El señor SÁNCHEZ PÉREZ-CASTEJÓN (Candidato a la Presidencia del Gobierno): Gracias, señor
presidente.
Señoras y señores diputados, comparezco de nuevo ante sus señorías para solicitar su confianza a
mi candidatura a la Presidencia del Gobierno. Quiero en primer lugar mostrar mi satisfacción personal y
también la de mi grupo parlamentario por la celebración de este Pleno y por lo que ello significa. Las
instituciones democráticas de nuestro país vuelven a funcionar.
Han permanecido detenidas tras el
rechazo del partido más votado el pasado 20 de diciembre a la invitación del jefe del Estado, el rey FelipeVI, para acordar con otros partidos la constitución de un nuevo Gobierno. Señorías, esta sorprendente
huida del señor Rajoy de sus responsabilidades institucionales (Rumores) había llevado a nuestro país a
un periodo de incertidumbre y de bloqueo, y esta semana se ha visto finalmente superado tras la
celebración de esta sesión de investidura.
Señorías, según la versión que el pasado miércoles el señor Rajoy explicó en esta tribuna, la culpa de
que no asumiera su responsabilidad era mía (Un señor diputado: ¡Es verdad!) por no apoyar a su
fracasado Gobierno. Entiendo que por extensión también será culpa de los millones de ciudadanos que
no le votaron y que apoyaron a otras fuerzas que promueven el cambio de Gobierno. Incluso cabe la
posibilidad de que también sea culpa de los propios votantes del Partido Popular por creer que su líder no
iba a defraudar su confianza e iba a dar un paso al frente y no un paso al lado, que es lo que ha hecho
durante estos días. (Aplausos).
Señorías, acepté el encargo del jefe del Estado, del rey Felipe VI, consciente de que con ello contribuía
a solventar el problema de la negativa del señor Rajoy. A partir de mañana todo volverá a funcionar con la
normalidad democrática. Me gustaría además hacer partícipes a todos los españoles y españolas que nos
estén siguiendo a través de la televisión, de la radio o a través de las redes sociales con una reflexión y
es qué hubiera ocurrido en España si el Partido Socialista hubiera seguido la irresponsable conducta del
Partido Popular. (Rumores).
La respuesta es bien sencilla. Hoy estaríamos debatiendo qué es lo que
había que hacer para poner en marcha el reloj de la democracia y, como dije el pasado martes, pienso que
mi único fracaso hubiera sido rechazar el ofrecimiento del jefe del Estado.
Señorías, el Grupo Socialista quiere ayudar a sacar a España de la situación de bloqueo institucional
y de desgobierno en la que la han sumido otros. Tal y como han manifestado a lo largo de esta semana
en esta tribuna, la práctica totalidad de los partidos representados en esta Cámara, a excepción del
Partido Popular, la mayoría desea un cambio de Gobierno. (Rumores).
Así que se plantea hoy la posibilidad
de acordar soluciones progresistas a los problemas de la clase media y trabajadora que durante estos
últimos cuatro años ha sufrido recortes, desigualdad, división entre territorios y la extensión de la
corrupción. Mi propuesta, señorías, es la conformación de un Gobierno del bien común fundamentado en
dos principios: el bien general y el sentido común. Propongo, señorías, llevar al Gobierno la idea de una
España que supere las políticas frentistas, que haga de la creación de empleo de calidad su bandera para
luchar contra la desigualdad, un país que procure el bienestar de todos con una apuesta decidida por las
políticas sociales. (Aplausos).
Señorías, España no puede esperar ni un minuto más para regenerar la vida democrática en nuestro
país, sus instituciones y el ejercicio de la política; una España abierta a Europa y también al mundo; una
España integradora, plural, diversa, que solucione a través del diálogo y el entendimiento sus problemas
de convivencia y que acoja en su seno todas las sensibilidades e ideologías; un Gobierno que haga
realidad, señorías, el mandato de los españoles el pasado 20 de diciembre.
El proyecto del bien común
que yo pretendo impulsar desde el Gobierno es la única alternativa a la España de la injusticia y de la
desigualdad en la que estamos inmersos, y solo es posible a través de un acuerdo transversal entre
distintas fuerzas políticas, un acuerdo que tiene como punto de partida el documento que firmamos el
Partido Socialista y Ciudadanos y que está abierto al resto de fuerzas políticas durante las próximas
semanas; un acuerdo para un Gobierno reformista y progresista cuyo programa ya expliqué el pasado
martes pormenorizadamente.
Señorías, el Gobierno que aspiro a presidir atenderá, en primer lugar, la primera y principal preocupación
de los españoles, que es la creación de empleo, con el compromiso de reducir la tasa de paro en cuatro
años a la mitad (Rumores y risas) y también con un nuevo marco laboral que permita crear trabajo
estable y de calidad.
Vamos a recuperar, señorías, el papel protagonista del diálogo social. Vamos a
impulsar una política económica medioambientalmente sostenible, fundamentada en la productividad, en
la estabilidad presupuestaria y en un sistema fiscal progresivo y suficiente para la financiación de nuestro
Estado del bienestar y sin amnistías fiscales.
