jueves, 15 de junio de 2017

MOCIÓN CENSURA PABLO IGLESIAS INTERVIENE ÁBALOS

El señor ÁBALOS MECO: Buenos días. Ayer, la diputada Irene Montero trajo un verso del entrañable Antonio Machado. Antonio Machado representó, para gente como yo, nuestro propio crecimiento personal. Nos enseñó a comprometernos políticamente también. Así es que le agradezco que utilizara este verso. Dijo: «Ya hay un español que quiere / vivir y a vivir empieza, / entre una España que muere / y otra España que bosteza». 

Me hubiera gustado que hubiera terminado este verso, porque podría haber entendido alguno de los sentimientos que a los socialistas nos han guiado durante todo este tiempo. El verso sigue: «Españolito que vienes / al mundo te guarde Dios. / Una de las dos Españas / ha de helarte el corazón». Y, efectivamente, esta es la historia de nuestra España. Como decía Gil de Biedma, la más triste de todas las historias tristes es sin duda la de España. Y algunos que vivimos el ambiente de la derrota, una España de vencidos y vencedores, de dos Españas irreconciliables con cultos e ideologías que nos hacía imposible ser españoles, sabíamos que había que acabar con eso. Y ese es el surgimiento de ese régimen del 78, es ese; eso que llaman régimen del 78. (Aplausos). 

Compartí esa época con gente que había peleado muchísimo. ¡Fíjense qué cosas! Era un muchacho, un adolescente, y militaba en la Juventud Comunista, que era ilegal. Veía a los veteranos y aprendía de ellos, me quedaba embobado escuchándoles. La gente mayor era una referencia. Nos gustaba la gente con experiencia. ¿Por qué? Porque acreditaba trayectorias, porque sabíamos lo que habían hecho. Y vi muchísima generosidad; aprendimos generosidad y entendimos que teníamos que construir una España para todos los españoles, para que a ningún españolito tuviera que helársele el corazón. Ese fue nuestro empeño, ese es el proyecto del Partido Socialista y por eso trabajamos una línea básica: la cohesión social, acabar con la división. (Aplausos). 

¿Y qué es cohesión social? Pues alimentar el sentimiento de pertenencia a esta nación, sentirse parte de la misma, que no tuviéramos que optar por una bandera u otra, que la bandera nos cobijara a todos y tener un proyecto nacional, un proyecto de país que nos permitiera esa pertenencia. Y esa es la obra del Partido Socialista: igualar, cohesionar y hacer una patria, eso sí, una patria para todos los españoles. (Aplausos). Señorías, nuestro país se encuentra en una situación excepcional caracterizada por dos realidades palmarias: el deterioro social y el descrédito de las instituciones democráticas. 

El máximo responsable de esta doble degradación social e institucional es el Gobierno del Partido Popular que merece, por tanto, la máxima crítica, una clara reprobación y la aplicación de un correctivo político por parte de los representantes de la ciudadanía española, de esta Cámara. El gravísimo deterioro social que sufren los españoles tiene su origen en las políticas de recortes de derechos emprendidas por el Gobierno del Partido Popular desde el año 2012, aprovechando la crisis económica y financiera, porque hemos dicho y hemos insisto reiteradamente en que la crisis no es el fundamento de los recortes del Partido Popular sino la excusa. El fundamento siempre fue la ideología, siempre ha estado la ideología presente, la ideología de la desigualdad y de la injusticia.

El Gobierno del Partido Popular ha apostado por un modelo de competitividad basado en salarios bajos, jornadas largas y contratos precarios. La distribución de las rentas demuestra menos remuneración a los asalariados mientras suben los beneficios empresariales. Aumentan las desigualdades y se agrava el empobrecimiento de los perdedores de la crisis, fundamentalmente parados de larga duración. Han pasado ya cinco años desde la aprobación de la reforma laboral y es urgente su derogación. 

La reforma laboral ha tenido como resultado un paro de larga duración cronificado, un paro juvenil disparado junto a los mayores niveles de Europa en explotación y empobrecimiento laboral. Ustedes han apostado por un modelo de precarización creciente, de salarios indignos, de horas de trabajo impagadas y de flexibilización del despido. Ustedes han destruido la negociación colectiva, una conquista de los trabajadores de este país, y han debilitado las políticas activas de empleo —no alcanza al 50% el número de desempleados que tiene alguna prestación—, siendo las mujeres las principales perjudicadas, que son expulsadas del mercado de trabajo. Su tasa de actividad comenzó a bajar desde 2012 por primera vez en cuarenta años y no ha dejado de hacerlo, y tienen tasas de temporalidad y de parcialidad 9 puntos por encima de los hombres. 

