El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Rajoy Brey): Señora presidenta del Congreso, señoras y
señores diputados, señor Sánchez.
El señor Sánchez, como todos los presentes acaban de comprobar, ha dedicado una buena parte de
su intervención a reiterar —con el mismo éxito que él— las afirmaciones que ha hecho en su primera
intervención el señor Ábalos.
No voy a entrar en los detalles, porque ese es el debate que reglamentariamente
hice en su momento, pero sí quiero dejar claro, para que conste en las actas del Diario de Sesiones, que
el señor Sánchez no ha dado respuesta a las tres grandes cuestiones que yo le planteé al señor Ábalos.
Si el señor Ábalos no les dio respuesta, yo esperaba que al menos lo hiciera el señor Sánchez. Pero a
pesar de haber dedicado buena parte de su intervención a algo que no correspondía, puesto que lo suyo
era presentar, según dice el Reglamento y la legislación vigente, su programa de Gobierno, tampoco lo
hecho. No ha respondido a las afirmaciones que yo hice sobre la sentencia, que es la excusa para
presentar esta moción de censura.
Vuelvo a repetir, ni el Gobierno ha sido condenado, porque no ha sido
juzgado, ni lo ha sido ninguno que sea ahora militante del Partido Popular, ni lo ha sido el Partido Popular.
El señor Sánchez no ha respondido a esas afirmaciones, como antes no lo hizo el señor Ábalos; y no ha
respondido, lisa y llanamente, porque ambos han mentido a esta Cámara.
En segundo lugar, el señor Sánchez no ha respondido a algo que también es muy importante. ¿Hay
algún militante del PSOE condenado? ¿Se le ha abierto juicio oral a alguno? ¿Hay alguno en la cárcel?
¿Va usted a dimitir cuando la sentencia de los ERE sea conocida por el conjunto de la opinión pública?
¿Está su partido libre de toda culpa? Tengo que sacarle esto, señor Sánchez, porque ese es el argumento
fundamental con el que pretende chantajear a esta Cámara porque le dice: O corrupción o yo, que soy el
señor Sánchez. (Aplausos). Señor Sánchez, eso se puede hacer por la calle, en un mitin, pero no se
puede venir a un Parlamento a hacer unas afirmaciones y esperar que la otra parte no le exija razones y
argumentos que demuestren esas afirmaciones.
En tercer lugar, el señor Sánchez ha hecho unas afirmaciones ciertamente chocantes y, con su
permiso, me voy a referir a ellas, y algunas son, además de chocantes, muy ilustrativas. El señor Sánchez
nos ha vuelto a explicar, luego volveré a entrar en este asunto, lo mal que van las cosas, las calamidades
que sufre el país, cómo somos, cuántas desgracias nos suceden, olvidando dos cosas que son muy
importantes y que es bueno que el Congreso de los Diputados recuerde. Primero, ha ignorado de dónde
venimos: ¡como consecuencia de las políticas que ustedes llevaron a cabo en su día y que espero que no
vuelvan a llevarlas a cabo en un futuro! (Aplausos).
Señoría, olvida de dónde venimos, olvida la amenaza
de rescate, olvida la situación de prequiebra en España, olvida los desequilibrios económicos, olvida los
problemas de competitividad, olvida los cinco años en recesión y olvida que 3800000 españoles perdieron
su puesto de trabajo. Ahora resulta que la situación mala es la que vivimos en estos momentos cuando
hemos superado la crisis, cuando ya no hay amenaza de rescate, cuando estamos creciendo más que
Europa y cuando cada año se crean 500000 puestos de trabajo.
Comprenderá usted que un candidato a
presidente del Gobierno que viene aquí utilizando esta suerte de argumentos no puede merecer el respaldo
de mi grupo y, si me lo permite, ni siquiera del suyo. (Aplausos).
Viene aquí, por eso digo que es una afirmación también muy chocante, a hablar de estabilidad. ¿Pero,
cómo puede hablar de estabilidad un candidato a la Presidencia del Gobierno que, en el supuesto de que consiga su pretensión, va a formar el Gobierno más inestable de la historia de España desde el año 1977,
cosa que sabemos todos y cada uno de los presentes, incluidos los que van a apoyar al señor Sánchez?
¿Cómo se puede hablar de estabilidad o de consenso, señor Sánchez? ¿Cómo puede usted hablar de
consenso después de irse de las reuniones para conseguir un pacto educativo, después de boicotear
el consenso en materia de financiación autonómica que algunos queríamos hacerlo porque eso lo hicieron
ustedes en el año 2009 y después de poner todas las pegas posibles en el Pacto de Toledo? ¿Qué
credibilidad tiene usted, señor Sánchez, para hablar de consenso? (Aplausos).
Señorías, en cualquier caso lo más importante, por calificar de alguna manera lo que le hemos
escuchado esta mañana al señor Sánchez en esta Cámara, es su posición sobre los Presupuestos
Generales del Estado. Es su único punto programático y esto no solo es chocante, sino que es algo
verdaderamente notable y eso, evidentemente, tiene que producir que yo haga aquí algunas preguntas,
porque, si no las hiciera, alguien podría pensar que yo estaba en connivencia con el señor Sánchez, cosa
que resulta absolutamente imposible.
Incluso ni siquiera el señor Rivera se lo cree (Risas), pero para
dejar las cosas lo suficientemente claras le diré: Oiga, señorías, ¿ustedes votaron en contra de los
Presupuestos Generales del Estado? Yo creo que sí y además lo hicieron con entusiasmo porque era un
no de los de ‘no es no’. No estábamos para más bromas. (Aplausos.—Risas). Además, les parecían
espantosos a ustedes, ¡espantosos!, casi les generaban urticaria. Por eso soy incapaz de comprender
cómo van a convivir ustedes con tamaña monstruosidad.
Mire que les va a doler eso, puede ser una
pesadilla. Además, decían que eran ideológicos. Entonces, ¿van a apoyar las decisiones ideológicas del
Gobierno al que quieren censurar? Va a tener que hacer usted un gran esfuerzo. Y esto, ¿por qué lo hace?
¿Le entró ahora el entusiasmo? (Risas). Eso también es bueno. ¿Hay alguno de sus posibles apoyos que
le haya exigido que apoye y mantenga los Presupuestos Generales del Estado? Alguien se lo tuvo que
pedir. Se lo voy a decir: Podemos (risas) fue el que exigió que mantuviera usted los Presupuestos
Generales del Estado. (Aplausos).
Por eso Podemos, cuando vote, lo hará con conocimiento de causa y
con una enorme sonrisa de oreja a oreja. (Risas). Le voy a explicar por qué fue Podemos, porque Podemos
fue muy elogioso con los Presupuestos Generales del Estado. (Risas). Dijo de ellos: Son los presupuestos
de las migajas sociales —bien—; los presupuestos de la estafa; consolidan un modelo basado en la
extrema desigualdad y en la precariedad; es un presupuesto que aboca a la mayoría social a vivir en la
más absoluta inseguridad; reducen al mínimo el Estado del bienestar.
Todo esto a lo mejor, con perdón de
la expresión, se lo van a tener que comer con patatas. (Varios señores diputados: ¡Bien, bien!—
Aplausos). ¡No, si al final nos va a ir bien a los señores de Ciudadanos, a nosotros, a Coalición Canaria
y al PNV que somos los que votamos los presupuestos! (Risas.—Aplausos).
Señoría, toda anécdota se puede elevar a categoría. ¿Qué es lo que hay detrás de todo esto? Pues
lo que dije en mi primera intervención. Aquí de lo que se trata es de que el señor Sánchez llegue. Todo lo
demás es literatura.
Con quién llegue ¡qué más da!: con Podemos, con Ciudadanos, con cualquiera de los
que están aquí, todo eso es irrelevante. Lo importante es que llegue, eso sí, sin pasar por las urnas.
El programa, pero ¡a quién le importa el programa! Los presupuestos, ¡hasta los del PP! (Risas.—
Aplausos). Esto es realmente lo que está pasando aquí.
Señorías, ¿alguien se puede tomar en serio a un candidato a la Presidencia del Gobierno que actúa
así? (Un señor diputado: No, no).
Porque esa es la gran pregunta que hay que hacer a esta Cámara hoy
y esa es la respuesta que tienen que dar todos ustedes. Yo, como ya llevo algunos años en política, ya sé
cómo va esto de las votaciones, pero, en la mente de cada uno, que por lo menos quede con claridad y
que sean absolutamente conscientes de lo que van a hacer.
Eso es muy importante. (Varios señores
diputados: ¡Muy bien!—Aplausos). Señorías, ya aparece en la red, hemos pasado del Gobierno
Frankenstein al programa Frankenstein porque no había otra. Si el Gobierno es Frankenstein, ¿cómo va
a ser el programa, señor Sánchez? Este es el único punto de su programa. ¡Quién nos iba a decir la
semana pasada que el único punto del programa del señor Sánchez era llevar a buen término los
Presupuestos Generales del Estado, contra los cuales el señor Sánchez hizo lo posible y lo imposible para
que no salieran!
Oiga, ¿qué broma es esta? ¿Usted se cree que nos lo podemos tomar en serio? Yo, con
todos mis respetos, no me lo puedo tomar en serio y no lo haré nunca.
Señoras y señores diputados, piensen lo que van a hacer. Lo dije el otro día en esta Cámara: el
chantaje, la corrupción o yo. Aquí han situado a la inmensa mayoría de los diputados de esta Cámara y la
decisión la tienen ustedes. Yo, por si les sirve de algo, créanme que me lo tomo en serio; les voy a dar las
razones generales por las que me parece a mí y a la mayoría de los españoles que no es bueno que el
señor Sánchez sea el presidente del Gobierno de España.
Voy a empezar por la propia moción de censura. La manera atropellada con que ha presentado el
señor Sánchez la moción de censura le hace absolutamente poco recomendable para ser gobernante.
Una moción de censura, señorías, es lo más parecido a un frenazo brusco en la marcha de las cosas, que
acarrea un sobresaltado desconcierto sobre lo que ha ocurrido y sobre lo que puede ocurrir en el futuro
inmediato.
