mucho ha cambiado desde 2007, y los avances deben valorarse positivamente. Pero queda mucho que hacer. Hablemos de la dualidad y precariedad del empleo juvenil, que debe solucionarse facilitando, no interviniendo.
'Acabemos con el Paro' de Daniel Lacalle se publica el martes 24 de noviembre bajo el sello de Ediciones Deusto
Desde que tengo uso de memoria en España, el gran problema que afecta a la población es el empleo. Siempre ha sido un titular muy habitual en los periódicos. El paro tuvo un record mínimo en el 2003.
Tras la muerte de Franco se publicaron leyes laborales agresivas (burocratizan, intervienen y entorpecen) que impedían despedir, en cinco años se duplicó; mientras en los países nórdicos y anglosajones flexibilizaron su legislación laboral redujeron el desempleo. La rigidez del mercado laboral suele darse mediante medidas que buscan entorpecer un cambio, o sostener el mismo patrón de crecimiento cuando es obsoleto, buscando perpetuar el poder en la negociación de agentes o que el Estado decida en cualquier proceso de inversión. Confundir protección con intervencionalismo paternalista es un error.
La economía española tenía una estructura en que el 38% del empleo era agrícola, un 25% industrial, un 8% en construcción y un 29% en servicios (turismo y pequeños comercios) en 1965. En 2014 el sector servicios suponía un 75%, la agricultura el 5% y la industria el 15%, la construcción suponía un 6%. La modernización de la economía española se ha llevado a cabo desde un patrón de crecimiento cíclico y desplazando trabajadores desde el sector agrícola a la construcción o servicios, sin el aumento del valor añadido o productividad de otros países de nuestro entorno. 
La clase empresarial que ha invertido en sectores rentistas o subvencionados, ante la incertidumbre regulatoria, legislativa y macroeconómica ha acudido al Estado convirtiéndose en rehén. El trabajo no lo crean en España las grandes empresas, sino los pequeños y medianos empresarios, a los que una nómina entre cotizaciones de la empresa a la Seguridad Social e impuestos le suponen un 50%, empresarios que facturan menos de 100.000 euros trimestrales y tienen alrededor de 6 trabajadores.
La Administración está hipertrofiada, consume un 45% del PIB, siendo el gasto en empleo público un 11,9%, superior a los países de nuestro entorno (media de 11,3%). El empleo tampoco va a venir de las grandes empresas con un 20% más de empleados que sus respectivas homólogas europeas, sino del autoempleo y de las PYMEs. No sirven las ventanillas empresariales, las gestiones hay que hacerlas ante organismos de la Administración.
Los trabajadores en España desarrollan su vida laboral a un radio menor de 30 Km. de su residencia, el 70% de los universitarios desea trabajar en la Administración Pública, hemos entregado libertad y flexibilidad a cambio de seguridad. Mientras nos quejamos de precariedad y recorte de derechos, aspiramos a que la prosperidad y la independencia vengan de un empleador, si es posible público. No hay que aspirar a colocarse, sino crearse, las soluciones no pueden venir del intervencionismo y gasto inútil que destruyeron miles de empleos.

A priori las estadísticas del mercado laboral, en el transcurso de la presente Legislatura, parecen favorecer al Gobierno de Mariano Rajoy y le ofrecen una baza importante frente la próxima campaña electoral del 20D. Sin embargo, si se analizan exhaustivamente los datos suministrados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) no nos deben de ilusionar ya que la realidad es bien distinta y hecha por los suelos la euforia y desmienten el optimismo exagerado por parte del Gobierno. Presumir de datos laborales no tiene ningún sentido, sobre todo cuando España ostenta el récord de tener la mayor tasa de paro (21,6%) de la Unión Europea, tras Grecia, según la Oficina Estadística Europea (Eurostat).
En este sentido, según la Encuesta de población Activa (EPA) elaborada por el INE, si comparamos el último trimestre de 2011 con el tercer trimestre de 2015, que corresponde al período de la presente Legislatura, se han destruido más de 100.000 puestos de trabajo pero el paro ha descendido en 436.500 desempleados. Llegado a este punto debemos de preguntarnos cómo es posible que habiendo destruido empleo baje el paro. Cualquier manual sobre economía laboral nos dice que lo habitual es que cuando se destruye empleo aumente el paro y, viceversa, cuando el empleo aumente descienda el paro. Pero en esta ocasión ha sucedido todo lo contrario: ¡baja el empleo y también el paro!