Precarización, salarios bajos, discriminación laboral de la mujer tienen, por lo demás, un efecto directo en los ingresos por cotizaciones sociales de la Seguridad Social; la gran perdedora, la gran víctima de este Gobierno que, en lugar de trabajar para revertir el déficit e incrementar sus ingresos mediante mayores transferencias del Estado, ha preferido gastarse la herencia recibida, la llamada hucha de las pensiones. 

La única política emprendida al respecto por este Gobierno ha sido la reducción del gasto en el sistema público de pensiones, condenando a los pensionistas a una permanente pérdida de poder adquisitivo, es decir, al empobrecimiento. La propia autoridad fiscal estima que, si no se cambia el índice de revalorización de las pensiones públicas, los pensionistas perderán más de un 10% de poder adquisitivo en los próximos cinco años. 

El Gobierno ha reconocido en la actualización del Programa de Estabilidad que ha enviado recientemente a la Comisión Europea que, como consecuencia de la reforma de 2013, el gasto en pensiones en las próximas décadas será menor que el que tenemos hoy, solo que con 6 millones de pensionistas más. Así el panorama, la cuantía de la pensión será menor o, al menos, con mucho menor poder adquisitivo. La política fiscal del Gobierno del Partido Popular se ejemplifica bien en la última sentencia del Tribunal Constitucional que declara nula su amnistía fiscal, como consecuencia —hay que recordarlo porque para algo también sirve a veces la oposición— de un recurso que presentó este Grupo Parlamentario Socialista. (Aplausos). 

Cinco años después tenemos la sentencia; es así también como se da la razón en este país: con el tiempo. Hay que situarse en el contexto de 2012, cuando se decretó esta amnistía fiscal. El Gobierno subía los impuestos, pese a su famoso liberalismo; subía los impuestos a los trabajadores, el IRPF y el IVA —el IVA «de los chuches» incluido—; sin embargo, a los grandes defraudadores se les perdonaba el pago de sus obligaciones tributarias; una amnistía injusta e inmoral, diseñada y aplicada por el ausente ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro. 

Esta amnistía ha sido un traje a medida para presuntos delincuentes y defraudadores, muchos de ellos dirigentes del Partido Popular. No hay caso de corrupción en España en el que algunos de sus implicados no se haya acogido a esta amnistía. En cualquier país de nuestro entorno el ministro de Hacienda habría dimitido ya, pero aquí sigue en su escaño, cuando quiere venir. El Grupo Socialista pondrá en marcha la semana que viene la reprobación del señor Montoro, para ir haciendo una lista de ministros reprobados. (Aplausos). 

Los recortes sociales se han cebado especialmente en los parados con menos cobertura y menos prestaciones; entre los pensionistas, con pérdidas graves del poder adquisitivo; y entre las personas en situación de dependencia, con una inaplicación dolosa, dolorosa y vergonzosa de la ley que les garantiza atención y ayuda y que tenemos el orgullo de haber promovido. (Aplausos). Ninguna medida para avanzar en una igualdad retributiva entre hombres y mujeres ni en materia de conciliación y corresponsabilidad. 

Ninguna medida se ha dado en los últimos cinco años para avanzar en el necesario conocimiento y sensibilización contra la violencia de género; una violencia que mata a las mujeres, que mata a los hijos y a las hijas de estas mujeres y que necesita de la articulación del demandado plan de prevención de violencia de género de carácter permanente. 

Y es que el Gobierno del Partido Popular ha supuesto un claro retroceso en la igualdad entre mujeres y hombres; ha dejado de desarrollar acciones normativas y políticas públicas que son imprescindibles para avanzar en este campo; ha impedido la tramitación de iniciativas para equiparar los permisos de maternidad y paternidad y hacerlos intransferibles; ha acabado con los planes de igualdad de las empresas al desarticular la negociación colectiva; ha recortado el presupuesto de igualdad —acabamos de aprobar unos Presupuestos Generales del Estado sin ningún recuerdo para estas políticas—; ha limitado el derecho de las mujeres jóvenes a la interrupción voluntaria del embarazo. 