Es como cuando un pasajero imprudente tira en el metro de la palanca de alarma y detiene el
tren en seco. Son cosas que ni aun con razón, fíjense, se pueden hacer de cualquier manera. Y por muy
fundadas que hubieran sido sus razones, que no lo fueron; y por muy desgarrada que pudiera sentirse su
proclamada sensibilidad moral, no se justifica una conducta tan irreflexiva. ¿Conocía usted con qué
apoyos contaba antes de presentarla? No. Pues eso es una irresponsabilidad. ¿Midió las consecuencias
que esto podía implicar para los españoles? No.
Pues eso es otra irresponsabilidad. ¿Tuvo en cuenta las
delicadas circunstancias por las que estamos atravesando? Tampoco. Tres irresponsabilidades ya. Usted,
que pretende gobernar, ofreció un ejercicio tenaz de imprudencia, inoportunidad e indiferencia para el bien
común y eso no es serio, señoría. Si a usted se lo parece, me está dando ya el primer argumento para
sostener que a España no le conviene que sea usted presidente del Gobierno. (Aplausos).
Es imposible,
señorías, es que es imposible saber a qué atenerse con una persona que se comporta de esta manera,
dispuesta a paralizar la vida pública y poner al país al servicio de sus intereses particulares. Digo bien lo
de particulares porque todos sabemos que ni con su partido contó, como ya ocurrió en otra oportunidad.
Pues bien, esta es la primera razón que pongo a consideración de la Cámara por la que no conviene
poner a España en sus manos. Su conducta en esta moción le ha retratado y nos dice la verdad sobre
usted mucho mejor que su florido programa, por llamarle de alguna forma, del que ahora, Presupuestos
Generales del Estado aparte, me ocuparé.
No diré que me ha gustado el programa electoral que ha
presentado el señor Sánchez porque alguien podría pensar que yo soy una persona sobrada de sentido
del humor. El señor Sánchez a lo que ha venido aquí es a cubrir el trámite reglamentario y como es natural
procura rellenar el papel con sus mejores hechuras. Eso era previsible. En cualquier caso lo que importan
son sus propósitos, que también los conocíamos porque en buena parte se los hemos escuchado en otras
ocasiones.
Nos habla solemnemente, como suele hacerlo, de recuperar la normalidad, política social,
regeneración, Constitución, solidaridad, lo que haga falta, sin olvidar la conocida cantinela de sacar a
España del lodazal en la que le metió el malvado Partido Popular.
En suma, para salir airoso de esta moción le han rellenado un papel con la música que pudiera sonar
más atractiva. Bueno, es natural y no tengo nada que objetar, pero a mí no me dice nada.
Y es que su
programa resulta increíble. Resulta increíble, en primer lugar, porque deforma la realidad a su conveniencia;
y no le reprocho que lo haga, digo que resulta increíble. Lo deforma todo lo que puede para así poder
justificar su intervención, recoge todo lo que pilla, generaliza sin pudor y no le hace ascos a poner manchas
y borrones en la imagen de España, le urge denigrar la realidad española para hacerse usted indispensable,
lo mismo que le urge magnificar, hacerla muy grande, hasta el delirio la corrupción de este Gobierno para
fundamentar su iniciativa purificadora, señor Sánchez. Vamos, que necesita un dragón para poder
presentarse como un San Jorge; esa es su tarea: fabricar un buen dragón. (Risas.—Aplausos).
Afortunadamente, señorías, para los españoles nuestro país nada tiene que ver con el que usted
dibuja. Cuanto más avanzamos en la recuperación económica, cuanto más empleo se crea, cuanto más
se persigue la corrupción y cuanto mejor le va a España, más distancia se abre entre su discurso y la
realidad y más necesita exagerar usted el tono, la descalificación y la impostura.
En segundo lugar, su programa es increíble porque camufla sus intenciones. Por muy bellas y solemnes
palabras que emplea, sabemos que donde dice `recuperar la normalidad´ quiere decir ‘desmantelar toda
la tarea de este Gobierno’ —algunos ejemplos ha dado hoy—, o sea, emprender la senda que conduce de
nuevo a la ruina de donde hemos tenido que salir.
Donde dice `elecciones cuando España recupere el
orden´, ¿qué debemos interpretar? Lo primero, que no piensa convocarlas mientras ocupe la cola en los
sondeos, eso parece evidente, y lo segundo, que necesitará tiempo, gestos para las galerías y mucho
abono para sembrar votos.
Sus propósitos se resumen en la regla de las tres des: desmantelamiento,
demagogia y despilfarro. Pretende poner a España al servicio de su campaña electoral, con el propósito
de, mediante los favores que guarda en la alforja y que llama púdicamente política social, convocar las
elecciones en cuanto las encuestas mejoren, lo que puede suponer un problema, que puede no ocurrir
nunca.
Calificar esto como un programa de gobierno, señorías, es una manera de tomarnos el pelo.
En tercer lugar, su programa de gobierno es increíble porque no depende de usted. Lo acaba de
demostrar con lo que ha afirmado sobre los Presupuestos Generales del Estado. ¿Alguien se cree que
usted ha firmado que va a cumplir los Presupuestos Generales del Estado que ha presentado el Gobierno del Partido Popular por decisión propia? No, es que no depende de usted, señor Sánchez. Es que este es
el problema del Gobierno que usted quiere constituir.
¿Qué confianza, qué credibilidad, qué certidumbre
va a generar usted? Dice: vamos a defender la cohesión territorial y la igualdad de los españoles. Pero
para ello depende de sus socios, y ya nos dirán lo que piensan. Y ese hipotético Gobierno del que habla
usted de los ochenta y cuatro escaños no se puede sostener sin que lo apuntalen, es imposible.
Si su
candidatura sale adelante, permítame que lo pregunte, porque supongo que usted haría lo mismo, ¿con
quién habrá que tratar sobre la situación de Cataluña? ¿Con usted? ¿Con usted y con sus socios? No.
¿Con usted y con sus socios, o serán sus socios quienes lo traten con usted? ¿Percibe el aroma del
absurdo? (Risas.—Aplausos).
Este es el problema.
Señoría, su programa, que no conocemos, vale lo que le autoricen sus puntales o lo que le exijan los
apoyos que se ha buscado en su desesperación, y hemos tenido hoy aquí una muestra inequívoca con
los presupuestos. Y todo eso echa por tierra cualquier discurso que nos entone, por muy arrollador que
suene, señor Sánchez. Su programa es un ejercicio de pirotecnia para cubrir este trámite. En realidad todo
el mundo sabe que no es un programa, que esto es nada y se habrá convertido en humo antes de que
finalice esta sesión.
Señoría, su programa no es claro, por decir algo, pero ¿a quién le sorprende? Usted
nunca ha hablado claro, usted no tiene ningún proyecto para España. Le voy a decir más, no puede
tenerlo porque es usted una pura ambigüedad táctica. No concreta nada para no cerrar ninguna puerta.
Nunca ha hablado claro sobre nada, ni siquiera dice siempre lo mismo sobre la misma cosa. Es imposible
saber lo que piensa no hoy, no en este momento, sino a lo largo de los meses. Lo mismo me da que
hablemos de política nacional, europea, económica o social.
Usted quiere que todo le salga bien; le
felicito, pero cuando se gobierna hay que escoger, y cuando se escoge es para hacer unas cosas y para
no hacer otras. Se abren unas puertas y se cierran otras, porque todo a la vez no es posible, ni siquiera
para usted. El papel, se dice, lo soporta todo, en el papel cabe todo, y en el suyo, que es más amplio, cabe
todo y, además, lo contrario. Tan pronto habla usted de una nación como de un Estado plurinacional; de
una España unida como del derecho a decidir; de la igualdad de los españoles como de la necesidad de
encaje de algunos; quiere cambiar la Constitución, pero nadie sabe para qué.
Se lo he preguntado muchas
veces, señor Sánchez, pero estoy como el primer día.
Señoría, las leyes no se cambian —es bueno tener esto claro— con intenciones, ni con deseos, ni con
ensoñaciones; se cambian con palabras que forman frases y sustituyen a otras palabras que forman otras
frases, y en ese proceso cambian, y mucho, los contenidos, señor Sánchez.
Es muy sencillo, pero
comprendo que le parezcan demasiadas exigencias a quien evita cualquier concreción para no renunciar
a la libertad de adaptarse al momento, que es lo que está haciendo aquí hoy.
Ya no le pido concreciones porque sería reclamar un imposible. Y consecuencia inevitable de todo
esto son los bandazos que usted da según sople el viento. Muestra una plasticidad muy característica de
quien no ha necesitado comprometerse porque nunca ha gobernado, y se muestra como una página en
blanco cual tabla rasa en la que se puede escribir lo que se quiera, porque lleva borrador incorporado.
Sin
duda usted piensa que le conviene ser ambiguo, pero a España no le conviene un presidente veleidoso,
inconstante, que no habla claro, porque sus planes cambian más que el famoso mapa de las isobaras,
señor Sánchez.
Señoría, yo he pedido esfuerzo y sacrificio a los españoles, muchas veces; he dicho cosas que no
eran simpáticas ni populares, pero había que decirlas y había que hacerlas, y los españoles lo han
aceptado. Y esto no ha sido gratis para mí, he pagado un precio; incluso a veces he tenido que hacer
cosas que no quería y que no pensaba hacer, pero había que hacerlo.
No me pregunte cuántas veces
hemos tenido que hacerlo, ha funcionado sin embargo, pero usted lo sabe mejor que yo, porque todos
nuestros sacrificios han sido oportunidades que su señoría ha sabido aprovechar para su demagogia.
No ha desperdiciado ninguna ocasión de criticarme por cumplir con mi deber cuando ese deber era
impopular, ni una, señoría; ¿se llama eso ventajismo?, tengo que ir al diccionario para averiguarlo.
No
ha perdido ninguna oportunidad de criticarme por hacer lo que le convenía a los españoles, no ha
perdido ni una, porque a usted lo que importa no son los españoles, sino ponerle zancadillas al
Gobierno.
Señoría, en justa coherencia, no ha demostrado ninguna capacidad para sacrificar sus intereses
personales o los de su partido en beneficio de España. Si me equivoco, le ruego que me lo diga, no me
gusta faltar a la verdad, no me hace falta, no necesito dragones, con los destrozos de ustedes ya tengo
bastante. Le pondré un ejemplo: ¿recuerda 2016?
¿Le parece bien lo que jugueteó con España entera
entre un mes y otro mes sin más razón que su afán personal por gobernar contra las urnas, contra la razón, contra la conveniencia? No creo que usted piense que hizo mal, todo lo contrario, creo que lo
repetiría. De hecho, es lo que está haciendo aquí ahora, lo de 2016. (Aplausos).
