sábado, 13 de febrero de 2016

ANÁLISIS ENTORNO ECONÓMICO PRESUPUESTOS CLM16

ECONOMÍA INTERNACIONAL

Como señala el Fondo Monetario Internacional (FMI) en su informe World Economic Outlook (WEO) de septiembre de 2015, el crecimiento de la producción mundial será del 3,1% en 2015, algo inferior a los valores estimados en abril y julio, debido a que el repunte gradual de las economías avanzadas se ha visto acompañado de una desaceleración de las economías de mercados emergentes y en desarrollo. 

Pese a la revisión a la baja de las previsiones de crecimiento realizadas, el FMI considera que los factores básicos que impulsan la aceleración gradual de la actividad económica de las economías avanzadas, como son condiciones financieras favorables, una orientación más expansiva de la política fiscal en la zona del euro, la caída de los precios de los combustibles y el afianzamiento de la confianza y las condiciones del mercado laboral, se mantienen intactos.

En cuanto a las economías de mercados emergentes, la desaceleración del crecimiento refleja el efecto de varios factores como la caída de los precios de las materias primas y el empeoramiento de las condiciones financieras externas, los problemas derivados de la ralentización de la economía china, las tensiones económicas relacionadas con factores geopolíticos, así como problemas estructurales no resueltos. Por áreas económicas y países, destaca el aumento de la aportación al crecimiento de las economías más avanzadas en detrimento de los países emergentes. El FMI prevé un crecimiento de las economías avanzadas del 2,0% y de las economías emergentes del 4,0%

De acuerdo con las proyecciones del FMI, el crecimiento de las economías avanzadas aumentará de 1,8% en 2014 a 2,0% en 2015 y 2,2% en 2016; es decir, el repunte será más gradual que lo previsto en la edición de julio de 2015 del informe WEO. Los determinantes básicos de la aceleración del consumo y la inversión en Estados Unidos como los aumentos salariales, las condiciones del mercado laboral, las condiciones financieras favorables, la caída de los precios de los combustibles y fortalecimiento del mercado de la vivienda, se mantienen estables. 

En Japón, el crecimiento fue más fuerte de lo esperado en el primer trimestre de 2015, gracias a un repunte de la inversión de capital. Sin embargo, el consumo sigue siendo moderado y más de la mitad del crecimiento trimestral se debió a variaciones de las existencias. Como los salarios reales y el consumo han perdido impulso, se prevé un repunte más moderado del crecimiento en 2015. En cuanto a la zona euro, la recuperación económica parece haberse encarrilado: la recuperación de la demanda interna es en general vigorosa y la inflación subyacente está comenzando a subir, alejando los fantasmas de la deflación. 

Las proyecciones de crecimiento han sido revisadas al alza en la mayoría de las economías de la zona del euro, con las únicas sombras de la situación de Grecia. Evolución de economías de mercados emergentes y en desarrollo El crecimiento de las economías de mercados emergentes y en desarrollo disminuirá, según las proyecciones, de 4,6% en 2014 a 4,0% en 2015. Esta desaceleración refleja el enfriamiento producido por la caída de los precios de las materias primas y el empeoramiento de las condiciones financieras externas, especialmente en América Latina y los países exportadores de petróleo; el reequilibrio de la economía en China y los cuellos de botella estructurales; así como las tensiones económicas vinculadas a factores geopolíticos, especialmente en la Comunidad de Estados Independientes y algunos países de Oriente Medio y Norte de África. 

En 2016, el crecimiento de las economías de mercados emergentes y en desarrollo repuntaría a 4,5%, según el FMI, en gran medida como consecuencia de la mejora proyectada de las condiciones económicas de una serie de economías con problemas, como Rusia y algunas economías de Oriente Medio y Norte de África. En muchas otras economías de mercados  emergentes y en desarrollo, gran parte de la desaceleración del crecimiento ocurrida en los últimos años refleja una moderación de un crecimiento superior a la tendencia.

Los datos preliminares existentes apuntan a una mejora del comercio mundial tras la desaceleración del 2014, que fue debida en gran parte al debilitamiento de la dinámica comercial de las economías de mercados emergentes y en desarrollo. Y aunque parte de la desaceleración estuvo ligada a un crecimiento del PIB más tenue de lo previsto, se estima que el crecimiento de los volúmenes de comercio internacional seguirá siendo relativamente moderado teniendo en cuenta la evolución de la actividad económica global.

Según las proyecciones, la inflación disminuirá en 2015 en las economías avanzadas y en la mayoría de las economías de mercados emergentes y en desarrollo, principalmente como consecuencia del retroceso de los precios del petróleo. El traslado de los precios más bajos del petróleo a los precios de los productos manufacturados seguiría siendo moderado, lo que concuerda con episodios recientes de fuertes variaciones de los precios de las materias primas.

En las economías avanzadas la inflación aumentará ligeramente a partir de 2016. En la zona del euro, el nivel general de inflación entró en terreno negativo en diciembre de 2014, y las expectativas inflacionarias a mediano plazo han disminuido sustancialmente desde mediados de 2014, aunque se han estabilizado tras las medidas que adoptó hace poco el BCE. Se supone que el ligero repunte proyectado de la actividad económica, sumado a la recuperación parcial de los precios del petróleo y al impacto de la depreciación del euro, entrañarían un aumento tanto del nivel general de inflación como de la inflación subyacente a partir del segundo trimestre de 2015, aunque se prevé que ambos indicadores del alza de los precios se mantengan por debajo del objetivo de estabilidad de los precios a mediano plazo fijado por el BCE. 