Con ustedes se ha agrandado la brecha de género. Han sido un Gobierno con un clarísimo impacto de género negativo. (Aplausos). El resultado de la brutal política de austeridad del Gobierno es que la pobreza y la desigualdad alcanzan cifras que deberían ser insoportables para un Gobierno responsable y comprometido con la ciudadanía. Según la encuesta de condiciones de vida, el porcentaje de población en riesgo de pobreza se situó en 2016 en el 22,3%. 

Actualmente, uno de cada tres menores en España está en riesgo de pobreza o exclusión social. Esto significa que el 80% de estos niños no tienen más futuro, seguramente, que el de ser pobres. Ese es el futuro que le espera a un tercio de nuestros niños, ser pobre, no ser licenciado en nada, pobre. La política educativa ha consolidado la desigualdad y el ataque constante a la escuela pública con una ley regresiva, excluyente, segregadora y confesional, como es la Lomce, que tiene que ser derogada. Se ha dificultado la obtención de becas, al tiempo que se han incrementado los precios de la matrícula universitaria, expulsando a muchos jóvenes de la universidad. 

El balance de la gestión del Gobierno en materia de cultura es también profundamente negativo. Su política cultural está caracterizada por la falta de diálogo, por un discurso agresivo hacia los artistas y por decisiones como la subida del IVA cultural, que ha dejado un escenario de deterioro en la actividad del sector de cultura. Condenan también a los jóvenes a buscar su presente y su futuro fuera de nuestro país. 

Miles de jóvenes han salido fuera de España en busca de una oportunidad laboral. Esta salida, además del sacrificio personal y familiar, representa una descapitalización del talento, que ha afectado especialmente al sistema de ciencia, tecnología e innovación de nuestro país y que de no revertirse perjudicará gravemente a nuestro futuro desarrollo social y económico. 

Señorías, el descrédito institucional de nuestro país ha alcanzado cotas desconocidas desde la recuperación de la democracia. La justicia ha acreditado que el partido que preside el, a su vez, presidente del Gobierno se presentaba a las elecciones con la ventaja fraudulenta de una financiación adicional e ilegal, un partido dopado, el primer partido político que en la historia de nuestra democracia se sienta en el banquillo como partícipe, a título lucrativo, en una trama de corrupción. 

No hay tesorero o administrador del Partido Popular que no esté investigado, encausado o directamente en la cárcel. Los españoles ya estamos muy familiarizados con siglas como la UCO, de la Guardia Civil, y muy poco con otras, como el SEPE o Servicio Público de Empleo. (Aplausos). El próximo día 26 de julio se va a producir una imagen inasumible para los españoles. Por primera vez, el presidente del Gobierno de España comparecerá ante la Audiencia Nacional. El presidente va a tener que declarar próximamente en este juicio, y dice que, como siempre, va a colaborar con los tribunales. Pero no colabora con la justicia quien pide la nulidad radical de las actuaciones, como hizo el Partido Popular, para lograr la impunidad de los treinta y siete procesados. 

No colabora con la justicia el que destruye a martillazos ordenadores para destruir pruebas. Va a declarar como testigo, sí, pero en un juicio en el que los acusados son altos dirigentes de su partido por delitos que pudieron cometer precisamente porque estaban en el partido o vinculados al Partido Popular. Ni uno solo de los que se sentarán en el banquillo podría haber cometido esos delitos si no hubieran estado en el Partido Popular. (Aplausos).

Un juicio en el que hay una organización acusada de ser responsable civil por unos hechos que se califican como delitos de prevaricación, fraude a las administraciones públicas, cohecho, falsedad, malversación, estafa, asociación ilícita y delito fiscal, y esa organización es el Partido Popular, que el señor Rajoy preside desde hace trece años. Por eso va a declarar en la Audiencia Nacional. Va a sentarse allí como testigo, pero cuando mire al banquillo de los acusados no dejará de reconocer a todos como viejos compañeros de partido. Recordará reuniones internas, preparativos de campañas electorales… 

Ellos también le mirarán y le reconocerán. Por eso quería declarar por videoconferencia, para evitar por todos los medios esos cruces de miradas que hoy ya sabemos que no podrá evitar. Ustedes, señores del Partido Popular, no han optado por luchar contra la corrupción, por controlar a los corruptos que aparecen en su partido, sino por controlar a los jueces y fiscales encargados de investigarlos y juzgarlos; como hicieron con el nombramiento de Manuel Moix como fiscal jefe Anticorrupción y las maniobras dirigidas a obstaculizar la actuación de los fiscales encargados de la investigación del caso Leza; como han hecho con otros nombramientos promovidos en el ministerio fiscal para favorecer los intereses de los investigados en las causas de corrupción que les afectan y que han provocado que esta Cámara haya reprobado por primera vez en la democracia a un ministro y al fiscal general del Estado. (Aplausos). 