Señoría, hoy lo demuestra una vez más con su indiferencia a las circunstancias, me refiero a Cataluña.
Estamos en situación anómala, hemos tenido que tomar medidas excepcionales, estamos lejos de
recuperar la normalidad. Pero a usted nada de esto le frena. En un momento en que toda Europa nos mira,
sale usted con lo que acaba de salir. Su señoría nos sale muy caro, señor Sánchez, tuvimos que dedicar
buena parte del año 2017 a recuperar los atrasos que usted impuso caprichosamente en 2016.
Ahora los
españoles tendrán que pagar los estragos que está causando en la imagen de España, la economía y
hasta la prima de riesgo; no afecta todavía a la creación de empleo, pero, si insiste, tal vez lo consiga. ¿No
se da cuenta, señor Sánchez? No; no se da cuenta. No, porque se lo impide su daltonismo político, hablo
por supuesto en sentido figurado. Me refiero a esa incapacidad que tiene para distinguir lo que está bien
de lo que está mal.
Para usted todo está mal, tiene ese defecto en la vista y una secuela de ello es su
famoso eslogan del ‘no es no’. ¿Cómo puede nadie confiar en el criterio de una persona incapaz de
reconocer lo que tiene delante de los ojos? ¿Qué criterio político exhibe quien es incapaz de percibir nada
bueno donde todo el mundo en todo el planeta aprecia avances, bondades y ventajas? Usted no, ¿es que
no ve lo que todos ven? ¿O es que no quiere verlo? ¿Es daltonismo o es mala fe?
Algunas cosas buenas hay en España, señor Sánchez: Las instituciones funcionan, la economía se
recupera, las desigualdades comienzan a corregirse, se crea empleo.
Para usted, sin embargo, no existe
más que una España negra, porque es el único color que percibe. No conoce los matices. Yo no niego mis
errores porque distingo las cosas, cometo errores, sin duda innumerables —para usted, todos—, pero
puedo corregirlos porque no los confundo con los aciertos. Usted, en cambio, no puede corregirse a sí
mismo, claro, ¿por qué tendría que hacerlo? ¿Qué tendría que corregir en lo único bueno que usted
percibe en el mundo, que es usted mismo?
Señoría, gobernar es un poco más complicado que lanzar soflamas y repartir dinero, más serio que
dar palos al agua por si suena la flauta, un poco más difícil que hacer discursos por si se aplauden, más
exigente que sembrar ocurrencias y proponer aventuras, y más responsable que cambiar por afán de
novedad. Una regla de oro para todo político responsable —creo que es bueno que la recuerde hoy aquí—
es evitar los derribos innecesarios, lo cual exige saber reconocerlos.
Salvo que se cruce por medio la luz
cegadora de una directriz ideológica —y aquí conocemos algunos ejemplos—, a nadie se le ocurre
predicar el derribo de las cosas que van bien. Habría que cambiar cosas, sin duda. ¿Cuáles?
El sentido
común lo dice: las que no funcionan. Usted dice: todas, porque, como no distingue, todo le parece mal.
(Aplausos).
Señorías, por eso la rigidez de su ‘no es no’ despierta alarmas y hay que entenderlas, porque cada
vez que lo pronuncia suena usted como una amenaza para el consenso, la estabilidad y la certidumbre,
una amenaza agravada por el lastre que usted arrastra. Señoría, nadie ni nada ha hecho tanto daño a los
españoles como los errores que se amontonaron en la última legislatura de su partido en el Gobierno.
Podía haber ganado usted mucho crédito si hubiera dicho en aquel momento que aquellos desatinos
estaban equivocados y no se iban a repetir, pero no lo hizo, porque no los ve como errores. Sería
tranquilizador saber que no haría usted nada que nos hundiera de nuevo en aquella pesadilla, pero no lo
sabemos, porque usted no lo rechaza. ¿Por qué? Tal vez porque se sienta solidario con aquel Pedro
Sánchez que aplaudía desde el escaño, tal vez sea esa solidaridad consigo mismo que llamamos
coherencia, una coherencia que lo convierte en peligroso, porque es una coherencia pertinaz en lo malo.
No solo es que su señoría no rechace nada de aquello, no es que no encuentre nada malo en lo que
hicieron; es mucho peor, lo defiende. ¿Pretende usted repetirlo, señor Sánchez? ¿Se ha olvidado de los
errores económicos, del pozo, del déficit, de la ruina de las pensiones, de los millones de españoles que
perdieron su empleo? Si no reconoce los errores, cómo va a evitar tropezar de nuevo en ellos.
Tendría
usted que comenzar por abjurar de todo aquello y del daño causado, pero no quiere, presume de ello, y
eso le hace aún más sospechoso, presume de aquella ruina como si fuera un modelo de política social. Si
ese era su modelo de política social haríamos bien todos en protegernos de ella y de usted: 3800000
personas en el paro. (Aplausos).
Acabo ya.
Si la misma moción de censura demuestra la irresponsabilidad del candidato; si ni siquiera
sabemos qué hipotecas se le impondrán a su programa, salvo la que hemos conocido en el día de hoy; si
para no desmerecer oculta sus verdaderas intenciones; si no es capaz de reconocer, pese a sus
gigantescas dimensiones, todo lo bueno que España ha conseguido; si como está más que demostrado
no piensa nunca en otra cosa que en su propia conveniencia; si muestra todos los indicios personales y programáticos de arrastrarnos al abismo, ¿qué podemos decir?
Desde la sensatez es imposible aplaudir
esta moción. Y cuanto más cerca está el candidato de ocupar el Gobierno, más se aleja la confianza de
España.
Señoría, los españoles han dicho varias veces que no le quieren en el Gobierno, a usted; lo han dicho
varias veces, y ahí está la raíz de todas sus reacciones.
Por eso ha buscado todos los atajos hasta
encontrar este. Ha sido incapaz de convencer a los españoles de que le voten, y no sabemos cómo habrá
convencido a sus socios para que le apoyen. Sí sabemos que no será bueno para España, y eso es lo que
a mí preocupa, no porque este asunto me afecte personalmente —que yo soy lo de menos en esta
cuestión—, sino porque lo que plantea usted —y eso es lo triste de este debate— es una moción de
censura a los españoles porque no le han hecho caso a usted en las urnas. (Aplausos). Eso es lo que
está planteando. Esa es su moción de censura real, señor Sánchez, la real.
Y por eso es por lo que más
me preocupo, porque yo voy a seguir siendo español.
Muchas gracias. (Aplausos).
La señora PRESIDENTA: Muchas gracias.
Tiene la palabra el señor Sánchez Pérez-Castejón.
El señor CANDIDATO A LA PRESIDENCIA DEL GOBIERNO (Sánchez Pérez-Castejón): Gracias,
señora presidenta.
Gracias, señor presidente. Ha terminado usted su intervención, plagada de descalificaciones, de
insultos (rumores), como era previsible —tampoco quiero ocultarlo—,: … con una
afirmación bastante sorprendente, y es que usted va a continuar siendo español, cosa de la que nos
alegramos en esta Cámara. (Aplausos).
De todas formas ya le digo, señor Rajoy, que eso no es lo que
está en cuestión. No está en cuestión que usted continúe o no siendo español; lo que está en cuestión es
si usted continúa siendo presidente del Gobierno de España a partir del próximo viernes. (Aplausos).
La cuestión es muy clara, muy sencilla.
El Grupo Parlamentario Socialista presentó su moción de
censura el pasado viernes como consecuencia de la falta de asunción de responsabilidades por parte del
Gobierno y del Partido Popular. Por cierto, usted siempre recurre a los ERE. Los dos presidentes de la
Junta de Andalucía entonces dimitieron y hoy no son ni senadores ni diputados ni presidentes de la Junta
de Andalucía. Siga usted su ejemplo (Aplausos), dado que lo que hace es evocar ese caso. (Rumores).
El programa fundamental de esta moción de censura consiste en hacer cumplir el artículo 113.1 de la
Constitución: que el Gobierno asuma su responsabilidad política. Esto es lo que está en cuestión, si
ustedes o no asumen la responsabilidad política. Les dimos un tiempo.
Dejamos que pudieran asumir de
nuevo esa responsabilidad política que han negado durante estos últimos años y no lo hicieron.
Despacharon la sentencia de la trama Gürtel de la Audiencia Nacional, que decía las cosas que dijo. Usted
presume de ganar elecciones, pero, señor Rajoy, le puedo asegurar una cosa: el Partido Socialista
concurre a las elecciones con limpieza (Aplausos), respetando las reglas del juego, algo que ustedes no
hicieron durante décadas.
El programa de la moción de censura, pues, es bien claro, bien sencillo: si esta
Cámara está dispuesta o no a asumir la responsabilidad que no asume el presidente del Gobierno,
censurándole.
Es verdad que ha llovido mucho, señor presidente, y usted curiosamente siempre ha hecho referencia
a mi salida del Congreso de los Diputados, y no a estos meses en los que efectivamente hemos tenido
ocasión de compartir muchas reflexiones sobre lo que estaba pasando en nuestro país e incluso sobre la
relación política que tiene que haber entre el líder de la oposición y el presidente del Gobierno.
En mi
primera intervención, señor Rajoy, he querido fijar las líneas del debate y entiendo que esto es muy
desagradable, muy duro. Usted viene a una Cámara en la que va a encontrar un reproche, si no mayoritario
desde el punto de vista de la mayoría absoluta, sí como no ha habido a un presidente del Gobierno a lo
largo de la historia de la democracia pero, señor Rajoy, usted podía haber evitado esta situación.
Podía
haber asumido su responsabilidad y haber dimitido como presidente del Gobierno. (Aplausos). Le vuelvo
a repetir que esta moción de censura puede acabar hoy aquí y ahora si usted dimite como presidente del
Gobierno. ¿Me va a decir sí o no? Porque esta es la cuestión fundamental, señor presidente. Esto nada
tiene que ver con la democracia demoscópica, sino con una democracia de principios, de convicciones, una democracia que se sabe fuerte en la limpieza de sus instituciones y en la ejemplaridad de los dirigentes
que están al frente de las mismas.
