miércoles, 16 de noviembre de 2016

DEBATE PARALIZACIÓN LOMCE 15112016 PODEMOS

DEL GRUPO PARLAMENTARIO SOCIALISTA, SOBRE LA SUSPENSIÓN DEL CALENDARIO DE LA IMPLANTACIÓN DE LA LEY ORGÁNICA 8/2013, DE 9 DE DICIEMBRE, PARA LA MEJORA DE LA CALIDAD EDUCATIVA (ORGÁNICA). (Número de expediente 122/000001).

La señora PRESIDENTA: Por el Grupo Parlamentario Confederal de Unidos Podemos-En Comú Podem-En Marea, tiene la palabra el señor Sánchez Serna. 

El señor SÁNCHEZ SERNA: Gracias, presidenta. Señoras y señores diputados, hoy volvemos a hablar aquí de la Lomce, una ley que ha conseguido cosas que parecían imposibles, y así se lo vamos a reconocer. Parecía imposible poner de acuerdo a toda la comunidad educativa, y sin embargo esta ley lo logró: profesores, asociaciones de padres y madres, sindicatos y estudiantes han manifestado de forma masiva y continua su absoluto rechazo a una ley no dialogada, injusta y educativamente inútil. 

Parecía imposible por otra parte que los partidos estuviéramos de acuerdo en algo, y con la excepción lógica del Partido Popular la mayoría de los partidos de esta Cámara nos presentamos a las pasadas elecciones prometiendo derogar esta ley educativa, derogar la Lomce, no solo una parte de la Lomce ni solo retrasar su aplicación. Así que con estos antecedentes parecía imposible que la anteriormente conocida como Ley Wert llegara al año 2017. 

Pero la realidad es que la Lomce sigue adelante, como bien saben y padecen docentes, alumnado y familias. ¿Qué ha sucedido? ¿Qué ha pasado para que una ley educativa que nació sin el menor consenso, una ley que ha sido respondida con veintiocho huelgas educativas, una ley rechazada por la mayoría de esta Cámara en dos ocasiones —una la legislatura pasada y otra en esta— siga vigente y goce aparentemente de tan buena salud? 

Se le podrán dar las vueltas que se quiera, pero hay una realidad que resulta innegable, y es que a una ley educativa la sustituye otra ley educativa, y para eso era necesaria una alternativa de gobierno, una alternativa de gobierno para la que —lo hemos dicho otras veces— había números en este Parlamento, y que sin embargo el Partido Socialista no quiso o no le dejaron explorar. 

Ahora, dos semanas después del abstencionazo, que ha permitido la continuidad del partido de los recortes y la Lomce al frente del Ejecutivo, los compañeros socialistas nos presentan una proposición de ley para la paralización del calendario de aplicación de la Lomce, un calendario que como saben ya está muy avanzado. 

El PSOE, con su abstención, parece por tanto haber transitado de pedir la derogación de la Lomce a la modificación de partes orgánicas de la misma y de esta a la paralización del calendario de aplicación. Parafraseando el viejo eslogan de los 80, podríamos decir aquello de: Lomce, de entrada no. Otra vez tarde, señorías del Partido Socialista. Van ustedes con retraso a todas las citas importantes. Llegaron tarde a la conclusión de que podían formar Gobierno con Podemos y miren el resultado. Incluso para ser oposición ya es demasiado tarde para ustedes. 

Por este camino llegarán tarde a su propio congreso, si es que les dejan convocarlo. Señorías, hablemos claro, a estas alturas la paralización del calendario de la Lomce significa fundamentalmente la suspensión de los efectos evaluativos de las reválidas, no la suspensión de las reválidas, sino que se sigan realizando sin ser determinantes a la hora de obtener el título. 

Esto y no otra cosa es lo que estamos debatiendo aquí. Señorías, nuestro grupo se ha manifestado siempre en contra de las pruebas finales o reválidas, ya que a nuestro juicio representan una concepción obsoleta del proceso educativo, una concepción que no tiene ninguna justificación. 

La mayoría de docentes y expertos sostienen que es un sinsentido pedagógico hacer que el alumnado se lo juegue todo a la carta de un examen, sin tener en cuenta los resultados obtenidos a través de la evaluación continua, además de lo negativo que sería dejar sin validez los años cursados por suspender una prueba final. 

Por otra parte las reválidas suponen un descrédito de la labor docente, pues implican interrumpir el proceso de enseñanza con un agente externo, que rompe la idea de proceso educativo continuo. 

Por otro lado este sistema también perjudica al alumnado con problemas de aprendizaje o con un estilo de aprendizaje diferente, no memorístico, y en este sentido no va a servir para reducir el abandono escolar temprano, una sangría que según todos los indicadores internacionales es uno de los grandes problemas del sistema educativo de nuestro país. 

En definitiva las reválidas ni sirven para mejorar la calidad de la educación ni van a conseguir que nuestro alumnado alcance los niveles de aprendizaje adecuados, antes bien las reválidas van a ser una carrera de obstáculos de la que muchos de nuestro jóvenes se van a descolgar, y lo harán quienes tienen más dificultades de entrada, quienes son más vulnerables y disponen de menos recursos. 

A esos penalizan sus reválidas: a los de abajo, a los de siempre. Sabemos la angustia que estas pruebas están generando entre las familias y los alumnos, que temen con razón que su futuro se pueda torcer por un mal examen. 