Un ministro de Justicia que, por cierto, sigue sentado en el banco azul, pese a haber sido reprobado por esta Cámara. Esto es una muestra inequívoca del escaso aprecio que tiene este Gobierno por la voluntad que manifiestan estas Cortes Generales.

En la actual legislatura, la distribución de escaños en esta Cámara ha posibilitado que resulten aprobadas muchas iniciativas de la oposición, muchas especialmente de este Grupo Socialista; con ellas, hemos tratado de marcarle al Gobierno un camino en sentido opuesto al que ha venido siguiendo, pero ningún cambio de actitud se ha apreciado en este Gobierno; ninguna de estas medidas las hemos podido poner en marcha; ningún gesto, ninguna medida en estos meses; un claro desprecio a las resoluciones de este Parlamento, una falta de respeto a la representación de la soberanía popular, que somos nosotros. (Aplausos). 

Ustedes deben pensar que aquí nos juntamos 350 personas, cada una con una opinión diferente, que hablamos, comentamos, con opiniones que no vinculan al Gobierno. No es así, señorías. Aquí está representada la soberanía popular. Por eso, el grado de vinculación al Gobierno de las resoluciones del Congreso es directamente proporcional a la convicción democrática de quien preside este Gobierno. El Gobierno ha utilizado las instituciones para beneficio partidista. Además de la justicia, ha utilizado a la Policía para menoscabar al adversario político y proteger a presuntos delincuentes por corrupción, miembros de su partido. 

De igual modo que lo han hecho con la amnistía fiscal para que unos cuantos corruptos, vinculados al Partido Popular, pudieran blanquear dinero y eludir responsabilidades. Por todo ello, señorías, este Gobierno bien merece una censura. Es claro que merece una censura, pero nuestra Constitución requiere la presentación de un candidato alternativo a la Presidencia, paralelamente a la exigencia de responsabilidad pública, lo que se llama moción de censura constructiva. 

Para ello, es imprescindible presentar a la ciudadanía, a la opinión pública, un programa de gobierno y un liderazgo verosímil y viable porque, en caso contrario, el efecto de un uso impropio o inadecuado de este instrumento puede ser, precisamente, que el censurado sea finalmente el propio candidato y que quien es objeto inicial de la censura vea reforzada la estabilidad de su Gobierno. No dudamos del ajuste constitucional de esta iniciativa ni ponemos en cuestión la legitimidad ni el porqué ni el para qué. 

Esto es un derecho que le asiste al grupo parlamentario proponente, pero alguna duda tenemos de la intencionalidad, sobre todo cuando uno lee un documento como este (Muestra un documento), titulado «Análisis de marcos y coyuntura: Éramos pocos y llegó Sánchez» (Aplausos), del equipo de argumentarios de Podemos, de 26 de mayo, en el que se puede leer lo siguiente: El tema central ahora en estas próximas tres semanas no es tanto echar al Partido Popular como realidad, como el saber seguir estando al frente de la ola de indignación y vergüenza contra el Gobierno del Partido Popular que se ha desatado. 

La pregunta es: ¿Les preocupa la indignación y la vergüenza de la ciudadanía? ¿Les preocupa el motivo de dicha indignación o vergüenza, o simplemente les preocupa seguir estando al frente de esta ola de indignación? Porque si es lo último, estamos utilizando los sentimientos de la gente para abrirnos un camino estratégico de carácter partidista. (Aplausos). 

El documento —imagino que es de ustedes—, que no tiene desperdicio, añade: Es fundamental en este momento no ceder en lo más mínimo a las trampas vinculadas a la posibilidad de pactar una moción con el Partido Socialista, previa retirada sin condiciones de la nuestra, que nos pueda tender desde espacios como Compromís —ya hecho— o cierta izquierda mediática próxima al sanchismo que nos pretendan hacer. O sea, que no hay que caer en esa trampa. Y continúa diciendo: Cualquier concesión discursiva o política a quienes hablan de que debemos retirar la moción por responsabilidad, no solo no tendría un efecto positivo sino que sería otorgar al PSOE el liderazgo de facto de la oposición y un escenario a medio plazo muy favorable para sus intereses. (Risas.—Aplausos). 