En Estados Unidos, se proyecta que la inflación anual bajara a 0,4% en 2015 y que subirá gradualmente a partir de mediados de año, a medida que se diluyan los efectos de la caída de los precios del petróleo; a la vez, los efectos de la apreciación del dólar y la moderada dinámica salarial actuarán como un freno. Más adelante, la inflación aumentaría poco a poco hacia el objetivo a más largo plazo de 2% fijado por la Reserva Federal. 

En las economías de mercados emergentes, se prevé que el abaratamiento del petróleo y la desaceleración de la actividad contribuyan a un nivel de inflación más bajo en 2015, aunque la baja de los precios del petróleo no se trasladará por completo a los precios que paga el usuario final. Los países que experimentaron fuertes depreciaciones del tipo de cambio nominal constituyen una excepción notable a esta tendencia. 

Los precios del petróleo han bajado intensamente en 2015, continuando la reducción de precios de 2014. A ello ha contribuido una variedad de factores: la imprevista debilidad de la actividad mundial; la contracción de la demanda de petróleo, dada la actividad; y el aumento de la oferta. La debilidad inesperada de la demanda que se observó en algunas economías grandes y en particular, las de mercados emergentes, obviamente ha influido en la caída de los precios del petróleo. Esta debilidad de la demanda puede haberse materializado en parte a comienzos de 2014 y su impacto en los precios del petróleo quizá se haya visto suavizado inicialmente por el aumento de la demanda precautoria que resulta de la agudización de las tensiones geopolíticas. El retroceso de los precios de otras materias primas (como los metales industriales) también lleva a pensar en cierto debilitamiento de la demanda.

A juicio del FMI, los principales riesgos para a los que se enfrenta la economía mundial son la débil respuesta del consumo durante 2015, y los riesgos relacionados con la volatilidad de los precios del petróleo en origen. Los movimientos desestabilizantes de los precios de los activos y el recrudecimiento de la volatilidad de los mercados financieros siguen siendo un importante riesgo a la baja. Las primas por plazo y por riesgo de los bonos a más largo plazo se mantienen en niveles muy bajos, y existe la posibilidad de que los mercados reaccionen con fuerza a las sorpresas que puedan producirse en este contexto. 

Estos movimientos de los precios de los activos también plantean el riesgo de un vuelco de los flujos de capital que se dirigían hacia las economías de mercados emergentes. Estos movimientos de capitales podrían suponer riesgos adicionales para la estabilidad de los mercados financieros y de deuda soberana. No obstante, el alza reciente de los rendimientos de los bonos soberanos de algunas economías de la zona del euro reduce los riesgos al alza para la actividad local, y persisten algunos riesgos de resurgimiento de la tensión financiera.

De continuar, la apreciación del dólar de Estados Unidos plantearía riesgos para los balances y riesgos de financiamiento para los deudores en dólares, especialmente en algunas economías de mercados emergentes. Otros riesgos para el FMI serían la lenta recuperación del pleno empleo en medio de un nivel muy bajo de inflación, las dificultades en la transición de China a un nuevo modelo de crecimiento, como evidencia la reciente turbulencia en el mercado financiero, y los efectos de contagio en la actividad económica originados en el recrudecimiento de las tensiones geopolíticas en Ucrania, Oriente Medio o partes de África.

El escenario macroeconómico internacional viene mostrando una gran sensibilidad a ciertos factores que condicionarán fuertemente su evolución en los próximos años. Se trata, en muchos casos, de elementos de naturaleza geopolítica cuya importancia hará que las variables económicas giren en torno a ellos y al mismo tiempo condicionen importantes decisiones, en una suerte de retroalimentación entre economía y política. En un mundo profundamente interconectado, dichos factores deben ser tenidos en cuenta a la hora de trazar la evolución previsible de la economía española y, por ende, de la castellano-manchega. 

En concreto, podemos citar los siguientes elementos:
  • Precios de las materias primas, en particular del petróleo, presionados en el momento actual a la baja por el exceso de oferta, producto entre otros factores de acuerdos diplomáticos recientes. El avance de las tecnologías limpias, en particular en el sector de la automoción, también tensionará dichos precios a la baja. 
  • Dudas sobre la evolución futura de la economía China, que tienen su origen tanto en los cambios que experimenta su modelo productivo como en efectos estadísticos derivados de la ralentización del proceso de urbanización, que había tenido un crecimiento muy pronunciado y un gran efecto sobre el PIB en las últimas décadas. 
  • Persistencia de conflictos armados de difícil solución, particularmente en Oriente Medio, Ucrania y África, y tensión geopolítica en otras zonas como el Mar de China. La implicación directa de las grandes potencias militares en estos conflictos ha elevado la tensión diplomática a niveles desconocidos desde el final de la llamada “guerra fría”. En este contexto, el FMI, en la última actualización de su informe WEO (Perspectivas de la economía mundial), correspondiente a septiembre de 2015, sitúa el crecimiento mundial para ese ejercicio en un 3,1%, y plantea un escenario de mayor crecimiento para 2016, situándolo en un 3,6%. Estas perspectivas son ligeramente menos optimistas que las del mes de julio, que preveían un crecimiento mundial del 3,3% para 2015 y del 3,8% para 2016.