Y, señor Rajoy, lo siento mucho, pero usted no pude continuar siendo
presidente del Gobierno después de la sentencia de la Audiencia Nacional, no puede continuar siéndolo.
(Aplausos). Le digo más. A diferencia incluso de compañeros del Partido Socialista, a diferencia de
muchas de las personas que van a intervenir en nombre de los grupos parlamentarios, yo sostengo quiero
que sea registrado aquí en la Cámara, en el Diario de Sesiones que el Partido Popular no es un partido
corrupto.
El Partido Popular no es un partido corrupto, señor Rajoy. El Partido Popular tiene militantes,
concejales, diputados y diputadas que defienden sus ideas legítimamente, que defienden la honestidad
de sus valores, la honestidad y la autenticidad del modelo de sociedad que quieren poner en pie.
El problema es que esos mismos militantes, esos mismos diputados y esos mismos concejales se
avergüenzan y abochornan de los casos de corrupción que atenazan a la dirigencia del Partido Popular.
(Aplausos).
Yo he pasado de ser un hombre de Estado a ser el enemigo del Estado, y en realidad, con este tono
que usted tiene, señor Rajoy, poco menos que intenta banalizar, porque en el fondo con la corrupción
utiliza el mismo tono de intervención que tiene usted aquí: no pasa nada, podemos mirar a otro lado
porque no es importante, la corrupción no es importante, el señor Bárcenas era un señor que pasaba por
allí, no hay una caja B voy a coger las palabras de la secretaria general , son personas que hacen cosas.
Señorías, la banalización de la corrupción, la falta de ejemplaridad es lo que está dañando los cimientos
de la democracia, lo que explica que las sociedades se polaricen. (Aplausos). Yo digo que el Partido
Popular no es un partido corrupto, porque no hay ningún partido corrupto, pero tampoco hay ningún
partido inmune a la corrupción. No hay ningún partido inmune a la corrupción. Lo que hay que hacer es
prevenir esa corrupción, actuar cuando se produce esa corrupción y asumir las responsabilidades políticas
cuando se produce esa corrupción. Ya veremos qué dirimen los jueces en cuanto al señor Chaves y al
señor Griñán.
Lo que es evidente es que ya no son responsables políticos, no son ni militantes del Partido
Socialista, y usted continúa siendo militante del Partido Popular, usted continúa siendo presidente del
Gobierno de España y usted debería haber dejado esa principal institución. (Aplausos).
Cuando hablan de pasar de hombre de Estado a enemigo del Estado, cuando dicen que soy el Judas
de España, en el fondo, señor Rajoy, señorías del Grupo Parlamentario Popular, ustedes demuestran esta
enfermedad o este mal, que yo creo que les perjudica y que perjudica claramente a la democracia
española, de tener una visión patrimonialista del país, de las instituciones y de la política: o yo o el caos,
señor Rajoy. Como decía el chiste del roto: usted, señor Rajoy, es el caos. (Aplausos).
Pero me preocupa
porque nosotros pedimos las responsabilidades políticas a través de una moción de censura el pasado
viernes formalmente en el Congreso de los Diputados. Yo hice una comparecencia de prensa ante los
medios de comunicación para que la opinión pública comprendiera cuáles eran las justificaciones, las
motivaciones de esa moción de censura. Se nos criticó por parte de distintos medios de comunicación y
de analistas que tardáramos en dar una respuesta, porque lo que queríamos, como bien ha dicho antes
el diputado Ábalos, era saber exactamente cuál era la respuesta que daban el Partido Popular y el
Gobierno de España. Fue cuestión de minutos.
De repente, sabiendo la derecha española que podía
perder el poder, que esta moción de censura no era una moción de censura de juego, sino que podía salir
adelante, empezaron a salir los males de la derecha española, empezaron a acusarnos poco menos que
de filoterroristas, de vendepatrias, de romper España, a ver con quién nos vamos a coaligar y con quién
vamos a gobernar. Usted, señor Rajoy, gobierna con siete grupos parlamentarios en esta Cámara.
(Aplausos).
Usted, señor Rajoy, ha aprobado unos Presupuestos Generales del Estado con formaciones
nacionalistas. Han utilizado el terrorismo, han utilizado la crisis territorial, han utilizado de nuevo la crisis
económica o, mejor dicho, la evolución de las bolsas cuando todo el mundo lo sabe. Señor Rajoy, uno
coge el Financial Times, coge los medios de comunicación internacionales y no hace falta escuchar a la
vicepresidenta del Gobierno decir que el señor Sánchez es el causante de la explosión de la prima de
riesgo en España.
¡Pero si la prima de riesgo en Portugal ha aumentado más que la prima de riesgo en
España, y precisamente en Portugal no ha ocurrido absolutamente nada! ¿No será por Italia y no por
España, señor Rajoy? (Aplausos). Deje usted de mentir. No todo vale en política, señor Rajoy, no todo
vale en política, sobre todo cuando estamos hablando de un presidente del Gobierno que con su pésima
gestión de Bankia hizo que la prima de riesgo en nuestro país alcanzara el máximo histórico de 600 puntos
básicos. (Rumores).
Pero fíjese, señor Rajoy, uno coge los informes de evaluación de los mercados financieros de su
propio Gobierno, de un organismo del Gobierno que es la Secretaría General del Tesoro y Política Financiera, y durante estos días lo que ha venido a decir es que la incertidumbre política ha provocado
una ola de ventas en la deuda pública italiana, la situación política en Italia continúa penalizando las
bolsas europeas.
Si el aumento de la prima de riesgo en España fuera fruto de la moción de censura, esta
habría comenzado a partir del 24 de mayo, y no fue así, ha sido como consecuencia de los hechos que se
están produciendo en Italia. Por eso yo le quiero decir a la Cámara y quiero subrayar que el Gobierno que
pueda salir de esta moción de censura va a ser un Gobierno europeísta, va a ser un Gobierno que va a
cumplir con los compromisos europeos, va a ser un Gobierno que va a cumplir con los objetivos de déficit
público, con el programa de estabilidad, y por supuesto va a cumplir los Presupuestos Generales del
Estado.
¿Sabe por qué? Porque a diferencia de usted, yo sí respeto los acuerdos y las aprobaciones que
se hacen en esta Cámara, yo sí las respeto. (Aplausos).
Después de escucharle en la rueda de prensa en el Consejo de Ministros —a mi juicio una rueda de
prensa absolutamente desafortunada, pero bueno, ya venía anunciando lo que nos íbamos a encontrar en
esta tribuna por su parte— a mí me gustaría trasladarle una reflexión, señor Rajoy.
En fin, yo tampoco
quiero evocar ese SMS a Bárcenas, que por cierto parece que no era nadie en el Partido Popular, alguien
que se lucró simplemente por llamarse Luis Bárcenas y por no ser el tesorero del Partido Popular, a juicio
del señor Rajoy —en fin, estas son las cosas que tiene el señor Rajoy—. Adonde quiero llegar, señor
Rajoy, es que con el terrorismo, la crisis territorial, la caída de las bolsas, los siete males, ¿usted no ha
aprendido nada? ¿De verdad que después de seis años como presidente del Gobierno no ha aprendido
nada? ¿En las conversaciones que hemos tenido usted y yo, señor Rajoy, privadas y públicas, de verdad
no ha aprendido nada?
Usted, señor Rajoy, está siendo víctima de su propia estrategia como líder de la
oposición (rumores), utilizando la confrontación territorial, utilizando la crisis económica, utilizando el
terrorismo precisamente para encaramarse como presidente del Gobierno, y ahora mismo de esos polvos,
estos lodos, crisis territorial, señor Rajoy, sociedades polarizadas desde el punto de vista social y político.
En este país, señorías, quien ha puesto por primera vez en riesgo desde la Presidencia del Gobierno
la integridad territorial es su displicencia y su incapacidad para abordar los desafíos que tiene el país por
delante. (Aplausos).
Por tanto, señor Rajoy, yo no voy a contribuir a la crispación en ese debate; quizá sí
subrayar la doble vara de medir de su dialéctica, de su pensamiento, de su oportunismo en la oratoria
parlamentaria. Cuando usted habla, por ejemplo, de aquellas personas, aquellos grupos parlamentarios
que podrían apoyar esta moción de censura, y en consecuencia a partir de ella construir el Poder Ejecutivo,
usted se dirige a ellos con cuidado, porque sabe que a lo mejor la moción de censura puede prosperar con
el voto favorable de alguno de esos grupos parlamentarios, aunque en términos peyorativos.
Se dirige a
ellos de esta forma cuando con ellos ha aprobado los Presupuestos Generales del Estado; cuando con
ellos y con nosotros ha aprobado el Concierto vasco y el Cupo vasco; cuando con ellos, por ejemplo, pactó
que doña Ana Pastor fuera presidenta del Congreso; cuando incluso aquellas formaciones políticas, señor
Rajoy, hicieron que el Partido Popular en Cataluña fuera miembro de la Diputación Permanente del
Parlamento de Cataluña, porque el señor Rivera y el Grupo Parlamentario Ciudadanos, socio de su
Gobierno, les negó tener grupo parlamentario en el Parlamento de Cataluña. (Aplausos).
Se les da bien
a ustedes la doble vara de medir y la ley del embudo.
Sigue usted con el raca raca de al precio que sea, de los atajos, poco menos que diciendo que el
artículo 113 de la Constitución es un instrumento ilegítimo, un instrumento que no facultaría de los
presupuestos necesarios para poder ejercer su capacidad en una dificultad extraordinaria que usted ha
provocado, como consecuencia de su falta de asunción de responsabilidades políticas.
Pero cuando me
dicen a mí que al precio que sea, con los atajos que sean, señor Rajoy, suena bastante ridículo decírselo
a alguien como yo, que por asumir sus compromisos electorales y por no rechazar las decisiones que
tomó un órgano de mi partido renuncié a mi acta de diputado y a ser secretario general del Partido
Socialista Obrero Español.
Por tanto, señor Rajoy, esta no es la cuestión. La cuestión es si usted va a
asumir sus responsabilidades políticas. La cuestión es si usted va a dimitir como presidente del Gobierno.
La cuestión es, señorías, trescientos cincuenta diputados y diputadas, si esta democracia se puede
permitir el lujo de estar dos años más encadenada a la corrupción del Partido Popular.
Yo creo que no.
Piensen ustedes en el coste político, electoral, democrático que puede tener la permanencia del señor
Rajoy como presidente del Gobierno si este viernes no fructifica y no sale adelante esta moción de
censura.