La política económica, señorías, debe procurar la creación
de riqueza, pero también su redistribución entre la clase media y trabajadora, con tributaciones a las
grandes fortunas, con la subida del salario mínimo y con la puesta en marcha de un ingreso mínimo vital
para todas aquellas familias —700.000— que ahora mismo no tienen ningún tipo de prestación en su
hogar, medidas todas, señorías, que aliviarían a las personas que más están sufriendo los efectos de la
crisis y, sobre todo y lo más importante, medidas que aliviarían también a las personas que están sufriendo
a un Gobierno que ha utilizado la crisis como gran excusa para desmantelar el Estado del bienestar, como
lo que hemos sufrido durante estos últimos cuatro años. (Aplausos)
Señorías, tenemos la oportunidad de que esta sea la legislatura de la igualdad y, si así lo acordamos,
podemos erradicar la pobreza, la pobreza infantil, la pobreza energética, revitalizar nuestros sistemas de
protección y reconstruir nuestro Estado del bienestar y poner fin a los desahucios. Proponemos, señorías,
hoy, a partir de hoy, recuperar la universalidad de la sanidad pública, retirar el copago a los pensionistas,
revitalizar la Ley de Dependencia, hoy abandonada por el actual Gobierno en funciones.
También tenemos
en nuestra mano aumentar el permiso de paternidad y maternidad y poder hacer realidad la igualdad
salarial entre hombres y mujeres. Tenemos, señorías, que solucionar los problemas de hoy, pero también
anticipar los desafíos que tenemos en el futuro. Por eso proponemos un gran pacto por la educación, la
ciencia y la cultura, porque esa es la mejor manera de asegurar nuestro futuro y garantizar la igualdad de
oportunidades.
Señorías, el acuerdo de Gobierno que presento a esta investidura quiere limpiar a España de
corrupción con leyes que permitan evitar que se produzca y con leyes también que persigan y castiguen
esa corrupción cuando se produzca. La corrupción, lo saben ustedes muy bien, es un veneno que debilita
nuestra democracia, en un momento en que más necesitamos de la fortaleza de nuestra democracia.
Hablo de corrupción, de aquella que vemos a diario en los medios de comunicación, pero también de otra
que hace menos ruido, pero que es igual de grave, y es la utilización partidista de las instituciones públicas
como se ha hecho durante estos últimos cuatro años. (Aplausos). Señorías, necesitamos con urgencia
medidas para una mayor transparencia de los partidos, en su funcionamiento interno y también en su
financiación.
Nuestro acuerdo también garantiza la independencia de los nombramientos efectuados por
este Parlamento a los organismos reguladores, organismos constitucionales, amplía el periodo de
incompatibilidad a cinco años para evitar el fenómeno de las puertas giratorias y prohíbe la concesión de
indultos por delitos de corrupción política, también contra los derechos humanos y también contra la
violencia de género; una violencia de género, señorías, que tenemos que arrancar de cuajo en nuestra
sociedad, y por eso estamos proponiendo el pacto social, político e institucional que está incluido en el
acuerdo que hemos firmado el Partido Socialista y Ciudadanos.
Señoras y señores diputados, creemos que nuestra democracia tiene que ponerse al día reforzando
sus derechos y sus libertades y sacudiéndose de las contrarreformas que se han llevado a cabo durante
estos últimos cuatro años. Por eso defendemos la derogación de la ley mordaza, por eso defendemos la
derogación de la prisión permanente revisable, por eso queremos aprobar una ley de muerte digna, por
eso queremos aprobar una ley de igualdad de trato y no discriminación, por eso queremos aprobar una
ley de libertad religiosa y también queremos revitalizar la Ley de Memoria Histórica que ha aparcado el
actual Gobierno en funciones.
Nuestra propuesta, señorías, defiende que España vuelva a tener peso en
el mundo y tenga un papel activo y constructivo en Europa, renegociar los compromisos de déficit en
Bruselas, que han sido sistemáticamente incumplidos por el actual Gobierno en funciones, también aplicar
una política de solidaridad para con aquellos países que están ahora mismo recibiendo los flujos de
refugiados provenientes tanto de Siria como de Irak y articular una nueva política de cooperación que
signifique la nueva relación con América Latina y también con África.
Señorías, el acuerdo que presentamos a las fuerzas que deseen el cambio en España plantea también
la imperiosa necesidad de abordar los problemas de convivencia en Cataluña, desde el respeto a la
identidad de cada cual, desde el reconocimiento a la diversidad de los distintos territorios de España.
Creemos que no se pueden ahorrar esfuerzos en tender puentes y estimular afectos, siempre del lado de
la ley y la Constitución. Señoras y señores diputados, lo dije en mi intervención del martes y lo reitero.
La
Constitución es la mejor herencia de nuestros padres, madres, abuelos y abuelas, pero necesita una
reforma para dar respuesta a los problemas de hoy. Debemos culminar la organización federal de nuestro
Estado autonómico, debemos regenerar nuestra democracia, racionalizar nuestra arquitectura institucional
y blindar los derechos sociales, como la sanidad, como derechos fundamentales en esa nueva Constitución.
Estas, señorías —lo saben ustedes bien, porque lo hemos debatido durante esta semana de
investidura—, son solo algunas de las doscientas mejoras contempladas en el acuerdo entre el Partido
Socialista y el Partido Ciudadanos.
Es el resultado, señorías, de 130 diputados y diputadas que han
entendido una misma filosofía política, la de crear un territorio para compartir ideas comunes sin aceptar
ninguna exigencia. Hemos dialogado y hemos encontrado en lo que estamos de acuerdo. Lo hemos
hecho en doscientos asuntos. El acuerdo no es nuestro programa, pero es coherente con los principios
que defiende el socialismo democrático.
Hoy muchos de ustedes, de los 350 diputados y diputadas que
están aquí presentes, defensores de un Gobierno de cambio, van a votar en contra de estas doscientas mejoras, pero todos sabemos que la mayoría de ustedes está de acuerdo con estas medidas. (Rumores.—
Aplausos).