Las economías avanzadas (Unión Europea, Estados Unidos y Japón) ganarían peso en cuanto a su aportación al crecimiento mundial respecto de las denominadas economías emergentes. En éstas destaca la previsible ralentización del crecimiento de la economía china, con fuertes consecuencias para la economía global y para los mercados financieros internacionales. En la Unión Europea, destaca la lenta recuperación de los países de la zona euro, entre los que España presenta cifras de crecimiento superiores a la media, y el crecimiento algo más firme del Reino Unido.

Estos crecimientos se vienen basando más en avances en las cifras de consumo de las familias que en las exportaciones, que experimentarían un ligero retroceso. Respecto a previsiones anteriores, la Europa del Sur (España e Italia) mejora sus expectativas de crecimiento para 2015 y 2016 respecto de informes anteriores, en tanto que las previsiones del resto de grandes economías europeas tienden a confirmarse en torno a cifras de crecimiento muy moderadas. En Estados Unidos, factores como la apreciación del dólar y los efectos de fenómenos medioambientales adversos limitarán el crecimiento económico que, aun así, será superior al de la mayoría de países europeos. En Japón, las cifras de crecimiento seguirán siendo muy moderadas, si bien los últimos datos apuntan una esperanzadora reactivación del consumo y la inversión del sector privado.

En cuanto a las economías emergentes y en desarrollo, se persiste en la tendencia a la desaceleración de los principales actores, con la única excepción de la India, que será capaz de sostener ritmos de crecimiento elevados. Los últimos datos elaborados por la financiera HSBC apuntan a un debilitamiento en el potencial de las economías emergentes en su conjunto, muy afectadas, en algunos casos, por la volatilidad de los precios de las materias primas. 

Las expectativas respecto a las mismas dependerán de la evolución de los distintos factores de incertidumbre. Cabe destacar que, respecto del informe WEO del pasado mes de julio, se produce un empeoramiento significativo de las previsiones para Brasil y Rusia. Las previsiones de la economía china no recogen aún las dudas que respecto a su fortaleza real han generado las últimas tensiones financieras. Como se ha indicado anteriormente, éste será uno de los principales factores de riesgo que presentará el escenario internacional para 2016. Las previsiones de la Comisión Europea para la zona euro están en línea con las del FMI. La Comisión prevé, en su informe de noviembre de 2015, un crecimiento conjunto de toda la zona del 1,6% en 2015 y del 1,8% en 2016. 

Respecto de previsiones anteriores de la propia Comisión, concretamente de las publicadas en mayo de 2015, las previsiones de crecimiento han aumentado muy ligeramente (0,1 puntos porcentuales) para 2015 y disminuido en similar cuantía para 2016. La previsión de crecimiento de la zona euro es ligeramente menor que la del conjunto de la Unión Europea, debido al relativamente mejor comportamiento de economías como la británica.

La Comisión prevé que este crecimiento sea compatible con niveles bajos de inflación, debido tanto al limitado crecimiento de la demanda interna como a la tendencia a la baja en los precios de materias primas fundamentales. 

El desempleo también decrecería en la zona euro, hasta 0,4 puntos porcentuales en 2016, pese a lo moderado del crecimiento económico esperado. Esta evolución positiva sería compatible, según la Comisión, con una reducción también del déficit público y del volumen acumulado de endeudamiento público respecto del PIB, tanto en la zona  euro como en el conjunto de la Unión. 

Sin embargo, si comparamos estas previsiones con las publicadas por la Comisión seis meses antes, en mayo de 2015, las expectativas de reducción del déficit y el endeudamiento en la zona euro para 2016 se han reducido notablemente, pasando en el primer caso de un -1,7% del PIB en mayo a un -1,8% en noviembre y, en el segundo, de un volumen de deuda del 92,5% del PIB en mayo a uno del 94% en noviembre. Las peores perspectivas económicas y las incertidumbres tanto de política interior como exterior están detrás de este empeoramiento de las previsiones de la Comisión Europea en materia de sostenibilidad financiera.


ECONOMÍA NACIONAL

Los ejercicios 2014 y 2015 han supuesto para la economía española un cambio de tendencia respecto del largo periodo de inestabilidad que había caracterizado su evolución desde 2009. La recuperación, aún lenta pero ya estable en el tiempo, con la acumulación de seis trimestres consecutivos de crecimiento, iniciada en 2014 se consolida en 2015 de acuerdo con los datos provisionales y previsiones de los principales organismos que realizan estudios macroeconómicos. La evolución de los indicadores de demanda, producción y empleo en 2015 es favorable y proyecta una notable aceleración del crecimiento para 2015. Así, se estima que la economía española está creciendo a un ritmo que duplica al de la zona euro.

Sin embargo, esta tendencia general a la consolidación de la recuperación, no está exenta de riesgos e incertidumbres. Las previsiones de crecimiento del PIB para 2015 han ido evolucionando ligeramente a la baja en el segundo semestre del año. Las tensiones financieras y políticas internacionales, así como la inestabilidad en los mercados de materias primas, han forzado esta tendencia. Los factores internos, en cambio, parecen mantenerse sólidos. En particular, la recuperación del consumo privado parece consolidarse como el principal factor de crecimiento. 