Por este motivo vamos a votar a favor de la toma en consideración de esta proposición de ley, pero queremos ser claros, nos parece una medida insuficiente, una medida que se queda a medio camino, porque la comunidad educativa ha sido muy clara también, ni quiere reválidas, ni quiere simulacros de reválidas. 

A nuestro juicio sirve de poco posponer el carácter evaluativo de estas pruebas dos o tres cursos, mientras se siguen realizando y de esta manera normalizando. El compromiso de la mayoría de los grupos de esta Cámara con sus electores —lo vuelvo a recordar— no era paralizar un calendario de aplicación, sino derogar la Lomce y así eliminar definitivamente estas pruebas. 

Señorías, temo que hayamos olvidado nuestros compromisos o, peor, que los hayamos cambiado por guiños lampedusianos, ya saben, cambiar algo para que nada cambie, un guiño que incluso contaría con el visto bueno de Ciudadanos y del propio Partido Popular. 

De hecho, el pasado 26 de octubre y coincidiendo con la convocatoria de una nueva jornada de huelga, el Gobierno anunciaba a bombo y platillo la paralización de las reválidas. 

Luego supimos que no se trataba de paralizar nada, sino solo de suspender sus efectos sobre la titulación, y además solo durante el plazo de seis meses, mientras se acordaba un nuevo pacto nacional por la educación, lo que dicho sea de paso nos da una idea de lo que entiende este Gobierno por pacto educativo, porque seis meses dan para lo que dan, es decir, para un acuerdo por arriba, un acuerdo de partidos y élites, sin abrir el debate a la comunidad educativa o, dicho de otro modo, el inicio de otra ley educativa condenada al fracaso, que es una jugada peligrosa, ya que la paciencia de la comunidad educativa con este tipo de procedimientos hace tiempo que está agotada. 

Por tanto con esta proposición de ley seguimos el guión fijado por la triple alianza, una triple alianza que ha permitido la continuidad del Gobierno de Mariano Rajoy, que permite que siga la Lomce, que permite que sigan los recortes en educación. 

Y ahora nos quieren presentar como una victoria del Partido Socialista que las reválidas sigan, pero que sigan sin efectos evaluativos. Si este es un ejemplo del modelo de oposición que piensan ejercer, señorías del PSOE, no se esfuercen, ni nos convencen a nosotros ni creo que convenzan a nadie. 

Claro, alguien podrá decir que mejor eso que nada, pero a nuestro juicio estamos desplazando el foco del problema, un problema que se llama Lomce, porque la Lomce, señorías, es algo más que una ley ideológica, que solo busca restaurar las viejas obsesiones de la derecha, ya saben, la catequesis en las escuelas o españolizar a los niños catalanes. 

Como digo, la Lomce es algo más, es una ley educativa que se enmarca en un modelo de país muy concreto, un país que no pretende salir de la crisis por arriba, innovando y recuperando tejido industrial, sino todo lo contrario, recortando servicios públicos, especializándose en productos de bajo valor añadido y devaluando salarios. 

La Lomce es una ley subdesarrollada, pensada para un país de la periferia europea. Ustedes, señores del PP, no confían en España; ustedes no confían en los y las españolas, y por eso legislan con una mirada desconfiada, que culpa a los estudiantes de lo que son sus fracasos. 

Esta ley divide a la sociedad entre élites y precarios, como se demuestra claramente con la elección temprana de los itinerarios educativos en 3º de la ESO, donde se orienta al alumnado, en función de sus resultados, hacia la formación profesional o hacia el bachillerato. 

Pues bien esta expulsión temprana del sistema educativo, que separa a los que tienen talento de los que no, crea condiciones para una mano de obra poco cualificada, barata y con conocimientos meramente instrumentales, justamente lo que ustedes buscan, una ley que divide y jerarquiza escuelas en función del establecimiento de rankings, unos rankings completamente injustos que no solo no tienen en cuenta los condicionamientos socioeconómicos del proceso de enseñanza, sino que rompen uno de los principales logros de la escuela pública, como reconocen todos los estudios: la capacidad inclusiva de nuestro sistema. 

De este modo van a derribar el trabajo de décadas en unos pocos años, y sí, van a pasar a la historia como sepultureros de la inteligencia de nuestro país. Una ley por lo demás que equipara educación pública y privada, que permite que la escuela privada pueda cubrir plazas que le corresponden a la pública, que permite incluso que los colegios privados que segregan por cuestiones de sexo puedan recibir financiación. 

En definitiva la Lomce es una ley que deja de concebir la escuela como espacio de socialización y transmisión cultural, y la acaba reduciendo a un departamento de selección de personal. Por estas y otras razones mi grupo considera que la respuesta a esta situación no puede pasar únicamente por maquillar la Lomce o hacerla más digerible, alargando los plazos de su aplicación. Por eso, aunque vamos a votar a favor de la toma en consideración de esta proposición de ley, no nos hacemos ilusiones. 

Hace pocos días escuchábamos al ministro de Educación afirmar que la Lomce no se iba a derogar, y que en todo caso el famoso pacto educativo no tenía por qué significar el final de esta ley. Bueno, nosotros creemos justamente lo contrario. 



Sostenemos que recuperar la educación pública y reparar el daño que se le ha infligido estos años pasa por enterrar definitivamente la Lomce y abrir el debate sobre una nueva ley educativa, un debate no solo entre partidos, no solo entre élites, sino fundamentalmente con la comunidad educativa. Este fue el compromiso con el que llegamos a esta Cámara y es el compromiso que vamos a mantener, nosotros sí. Gracias. (Aplausos).

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