Señorías, con la celebración de esta sesión de investidura mi grupo parlamentario y yo hemos cumplido
ya el primer objetivo, que era sacar a España del bloqueo irresponsable al que la había sometido el señor
Rajoy y poner en marcha el reloj de la democracia. La otra pretensión, la de formar Gobierno, queda en
sus manos.
Hoy tenemos la oportunidad de hacer realidad el cambio por el que votaron millones de
españoles el pasado 20 de diciembre; un cambio que solo puede surgir del diálogo, el pacto y acuerdos
transversales. El Partido Socialista, señorías, ha gobernado durante años y gobierna hoy comunidades y
ciudades con acuerdos con otros partidos basados en políticas progresistas. También ha sido y es soporte
leal de otros Gobiernos de progreso.
Lo ha hecho y lo hace con diferentes fuerzas de izquierda y de
derecha —también de centro— sin haber faltado nunca a sus compromisos y sin haber exigido nunca a
quienes nos han apoyado nada más que su respeto y su confianza.
En unos minutos se decidirá con los votos de todos ustedes —de todos y cada uno de ustedes,
señorías— si hemos sido capaces de pensar en el interés general renunciando a alguno de nuestros
intereses particulares o no; si hemos sabido aprovechar esta oportunidad para la sociedad o la dejamos
escapar. Señorías, cualquier Gobierno de cambio tendrá que reunir tres condiciones.
La primera, un nuevo Gobierno de cambio tendrá que surgir del acuerdo; en segundo lugar, un nuevo
Gobierno de cambio tendrá que reunir partidos con diferentes sensibilidades ideológicas y, en tercer lugar,
un nuevo Gobierno de cambio tendrá que contar, inevitablemente, con la participación del Partido Socialista
Obrero Español.
Los socialistas sabemos y aceptamos los tres condicionantes, porque queremos un
Gobierno de cambio, porque aceptamos acordar con otros partidos con diferentes ideologías a la nuestra
y porque ningún Gobierno de cambio que defienda los intereses de una España unida, limpia y justa
dejará de contar con nuestro apoyo. Al final de esta sesión tendremos que votar sí o no a la investidura de
un nuevo Gobierno, pero ese sí o no responderá además a otras preguntas.
La primera: ¿queremos un
acuerdo entre partidos? ¿Sí o no? La segunda: ¿queremos realmente impedir unas nuevas elecciones
generales dentro de unos meses? ¿Sí o no? La tercera: ¿queremos que las políticas de cambio empiecen
a ser efectivas ya? ¿Sí o no? Y la cuarta: ¿queremos evitar que el señor Rajoy siga al frente del Gobierno?
¿Sí o no? (Aplausos).
Señorías, me
dirijo a todos y cada uno de los 350 diputados y diputadas que están aquí presentes. Con un solo voto
podemos cambiar de la noche a la mañana el futuro de España, desde ya. No esperemos más. Voten sí
al cambio.
Muchísimas gracias. (Aplausos de las señoras y los señores diputados del Grupo Parlamentario
Socialista, puestos en pie).
El señor PRESIDENTE: Gracias, señor candidato.
Por el Grupo Parlamentario Popular en el Congreso, tiene la palabra el señor Rajoy.
El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO EN FUNCIONES (Rajoy Brey): Señor presidente, señoras y
señores diputados, señor Sánchez, votaremos no a su investidura. (Varios señores diputados: ¡Oh!).
¿No lo sabían? He hecho bien en recordárselo entonces. (Aplausos). Señoría, nada de lo que usted nos
ha dicho aquí guarda relación con lo que España se merece y con lo que España necesita. Porque si
alguien piensa que la fórmula de Gobierno que nos ha ofrecido es lo que precisa hoy España, o no sabe
lo que es el Gobierno o no está pensando en los españoles.
Señor Sánchez, no nos ha traído aquí un programa de Gobierno, sino lo que usted mismo definió
como un primer paso, que al final se ha quedado en un salir del paso. Usted no ha venido a esta Cámara
con un programa de verdad, acordado para tener los suficientes apoyos y, por tanto, susceptible de ser
aplicado. En consecuencia, no parece razonable que apoyemos lo que no es más que un ente de ficción
o un programa nonato.
Tampoco le vamos a votar porque ese primer paso —que hoy ya es último— no es más que un improvisado paquete de medidas que cada cual interpreta a la carta, por supuesto, arrimando
el ascua a su sardina. Ya saben, señorías: en este mundo traidor, nada es verdad ni mentira, todo es
según el color del cristal con que cada socio lo mira. (Aplausos).
En cualquier caso, señoría, algo tienen estas medidas en común y esta es la razón más importante
para no apoyar su investidura.
Pretenden la demolición de la obra que ha llevado a cabo el Partido Popular
en estos últimos cuatro años. (Rumores). Estamos ante una auténtica contrarreforma, algo que es malo
en sí mismo, pero que resulta inaceptable cuando esas políticas son las que han permitido superar el
desastre que nos dejaron ustedes en el año 2011. (Aplausos).
Señor Sánchez, este es un riesgo que
España no se puede permitir. Comprenderán ustedes, señorías, que lo procedente en este momento sería
perseverar en las reformas que traen crecimiento y empleo y no solo liquidarlas por el hecho de que se
hayan aprobado a iniciativa y con los votos del Partido Popular. Porque, señorías, no se trata de cambiar
por cambiar, por afán de novedad, por no saber estarse quieto o por cualquier otro motivo pueril.