La demanda externa, que tan importante papel ha jugado de cara a la recuperación, aunque pierde peso relativo en su contribución al crecimiento ante el fuerte dinamismo del consumo interno, sigue manteniéndose fuerte, aprovechando el impulso de la depreciación del euro, la recuperación de la demanda de algunos de nuestros principales socios comerciales y la caída de los precios del petróleo. Desde el punto de vista teórico se trata de una evolución característica de un proceso de ajuste en el que la demanda externa adquiere mayor protagonismo respecto de su contribución al crecimiento en la fase recesiva del ciclo y, posteriormente, la recuperación económica viene caracterizada por una etapa expansiva del consumo interno. 

Como podemos observar en el gráfico, la evolución reciente de la economía española se ajusta perfectamente a este patrón. A partir de 2014, cuando comienzan a producirse crecimientos significativos del PIB real, la demanda nacional, que durante seis años había decrecido a un ritmo parecido al que el saldo exterior había mejorado, registra valores positivos. La recuperación de la demanda nacional se ha sustentado en la evolución positiva del consumo de los hogares españoles, que han visto aumentadas sus disponibilidades para el consumo debido a la creación de empleo y a la revalorización de su riqueza financiera.

Desde el punto de vista de la oferta, 2014 se ha visto caracterizado por una aportación positiva al crecimiento de todos los sectores salvo la construcción, que registra una caída del 1,2%, muy inferior a la de 2013, estimada en un 8,1%. En 2013 todos los sectores salvo la agricultura redujeron su volumen. El subsector “Administración Pública, Sanidad y Educación” volvió a crecer por primera vez desde 2011, si bien a un ritmo, 0,5%, inferior al del conjunto de los servicios, que registró un aumento del 1,6%. 

La tabla refleja la evolución sectorial por trimestres, en términos de variación interanual de los índices de volumen, lo que permite, dejando al margen la accidentalidad y estacionalidad del sector agrícola, describir una evolución positiva de la industria y los servicios desde el primer trimestre de 2014 y de la construcción a partir del tercer trimestre de dicho ejercicio. Los dos primeros trimestres de 2015 marcan un crecimiento de este último sector por encima del crecimiento medio del conjunto de la economía, siempre en términos de variaciones interanuales.

La actual fase de recuperación de la economía española viene explicada, fundamentalmente, por el dinamismo de tres factores cuya contribución al crecimiento, retroalimentada a su vez por éste, está permitiendo que nuestro país crezca por encima de la media de las principales economías europeas. Estos factores son: el consumo interno; el mercado de trabajo; y el sector exterior. La solidez del consumo interno está siendo uno de los factores principales, si no el principal, en la incipiente recuperación. 

La aportación de la demanda nacional al crecimiento comienza a ser positiva a partir de 2014. La reactivación del consumo se manifiesta también a través de otros indicadores, como el índice de comercio al por menor del INE, estadística de carácter mensual que refleja con bastante inmediatez del efectos de la evolución económica general sobre el comercio minorista. Si analizamos la variación interanual que registra dicho indicador para el mes de noviembre, último disponible, observamos que la tendencia al crecimiento del mismo en dicho mes vuelve a ser positiva por primera vez desde el año 2007, tras varios años de crecimientos negativos o casi nulos, con la excepción del ejercicio 2013.

Si analizamos el mes de octubre para el mismo periodo de 9 años, vemos con mayor claridad como los valores positivos se recuperan en 2014-2015 por primera vez desde 2007, año en que se abandonaron y a partir del cual el mes de octubre se vino caracterizando por caídas interanuales consecutivas del consumo. 

Esta reactivación del consumo no está teniendo efectos significativos sobre la inflación, debido fundamentalmente a que se ve compensada con otro factor positivo para la economía española desde el lado de la oferta y los costes de producción: la tendencia a la baja de los precios del petróleo. Por su parte, el mercado de trabajo presenta tendencias similares a las del ciclo económico, aunque muestra un mayor retardo en la reversión de las cifras de crecimiento negativas que han venido caracterizando su evolución en los últimos años. 

En la evolución interanual por trimestres de la Encuesta de Población Activa observamos una consolidación de la tendencia creciente del número de ocupados que viene registrándose desde principios de 2014, compaginada con una reducción del número de parados que venía observándose desde finales de 2013. En 2015 se ha acelerado la tendencia a la reducción del número de parados, al tiempo que el número de ocupados ha ido consolidando su crecimiento en torno a un 3% interanual. El nuevo empleo generado se está concentrando en los sectores industrial y de servicios.

El sector exterior es el tercer gran factor que aporta dinamismo a la situación económica española. En los últimos años el sector exterior ha amortiguado en cierta medida los efectos negativos que la crisis ha tenido sobre el consumo interno. Como consecuencia de este proceso de ajuste y mejora de la competitividad exterior, la balanza comercial ha ido evolucionando positivamente desde el inicio de la crisis. En los últimos dos años, pese a la incipiente recuperación, la balanza comercial no ha empeorado significativamente. Entre los factores que explican la evolución positiva del sector exterior en los últimos meses están: la recuperación de la demanda de nuestros principales socios comerciales; la depreciación del euro respecto de dólar y libra esterlina; y la caída de los precios del petróleo.

El escenario financiero se ve caracterizado por una reducción paulatina de las necesidades de casi todos los sectores. De acuerdo con los datos del Banco de España, desde 2013 se viene produciendo una capacidad de financiación, que alcanzó el 2,1% en dicho ejercicio y se redujo hasta el 1% en 2014. 

Pese a todo, el conjunto de las administraciones públicas sigue presentando unas necesidades de financiación altas, aunque significativamente menores a las de años anteriores, que se traducen en un incremento de la deuda como porcentaje del PIB, alcanzando en 2014 el 97,7% de éste.