A mi juicio, a juicio del Grupo Parlamentario Socialista, no hay cálculo político, electoral ni
democrático que sustente que usted, señor Rajoy, continúe un minuto más como presidente del
Gobierno. (Aplausos de las señoras y los señores diputados del Grupo Parlamentario Socialista,
puestos en pie)
La señora PRESIDENTA: Muchas gracias.
Señor presidente del Gobierno.
El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Rajoy Brey): Señora presidenta, señoras y señores
diputados, dije en mi anterior intervención que el señor Sánchez había dedicado buena parte de la primera
suya a hablar de mí, a hablar de lo que le correspondía al señor Ábalos, que hizo la primera intervención.
En esta segunda lo hizo con mayor intensidad. Evidentemente su programa no le preocupa, su programa
es desconocido para esta Cámara, y por tanto parece lógico y normal que sea mucho más cómodo hablar
de quien en este momento está defendiéndose de una moción de censura.
Señor Sánchez, ha dicho usted algo aquí que no es verdad.
No es verdad que el objeto de la moción
de censura sea única y exclusivamente demandar responsabilidades políticas a un determinado Gobierno.
Eso no es así. El objeto de la moción de censura en nuestra Constitución y en la inmensa mayoría de las
Constituciones europeas es doble: por un lado, demandar responsabilidades políticas, y por otro lado,
aprobar el programa de gobierno y elegir un nuevo candidato a la presidencia del Gobierno.
De esto no
hemos escuchado nada esta mañana, y esto es lo que yo califico como el chantaje a todos los grupos,
porque efectivamente lo es; se pone, por un lado, la corrupción supuesta del Partido Popular, y por otro,
una sola persona que exige responsabilidades políticas. Este es el gran truco, la gran trampa, lo que yo
califico como un chantaje que le está haciendo usted al conjunto de esta Cámara, incluidos los propios
miembros de su partido. (Aplausos).
Señoría, ha dicho usted que comprende que el debate sea duro y desagradable y mi posición también.
Tenga usted la absoluta certeza de que si el debate es duro y desagradable es para usted, porque para
usted lo cómodo sin duda alguna era que yo dimitiera y se evitaba tener este debate, pero para mí es un
debate que ni es duro y además es agradable, porque cumplo con mi obligación, defiendo mis posiciones
y le explico al conjunto de los españoles la gran trampa que está usted intentando llevar a cabo en el
Congreso de los Diputados. (Aplausos).
Señorías, ahora nos viene con el viejo truco —para parecer
moderado después de lo que le hemos escuchado a lo largo de mucho tiempo— de que el PP no es un
partido corrupto. Mire, que el Partido Popular no es un partido corrupto se lo digo yo y no hace falta que
me lo diga usted, que ya lleva mucho tiempo diciéndome todo lo contrario; cosa que yo no he dicho por
cierto del Partido Socialista, ni de los señores Chaves y Griñán, que no sé por qué dimitieron, salvo porque
fue la exigencia que Ciudadanos puso para pactar en Andalucía. (Aplausos).
Señoría, desconozco también por qué me habla de por qué se fue usted o no vino al escaño, porque
yo jamás he planteado esa cuestión. Yo creía que se había ido de aquí porque lo habían echado de su
partido; pero me es igual, no es un tema que a mí me preocupe, y además no me dedico a echárselo en
cara, salvo cuando usted lo pone sobre la mesa. (Aplausos).
Señoría, lo que no se puede es pretender
—y ya lo ha hecho muchas veces a lo largo de estos últimos días— tomarle el pelo a la gente. Ahora dice
que él apoya los Presupuestos Generales del Estado que ha presentado el Partido Popular, y a los que ha
votado en contra, simplemente por respeto a esta Cámara. ¡Oiga, eso es una falta de respeto a esta
Cámara, porque todo el mundo sabe que usted apoya los Presupuestos Generales del Estado por otras
razones que nada tienen que ver con su respeto a la Cámara! (Aplausos).
Porque si eso fuera así podía
respetar nuestras leyes de pensiones, podía respetar nuestras leyes de educación, y no amenazaría
constantemente con cambiar la reforma laboral. Por tanto del respeto que tiene usted a esta Cámara
permítanme que no le crea absolutamente nada.
Ha dicho usted también que no va a contribuir a la crispación en este debate. Bueno, lo ha conseguido,
porque yo no voy a entrar en eso.
Pero yo podría darle algunos argumentos y algunas formas de
comportarse que, sin duda alguna, le serían más útiles para conseguir el objetivo al que usted ha hecho
referencia. En cualquier caso, señor Sánchez, todos estos temas no dejan de ser anecdóticos aunque
alguno de ellos se pueda convertir en categoría. Aquí lo importante como le he explicado antes es saber
qué quiere hacer usted y cómo quiere gobernar usted. Usted no puede venir aquí simplemente a decir que
el señor Rajoy es la quintaesencia de todos los males; para decir luego que el Partido Popular no es un
partido corrupto, pero que hay que asumir responsabilidades políticas.
Mire, yo las mismas que usted; las
mismas responsabilidades políticas de usted, que yo sepa, ¿eh? Que yo sepa, las mismas. Señoría, todo
eso está muy bien, pero lo importante es, si usted quiere ser presidente del Gobierno, que nos explique
algunas cosas.
Entonces, yo tengo la obligación de hacerle algunas preguntas porque están en la calle, porque le
importan a la gente y porque les importan a las señoras y los señores diputados de esta Cámara. ¿Va a ordenar usted a la fiscalía, como algunos le piden, que retire las acusaciones contra las personas
procesadas por el Tribunal Supremo, tras los acontecimientos que todos conocemos?
¡Es que esto es
importante, señor Sánchez, no me mire así! ¡Es que esa es una pregunta que es obligado hacérsela a
quien aspira a ser presidente del Gobierno! (Aplausos). Que le explique la señora Robles, que de eso
sabe mucho. (Risas). ¿Va a asumir las peticiones del señor Torra, el señor presidente de la Generalitat, y
de los diputados que le apoyan? Las va a asumir, ¿sí o no? Es importante que lo diga aquí, porque es
importante que lo conozcamos todos los que tenemos que votar a continuación.
¿Va usted a apoyar el
derecho de autodeterminación, como le piden algunos, o no? ¡No hablen tanto, si esto son convicciones!
No necesita que nadie le diga lo que tenga que responder. Si no tiene claro esto el señor Sánchez y tiene
que preguntar a los de al lado, entonces tenemos un problema. (Aplausos). Señoría, ¿mantiene su
palabra, explicitada en una entrevista publicada en enero de este año, en la que afirma: no se puede ir en
una moción de censura contra Rajoy con quienes quieren romper España? ¿Mantiene su palabra, señor
Sánchez? Sí o no. O consulte si quiere. (Risas).
Señoría, convendrá conmigo en que no son cuestiones menores las que le he planteado. No son
menores, son importantes; todo el mundo lo sabe y a todos nos preocupa y, por tanto, es lógico que yo las
haga y es lógico que usted las responda, porque para eso es el candidato a la Presidencia del Gobierno.
Me gustaría, sin ánimo de agotar a las señoras y señores diputados de esta Cámara, plantearle
algunas otras cuestiones que también son de interés. Fíjese, una de ellas era qué iba a hacer usted con
los Presupuestos Generales del Estado; era lógico y era normal que yo preguntara por los Presupuestos
Generales del Estado.
Ya sabemos lo que va a hacer con los Presupuestos Generales del Estado, aunque
no lo tengo nada claro, dicho sea con todos los respetos.
Señoría, hay un segundo asunto que también es importante: ¿Se compromete usted a cumplir los
compromisos de España con la Unión Europea? Porque si hacemos caso a las enmiendas que ustedes y
algunos de sus socios han presentado en el debate de los presupuestos, es evidente que no va a cumplir
usted el objetivo de déficit, fundamental para que España mantenga su crecimiento económico y el
empleo.
Se lo digo porque las enmiendas del Grupo de Podemos —que a lo mejor le vota— están
en 28000 millones de euros; eso son 3 puntos de déficit y son importantes y es bueno que lo conozca toda
la Cámara. ¿Va usted a aceptar esas enmiendas? Le pido mayor claridad y mayor concreción sobre ese
asunto.
Tercera cuestión, que también es importante y por eso le pregunto por ella: ¿Sigue usted empeñado
en la reforma de la Constitución? Repito, no es un tema menor.
Usted quiere reformar la Constitución,
incluso abrimos —usted nos lo pidió y yo lo acepté— una subcomisión para hablar de la reforma del
modelo territorial. Yo intenté ser constructivo, lo que pasa es que usted abrió esa Comisión, allí nos fuimos
unos cuantos y ahora solo quedamos usted y yo, los demás se fueron. Desconozco cuál es la razón, pero
no se preocupe, porque yo estaré ahí con usted para tratar ese asunto. Pero sería bueno que se aclarase,
porque sigue sin aclarar una cuestión que es tan importante para los intereses generales de España.
Hay otro tema que también le interesa a la ciudadanía, que es la política económica. No voy a reiterarle,
porque ya lo he hecho en muchas ocasiones y usted lo conoce muy bien, lo que hemos vivido en España
los últimos años, los esfuerzos que tuvieron que hacer los españoles, la situación en la que estamos
ahora.
Creo que el futuro, si se hacen las cosas con sensatez, puede ser bueno; es verdad que hay
nubarrones, como los problemas del comercio o los propios problemas del precio del petróleo, pero
podemos tener un buen crecimiento y podemos seguir creando empleo en España. Por tanto, habremos
superado de manera definitiva la crisis a la que unas políticas equivocadas nos llevaron. Pero, claro,
señoría, a mí me gustaría que aclarase aquí qué va a hacer con algunos asuntos que son importantes
también para la economía española.
Explique la reforma energética; explique cuántos van a ser los
impuestos a la banca; explique si va a subir los impuestos de IRPF, sociedades e hidrocarburos; entiendo
que mantenemos la bajada del IRPF que va en los presupuestos. Todas estas cosas son importantes y las
consecuencias de tomar una decisión u otra no son las mismas, señor Sánchez.
Dicho esto, hay otra cuestión sobre la que, lo siento mucho, tengo que preguntarle.