Cuando
uno se ocupa de la gente lo más nuevo no es necesariamente lo mejor. A nadie se le ocurre, por mucho
afán de novedad que le embargue, cambiar el rumbo cuando las cosas se van encauzando. Nadie en su
juicio tira por la borda lo que da buenos resultados. Lo que hay que corregir —esto lo entiende cualquiera—
es lo que no funciona. Lo contrario se llama síndrome de Adán, algo propio de mentalidades inmaduras
que piensan que el mundo comienzan cuando llegan ellos. (Aplausos).
Esta es, insisto, la principal razón para no votar su investidura, señor Sánchez. Mi partido es —no lo
olvide—, porque así lo han querido los españoles —no lo olvide—, la primera fuerza política de España.
Como ustedes pueden suponer, no nos han apoyado más de 7 millones de españoles para apoyar la
voladura de nuestra obra y su sustitución por un pseudoprograma socialista. Señorías, esto lo entiende
cualquiera.
Otra cosa es que esto no satisfaga las pretensiones de algunos, que lo que quieren es que le
votemos a usted, pero lo que yo estoy diciendo es que esto lo entiende cualquiera. No estamos aquí para
negarnos a nosotros mismos. Les tenemos mucho respeto a nuestros electores y, como somos un partido
de personas libres y también respetamos al conjunto de los españoles, le vamos a decir no, señor Sánchez.
(Aplausos).
Señorías, España necesita además un Gobierno fuerte, con apoyos suficientes, que pueda desarrollar
sus propios planes sin agobios, un Gobierno estable, previsible y coherente. En suma, señor Sánchez, lo
que se llama un Gobierno. ¿Cree usted que lo que nos ha traído aquí responde a esta razonable exigencia?
Señoría, le dije el miércoles pasado que lo suyo era una impostura. Usted no podía ser investido sin el
apoyo del Partido Popular o el de Podemos.
Así es la aritmética, yo no tengo la culpa. No ha querido
hablar con nosotros —esa es su voluntad— y tampoco se tomó en serio la otra alternativa. En consecuencia,
viene usted aquí sin programa y sin una mayoría que pueda aplicarlo y conformar un Gobierno y no creo
que haya sido por un problema de falta de tiempo.
Todo esto, señoría, ha sido un fraude, un engaño, una farsa, insisto, una farsa. No ha traído nada.
Eso sí, debo reconocer que ha aportado usted un brillante y democrático —porque sí que es
democrático— argumento. Escuchen: Como no hay una mayoría de izquierdas, señores de Podemos,
súmense a mí —a él— y al señor Rivera, porque cualquiera de nuestras peores ideas siempre será
mejor que un Gobierno del PP. ¡Toma democracia! (Aplausos). Señor Sánchez, eso tiene un nombre y
es muy feo: sectarismo, señor Sánchez, sectarismo. (Aplausos).
En cualquier caso, señoras y señores
diputados del Partido Popular, no se preocupen ustedes, porque el señor Sánchez nos ha dicho hoy que
va a acabar con las políticas frentistas, así que ustedes, tranquilos, no van a tener ningún problema.
(Aplausos).
Señor candidato, su fiesta ha llegado al final. Ha perdido las elecciones, usted, con el peor resultado
de la historia de su partido, el peor, en casi cuarenta años. Ha perdido esta investidura. (Rumores).
Nos
ha hecho perder a todos el tiempo, ha generado falsas expectativas y las ha defraudado. Ha puesto las
instituciones al servicio de su supervivencia y eso también es corrupción, señor Sánchez, eso. (Aplausos.—
Protestas.—Varios señores diputados: ¡No!). Señoría, ha tenido su oportunidad y la ha desperdiciado.
No ha querido entenderse con quien ganó las elecciones ni ha sido usted capaz —porque no ha sido
capaz, señor Sánchez— de presentar una alternativa. No bloquee más la situación. Deje gobernar a
quienes los españoles han dado mucha más confianza que a usted, mucha más, señor Sánchez, 1.700.000
votos más.
Señor Sánchez, durante el debate ha reconocido en multitud de ocasiones que en esta Cámara —lo
ha dicho usted— no hay una mayoría de izquierdas. Si no la hay, actúe en consecuencia. Respete la
voluntad democrática de los españoles y no les obligue, por su cerrazón, por su sectarismo y por su
interés a tener que volver a pronunciarse el próximo 26 de junio.
Muchas gracias. (Aplausos de las señoras y los señores diputados del Grupo Parlamentario
Popular en el Congreso, puestos en pie.—Un señor diputado: ¡Adiós, Mariano!—Varias señoras y
señores diputados del Grupo Parlamentario Socialista dicen adiós con la mano.—Varias señoras
y señores diputados del Grupo Parlamentario Popular en el Congreso dicen adiós con la mano).
El señor RIVERA DÍAZ: Gracias, señor presidente.
Señorías, no sé si nosotros somos tan graciosos o tan amorosos, pero vamos a hablar de la sesión de
investidura. (Varios señores diputados: ¡Muy bien!).
Tenemos una oportunidad de oro para que España empiece a hacer las reformas que necesita. Hay
quien se conforma con un 21% de paro, hay quien se conforma con que el segundo problema de los
españoles sea la corrupción, hay quien se conforma con ser el país número veintiocho de la OCDE en
educación, hay quien se conforma con 750.000 familias que no tienen ingresos, hay quien se conforma
con que no haya igualdad salarial entre hombres y mujeres, hay quien se conforma con muchísimas
cosas, pero no es tiempo de conformistas, señor Rajoy, es tiempo de gente que quiere cambio y acción.