En el contexto de esta evolución del contexto internacional y europeo, cargada de incertidumbres y riesgos a corto y medio plazo, la mayoría de organismos, nacionales e internacionales, que elaboran previsiones de crecimiento de la economía española prevé un comportamiento de ésta ligeramente mejor que el de la mayoría de países de su entorno. Estas previsiones muestran una horquilla que va del 2,9 al 3,3 % en 2015 y del 2,5 al 3,0 % en 2016.

En el Informe de Situación de la Economía Española, de julio de 2015, se establece una previsión de incremento del PIB real para 2015 del 3,3% y para 2016 del 3,0%, en base a los parámetros que figuran en el siguiente cuadro. En términos nominales, las previsiones son de un crecimiento del PIB del 3,8% en 2015 y del 4,1% en 2016. Se prevé una fase de crecimiento  moderado pero sostenido de la economía española, soportada en la demanda nacional, que aumenta su contribución relativa al crecimiento en detrimento de la del sector exterior. 

Por componentes, tomando como referencia las previsiones del Ministerio de Economía y Competitividad, destaca el importante papel que el consumo privado y la inversión seguirán teniendo como base del crecimiento en los próximos años. Destaca especialmente la evolución positiva del consumo privado y la inversión, y el estancamiento de la demanda exterior y el consumo público. 

Estas previsiones, coherentes con la evolución observada desde finales de 2013, marcan un perfil característico de recuperación económica basado en la mejora de la demanda propia, poniendo fin al proceso de ajuste vía precios que ha caracterizado a muchas de las economías del euro en los últimos años y que se ha venido a denominar “devaluación interna”. Se prevé, en consonancia con la fase del ciclo en la que nos encontramos, que la inflación, medida en términos de deflactor del PIB, continúe registrando niveles moderados o negativos, en tanto que el empleo total crecería a un ritmo similar al del PIB, pudiendo llegar la tasa de paro a un nivel inferior al 20% en 2016.

Hay que destacar que las previsiones del Ministerio de Economía y Competitividad son más optimistas que las estimaciones más actuales de la mayoría de organismos internacionales para 2016, tal y como se recoge en el cuadro anterior, de modo que es preciso incidir en los riesgos adicionales que la variación de las expectativas respecto de la evolución de la economía mundial puede suponer para las cuenta públicas. Para 2016, las previsiones del Informe de Situación de la Economía Española son 0,2 puntos porcentuales más optimistas que la media de los principales organismos o servicios de estudios que realizan previsiones.

La recuperación del consumo privado, cuya contribución al crecimiento aumenta en detrimento de la de la demanda exterior, supone una base sólida para una recuperación sostenida, aunque no exenta de riesgos económicos y políticos tanto externos como internos. Las tensiones políticas, que podrían explicar una evolución de la prima de riesgo relativamente peor que la de otros países que hasta la fecha han tenido un comportamiento similar, como Italia, constituirán un factor de riesgo peculiar de la situación española, añadido a los factores internacionales anteriormente mencionados. La recuperación de la economía española también es muy sensible a otros factores, como la continuación en la normalización de las condiciones financieras, tanto para el endeudamiento público como para el privado. Un empeoramiento de dichas condiciones, dados los niveles de endeudamiento alcanzados en los últimos años, podría condicionar la incipiente recuperación.


 ECONOMÍA CASTILLA - LA MANCHA

El año 2014 la economía nacional registró un crecimiento interanual positivo en términos reales, que se vio matizado en términos nominales por el efecto de la evolución de los precios. Esto se debió a las características peculiares del entorno, caracterizado por una recuperación aún incipiente combinada con una clara tendencia a la baja de los precios de las materias primas en los mercados internacionales, particularmente del petróleo. 

Esta tendencia se ha consolidado a lo largo de 2015, siendo la recuperación de la demanda interna el factor más reseñable y el que ofrece mayores esperanzas de cara a la recuperación de la economía nacional. En Castilla-La Mancha las variaciones de PIB real y nominal estimadas por el INE para 2014 has sido inferiores a las del conjunto de España. Cabe destacar, como novedad metodológica que afecta a la visibilidad de los resultados, que la Contabilidad Regional de España ha comenzado a individualizar para cada Comunidad Autónoma la variación de precios medida a través del deflactor del PIB. 

La evolución observada de la economía castellano manchega durante el ejercicio 2015 presenta pautas similares a la nacional, destacando el efecto positivo que en Castilla-La Mancha, dada su estructura productiva, está teniendo la recuperación del consumo en toda España. Sin embargo, al encontrarse Castilla-La Mancha en una situación de cierto retardo respecto de la recuperación general pero aún incipiente del conjunto de España, la demanda externa sigue presentando mayor contribución relativa al crecimiento que la interna. Producto Interior Bruto Según la Contabilidad Regional de España del INE (Base 2010), en el año 2014 el valor de la producción de la región en términos corrientes fue de 37.843 millones de euros, 242 millones menos que en 2013, lo que supuso un decrecimiento del PIB nominal del -0,6% con respecto a 2013. Sin embargo en términos reales, es decir, descontando el efecto producido por la variación de los precios, el PIB de Castilla La Mancha en 2014 creció el 1,2% frente al 1,4% registrado a nivel nacional.