Si Sánchez cumple con su nuevo relato y trata de acercarse realmente a una alternativa de cambio junto a Unidos Podemos, los medios del régimen y su propia oposición interna no lo van a tolerar. Si no lo hace, seremos nosotros quienes lo castiguemos por ello y sus propias bases y votantes reilusionados los que se sentirán traicionados. 

Debemos, por ello, saber aprovechar ese escenario para tensionarlo y no permitir que pueda desarrollar una estrategia capaz de consolidar un escenario a medio plazo favorable a sus intereses que les permita desarrollar una estrategia envolvente contra Unidos Podemos y sus confluencias. (Rumores). En fin, yo no lo voy a interpretar, pero permítanme que tenga serias dudas de la oportunidad o de la intencionalidad de esta moción. Yo creo —y el Grupo Parlamentario Socialista así lo entiende— que esta moción de censura no es buena por tres razones. 

En primer lugar, porque no está bien planteada. Una iniciativa de estas características se trabaja, se construye y se buscan los apoyos antes de presentarla e incluso antes de anunciarla. Me han criticado muchos por lo de ‘maduro’. Yo me refería a las condiciones de maduración que exige una iniciativa de estas características, pero la verdad es que nosotros no hemos tenido conocimiento de ninguna propuesta de verdad hasta ayer. En todo caso, si solamente fuéramos nosotros, tampoco pasaría nada, leído el documento, pero que se queje Bildu… (Risas.—Aplausos).

Es cierto que pretender ganar una iniciativa de este tipo es muy complicado, y ni siquiera en los antecedentes históricos se hizo con este propósito; se hizo básicamente con el propósito de dejar clara una posición, de protagonizar la vida política y sobre todo de generar expectativas en torno a una alternativa de futuro, pero aquí todo eso no se da. Con quince apoyos más, ignorando a la principal fuerza de la oposición, no parece que vayamos a generar una alternativa. 

Yo agradezco las palabras del señor candidato; le agradezco primero el tono, porque no hay color entre ser insultado y ser tratado como esta vez. (Aplausos). No solamente lo agradezco, sino que recojo la invitación; prefiero así que de la otra forma que hemos conocido. Pero aquí no se va a conseguir un resultado en el que se pueda visualizar una alternativa. 

La moción no va a prosperar y, al final, lo único que se va a conseguir es que esta bancada (Señalando a los escaños del Grupo Parlamentario Popular en el Congreso) se levante a aplaudir como si hubiera superado un ataque feroz, como si hubiera superado una prueba dificilísima, y al final lo vamos a consolidar un poquito más. Esa es la foto que va a quedar. Vamos a fortalecer a aquel que queríamos censurar y no me parece la vía más adecuada. Y desde luego no nos traslade la presión sobre nuestro voto sabiendo que en esta ocasión es irrelevante. Ni aunque votáramos que sí esto saldría adelante, ¿verdad que no? 

Pues entonces dejen de alimentar la expectativa de que aquí nos estamos jugando que el señor Rajoy salga, porque no es verdad. (Aplausos). No es verdad, no es verdad. Hubo una oportunidad estupenda hace un año —y me sabe mal recordarlo—, que si la hubiésemos aprovechado, esta parte del discurso que he hecho me la habría ahorrado, esta sesión de dos días también nos la habríamos ahorrado y hoy tendríamos un Gobierno progresista de regeneración que no tenemos. (Aplausos). 

Estamos peor, sí, por una razón; el candidato nos ha dicho que lo importante no es la candidatura, sino acabar con el Gobierno del señor Rajoy, pero es que hace año y pico era lo mismo. No era la candidatura, no pongan esa excusa, no la pongan. (Aplausos). Si ahora da igual, antes también. Es lo mismo. Puestos a imaginar, imaginemos que unos cuantos votamos que sí a la candidatura que nos ofrece y sale, ¿con qué mayoría parlamentaria gobernaría usted? 

¿Con qué mayoría va a gobernar el día a día así? ¿No ve que es inviable? Entonces, no generemos una falsa expectativa. Este es un acto fallido en origen, así que libérenos de esa responsabilidad. Le agradezco que nos trate bien, pero quítenos la responsabilidad de que por el hecho de que nos abstengamos el señor Rajoy siga, porque no es verdad; además, queremos demostrarle que a veces abstenerse tampoco es tan grave. (Aplausos). Se me está acabando el tiempo, pero hay una cuestión que a mi grupo le interesa: mirar al futuro. 