El conformismo y la pereza no son las mejores recetas para los días que vivimos. Regeneración
democrática, políticas sociales de igualdad, sanidad, educación y empleo, economía del conocimiento y
no economía especulativa. Europa es nuestro lugar natural como cuarta nación europea. Reformas
constitucionales para no romper España sino para hacerla más fuerte y más igual entre nosotros y, en
definitiva, rehacer el proyecto común español es el gran objetivo de estas doscientas reformas que hemos
firmado entre el Partido Socialista y Ciudadanos.
Por tanto, no les voy a pedir hoy que se sumen a ese
acuerdo que ni se ha leído, señor Rajoy, porque ha dicho que no hay acuerdo. No es que haya acuerdo,
es que hay doscientas reformas, no cinco como las que usted envió, doscientas. ¿Le da mucha pereza
leérselas? Léaselas, son doscientas reformas. (Aplausos). Son doscientas reformas para cambiar España
y no cinco, doscientas. (Protestas).
Doscientas reformas para cambiar este país. No les voy a pedir que participen
—silencio tampoco, porque sería increíble que en esta Cámara hubiera silencio—, pero sí voy a pedirles
que por lo menos los que nos escuchan desde casa —si es que conseguimos llegar a ellos— lo entiendan.
Necesitamos una nueva etapa política, no nos valen ni aquellos que quieren romper España ni aquellos
otros que quieren dejar que España se pudra.
Hay que volver a levantar este proyecto común español.
Y hoy van a votar juntos los que quieren romper España y los que dicen que no quieren cambiar nada, y
vamos a votar juntos también por el sí los que hemos entendido que hacen falta cambios, que hace falta
diálogo. Lamento que el señor Rajoy vote hoy con Bildu, con Esquerra Republicana o con Podemos, pero
es lo que hay. (Varios señores diputados: ¡Venga, hombre, por favor!—Protestas.—Aplausos).
Hablando también de la Transición, ¡qué diferencia entre aquel Partido Comunista y aquellos hombres
de Estado como el señor Solé Tura o el señor Carrillo y lo que hemos escuchado aquí, señor Iglesias, qué
diferencia! ¡Ojalá se parecieran ustedes al Partido Comunista de la transición, ojalá! (Aplausos).
Porque
venir del exilio y pactar con aquellos que piensan distinto sí que era épica, no la épica de laboratorio que
ustedes traen a esta Cámara. Épica de verdad. (Aplausos). Aquellos hombres y mujeres trajeron libertad,
igualdad, amnistía, autonomía y se dieron la mano bajo una misma bandera, bajo una misma Constitución
y hubo muchas renuncias por parte de aquel Partido Comunista, pero demostraron tener sentido de
Estado.
Quiero hoy aquí homenajear a aquellos hombres y mujeres que, independientemente de su
ideología, y no como hoy en esta Cámara, eran capaces de participar. (Rumores). ¿Cuántos ministerios
y secretarías de Estado pidieron desde el Partido Comunista? Ninguno; pedían libertad, solo libertad.
(Aplausos). Y también quiero recordar lógicamente a mucha gente de la UCD. En el Partido Popular hay
mucha gente que procede de la UCD y otros que proceden, como el señor Rajoy, de Alianza Popular.
Pues
bien, yo les pido a los miembros del Partido Popular que proceden de la UCD que se planteen por qué hoy
no se suman a una nueva etapa política y por qué hoy están votando conjuntamente con el señor Iglesias.
(Aplausos.—Rumores). El señor Iglesias dice que quiere un pacto a la valenciana. Teniendo en cuenta
los ministerios que pide, con quién va y el referéndum que quiere hacer, yo creo que usted quiere un
Gobierno de traca, más que a la valenciana. (Risas y aplausos).
Así que yo, al Partido Popular y a Podemos no les voy a pedir ya hoy, señor Rajoy, que se sumen a
doscientas reformas para España. Solo les voy a pedir que dejen de destruir y empiecen a construir.
Ambos extremos de la Cámara van a votar lo mismo, ambos extremos. Qué curioso, ¿verdad? Van a votar
lo mismo porque ustedes no pueden construir, porque solo están sabiendo destruir.
En cambio, hay un
acuerdo construido, por cierto, entre 130 diputados y 9 millones de españoles, que si no me equivoco son
más que 5 y 7. (Varios señores diputados: ¡Son 12, son 12!—Risas.—Rumores).
El señor PRESIDENTE: Silencio, por favor.
El señor RIVERA DÍAZ: Presidente… (Continúan los rumores).
El señor PRESIDENTE: Señor Rivera, un momento.
Señorías, el otro día dije, y me reafirmo en ello, que esas expresiones que explotan a veces y que se
traducen en aplausos o en abucheos son incontenibles y están bien porque retratan el clima y el ambiente
que hay en el Congreso de los Diputados. Pero ese ruido permanente, ese runrún constante, esa
increpación… (Rumores). Sí, déjenme acabar. Esa increpación al que tiene la palabra, eso no es asumible.
Les diré que el ruido no solo ahoga el sonido; el ruido ahoga la palabra, el ruido ahoga la razón y el ruido
ahoga el argumento. Por tanto, les rogaría a sus señorías que no ahogaran la esencia de lo que es esta
Cámara. (Aplausos). Silencio, por favor, y dejen al diputado que tiene la palabra continuar con ella.
Señor Rivera.
El señor RIVERA DÍAZ: Gracias, presidente.