El ciclo económico regional parece por tanto algo diferente del nacional, teniendo en estos momentos más incidencia en la recuperación de la economía de Castilla-La Mancha el crecimiento de la demanda externa que el de la demanda interna. Pero como se ha indicado para la economía española, la recuperación solo podrá consolidarse en la medida en que la demanda interna agregada regional en 2016 crezca en la línea del conjunto de la economía española. 

Dicha demanda interna se encuentra aún débil tanto en el componente de consumo de los hogares como por el gasto público, el cual viene determinado por la estrategia de consolidación fiscal. La mejora del empleo y efecto de “arrastre” de la economía española, que tiene previsto crecer en 2015 en términos nominales más de un 3%, serán determinantes para ello. 

En cuanto a la evolución reciente de la economía regional es significativo el diferencial de crecimiento de la misma con respecto a la nacional en los últimos cuatro años, en especial el año 2012 que cayó el -4% por la fuerte contracción del gasto público y el consumo de los hogares.

En términos reales el crecimiento anual medio de la economía regional de los últimos cuatro años fue del -1,1%, mientras que el crecimiento medio anual de la economía nacional fue de - 0,6%. Y en términos nominales el PIB regional ha perdido el -3,6% de su valor en euros en los últimos cuatro años, mientras que el PIB nacional lo hizo en el -2,1%. Como resultado de este diferencial negativo y de la evolución de las variables poblacionales, el PIB per cápita de Castilla-La Mancha ha ido incrementando su diferencia respecto de la media nacional entre 2013 y 2014:

                                            2010     2011      2012      2013      2014      Var 14/13
Castilla - La Mancha         18.765  18.575    18.174   18.279   18.307      0,2
Índice de convergencia       80,8        80,7       80,6       81,2       80,4
España                               23.214   23.005   22.562   22.518   22.780      1,18

En resumen, podemos afirmar que la región afronta el proceso de recuperación económica desde una situación más desfavorable que el conjunto de la economía nacional, como corresponde al perfil de un área con escasa densidad de población y que presenta una mayor especialización relativa en el sector primario y en los sectores de construcción y servicios menos competitivos, y por tanto más expuestos a los efectos de la crisis.

En cuanto al comportamiento de los diferentes sectores productivos, el Valor Añadido Bruto regional de todos los sectores, excepto el sector de la Construcción y el Actividades financieras y de seguros, han crecido en 2014 con respecto al año anterior en términos reales. El comportamiento de los diferentes sectores en la región ha sido algo muy diferente al nacional, destacando por su importancia y peso el menor crecimiento del las actividades de Comercio; reparación de vehículos; transporte y almacenamiento; y hostelería, debido al menor impacto que tiene en la región el turismo internacional y a la debilidad del consumo interno regional. La caída del sector de la construcción sigue siendo mayor en la región, que prosigue con el proceso de corrección iniciado tras el inicio de la crisis, aunque lo haga cada vez con menos intensidad.

La diferente evolución del crecimiento de cada uno de los sectores va configurando una diferente estructura productiva en la región. El sector de la Industria y energía, aportó en 2014 el 22,7% del V.A.B. regional a precios corrientes, un punto porcentual más que en 2011. La Administración pública y defensa; seguridad social obligatoria; educación; actividades sanitarias y de servicios sociales, aportó el 21,3% del V.A.B., un punto y medio menos que en 2011. 

Las actividades de Comercio; reparación de vehículos; transporte y almacenamiento; y hostelería, tuvieron una aportación en 2014 del 19% del V.A.B. regional, un punto más que en 2011. Estos tres sectores aportaron el 63,1% del V.A.B. regional en 2014. En cuanto al sector de Agricultura y ganadería aportó en 2014 el 7,5% del V.A.B. regional, creciendo su aportación desde 2011 en 1,3 puntos porcentuales. Finalmente destacar que la Construcción sigue perdiendo peso, en 2014 aportó el 6,7% del V.A.B. regional, casi 2,6 puntos porcentuales menos que en 2011.

La estructura productiva regional sigue diferenciándose de la de la media nacional, ya que la economía de Castilla-La Mancha es más intensiva en el sector agrícola. El sector industrial tiene también más peso, debido al gran tamaño del sector de la energía de la región. Mientras que ya es bastante coincidente el peso del sector de la construcción, tras el adelgazamiento iniciado por la crisis. Destaca, asimismo, la importancia que sigue teniendo el sector de la Administración pública en nuestra región con 2,5 puntos más de peso que en el conjunto del país. Por el contrario, los sectores del comercio, transporte, hostelería y de actividades profesionales cuentan con un peso relativo menor que a nivel nacional.

El índice de producción industrial elaborado por el INE refleja caídas significativas, tanto para Castilla-La Mancha como para el conjunto de España, a lo largo del periodo de crisis. Esta situación comienza a revertirse en 2013 para el conjunto de la economía nacional y no lo hace hasta 2014 para Castilla-La Mancha, si bien, pese al retardo en la recuperación de su tendencia, la producción industrial, crece a mayor ritmo (6,1% anual) en el periodo 2014-2015.

La productividad de la economía regional, medida por el Valor Añadido Bruto a precios básicos por ocupado (lo que se conoce como productividad aparente del trabajo), se situó en 2014 en 48,45 mil euros, con un decrecimiento con respecto a al año anterior de -0,8%. Para España el valor decreció el -0,5%. La productividad por ocupado en la región se sitúa así en el 87% de la nacional.