Dicho esto del pasado, vamos a dejarlo ahí. Nos interesa el futuro y en ese futuro nos importan las reformas que podamos emprender e impulsar desde las mayorías alternativas en este Congreso y por eso le recojo el guante; reformas sobre un nuevo Estatuto de los Trabajadores que recupere derechos y libertades; reformas para revertir los recortes sociales y los recortes en libertades; pero una reforma ineludible también —ha estado presente en todo el debate— es la que afecta a la organización territorial del Estado y en concreto a Cataluña. Los socialistas estamos dispuestos a trabajar y a colaborar con los demás para lograr esa reforma territorial pendiente y hoy es una buena ocasión para ofrecernos de nuevo a la más importante tarea colectiva en estos momentos. 

Hubo algunas actitudes que no favorecieron la convivencia. El Partido Popular hizo todo lo posible para que fracasara el pacto estatutario y después no ha hecho nada en cinco años para favorecer el diálogo entre los gobiernos catalán y español (Aplausos), pero no es el Gobierno el responsable del más descarado y prepotente ataque a la integridad del Estado y a la soberanía nacional. El primer deber de un demócrata es el respeto a la Constitución y a la ley. 

No hay democracia sin ley, no hay democracia sin ley. La ley no es divisible ni admite un cumplimiento parcial. No puedo escoger entre lo que me gusta y lo que no me gusta porque todo es ley y ni mucho menos se puede permitir qué normas cumplimos y qué normas violamos. Por todo ello, reiteramos nuestro compromiso con cuantas medidas legales se adopten para seguir cumpliendo con la ley e impedir cuanto contribuya a romper la realidad de nuestro país y un Estado de derecho. No entendemos España sin Cataluña ni Cataluña sin España. 

Lo reafirmaremos cuantas veces haga falta, aunque nos canse. (Aplausos). También hemos dicho una y otra vez que la responsabilidad de las decisiones que desde hace tiempo se toman en Cataluña corresponden exclusivamente a sus autores y promotores y lo mismo ocurre con las consecuencias que de ello se deriven. La fractura no triunfará, pero dejará heridas profundas dentro y fuera de Cataluña y nuestro deber es evitarlas, intentando que haya diálogo y no silencio; hacer política y no trincheras. De la ley a la ley. Ese fue el camino que iniciamos hace cuarenta años, el que nos ha permitido tener nuestro mejor periodo histórico. 

No es ningún obstáculo la Constitución. En cuanto marco de convivencia, puede adaptarse a las necesidades mayoritariamente sentidas, siempre que se haga de acuerdo con las normas establecidas, sin buscar otros atajos que no contemplan el respeto a esta ley y, por supuesto, con la mayoría suficiente. Nosotros hemos propuesto una reforma constitucional federal que reconozca la realidad nacional catalana. Es una propuesta que lleva asociada además una voluntad clara de que los catalanes y el conjunto de las ciudadanas y los ciudadanos españoles voten. Sí, pero queremos que voten de verdad, con todas las de la ley y en el marco de la ley. (Aplausos). 

Si me permite, le haré una pregunta, señor Iglesias. Ayer defendió el derecho a decidir de Cataluña y del País Vasco y hoy también. Yo le pregunto, si todas las comunidades autónomas deciden ejercer ese derecho a decidir que hoy les ofrece para determinar el tipo de relación jurídica especial a mantener con el Estado, ¿me quiere decir ante quién lo ejercen? ¿Dónde estará ese Estado? ¿En qué consistirá? O, dicho de otro modo, ¿España para usted es algo superior y diferente a las diecisiete comunidades autónomas o se reduce a la mera suma artificial de estas comunidades? ¿Tiene España identidad propia, más allá de la suma de diecisiete comunidades autónomas? 

¿El Estado español tiene territorio o es solo un entramado administrativo de gestión de lo que cada una de estas comunidades autodeterminadas decidiera y estableciera libremente? Si esto no es así, ¿me puede decir cuáles son las entidades territoriales a las que niega a priori la condición de nación, las que no pueden autodeterminarse, las que se quedarían reducidas a constituir una España que ya no sabríamos qué es? Señorías, miremos hacia delante. 

Al Grupo Parlamentario Socialista lo que le importa es construir una mayoría alternativa para ganar elecciones y hacer la revolución allá donde resulta más eficaz, en el Boletín Oficial del Estado; para ofrecer a los españoles de nuevo la esperanza de un futuro mejor. ¿Cómo? Con una izquierda valiente, pero de Gobierno; de Gobierno, pero valiente, las dos cosas. Ese es nuestro empeño y ese será nuestro trabajo. (Aplausos). 