Como les decía, 9 millones de españoles son más que 5 y más que 7, y para que fueran 5 y 7 tendrían
que estar el señor Rajoy y el señor Iglesias en el mismo Gobierno, que es lo último que nos faltaría por ver
después de todo el número que han montado. (Aplausos.—Rumores).
Así que no les voy a pedir que se
sumen a una nueva etapa política, no les voy a pedir que trabajen, porque el señor Rajoy ha puesto
incluso en jaque el papel constitucional del rey, pero no lo ha conseguido tumbar. Por tanto, ante esa
situación…. (Protestas). Sí, sí, le dijo que no al rey cuando le tocaba a él, según el propio señor Rajoy.
(Protestas.—Aplausos.—La señora Martínez Saiz: ¡Pero, hombre!).
Pues yo les digo que ustedes no
han conseguido poner en jaque ni el papel constitucional del rey ni a esta Cámara ni a la democracia. La
democracia funciona. Hoy se pone en marcha un procedimiento que, como ustedes lo van a impedir, abre
dos meses de incertidumbre, de bloqueo, porque así lo quieren el Partido Popular y Podemos, y como no
les voy a pedir que se sumen, como no les voy a pedir que construyan, como no les voy a pedir que traigan
aquí un acuerdo porque son incapaces de llegar a acuerdos, por lo menos les voy a pedir que se abstengan.
Muchas gracias. (Varios señores diputados: ¡Muy bien!—Aplausos).
El señor HERNANDO VERA: Gracias, señor presidente.
Señor presidente del Gobierno en funciones, señor Rajoy, se lo voy a decir con todo respeto: una sesión
de investidura encargada por el jefe del Estado nunca es corrupción, y usted debería saberlo. (Aplausos.—
Rumores). Y por la dignidad de lo que usted representa, debería retirarlo, señor Rajoy. (Aplausos).
¿Y a
este señor le quieren dejar ustedes de presidente del Gobierno en funciones? (Aplausos.—Rumores.—
Varios señores diputados del Grupo Parlamentario Podemos-En Comú Podem-En Marea hacen
signos negativos).
Cinco minutos, cuatro reflexiones. El otro día se utilizaron en esta Cámara dos imágenes que resumen
dos filosofías de avanzar en la complicada orografía de la Cámara: El abrazo, de Genovés, y La rendición
de Breda. Usar uno u otro cuadro para resumir el acuerdo entre PSOE y Ciudadanos era toda una
declaración de intenciones.
El abrazo es el reencuentro y Las lanzas la rendición después de meses de
sitio con la entrega de las llaves de la ciudad, es decir, del poder. Y ese es el problema, señorías, que
algunos están en la simbología bélica, en el asedio, en el asalto a los cielos o el asalto al poder, quizá
porque piensen que aquí tienen enemigos y no adversarios políticos. (Aplausos).
Pero los españoles
esperan de nosotros una solución que venga del diálogo, de la conciliación, del acuerdo entre diferentes,
es decir, de la transversalidad y no de la ruptura de unidad alguna. El acuerdo no es rendición, El abrazo
resume el espíritu de la transición, que ojalá vuelva a esta Cámara, que es donde se forjó.
Segunda reflexión. Cuando en el Congreso se agrede, se descalifica, se truena contra el adversario
político en aras de ser más incisivo, más agresivo, se generan unas ondas expansivas que salen de las
paredes del hemiciclo. Es como cuando se tira una piedra en medio de un lago; las ondas que generan
los insultos y las descalificaciones impactan en el «Diario de Sesiones», pero fuera de aquí generan
heridas difíciles de cerrar y dejan profundas cicatrices.
Esa es la peor manera de alcanzar acuerdos y de
querer alcanzarlos, si es que de verdad hay alguna intención de hacerlo. (Aplausos). Desterrar la ira, el
rencor, la rabia y las frivolidades va a ser imprescindible. Todos somos personas de profundas convicciones y las defendemos con entusiasmo y vehemencia, pero en la España de hoy, más que nunca, el Congreso
de los Diputados debería servir para tender nuevos puentes y no para abrir nuevas heridas.
Tercera reflexión. Durante muchos meses hemos escuchado en las televisiones y leído en 140
caracteres que la diferencia entre la izquierda y la derecha ya no existía, que era una falacia mantenida
por trileros y que el nuevo paradigma era lo nuevo y lo viejo. ¿Y cuál es hoy nuestra sorpresa? Pues que
es precisamente la ideología el material con el que se quiere levantar una auténtica muralla.
Nunca creí
en el fin de las ideologías y siempre supe que aquello de que la izquierda y la derecha eran categorías
superadas era una superchería que se utilizaba como mera excusa para abrir un espacio. Abierto el
espacio, ahora sí, la ideología vuelve a ser para algunos válida para levantar un muro. Pero, miren, no hay
nada más viejo que la política de frentes ni nada más caduco y vacío que el quítense ustedes para
ponerme yo. (Aplausos.—Rumores).
Última reflexión. En este acuerdo que hemos firmado entre Ciudadanos y Partido Socialista hay 140
medidas que podrían tener el apoyo de 200 escaños. El acuerdo está abierto a la suma y quiero que
tengan en cuenta el poder de su voto; el poder de un voto en la democracia es lo más importante. (La
señora Surra Spadea pronuncia palabras que no se perciben). Con su voto, 750.000 familias pueden
tener un ingreso vital (La señora Surra Spadea, puesta en pie, coloca las manos haciendo el gesto
de tiempo muerto, mientras pronuncia palabras que no se perciben),
5 millones de trabajadores
pueden tener un convenio colectivo, 4 millones de trabajadores con contrato temporal mejorar su situación
y los diputados y los senadores ir a testificar a un juzgado de instrucción, como cualquier otro ciudadano.