Así, al analizar los datos de la EPA se observa que la disminución del paro es debido a un factor fundamental: el descenso de la población activa (personas en edad de trabajar que están buscando o tienen empleo). En concreto, en el período de la presente Legislatura, se han perdido 540.800 personas activas. Esta y no otra es la causa más importante de la disminución del paro. Sin embargo, el descenso de la población activa no ha repercutido por igual en todos los grupos de edad lo que ha producido una gran desigualdad en el mercado laboral. De este modo, lo jóvenes menores de 34 años han visto disminuir su población activa en 1,45 millones mientras en los mayores de 34 años aumenta en más de 900.000.
Todo ello evidencia que son muchas las personas, sobre todo jóvenes, que han perdido la esperanza en su búsqueda por un puesto de trabajo y aumenta el desaliento (efecto desánimo) al no encontrar trabajo tras varios años en paro y otras, tanto españolas como extranjeras (flujos migratorios), han abandonado el país ante la falta de expectativas laborales en busca de mejores opciones en otros países de nuestro entorno. Hay que destacar que en el cuarto trimestre de 2011 la tasa de paro de larga duración (más de un año buscando empleo) era del 50%. Actualmente se ha disparado en 11 puntos porcentuales (61%).
Además, debemos destacar un dato revelador que nos indica que en la presente Legislatura, según el INE, la población extranjera ha disminuido en 760 mil personas. Mientras en las anteriores Legislaturas la población extranjera no cesaba de aumentar. Por ejemplo en la Legislatura anterior (2007-2011) la población extranjera aumentó en 250.000 personas. Por lo tanto, los escenarios son bien distintos. Anteriormente venían flujos de emigrantes a España y ahora se van. Otros datos relevantes que nos deja la presente Legislatura se refieren a que disminuye el empleo a tiempo completo (-400 mil empleos) mientras aumenta el empleo a tiempo parcial (300 mil empleos). Además, hay menos empleos indefinidos (355 mil), y más temporales (153.000) lo que aumenta la tasa de temporalidad en 1,4 puntos hasta situarse en el 26,2%, precisamente una de las medidas estrella de la Reforma Laboral consistía en la diminución de la tasa de temporalidad.
Los datos son muy tozudos y por mucho que se empeñe el Gobierno en ponerse medallas por el descenso del paro lo que debería hacer es reflexionar las causas de la disminución de la población activa y más, en concreto, la disminución de la tasa de actividad que ha pasado del 60,29% al 59,5%. El efecto de la caída demográfica, la emigración laboral y el abandono de la búsqueda activa de empleo, la mala calidad del empleo (temporalidad, contrato a tiempo parcial y bajos salarios) se traduce en menores cotizantes a la seguridad social con repercusiones muy negativas sobre nuestra economía y el Estado de Bienestar.

Vicente Castelló Roselló es profesor de la Universidad Jaume I y miembro del Instituto Interuniversitario de Desarrollo Local.

Como era previsible, el PP ha basado la campaña en la negación de la realidad y en la revisión histórica que es la cultura impuesta por Fraga desde que creó el partido. En 2011 lo hizo Rajoy directamente, ahora como no se atreve a dar la cara por la corrupción manda a su guardia pretoriana.

La principal revisión de la historia es que Rajoy se encontró un país en la quiebra y evitó el rescate cual Cid Campeador. ¿Cuál es la realidad? En el gráfico se ve como en enero de 2012 cuando Rajoy llega a la Moncloa la prima de riesgo española era significativamente inferior a la italiana.
También se observa que estuvo bajando durante enero, febrero y marzo. En aquellos momentos el propio Rajoy decía que la prima de riesgo bajaba por el cambio de gobierno y la llegada del hada de la confianza. Era mentira, como después pudimos comprobar todos. La prima bajaba, igual que la italiana, por qué el BCE había convocado dos subastas extraordinarias con acceso ilimitado y a tipos próximos al 0% y la banca española se infló a comprar deuda pública.
Estos meses fueron claves para evitar el rescate. Zapatero dejó a Rajoy 30.000 millones de euros en la cuenta corriente del estado en el Banco de España y 70.000 mill en la hucha de las pensiones. En esos primeros meses Rajoy podría haber emitido más deuda pública y haber hecho el rescate de Bankia presidida por su amigo Rodrigo Rato, del que ahora no sabe qué decir, que tiene una imputación penal en la Audiencia Nacional por falsear las cuentas de la entidad.