Para terminar —con permiso de la Presidencia, porque se me acaba el tiempo y soy consciente de ello—, solo quiero dejar cuatro mensajes muy breves. El primero es para los proponentes de la moción. Los socialistas somos los primeros en valorar la necesidad de censurar a este Gobierno y creo haberlo dejado claro. También somos los primeros dispuestos a construir mayorías alternativas en esta Cámara —le recojo el guante— para desmontar las políticas injustas del Partido Popular y para sacar adelante las reformas justas que reclama la sociedad española. Ahí nos va a encontrar siempre, pero, con todo el respeto, lo más que podemos hacer en esta iniciativa es abstenernos. 

El segundo mensaje es para el Gobierno del Partido Popular. Hoy saldrán de esta —han salido ya de varias—, pero les aconsejamos que no lo celebren demasiado. Los diputados del Partido Popular acabarán aplaudiendo hoy satisfechos con el presidente del Gobierno, pero han de saber que los españoles, incluidos muchos de los que les votaron, ya no les aplauden. Muchos españoles ya están cansados y hartos por los recortes, por las corruptelas, por las injusticias y por las indecencias. Hoy van a salvar esta censura, pero más pronto que tarde no salvarán la que les plantearán los españoles. (Rumores). 

El tercer mensaje es para Ciudadanos. Pueden seguir manteniendo sus deseos de ser los herederos del Partido Popular, de representar a la nueva derecha española, una derecha más moderna y más estética; pueden compartir el modelo económico y social del Partido Popular, pero resulta innecesario e incomprensible que, cuando han tenido la oportunidad de mostrarse intolerables frente a la corrupción, no hayan contribuido a los gobiernos en la Región de Murcia ni en la Comunidad de Madrid. (Rumores). 

Por último, el mensaje definitivo va dirigido al conjunto de españoles y españolas. Muchos y muchas ya lo saben, pero queremos expresarlo hoy con claridad. Somos el nuevo Partido Socialista Obrero Español, dispuesto a combatir con justicia las injusticias, dispuesto a convertir la resignación ante los problemas en una nueva esperanza de futuro. Muchas gracias. (Prolongados aplausos de las señoras y los señores diputados del Grupo Parlamentario Socialista, puestos en pie.—Rumores).

El señor ÁBALOS MECO: Gracias, presidenta. Gracias por haber sido generosa, excesivamente generosa incluso. Señor Iglesias, yo le pido casi como favor, ya que estamos manteniendo inusualmente un buen tono, que no ofenda a mis compañeros. Yo puedo discrepar mucho con mis compañeros, a veces a niveles que nadie lo puede entender, pero son mis compañeros. Quiero decir que no me gusta que alguien valore o enjuicie la actitud de mis compañeros. (Aplausos). Yo siento que formo parte del mismo partido que mis compañeros, además sería tremendamente negativo que no entendiera la pluralidad de mi organización y pretendiera entender la pluralidad de este país. Pluralidad en todas partes. 

Lo único que nosotros tenemos es que no nos cortamos nada. (Risas.—Aplausos). No disimulamos, cada vez somos más naturales. Pero son mis compañeras y mis compañeros, que forman parte de un partido que estimo, que aprecio y que se hizo con el esfuerzo, el sudor y la sangre durante 138 años y que fundaron los trabajadores de este país. (Aplausos). Este fue el instrumento de la clase trabajadora, y lo sabe bien. Y así queremos permanecer. 

Y somos nuevo PSOE, sí, pero somos también el PSOE de siempre. Si algo caracteriza a nuestro partido ¿sabe qué es? Nuestra capacidad para renovarnos, para actualizarnos, para adaptarnos en el tiempo, para ser siempre el motor de la modernidad, el partido que mejor interpreta las necesidades de nuestra gente, por eso tenemos 138 años de historia, no por otra razón. (Aplausos). Y por eso nos toca renovarnos y nos toca vivir procesos como el que hemos vivido y otros procesos que vivimos, porque nuestra historia no es lineal, está llena de saltos y de sobresaltos, pero es el partido y yo pido respeto a todos los compañeros y compañeras de mi partido. 