Ustedes quizá puedan esperar, alguno incluso había decidido detener el reloj de la democracia porque
prefería disfrutar desde la atalaya de sus funciones, pero millones de personas llevan mucho tiempo
esperando y no pueden más.
Cada semana 500 familias sufren ejecuciones hipotecarias (El señor
Mayoral Perales pronuncia palabras que no se perciben), cada semana 3.000 jóvenes engrosan las
listas del paro. (Rumores). Ellos esperaban que hoy pusiéramos en marcha un gobierno para atender sus
problemas. Con el poder de su voto podrían dar respuesta a estas personas, podrían hacer el cambio
posible.
Echemos mano del valor cívico o de la concordia para hacer posible un cambio sin vencedores ni
vencidos. Por último, en lugar de hablar de manos tendidas de boquilla, den pasos valientes, como ha
hecho el candidato del Partido Socialista, al que de nuevo quiero reconocer su trabajo y su iniciativa,
porque con esta votación hoy hemos ganado el futuro, y el futuro será el acuerdo.
Gracias. (Aplausos de las señoras y los señores diputados del Grupo Parlamentario Socialista,
puestos en pie).
El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Hernando.
Señorías, ocupen sus escaños, porque una vez concluido el debate… (El señor Girauta Vidal pide
la palabra). ¿Sí?
El señor GIRAUTA VIDAL: Señor presidente, quiero invocar el artículo 71.3 del Reglamento por la
falta al decoro y la dignidad de este grupo parlamentario.
El señor PRESIDENTE: ¿Y qué quiere? (Risas.—Rumores). ¿Es un turno de alusiones?
El señor GIRAUTA VIDAL: No, no son alusiones.
Artículo 71.3. Alguien ha faltado al decoro y la dignidad de mi grupo parlamentario.
El señor PRESIDENTE: ¿En qué momento?
El señor GIRAUTA VIDAL: El señor Rufián, al que por favor quisiera contestar.
El señor PRESIDENTE: ¿Cuando ha dicho qué? Para saber de qué estamos hablando.
El señor GIRAUTA VIDAL: Cuando ha dicho que Ciudadanos no ha condenado el franquismo.
(Protestas.—El señor Hernando Fraile: Lo pedimos todos).
El señor PRESIDENTE: No, no; vamos a ver… (Rumores).
El señor GIRAUTA VIDAL: Se trata de una mentira que repiten a menudo. (Rumores).
El señor PRESIDENTE: El turno de alusiones corresponde exclusivamente cuando hay un juicio de
valor o una falsedad…
El señor GIRAUTA VIDAL: Es una falsedad flagrante.
El señor PRESIDENTE: No he acabado.
El señor GIRAUTA VIDAL: Disculpe, presidente.
El señor PRESIDENTE: Si hay una falsedad, tiene treinta segundos para decir que efectivamente eso
es falso. Punto.
El señor GIRAUTA VIDAL: Muy bien.
En la peor tradición de la propaganda, el señor Rufián cree que repetir mil veces una mentira la
convierte en verdad. Un discurso puede ser más o menos tortuoso, como el del señor Rufián… (Protestas).
El señor PRESIDENTE: No, eso es una valoración del discurso. No, no. (Protestas).
El señor GIRAUTA VIDAL: Lo que no puede ser es calumnioso y hay una calumnia y una mentira
flagrante. Ciudadanos condenó el franquismo por última vez el 27 de septiembre de 2013 en el Parlament
de Catalunya con Esquerra Republicana, porque nosotros hemos votado cuando se trata de condenar
dictaduras con el partido del señor Rufián. (Aplausos).
El señor PRESIDENTE: Gracias, aclarada la falsedad. Ya está. (El señor Hernando Fraile pide la
palabra). ¿Y ahora para qué? (Rumores).
El señor HERNANDO FRAILE: Señor presidente, usted sabe que no hay turnos por alusiones en este
preciso turno…
El señor PRESIDENTE: Señor Hernando…
El señor HERNANDO FRAILE: … sin embargo, ha tenido usted…
El señor PRESIDENTE: Señor Hernando. (Rumores).
El señor HERNANDO FRAILE: … ha tenido usted el error… (Protestas).
El señor PRESIDENTE: Señor Hernando, calle ya.
El señor HERNANDO FRAILE: … el error de dar la palabra… (Rumores).
El señor PRESIDENTE: Señor Hernando, el turno por alusiones lo recoge siempre el Reglamento,
siempre, por tanto, no intente interpretar el Reglamento, no intente retorcerlo. El turno por alusiones existe
siempre en el Reglamento y en esta Cámara. Se ha acabado la discusión y vuelve a no tener la palabra
(El señor Hernando Fraile, que continúa de pie: No, no, perdone.—El señor Bermúdez de Castro
Fernández, puesto en pie: Por el 71.3).
Se acabó la discusión. Ya sé que… (Protestas.—El señor
Hernando Fraile: No sabe lo que le voy a decir.—El señor Floriano Corrales: ¡Escúchele!—El señor
Hernando Fraile: Escuche, escuche). Pero si he escuchado su argumento. Vamos a ver, ha empezado…
(Protestas).