Ya lo he hecho,
pero no hay manera de que me responda, porque usted está con lo de las responsabilidades políticas pero
no está en qué va a hacer usted, y a la gente le preocupa también el futuro de su país. Señor Sánchez,
¿cómo va a gobernar usted? Eso es muy importante. Entiendo que va a hacer un Gobierno en solitario,
según he escuchado, porque hay algunos posibles socios que se apuntan también y a los que les gustaría
estar ahí.
Usted puede conseguir, es evidente, una mayoría para la censura, pero ¿cree que con 84
diputados se puede gobernar? Se lo digo porque tengo una experiencia: he gobernado con 137, de los cuales 134 eran de mi partido y no era fácil. Con 50 escaños menos, ¿cree usted que se puede gobernar?,
¿que se puede establecer un buen proyecto de futuro para largo tiempo, con unos objetivos?, ¿que los
mercados se lo van a creer?, ¿que la Unión Europea lo va a apoyar? Se lo digo —vuelvo a insistir—
porque he vivido una situación como esa de la que estábamos hablando.
Y luego, señoría, ¿me puede explicar cómo puede usted gobernar con el apoyo de alguna gente que
yo creí que a usted no le gustaba mucho? Fíjese: «No pienso pactar con populistas de los que hay en
nuestro país», dice el señor Sánchez. Los populistas serán el señor Iglesias, ¿o no? Si no es el señor
Iglesias, nos lo dice y ya nos quedamos todos más tranquilos. (Risas). «Les garantizo rotundamente que
el PSOE no alcanzará acuerdos con Podemos».
Oiga, tiene usted un problema, señor Iglesias, porque
además dice: «Podemos no encaja en mi programa». No en el mío, ¿eh?, en el de él. Dice: «Pactar con ellos
—con ustedes— sería perjudicar a los más débiles y eso no es el programa del PSOE». Fíjese en lo que
dice de usted: «Ni antes ni durante ni después pactará el PSOE con el populismo, porque el PSOE es un
partido de izquierdas que mira al centro y que atrae al centro».
¿Sabían ustedes esto? (Rumores.—
Risas). «Iglesias ha hecho de la mentira su forma de hacer política». Yo no lo digo ¿eh? «Miente más que
habla». (El señor presidente del Gobierno, Rajoy Brey, señala con el dedo al señor Sánchez PérezCastejón.—Risas.—Aplausos).
Iglesias le recuerda —al candidato— a un niño pequeño: si no haces lo
que yo quiero, dejo de respirar. (Risas). Me van a permitir que me abstenga de recordar aquí las
afirmaciones que el señor Sánchez hace sobre mi persona porque a mí no me ha pedido el voto. (Risas.—
Aplausos).
A Esquerra Republicana de Catalunya, que además de ser un partido independentista, dicen ustedes
—fíjense— que es un partido progresista y de izquierdas, esta es la pregunta que le hace el candidato:
«¿Cómo es posible que hayan antepuesto las ideas racistas y supremacistas de Torra y le hayan apoyado
para ser presidente de la Generalitat?» «La elección del señor Joaquim Torra ha destapado las vergüenzas
racistas del secesionismo», dice el candidato. «Torra no es más que un racista al frente de la Generalitat».
«No es ni más ni menos que el Le Pen de la política española». Jamás le habrán escuchado esta suerte
de afirmaciones al actual presidente del Gobierno de España, jamás. (Aplausos). «Estamos viendo en
Europa el auge de movimientos reaccionarios populistas y xenófobos y en España se ha materializado en
este movimiento reaccionario en Cataluña». Jamás el presidente del Gobierno ha hecho una afirmación
de esa guisa. «No estoy dispuesto a que la gobernabilidad de España descanse en partidos
independentistas».
Pues tendrá que pactar con Ciudadanos, salvo que Ciudadanos se haya vuelto un
partido independentista, y no parece, al menos de momento.
Señor Sánchez, ¿cree usted sinceramente que con estos antecedentes y con todos aquellos a los que
me he referido con anterioridad alguien se puede tomar en serio un Gobierno como el que usted pretende
formar? ¿Cree usted sinceramente que se puede construir algo?
¿Cree usted que alguien puede confiar
en esto, con esos antecedentes, con esta situación política, con esta ambición desmedida, con esa
aversión a pasar por las urnas, que hay que entenderla por las razones a las que antes me he referido?
Sinceramente, creo que sería muy negativo —se lo digo a los 350 diputados de esta Cámara— para
España que esta moción de censura saliera adelante.
Muchas gracias. (Prolongados aplausos de las señoras y los señores diputados del Grupo
Parlamentario Popular y de los miembros del Gobierno, puestos en pie).
La señora PRESIDENTA: Muchas gracias.
Tiene la palabra el señor Sánchez Pérez-Castejón. (Rumores).
Silencio.
El señor CANDIDATO A LA PRESIDENCIA DEL GOBIERNO (Sánchez Pérez-Castejón): Ha echado
el resto, señor Rajoy. (Rumores).
En fin, le hacía una reflexión al principio de mi réplica sobre si ustedes no habían aprendido nada.
Usted, como líder de la oposición, fue quien puso mesas petitorias en Andalucía, diciendo a los padres y
madres de Andalucía que sus hijos, como consecuencia del Estatuto de Cataluña aprobado por el malvado
José Luis Rodríguez Zapatero, iban a aprender catalán. (Rumores).
Usted, señor Rajoy, presentó un
recurso de inconstitucionalidad al Estatuto de Cataluña ante el Tribunal Constitucional, que posteriormente
la persona con la que está hablando, la señora vicepresidenta del Gobierno, una vez que fue ungida en
ese cargo, reconoció que había sido un error presentar. (Varios señores diputados: No, no.—La señora
vicepresidenta del Gobierno y ministra de la Presidencia y para las Administraciones Públicas,
Sáenz de Santamaría Antón, hace gestos negativos).
Señor presidente del Gobierno, lo que le ocurre hoy a Cataluña es que tiene un estatuto que fue recurrido ante el Tribunal Constitucional y que no fue
votado por la ciudadanía catalana. En consecuencia, hay un problema político que tenemos que resolver.
Ese problema político, señor Rajoy, no se resuelve única y exclusivamente como ha hecho usted durante
estos últimos años, que es escondiéndose detrás de los tribunales y detrás de las togas.
Usted, como
presidente del Gobierno ha tenido la enorme oportunidad e, insisto, la enorme generosidad del Partido
Socialista Obrero Español en la oposición, siendo Alfredo Pérez Rubalcaba secretario general del
Partido Socialista y siéndolo yo mismo. Por eso no le permito, señor Rajoy, que usted ponga en duda la
lealtad de Estado del Partido Socialista Obrero Español. (Aplausos). Hay un problema político que
tenemos que resolver.
Por eso le digo que usted debería aprender de su propia experiencia; ya no de la
nuestra, la que los 350 diputados aquí presentes podamos compartir, sino de la suya propia, como líder
de la oposición. De esos polvos, estos lodos, señor Rajoy. Ahora, como presidente del Gobierno, usted
está pagando en sus propias carnes, y con usted el conjunto de la ciudadanía, esa estrategia suicida para
el país de confrontar territorialmente para llegar a La Moncloa. (Aplausos).
Nosotros no lo vamos a hacer.
Hemos sido leales en la oposición y también desde el Gobierno hemos pedido esa lealtad. Ustedes
solamente son leales cuando están en el Gobierno. Esa es la diferencia entre el Partido Popular y el
Partido Socialista cuando hablamos de la política territorial. (Aplausos).
Lo paradójico, señor Rajoy, es que usted sufre y es víctima de su propia estrategia de confrontar
territorialmente, pero es su gran escudo para permanecer al frente de la Presidencia del Gobierno de
España.
Nosotros aquí, en esta moción de censura, señorías, tenemos la gran oportunidad entre todos
—no exclusivamente con la moción de censura del Grupo Parlamentario Socialista que sola no podría
salir— de resolver y desanudar ese nudo gordiano que han hecho el presidente del Gobierno y el
Partido Popular de la confrontación territorial, que se ha convertido en la única razón, en la única causa
para continuar siendo presidente del Gobierno. Nosotros, desde luego, vamos a tender la mano, vamos
a dialogar con todas las formaciones parlamentarias aquí presentes y vamos a dialogar con todos y
cada uno de los Gobiernos autonómicos.
Y, por supuesto, señor Rajoy, rechazo —me imagino que
usted también— las declaraciones y el pensamiento que ha podido plasmar el actual presidente de la
Generalitat de Catalunya. Pero, señor Rajoy, para que quede en el Diario de Sesiones y, sobre todo,
para ser justos, ya que me cita, diga todo, porque, si no, es una media verdad, que es la peor de las
mentiras y es en lo que usted es especialista.
Yo lo que he dicho siempre, señor Rajoy, es que como
legítimo representante de la Generalitat de Catalunya, si soy elegido presidente del Gobierno como
consecuencia de esta moción de censura, me reuniré e intentaré tender puentes con la Presidencia de
la Generalitat de Catalunya y con el nuevo Govern (aplausos) para salir de la situación que, entre otros,
usted ha creado.
Ahora, que usted me diga que somos unos traidores a la patria, que somos unos rompepatrias, cuando
el Partido Socialista negoció con ustedes los extremos —todos— de la aplicación del artículo 155 y cuando
los alcaldes socialistas del PSC fueron los que defendieron precisamente que no se impusiera la vía
unilateral en Cataluña… (Aplausos). Y usted lo sabe.
Pero, ¿en qué nos vamos a quedar?, ¿en el
reproche, señor Rajoy? ¿No vamos a mirar más allá? ¿No se da cuenta, señor Rajoy, por la mera
experiencia de Gobierno que usted tiene, que en el discurso españolista/nacionalista es más creíble el
señor Rivera que usted mismo? Es más creíble por la sencilla razón de que no ha gobernado; usted sí.
¿No se da cuenta usted, señor Rajoy, que lo que está haciendo es precisamente alimentar el debate más
nocivo para todos aquellos que defendemos la integridad territorial de nuestro país, para todos aquellos
que defendemos una España plural? (Aplausos).
Yo tengo una concepción del país. Defiendo que España
sea una nación y defiendo, como defienden muchos otros países o incluso el propio Consejo de Europa,
que dentro de la nación española hay territorios que se sienten también nación y, en consecuencia,
podemos perfectamente convivir juntos, garantizar la integridad territorial de nuestro país y hacerlo con
esa norma fundamental que es la Constitución española, que es muy clara, meridiana en la definición de
lo que es España, en su artículo 2.