El decreto Guindos de febrero obligaba a las entidades a provisionar el 80% del suelo. El decreto dejaba a Bankia y también a BMN -de la que el propio Guindos había sido consejero y presidente del comité de auditoria- en quiebra técnica y debería haber sido intervenida.
Pero Rajoy decidió hacer lo que mejor sabe hacer, o sea nada. La prima de riesgo se disparó, los socios europeos forzaron el rescate como han hecho con Syriza en Grecia, y en julio la prima de riesgo de nuestra querida España alcanzó un record histórico desde nuestra entrada en el euro y se situó 200 pb por encima de la italiana. De una crisis de Berlusconi en 2011, Europa pasó a una crisis de Rajoy en 2012. Al borde del colapso y del corralito, Draghi decidió actuar con trece palabras mágicas y evitó el destino de Rajoy que habría sido sacar a España del euro y devolvernos a lo más oscuro de nuestra historia económica.
Déficit   2010  2011  2015
  • Admón Central    5,0  2,9   3,1
  • Seguridad Social  0,2 0,1   1,0
  • CC.AA.  3,5  4,7  1,6
  • Ayuntamientos  0,6  0,8  -0,4
  • TOTAL  9,3  8,5  5,3

La otra gran mentira mil veces repetida es que Zapatero ocultó el déficit de 2011. En el cuadro anterior se ve el déficit de 2011 y su variación con respecto a 2010. Son datos que este economista observador ha obtenido del Programa de Estabilidad que Rajoy envió a Bruselas en abril de 2012. Se puede comprobar como el presidente Zapatero cumplió sus compromisos de 2011 reduciendo el déficit en la administración central y manteniendo el equilibrio en la Seg. Social.
Se observa que la ocultación fue en CCAA y recordemos que en 2011 el PP ganó en la mayoría de ellas. Por lo tanto, en noviembre, durante la campaña, Rajoy ya sabía que el agujero era mucho mayor y que su programa era una gran mentira. El mayor agujero estaba en Valencia que ha sido la única región europea sancionada por Bruselas por ocultación de déficit. El único país sancionado es Grecia.
La otra gran desviación fue en ayuntamientos, principalmente en Madrid. Madrid ha sido gobernado por el PP durante dos décadas de mayoría absoluta. Metió facturas debajo del cajón, quebró, tuvo que ser rescatada por el Estado y es la capital europea con más deuda por habitante sobre su PIB.
En 2015 el ajuste de déficit se ha hecho en CCAA principalmente con recortes brutales en sanidad y educación, anunciados por el propio Rajoy en la Moncloa como condición de los socios para conceder el rescate. En la Administración Central el déficit del Presidente Rajoy en 2015 será superior al que heredó del Presidente Zapatero. Con varios cambios significativos. Rajoy nos ha subido todos los impuestos. Y la otra gran diferencia es que ha aumentado en 10.000 mill el pago de intereses de la deuda y ha reducido en la misma cantidad el pago de prestaciones por desempleo. En 2011 3 de cada 4 parados cobraba una prestación. En 2015 uno de cada dos no tiene ningún ingreso y está en la pobreza severa, sobreviviendo gracias a la beneficencia.
Pero el gran agujero de Rajoy es en la Seg. Social de la que cobran su pensión 9 millones de españoles mayores de 65 años. El agujero refleja el fracaso de su reforma laboral y de su deflación salarial que ha hundido los ingresos y deja un agujero de 35.000 mill a pesar de haber congelado las pensiones los cuatro años de la legislatura.
Por eso se ha pulido más de la mitad de la hucha. En 2017 la hucha se acabará. En 2015, un año con creación de empleo, los ingresos crecen 0,8% y los gastos 3%. Por lo tanto, en 2017 el agujero será peor y cada año empeorará salvo que cambiemos la política económica del PP del “yo te lo hago más barato”
Se comprueba que las mismas prácticas de ocultación de 2011 continuaron durante la legislatura. En 2015 5 CCAA triplicarán el objetivo de déficit, 4 del PP y Cataluña. Y con facturas en el cajón en Aragón, Valencia y Extremadura donde ha cambiado el gobierno y han levantado las alfombras para descubrir montañas de gasto pendiente de contabilizar. Esos son los entornos ideales para montar Gürtel, Púnicas, Brugal, etcétera.