El sector con mayor productividad aparente del trabajo es la Industria, con 45 puntos por encima de la productividad media de la economía regional y con valores ligeramente superiores a los nacionales. La Agricultura se sitúa por encima de la media regional y por encima de la nacional, mientras que la productividad del sector Servicios sigue muy por debajo de la productividad media de la economía regional y de la productividad del sector servicios a nivel nacional. La Construcción mejora notablemente su productividad por la fuerte caída de la población ocupada, superando la productividad media regional y aproximándose a la productividad media del sector en España.

La evolución del mercado de trabajo en Castilla-La Mancha ha seguido una pauta similar a la del conjunto de la actividad económica: durante el periodo de crisis las cifras de paro se han ido elevando al igual que en el conjunto de España pero con un diferencial que ha hecho que la región haya pasado en los últimos años de una tasa similar a la media nacional a otra superior en cuatro puntos porcentuales a ésta. Tras subidas continuas desde 2008, hasta alcanzar Castilla-La Mancha el 30,02% y España el 25,80%, es en 2013 cuando el paro registrado empieza a descender ligeramente, produciéndose en 2015 la mayor disminución de la tasa de paro desde 2001, un 3,16% y un 4,23% respectivamente, sobre 2014.

El año 2007 marca el inicio del incremento del paro. El estallido de la denominada “burbuja inmobiliaria” en España, que se considera iniciado tras los procesos de quiebra de importantes operadores el sector en julio de 2008 y las conmociones bursátiles posteriores, marca una tendencia que ha sido desde entonces y hasta 2012 de incremento continuado de las cifras de paro registrado, como se puede apreciar en el gráfico siguiente. Castilla-La Mancha experimentó un crecimiento mayor del paro que el conjunto de España durante la crisis mientras que el descenso posterior se está produciendo de forma paralela, siempre cinco puntos aproximadamente por encima de la media nacional. En la zona euro pasó del 6,90 al actual 10,50. La evolución última del paro registrado está siendo por tanto muy positiva. La distribución del paro registrado a finales de 2015 por provincias muestra una relación directa con la población y la evolución de la actividad económica en éstas:

Toledo               36%
Cuenca                8%
Albacete             20%
Guadalajara         9%
Ciudad Real       17%

Respecto a la evolución estacional del empleo, los mayores incrementos durante 2015 respecto del ejercicio anterior se producen en enero y octubre, siendo el de octubre el mayor incremento del año. El paro baja menos en el periodo veraniego, de junio a septiembre, pero aun así el descenso respecto del ejercicio anterior es significativo en todos los meses.

La distribución del paro por sectores de actividad económica presenta un perfil de mayor reducción del mismo precisamente en los sectores que se vieron más afectados por la crisis, como la construcción y la industria, así como en la agricultura. Esta tendencia parece indicar un proceso de recuperación general de la economía que se manifiesta particularmente en dichos sectores.

La contratación registrada durante 2015 experimenta un incremento de 7.968 contratos más que en 2014, lo que supone un 15,5% más, por encima de la media del conjunto de España (11,06%). Por provincias el incremento es muy significativo en Albacete y Cuenca y de mucha menor cuantía en Ciudad Real. 

En 2015 se ha producido un descenso considerable de la población activa tanto en Castilla-La Mancha como en el conjunto de España.  La tasa de actividad total de Castilla-La Mancha ha pasado del 59,8% en el tercer trimestre de 2013 al 58,66 en el tercer trimestre de 2015. En el mismo periodo la tasa de actividad nacional ha disminuido pero en menor proporción. Existe un diferencial de casi dos puntos entre la tasa nacional y la de Castilla-La Mancha. La estructura población y la mayor ruralidad de la región se encuentran entre las principales causas de este diferencial negativo.

Por sexos, observamos que la tasa de actividad masculina, si bien ha venido oscilando durante los últimos cinco años, se ha venido situando por encima de la media nacional.  En cambio, la tasa de actividad femenina presenta en Castilla-La Mancha un diferencial negativo de más de dos puntos porcentuales respecto de la media nacional. Esta menor participación de la mujer castellano-manchega en el mercado laboral viene siendo una característica endémica de la economía castellano-manchega en relación a la del conjunto de España, si bien el diferencial se ha venido reduciendo en los últimos años.

Las cifras de paro de la Encuesta de Población Activa arrojan, al igual que las del desempleo registrado en oficinas de empleo, un diferencial negativo para Castilla-La Mancha que se ha ido generando durante el periodo de crisis y que se hace mucho más elevado al diferenciar por sexos. Al igual que sucede con la población activa, el dato de paro masculino está en la media o es incluso mejor que el nacional, en tanto que el femenino arroja un diferencial negativo para Castilla-La Mancha que no ha hecho sino incrementarse durante el periodo de crisis.

En cuanto a la afiliación a la Seguridad Social, en Castilla-La Mancha se produce un incremento de 19.909 respecto a diciembre de 2014, lo que supone en términos relativos un 3,25%, respecto al 3,18% del total de España.

Durante 2015 el número de empresas con asalariados en España creció el 2,47% mientras que los autónomos lo hicieron el 1,05% anual. Podemos afirmar que, en su conjunto, el tejido empresarial de la región creció en un 1,69%. El crecimiento en Castilla-La Mancha ha sido muy similar el del conjunto de España, con la particularidad de que el tamaño de la empresa es en general bastante menor que a nivel nacional. Castilla-La Mancha se caracteriza, con más énfasis aún que el conjunto de España, por una estructura empresarial en la que las pymes soportan el peso del PIB y el empleo.