Por lo tanto, señor Rajoy, después de lo llovido, a mí me puede dar
lecciones, yo qué sé, de muchas cosas, seguro, estoy convencido, pero de lo que no me va a dar usted
lecciones es de defensa de mi país y de mi amor a mi país. (Aplausos).
Dice usted: señor Sánchez —como si nosotros fuéramos un partido que no ha gobernado veinte años
de los cuarenta años de democracia—, señor Sánchez, usted es un rojo peligroso, es un radical, un
enemigo de la patria o un enemigo del Estado, como decía la señora De Cospedal, o el Judas, como decía
el señor Maíllo. Judas, enemigo del Estado, en fin, soy todo eso y mucho más, estoy convencido,
muchísimo más, pero le diré, señor Rajoy, que no es el primer votante del Partido Popular —no sé si lo continuará siendo— que se ha dirigido a mí en la calle, diciéndome: por favor, saque usted al señor Rajoy
de la Presidencia del Gobierno. (Aplausos).
Usted dice: Señor Sánchez, me preocupa y mucho, y quiero que responda a la pregunta de qué va a
hacer usted con los compromisos presupuestarios, qué va a hacer usted con los presupuestos. Vamos a
ver, esta moción de censura —insisto— es usted quien la ha provocado, es usted quien la ha convocado,
señor Rajoy. (Protestas.—Varios señores diputados: No, no, no.—El señor Hernando Fraile señala
con el dedo al señor Sánchez Pérez-Castejón).
Sí, sí, sí, permítanme que les diga. Ha sido usted, entre
otras cuestiones, porque quien sentenció la Gürtel del Partido Popular fue la Audiencia Nacional el
pasado 24 de mayo, jueves. Nosotros esperamos a ver cuál era la reacción del Partido Popular y del
Gobierno de España ante una sentencia que señalaba a personas que hacían —permítame el sarcasmo—
‘cosas’, y lo que vimos fue que nadie compareció, no sé si por vergüenza o porque efectivamente para
ustedes la corrupción es algo banal, que se puede mirar para otro lado y señalar a la opinión pública y
decirle: señores, esto es lo que hay, esta es una realidad que tenemos en nuestro país, tenemos que
convivir con ella y aquí no se van a asumir responsabilidades políticas.
Mire, señor Rajoy, si yo tuviera
—que no lo voy a tener en la vida— a Bárcenas como tesorero del Partido Popular, habría dimitido hace
ya bastante tiempo, y eso es lo que tiene que hacer. Pero me dice: ¿Usted va a cumplir con los objetivos
de déficit público?, ¿va a cumplir con los compromisos europeos?, ¿va a cumplir, en definitiva, con ese
mensaje que tenemos que trasladar de certidumbre y de estabilidad económica? Por supuesto que lo voy
a hacer, señor Rajoy.
Este es un partido que ha gobernado veinte de los cuarenta años de nuestra
democracia, es un partido que gobierna en muchas comunidades autónomas, en muchas diputaciones,
en muchísimos ayuntamientos. Nosotros no queremos estos presupuestos, pero respetamos el acuerdo
de la Cámara, entre otras cosas para que las distintas administraciones territoriales, provinciales y locales
tengan los presupuestos y puedan funcionar durante este año. (Rumores.—Aplausos.—Varios señores
diputados: ¡Ah!).
Y lo que haré será proponer a la Cámara que empecemos a trabajar en los Presupuestos
Generales del Estado para 2019, que tendrían que estar ahora mismo en debate, en tramitación (rumores),
y no precisamente los de 2018, cuya ejecución va a ser de medio año. ¿Me va a hablar usted a mí de
responsabilidades o de estabilidad? (El señor Martínez-Maíllo Toribio: ¿Vas a votar a favor en el
Senado?). Por favor, señor Rajoy, si precisamente es la crisis territorial la que ha hecho, entre otras
cuestiones, que usted haya tenido que abordar el debate necesario de los Presupuestos Generales del
Estado para 2018 ahora. ¿Ve usted?
Usted es el que utiliza el gran escudo de la crisis territorial para
permanecer en el Gobierno de España. Utiliza la crisis territorial cuando a usted le conviene, porque,
luego, si tiene que hacer a la señora Pastor presidenta del Congreso con los votos del PDeCAT no pasa
nada. (El señor Hernando Fraile: Pero si no la votaron.—El señor Bel Accensi hace gestos negativos).
Si tiene que sacar adelante unos Presupuestos Generales del Estado, tampoco ocurre nada por que los
apoye el Partido Nacionalista Vasco.
Si tiene usted que estar presente en la Diputación Permanente del
Parlamento de Cataluña, cuente usted con otros apoyos. (El señor Bel Accensi hace gestos negativos).
Me refiero con la abstención. Bueno, pues para que conste en el Diario de Sesiones, no es así en el caso
de la señora Pastor. Pero entiende lo que quiero decir. Y no se equivoque, señor Rajoy… (Rumores).
No se
equivoque, señor Rajoy, el Gobierno que pueda salir de esta moción de censura por supuesto que va a
cumplir con los objetivos de déficit público que, por cierto, ha señalado la propia Comisión Europea y
la AIReF. Usted siempre dice aquello de que España no fue rescatada; sí, señor Rajoy, se lo vuelvo a
decir, se lo dije hasta en inglés en el debate sobre estado de la Nación (risas): este país fue rescatado,
su sector financiero fue rescatado y, como consecuencia de ese rescate y como consecuencia de la
pésima gestión que hizo usted —bueno, no usted, el señor Rato, ese señor del que usted me habla de una
institución como Bankia—, España fue rescatada y se tuvieron que crear algunas instituciones, entre ellas
la AIReF.
Y la Comisión Europea y la AIReF han sido muy claros en las dudas evidentes que tienen sobre
que con estos presupuestos se vayan a cumplir los objetivos de déficit que ustedes han marcado.
Me habla usted de la política energética, cuando lleva usted siete años sin política energética. Me
habla usted de las pensiones, cuando usted ha dejado un Fondo de Reserva de la Seguridad Social, que
heredó con 66000 millones de euros, en menos de 8000 millones de euros. (Aplausos).
En fin, me habla
usted de la financiación autonómica cuando se comprometió ante los presidentes autonómicos del Partido
Socialista y del Partido Popular hace dos años a presentar un modelo de financiación autonómica y llevamos no solamente cuatro años de retraso en el cumplimiento de lo que marca la ley, sino casi dos
años en el cumplimiento de ese acuerdo necesario para financiar nuestro Estado del bienestar, que hoy
está en manos de las comunidades autónomas.
Usted me dice: ¿Cómo va a gobernar? Pues mire, ya sé que no va a ser fácil, señor Rajoy, pero qué
otra opción tiene esta Cámara. (Rumores). La única opción que tiene es que usted dimita hoy, aquí y
ahora. (Aplausos.—Una señora diputada: ¡No!).
Dimita. Si tanto quiere a su país; si tanto le interesa el
futuro de los españoles, de los cuales usted se siente parte; si tanto le importa la estabilidad económica,
democrática, la reputación europea —cosas que yo por supuesto garantizo—; si tanto le preocupa a usted
todo ello, señor Rajoy, yo lo único que le pido es que, por un gesto —no voy a decir de dignidad ni de nada
de eso— de democracia, dé un paso al frente, pida perdón y hoy aquí en esta Cámara, señor Rajoy, antes
de que usted encuentre la censura de la mayoría absoluta del Congreso de los Diputados, dimita como
presidente del Gobierno. (Rumores).
Si lo hace, esta moción de censura habrá terminado. Usted habrá
asumido esa responsabilidad política por unos casos de corrupción que afectan al partido que usted dirige
desde el año 2003, primero como secretario general y después como presidente del Partido Popular, y se
podrá abrir una nueva etapa en la política española.
Lo que le pido, señor Rajoy, es que asuma su
responsabilidad, y si usted no asume la responsabilidad, le pido a esta Cámara que hagamos entre todos
asumir la responsabilidad a Mariano Rajoy y entre todos abramos un tiempo nuevo, abramos un tiempo
nuevo donde demos estabilidad política y normalicemos las instituciones. Señor Rajoy, los votos de las
formaciones nacionalistas o formaciones que ahora mismo están defendiendo el independentismo…
(Rumores) … y que
están ahora mismo representadas en esta Cámara son tan legítimos como los suyos o como los míos.
Son ciudadanos quienes les votan, son representantes de la soberanía nacional.
En consecuencia, señor
Rajoy, no se escude en la crisis territorial para aferrarse como se está aferrando a la Presidencia del
Gobierno. Por el país, dimita. Y si no, señorías, por el país, hagámosle dimitir. (Aplausos de las señoras
y los señores diputados del Grupo Parlamentario Socialista, puestos en pie).
La señora PRESIDENTA: Muchas gracias.
Tiene la palabra el señor presidente del Gobierno.
El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Rajoy Brey): Señora presidenta, señoras y señores
diputados.
Quisiera comenzar este nuevo turno de intervención haciéndole una pregunta al señor candidato, por
si tiene a bien responderla. Le voy a plantear una cuestión: ¿Qué concepto tiene usted de lo que es un
sistema democrático? ¿Puede usted explicar a esta Cámara por qué tengo que dimitir yo, que de momento
tengo la confianza de la mayoría de los ciudadanos y de momento tengo la confianza de la mayoría de
esta Cámara, cuando usted no tiene ni la de los ciudadanos ni la de esta Cámara? (Aplausos).
¿No le
parece que lo razonable es que dimita cuando pierda alguna de ellas? (Aplausos). A usted le trae sin
cuidado lo que diga la gente. Hay elecciones, el Partido Popular gana las elecciones de diciembre de 2015
y usted las pierde con el peor resultado de la historia de su partido. Seis meses después se vuelven a
celebrar elecciones; el Partido Popular las gana con mayor diferencia y usted repite con el peor resultado
otra vez de la historia de su partido. (Un señor diputado: Y dale).
Luego su partido lo aparta, y luego, con
el 50% de los apoyos, consigue recuperar el liderazgo, ¿y me da a mí lecciones de dimisión? El que tiene
que dimitir es usted, y además de manera irrevocable. (Aplausos). Señorías, en democracia un dirigente
político se va cuando lo dicen los electores o cuando lo dice la Cámara, y por eso estoy yo hoy aquí, señor
Sánchez. (Aplausos).