 Compartimos diagnóstico, yo estoy de acuerdo en eso, además siempre lo he pensado. Es más, les tendré que decir que si algo les valoro es su capacidad para hacer diagnóstico. Ahora, conocido ya el tema, vayamos a ver qué hacemos. (Risas). Y ahí es donde tenemos que tenerlo claro. ¿Cuál es el problema? Que a lo mejor en las propuestas tampoco discrepamos tanto, luego tendremos que pensar qué ánima hay por ahí. Si al final es un problema de voluntad, de interés partidista, de tirarnos de la pista, no sé, yo creo que sí, que ha sido así. 

Este documento que les he leído me parece fiable. Quiero plantear otra cuestión. Yo tengo claro lo que he dicho, pero mi partido tiene muy clara también la percepción de las fuerzas políticas que concurren aquí. Además, en eso estamos todos de acuerdo, en el juicio que hacemos sobre las formaciones políticas no tenemos ningún problema. Sabemos que Ciudadanos no está a la izquierda, vamos a dejarlo ahí, no está la izquierda; pero hay momentos en la política que hay que sumar, que hay que abrir escenarios, sobre todo cuando se trata de regenerar. Es lo que hicimos en la Transición, claro que sí; tuvimos que entendernos. 

Yo defendí en las calles como militante del Partido Comunista los Pactos de la Moncloa, como militante participando en los servicios de orden. ¿Aquello no fue pactar? ¿No hubo que entenderse? Pero abrimos el mejor período de la historia de este país. (Aplausos). Y el año pasado tocaba cerrar una etapa y abrir otra, y la podíamos abrir con quien quisiéramos. Pero además sin un cheque en blanco, no como con la moción de censura de hoy, que hay que creérselo todo, no, con un documento. 

En este documento —que, por cierto, a usted le parece que es de derechas, pero fíjese en las propuestas que ayer presentó, señor Iglesias— aparece la ley de contratos del sector público, en la página 53; el plan nacional de lucha contra el fraude, en la página 54; nueva ley de financiación de partidos políticos, en la página 43; derogación de la ley Berlusconi, en la página 56; independencia del Poder Judicial, en la página 56; ley contra puertas giratorias, en la página 52; reforma del delito fiscal, en la página 18; reforma del Código Penal para introducir un delito de enriquecimiento ilícito, en la página 54, y así les puedo seguir leyendo. Están todas las medidas. (Aplausos). 

No descalifiquemos los hechos o los actos por los actores. Fijémonos en los contenidos y en el fin para el que van dirigidos estos actos. Nosotros conseguimos un acuerdo con otras formaciones para priorizar el esfuerzo de regeneración democrática que este país exigía. La diputada Irene Montero ayer nos recordó una foto del año 2009 de cuando no existía la trama Gürtel, sino que era una trama contra el Partido Popular, eso es 2009, y los mensajes de Bárcenas son de 2013 —corríjanme—, y yo estoy hablándoles del año 2016. ¡Todo esto ya lo sabían hasta los chiquillos!

En cuanto al candidato nuestro de Canarias, desde luego barato no ha salido. (Risas). Señor Quevedo, ya quisieran muchos diputados territoriales llevar a su tierra lo que se ha llevado. ¡Y encima el hombre votó que no! (Aplausos.—Risas). Cada uno tiene el pacto que tiene con otras formaciones y yo no voy a entrar en los que tiene usted, que son varios porque se autodenominan confluencias. 

Por terminar, porque no quiero abusar de la presidenta, que antes se ha portado muy bien conmigo, quiero referirme al programa de Évole. Por cierto, esto me lo ha pasado el compañero Antonio, con el que me llevo muy bien, y me dice que Televisión Española ha cortado mi intervención para dar noticia de un Premio Príncipe de Asturias. Pues bien, la semana que viene vamos a plantear una proposición de ley para que esto no vuelva a ocurrir. (Aplausos). 

Acaben con el manejo de la televisión española para seguir utilizando las instituciones. Y en cuanto al programa de Évole tan comentado, solamente quería aclararle una cosa, las declaraciones de nuestro secretario general se refirieron claramente a las presiones a las que se vio sometido, y era tan evidente, a partir de junio de 2016 —repito, a partir de junio de 2016—, no en torno a marzo. Junio de 2016, ubiquémonos bien, después de unas elecciones en las que quedamos como quedamos, después de haber frustrado un Gobierno de cambio. 

¿Pero, de verdad, señor Iglesias que usted no recibió ninguna presión en marzo de 2016? ¿No recibió presiones de nadie? Porque aquí presiones todos recibimos, la cosa es si sucumbimos a ellas. Gracias. (Aplausos de las señoras y los señores diputados del Grupo Parlamentario Socialista, puestos en pie).

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