Del total de las empresas de Castilla-La Mancha el 99,96% son pymes y el 96,54% son microempresas (de 0 a 9 asalariados). De estas últimas, el 52,21% son autónomos. Sólo el 0,04% de las grandes empresas están radicadas en Castilla-La Mancha.

Las empresas castellano-manchegas representan el 3,95% del total de las españolas, cuando la población total de la región representa el 4,43% de la nacional. Este inferior número de empresas por habitante es característico de la estructura demográfica y económica de la región. Entre 2003 y 2013 en Castilla-La Mancha se ha producido un incremento neto de 10.139 empresas equivalente a un incremento del 8,90%. Este crecimiento, en ese período de tiempo, es muy superior a la media española, siendo Guadalajara la provincia que más ha crecido, un 26,53%. Sin embargo en la franja 2012-2013 el número de empresas se ha reducido en 1.336.

Parece, a falta de datos definitivos, que el periodo 2014-2015 si ha registrado incrementes en cuanto al número de microempresas, pymes y autónomos, sobre todo debido a los mejores resultados del empleo y a la demanda interna.

La estructura empresarial de Castilla-La Mancha destaca por su carácter tradicional y familiar, y se nutre fundamentalmente del pequeño comercio, que supone el 27,14% del total de empresas; la construcción, que ocupa el 15,82%; y la industria, el 9,94%. Destacan también la hostelería y servicios empresariales que ocupan gran parte del sector servicios o resto de servicios. La hostelería y el turismo en general ocupan gran parte del sector resto de servicios.

En España, el sector agrario es el que experimenta un mayor crecimiento interanual y también en Castilla - La Mancha. Los problemas en la generación de trabajo han desviado cierto volumen de trabajo hacia este sector, que cuenta con un fuerte componente estacional. Es de destacar también el sector de la construcción, que aunque con gran lentitud, está recuperando terreno de manera continuada.

Desde comienzo de la crisis en 2008, se ha producido una fuerte reducción de las importaciones, debido a la fuerte contracción de la demanda interna que experimentó la economía española en su conjunto, siendo este efecto más intenso en Castilla-La Mancha. Las exportaciones por su parte, aunque se redujeron en 2009 como consecuencia de la contracción de la economía mundial y de la zona euro (nuestros principales socios), experimentando desde entonces un incremento sostenido. Como consecuencia del incremento de las exportaciones y caída de la importaciones se ha conseguido un importante reducción del déficit de la balanza comercial. 

En lo que respecta a 2014, el valor de las exportaciones crecieron el 9,73% con respecto al año anterior, tasa muy superior a la nacional (1,79%). Las importaciones por su parte crecieron el 2,6% en la región mientras en España lo hizo el 4,82%. La mejora de la competitividad de la economía regional y la mayor debilidad de la demanda interna regional, con respecto al ámbito nacional explican estas diferencias.

Consecuencia de ambos procesos es la mejora del saldo comercial del comercio exterior regional. Y la mejora igualmente de la tasa de cobertura que mejora en 6 puntos porcentuales, pasando al 91%, superando la tasa de cobertura nacional (90,75%). En los primeros 6 meses de 2015, las exportaciones regionales han seguido incrementándose a un fuerte ritmo (13,1% en tasa acumulada), mientras que las importaciones han repuntado con fuerza (14,1% en tasa acumulada).

Los productos más exportados en 2014 son los relacionados con la producción y la industria agrícola y ganadera (alrededor del 30% del total), destacando entre todos ellos las Bebidas, líquidos alcohólicos y el vinagre, que suponen más del 15% del total de las exportaciones. Por el lado de las importaciones, lideran el ranking las Máquinas, aparatos y material eléctrico, concentrando más del 26% de las compras al exterior.

En cuanto al destino de los flujos comerciales, la Unión Europea sigue siendo el área principal de destino de la producción de Castilla La Mancha, destacando como principales clientes Portugal, con más del 17% de las exportaciones de la Región, Francia (más del 15%) y Alemania (más del 10%). Por lo que respecta a las importaciones, Francia y Alemania son los principales países proveedores, acumulando entre ambos casi un tercio del valor de las importaciones regionales.

A lo largo del ejercicio 2015, con los datos disponibles hasta octubre, se ha observado un ligero empeoramiento de la balanza comercial tanto para Castilla-La Mancha (-1,78%) como para el conjunto de España (-2,02%). Se trata de un efecto habitual del proceso de recuperación de la demanda interna que sin embargo se ha visto amortiguado por factores como la bajada de los precios del petróleo, la recuperación de la demanda de importantes socios comerciales o la depreciación del euro respecto del dólar. 

En materia de comercio interregional, según estas estimaciones realizadas por CEPREDE, en los últimos años la región ha pasado de tener saldos comerciales negativos con el resto de las regiones a tener saldos positivos. En 2014 el valor estimado de las ventas a otras regiones fue de 15.489 millones de euros, tres veces por tanto el valor de las exportaciones exteriores. En cuanto al valor estimado de las compras a otras regiones se situó en 13.982 millones, (5.867 millones fue el valor de las importaciones)

El saldo comercial estimado de la región con el resto de las regiones fue por tanto en 2014 de 1.516 millones, que compensan ampliamente el saldo comercial negativo de la región con el resto del mundo, que fue de 527,7 millones. Si se consideran ambos saldos la región tuvo en 2014 un saldo comercial positivo de 987 millones de euros.

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