También es bueno de vez en cuando aprender algunas cosas.
Pero esta no deja de ser una cuestión menor; la cuestión mayor es que el señor Sánchez sigue sin
responder a ninguna de las preguntas que se le han planteado desde esta tribuna y que, vuelvo a insistir,
es obligado plantearlas, porque usted es el candidato a la Presidencia del Gobierno y yo tengo la obligación
de hacerlo, y supongo que el resto de las personas que intervengan aquí harán lo mismo que yo, porque
de esto se trata. O sea, pretende usted ser presidente del Gobierno sin ganar las elecciones y, además,
sin examinarse y sin decir a la Cámara lo que va hacer. Esto no es la democracia, señor Sánchez.
La democracia no es su voluntad; usted tiene que cumplir unos trámites y, como hemos hecho todos y yo hice en tres ocasiones, tiene que venir aquí y responder a lo que se le pregunta, porque eso es lo que los
españoles están demandando. No ha venido a responder a las preguntas; ha venido a hablar de mí
porque es el único argumento que tiene. Además usted lo ha dicho: Esta es una moción para exigir
responsabilidades políticas.
Pues no solo es para eso, para exigir responsabilidades políticas, que, de
acuerdo; también es para elegir presidente del Gobierno, que no es un tema menor. (Aplausos). Y el
presidente del Gobierno tiene la obligación de explicarse ante la Cámara.
Señoría, después de que todos hayamos escuchado en esta Cámara los calificativos que usted les ha
dedicado a diferentes miembros de este Parlamento —porque responden a su forma de ser, señor
Sánchez—, no puede venir aquí a ponerse de víctima, porque es mentira. Igual que es profundamente
injusto volver a hablar de Gürtel mientras que no nos ha dicho ni una sola palabra de los ERE.
Por qué no
habla de su programa y vuelve a lo mismo una y otra vez. ¿No tiene otro argumento, otra razón, no se le
ocurre otra cosa?
¡Qué nos dice de las pensiones! Nos ha hablado de las pensiones. ¡Pero si cuando llegamos al
Gobierno se habían perdido 70000 millones de euros de recaudación! —¡70000 millones de euros de
recaudación!— Por eso me preocupa esta moción de censura, por eso me preocupa. Qué lecciones va a
dar usted de pensiones, si hemos logrado en la crisis más furibunda de nuestra historia mantener el
sistema de pensiones.
En el tema de los presupuestos vuelve a tomarle el pelo a la Cámara. Antes dijo: Vamos a aprobar
los presupuestos porque nosotros respetamos las decisiones que toma la Cámara. Cuando todo el
mundo sabe que no es así. Pero es que ahora dice que los van a aprobar para mantener los presupuestos
de las comunidades autónomas.
Señoría, usted sabe igual que yo —lo sabemos todos— que eso se
arregla con un real decreto-ley, que en esta Cámara se aprobaría en media hora porque todos los
partidos políticos estaríamos de acuerdo en que fuera así. Por tanto, defienda usted sus posiciones,
pero hágalo con un poco de razón y argumento porque si no muchos pueden pensar que no está siendo
usted serio con ellos.
Señorías, prefiero hablar del futuro que del pasado; no creo que tenga ningún sentido hablar de lo que
ocurrió aquí hace diez años y de los recursos que pusieron unos y otros.
A lo largo de mi trayectoria
política, siempre he sido partidario de algo, que los temas territoriales se acuerdan y se pactan. He pactado
y he acordado en numerosas ocasiones —incluso con personas que están sentadas aquí en este
momento— reformas de estatutos de autonomía y acuerdos importantes, incluso con gente de su partido.
Hubo un determinado momento de la historia reciente donde se nos dejó fuera y se prefirió pactar con
ellos.
Ustedes son plenamente libres de hacerlo. (El señor candidato a la Presidencia del Gobierno,
Sánchez Pérez-Castejón realiza gestos negativos con la cabeza). Sí, sí, usted ha traído a colación ese
tema. He participado en muchos de los grandes acuerdos que ha habido en este país porque, además,
creo que la única forma de resolver los problemas territoriales del país y ordenar la convivencia es
mediante entendimiento, pacto y acuerdo. Hasta tal punto es así que he hecho un esfuerzo para que usted
—lo he dicho en mi intervención— apoyara la aplicación del artículo 155.
Otra de las preguntas que no me ha respondido es si usted va a mantener el control de la Generalitat
—como me ha dicho a mí y hemos acordado hace muy pocas fechas— el control económico. Tampoco ha
respondido a eso, como no ha respondido a todas las demás preguntas, y creo que no tiene sentido que
se las reitere porque si no estaríamos aquí hasta las tres de la tarde.
Deja muchos asuntos, muchos, señor Sánchez, en la duda, y eso genera inestabilidad.
Eso no es
generar certidumbre, que es algo capital en unos momentos como los que estamos viviendo ahora en
Europa. Tenemos un problema en Italia, tenemos un problema después de lo que ha ocurrido con el
acuerdo de Irán y otro con los acuerdos de comercio en todo el mundo. Eso no ayuda nada a la economía
y, por tanto, no ayuda al crecimiento económico ni al empleo de la gente.
No puedo aceptar su afirmación,
por injusta, de que nosotros somos leales cuando estamos en el Gobierno y no cuando no lo estamos,
porque a finales del año 2011, en una de las situaciones de mayor dificultad por las que atravesaba
España, recibí una llamada del entonces presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, en la
que me decía que, si no hacíamos una reforma de la Constitución a la mayor rapidez posible, España
podría tener problemas de una enorme gravedad. Y en un cuarto de hora le di una respuesta; le dije que
sí; modificamos la Constitución y luego usted —que la votó favorablemente— estuvo criticando esa
reforma por los pasillos del Congreso. (Aplausos).
Señoría, creo que entre usted y yo hay muchas diferencias, pero la más importante es que yo cumplo
mi palabra y usted no, y eso en política es muy importante. Muchas gracias. (Prolongados aplausos de las señoras y los señores diputados del Grupo
Parlamentario Popular en el Congreso y de los miembros del Gobierno, puestos en pie.— El señor
presidente del Gobierno, volviéndose hacia su grupo parlamentario, inclina la cabeza en señal de
agradecimiento).
La señora PRESIDENTA: Señor Sánchez. (Rumores). Silencio.
El señor CANDIDATO A LA PRESIDENCIA DEL GOBIERNO (Sánchez Pérez-Castejón): Señora
presidenta, creo que este debate da poco más de sí, honestamente. (Rumores y protestas). Creo. Creo. Creo que el
Grupo Parlamentario Socialista y yo mismo en las intervenciones hemos fijado clarísimamente cuál es el
objeto de la moción de censura; una moción de censura que no entraba en nuestros planes (varios señores
diputados y señoras diputadas: Ja, ja, ja), una candidatura a la Presidencia del Gobierno —usted lo sabe,
señor presidente— que no entraba para nada en mis planes (varios señores diputados y señoras
diputadas: Nooo); una moción de censura que es muy necesaria, señorías, para la calidad democrática de
las Cortes y de todos aquellos ciudadanos y ciudadanas a los que ustedes representan.
Entiendo que el
Grupo Parlamentario Popular hoy no vea la necesidad de apoyar, lógicamente, esta moción de censura y,
por tanto, me voy a dirigir al resto de la Cámara, para pedirles su apoyo, para que entre todos abramos un
nuevo tiempo en la política española, que también va a ser beneficioso para la convivencia entre españoles,
para la convivencia entre territorios.
Y la mano la voy a tender, a todos y a cada uno de los grupos
parlamentarios, a todos y a cada uno de los gobiernos autonómicos en nuestro país, porque hay muchas
cosas que tenemos que hacer entre todos y todos juntos.
En lo personal, señor Rajoy, no sé qué va a pasar mañana, no lo sé. Tiene usted mi respeto personal
y político, se lo aseguro. Lo tiene. (Rumores.—Una señora diputada: ¡Ya era hora, ya era hora!). Lo
tiene, señor Rajoy. Tiene usted mi respeto personal y político. Durante este año hemos compartido muchas
horas y hemos hablado mucho (una señora diputada: ¡Traidor!) y, señor Rajoy, le deseo lo mejor en lo
personal, pero en lo político usted ya no puede seguir siendo presidente del Gobierno. (Aplausos).
La señora PRESIDENTA: Señor presidente del Gobierno, adelante.
El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Rajoy Brey): Señor Sánchez, agradezco algunas de las
palabras que acaba de pronunciar en esta última intervención. Yo también le deseo lo mejor en lo personal,
pero no le puedo desear lo mejor en lo político, sobre todo, si eso implica que usted accede a la condición
de presidente del Gobierno. Creo que usted no está en condiciones de hacer un Gobierno estable en
nuestro país. No lo está y pienso que eso ha quedado claro a lo largo de este debate que usted acaba de
decir que no da más de sí. Sí podría dar más de sí.
Yo estaría dispuesto a estar aquí tres días dando más
argumentos y más razones para demostrar que usted no está en condiciones de formar un Gobierno
estable. Usted no tiene una idea de país. No la tiene, señor Sánchez, y ha quedado muy claro también en
las intervenciones que se han producido aquí a lo largo de esta mañana. Y también estaría dispuesto a
estar aquí tres días para poner en evidencia que usted no tiene una idea de país.
Usted no tiene respuesta
alguna a los retos del futuro, señor Sánchez, y no tiene una política económica que garantice que la senda
que ha iniciado España en favor de la recuperación económica, el crecimiento económico y el empleo sea
algo que podamos mantener en el futuro.
Pero lo más importante, señor Sánchez, y no me lo tome a mal
—no me lo tome a mal—: usted no puede ser presidente del Gobierno porque usted no tiene el apoyo de
los españoles y no ha ganado unas elecciones nunca, y en democracia gobierna quien gana las elecciones,
salvo que tengan a bien decirnos otra cosa.
Muchas gracias. (Fuertes y prolongados aplausos de las señoras y señores diputados del Grupo
Parlamentario Popular en el Congreso y de los miembros del Gobierno, puestos en pie.—
El presidente del Gobierno saluda con la mano a los miembros de su grupo parlamentario y
abandona el hemiciclo).
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