Pero más preocupante es la situación de 2016. El objetivo enviado a Bruselas por Rajoy es el 0,3% el pasado mes de abril y la desviación que estima la Airef coincide con la Comisión Europea: unos 9.000 mill. Rajoy ha bajado el IRPF. Por lo tanto, el ajuste extraordinario el próximo año será sobre educación y sanidad y será tan brutal como el de 2012. Ciudadanos tiene una propuesta fiscal muy similar a la del PP. Como en el Gatopardo “hagamos una revolución para que no cambie nada”
Pero ahora el agujero principal está en la Seg. Social, por lo tanto que todos los pensionistas se preparen para una bajada de pensiones mínimo del 10% nominal si no cambiamos el modelo de crecimiento. Con el modelo del PP de salarios bajos no hay dinero para pagar las pensiones. Los pensionistas, según el CIS, votan mayoritariamente al PP y están siendo engañados igual que pasó con las preferentes.
Espero que entiendas a este economista observador cuando dice que la gestión económica del PP en esta legislatura ha sido un DESASTRE. Se entiende que 5 millones de españoles que le votaron en 2011 no lo vayan a hacer en esta ocasión. Rajoy no tiene proyecto para España y confía el futuro de 46 millones de españoles a que el BCE nos siga comprando deuda pública. Pero algún día dejará de comprar y si sigue Rajoy y su guardia pretoriana me entran escalofríos sólo de pensarlo. Y el partido que le diera el apoyo parlamentario para continuar en la Moncloa sería corresponsable del DESASTRE.
España ha sufrido la peor recesión desde la Guerra Civil por el exceso de endeudamiento de empresas, familias y bancos, muy relacionado con el boom inmobiliario entre 1998 y 2004. El pinchazo de la burbuja provocó la destrucción de 1,5 millones de puestos de trabajo, dos de cada tres empleos destruidos entre 2008 y 2011. La situación que recibía Rajoy era mala y por eso los españoles le concedieron la mayoría absoluta. Pero su gestión económica ha sido desastrosa y por eso el PP va a perder cinco millones de votos.
Hoy, todos los indicadores económicos están peor que en 2011. Hay menos empleo, se pagan 40.000 millones menos en salarios, hay 700.000 parados más que han perdido la prestación y son pobres, a todos los españoles nos han subido todos los impuestos, tenemos peor educación, peor sanidad, menos ayudas para los discapacitados, menos becas, menos gasto en I+D+i, un gran agujero en el sistema de pensiones públicas y 300.000 millones de euros más de deuda pública que hace cuatro años.
Rajoy confió todo al hada de la confianza y entre enero y julio de 2012 provocó una fuga de capitales del 25% del PIB. En el tequilazo mexicano de 1994 y en el tangazo argentino de 2001 la fuga fue del 10% del PIB. La troika le forzó al rescate de Bankia y provocó una doble recesión, algo inédito en la economía española en el último siglo.
Rajoy deja el mismo déficit que se encontró el Partido Popular en 1996, pero entonces los ingresos públicos crecían un 7% y ahora lo hacen un 3%. Y deja la deuda pública en el 100% del PIB, 35 puntos por encima de lo que se encontró el PP en 1996 y en 2011. Solo en el mes de septiembre la deuda pública ha aumentado en 12.000 millones, o sea que cada familia española debe 1.000 euros más.
España es una economía muy agradecida y la compra de deuda del BCE y la bajada del precio del petróleo han permitido que volvamos a crecer y a crear empleo. Pero los salarios están estancados, algo también inédito en una recuperación en los últimos 100 años. En 2015 Rajoy cerrará el déficit 10.000 millones de euros por encima de lo previsto y en 2016 habrá que recortarlo en 20.000 millones. Las comunidades autónomas han reducido su déficit a la mitad. Pero el déficit conjunto de la Administración central y la Seguridad Social será en 2015 casi un 50% superior al que dejó Zapatero en 2011. Rajoy ha subido los impuestos 25.000 millones, gasta 10.000 millones más en pago de intereses de la deuda y 10.000 millones menos en prestaciones por desempleo.
La prueba del algodón es el sistema público de pensiones. Rajoy deja un desfase de 32.000 millones de euros y se ha comido la mitad de la hucha heredada. En 2015, con creación de empleo, los ingresos crecen 1% y los gastos con las pensiones congeladas un 3%. Rajoy defiende que en economía no hay que cambiar nada. Si no cambiamos nada en 2019 el desfase de las pensiones será de 45.000 millones, el 4% del PIB.
Las ideas son libres pero los hechos son únicos.

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