Tranquilos, un poco de educación y un poco de respeto a la Presidencia. Verán, ha empezado
su intervención diciendo que yo sabía que no existía en este turno el turno de alusiones, lo cual es falso
porque el turno de alusiones existe siempre en esta Cámara cuando se dan las circunstancias para las
alusiones. (El señor Hernando Fraile: Señor presidente…). Por lo tanto, a partir de ahí, se ha acabado
la discusión. Había una alusión por una falsedad que han querido demostrar como tal, se ha hecho y
punto, se ha acabado la discusión. (El señor Hernando Fraile: Señor presidente…—Protestas). A ver,
señor Hernando, qué es lo que quiere decir más allá…
El señor HERNANDO FRAILE: Sí, claro, si me deja usted, si no me interrumpe y me deja un poco que
le explique cuál es el procedimiento y lo que yo le planteo. (El señor Luena López y la señora González
Veracruz pronuncian palabras que no se perciben).
El señor PRESIDENTE: El procedimiento no me lo explique.
El señor HERNANDO FRAILE: Usted ha abierto la posibilidad de hacer este turno por alusiones, y yo
le pido ahora, al amparo del artículo 71.3, también ese turno. ¿Por qué, señor presidente? Porque también
ha habido alusiones al presidente del Gobierno en funciones y se ha dicho una falsedad.
El señor PRESIDENTE: No, no.
El señor HERNANDO FRAILE: Sí, sí. Se ha dicho una falsedad, una falsedad muy grave.
El señor PRESIDENTE: ¿Cuál?
El señor HERNANDO FRAILE: La que ha utilizado el señor Hernando para decir que nosotros hemos
dicho que era una corrupción la decisión del rey. (Protestas). Eso usted sabe que no es verdad y el señor
Hernando también, por tanto, le pido que se elimine del… (Protestas.—Aplausos).
El señor PRESIDENTE: Se ha acabado. (El señor Hernando Fraile: Le pido que usted cumpla con
el Reglamento, artículos 103 y 104.—Protestas). No. Ya sé que hay mucha gente acostumbrada a
utilizar esta especie de filibusterismo parlamentario para tener la palabra cuando no le corresponde.
(Protestas.—Varios señores diputados: No es verdad). Sí, hombre, sí.
El señor HERNANDO FRAILE: Señor presidente, está usted insultando al portavoz de este grupo,
pretendiendo que he hecho un uso abusivo del Reglamento y usted sabe que eso no es verdad. Usted
acaba de llegar a esta Cámara y se ha portado desde que ha llegado a la misma como un verdadero
arbitrario…
El señor PRESIDENTE: No tiene la palabra, señor Hernando. Señor Hernando, no tiene la palabra.
(El señor Luena López: Es el presidente del Congreso.—Aplausos). Yo puedo haber llegado ahora a
esta Cámara, pero conozco perfectamente lo que es el parlamentarismo y lo que es el Reglamento.
(Rumores.—El señor Hernando Fraile muestra el Reglamento del Congreso de los Diputados). Sí,
sí, ese Reglamento. Ya está, se ha acabado la discusión. No hay más turnos de palabra.
Se ha acabado.
(Protestas.—Los señores Tardá i Coma y Rufián Romero, puesto en pie, piden la palabra.—Un
señor diputado: ¡A dúo!). No, no, se ha acabado la discusión. Señor Tardà, no tiene… (Rumores) y
menos de dos en dos. Siéntense, siéntense, por favor, un poco de tranquilidad. (Rumores.—Un señor
diputado: No se ponga nervioso).
No, si yo no me voy a poner nervioso, no se preocupen. El Reglamento
recoge que hay alusiones de los grupos solo cuando se hayan vertido falsedades o haya habido juicios de
valor. (La señora Jordà i Roura: No, no). ¿Me dejan concluir? Ha habido una afirmación por parte del
Grupo de Esquerra Republicana que ha sido entendida como una falsedad por el Grupo Ciudadanos,
arguyendo que efectivamente lo que habían dicho no era cierto. ¿Ha sido así? (La señora Jordà i Roura:
¡Es que sí es cierto!—El señor Olòriz Serra: ¡Es cierto!—El señor Rivera Díaz enseña un documento).
Vamos a ver. Tranquilos. Parece ser que está ahí el documento que demuestra cómo el Grupo Ciudadanos…
(Rumores). Y a partir de ahí se acabó la discusión. Ya está. Vamos a seguir con el procedimiento.
(Rumores). Ya está, se ha acabado. (El señor Tardà i Coma hace gestos negativos).
Conforme establece el Reglamento de la Cámara, vamos a seguir con la votación.
La votación se va
a hacer por llamamiento y sus señorías responderán sí, no o abstención desde su escaño. (El señor
Tardà i Coma: ¡Señor presidente, no es cierto!). Puede chillar todo lo que quiera, pero no tiene la
palabra. (El señor Tardà i Coma pronuncia palabras que no se perciben). No tiene la palabra, señor
Tardà. (El señor Tardà i Coma: ¡No es cierto y usted no me da la palabra para demostrar que ha sido
una falsedad!).
Señor Tardà, siéntese y guarde silencio si no quiere que le llame al orden. (El señor
Tardà i Coma: ¡Por favor, deme la palabra!). Señor Tardà, le llamo al orden por primera vez. (El señor
Tardà i Coma: ¡Le exigimos que nos dé la palabra!—Varios señores diputados del Grupo
Parlamentario de Esquerra Republicana se ponen de pie). Señor Tardà, le llamo al orden por primera
vez. Siéntese. (El señor Tardà i Coma: ¡Le pedimos que nos dé la palabra!). No tiene la palabra y ya
está.
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