El señor MINISTRO DE ECONOMÍA Y COMPETITIVIDAD EN FUNCIONES (De Guindos Jurado):
Muchas gracias, señor presidente.
Señorías, comparezco en esta Comisión de Economía como ministro de Economía y Competitividad
en funciones a petición propia, así como, tal como indicaba anteriormente el presidente, a petición del
Grupo Parlamentario Socialista, para informarles de dos cuestiones fundamentales: por un lado, darles
cuenta de los principales elementos del programa de estabilidad y del plan nacional de reformas que
estamos elaborando; ambos tendrán que ser aprobados por el Consejo de Ministros de cara a ser remitidos
a Bruselas antes del final de este mes.
Como ustedes saben, estos son los dos documentos básicos en los que se basa la coordinación y la supervisión multilateral de las políticas económicas de los países de
la Unión Europea. Así cada año antes del 30 abril, los Estados miembros deben presentar sus programas
de estabilidad, donde recogen sus planes presupuestarios para los próximos años y el escenario
macroeconómico en el que se sustentan.
Estos programas son parte del Pacto de Estabilidad y Crecimiento
con el que se busca proveer unas finanzas públicas saneadas. Asimismo, tenemos que remitir nuestro
programa nacional de reformas, en el que informamos de los planes económicos que se van a llevar a
cabo. Ambos documentos posteriormente son evaluados por las autoridades comunitarias y constatan si
se han cumplido los objetivos, dando así lugar a una serie de recomendaciones, cuya puesta en marcha
es también sometida a control.
Permítanme insistir en que la presentación de estos informes es una obligación para todos los Estados
miembros, independientemente de la situación política que atraviese el país o su Ejecutivo. En este
sentido, la supervisión multilateral y la coordinación de las políticas económicas viene impuesta por los
tratados comunitarios, y además este control ha sido reforzado de forma notable con las reformas
introducidas en el denominado six pack o paquete de seis medidas legislativas del año 2011.
Con ellas no
solo se modificó el Pacto de Estabilidad y Crecimiento para fortalecer la disciplina y supervisión
presupuestaria, sino que también se introdujo el llamado semestre europeo, un ciclo reforzado de discusión
y coordinación en los foros europeos de las políticas presupuestarias y de las reformas estructurales.
Esta
coordinación además reviste especial importancia en el caso de los miembros de la zona euro. Tal y como
la reciente crisis nos ha mostrado, se trata de un elemento esencial para el buen funcionamiento de la
moneda única.
El segundo asunto fundamental de esta comparecencia es informarles de los acuerdos que hemos
alcanzado con el Gobierno de Cuba, en particular en lo relativo a la reestructuración y condonación de la
deuda que la isla tiene con España, y los próximos pasos que queremos dar. Durante mi intervención
comenzaré exponiendo la situación de la economía española, aludiendo tanto al contexto internacional
como a los últimos datos disponibles.
A continuación, pasaré a exponerles los elementos del cuadro
macroeconómico que se incluirán en el programa de estabilidad para luego referirme a la parte fiscal de
dicho programa y al plan nacional de reformas y concluiré, lógicamente, hablándoles de los acuerdos con
Cuba. Empezaré, como decía anteriormente, con el contexto internacional.
Como saben, el año 2016,
este ejercicio, ha comenzado con mayor preocupación por la economía mundial al constatarse una
ralentización de su crecimiento en un contexto de mayor incertidumbre y volatilidad financiera. El Fondo
Monetario Internacional la semana pasada ha vuelto a recortar el crecimiento mundial, situándolo en
el 3,2 % este año y en el 3,5 % en 2017. Vemos, pues, que el crecimiento sigue siendo decepcionante.
Hay cinco factores que principalmente condicionan el entorno global. En primer lugar, la desaceleración
de China, marcado por su transición hacia un patrón de crecimiento más equilibrado. En segundo lugar,
la caída del precio de las materias primas y en particular del petróleo. Precisamente, el precio de las
materias primas y la desaceleración de China están detrás del peor comportamiento de muchas economías
emergentes, que son importantes exportadoras de materias primas. Cabe destacar por su peso económico
el impacto que está teniendo en Brasil y en Rusia.
El tercer factor es la intensificación de la volatilidad de
los mercados financieros internacionales, especialmente los de acciones, los de renta variable. Las
turbulencias, que fueron agudas a principios de año, se han mitigado desde mediados de febrero, pero
continúan siendo un riesgo. Esta mayor volatilidad financiera no puede explicarse únicamente por los
fundamentales económicos, sino que responde también a otras variables como el escaso margen de
maniobra de las políticas monetaria y fiscal.
Otro elemento es el contexto de tipos de interés ultrarreducidos,
incluso negativos, a nivel global, que además podría mantenerse durante cierto tiempo. Estamos
empezando a ver las consecuencias, los efectos laterales de estas políticas sobre el sector bancario y los
inversores institucionales, como los fondos de pensiones y las compañías de seguros. Y por último,
señorías, tenemos un elevado nivel de deuda a nivel global.
El endeudamiento ha crecido significativamente
desde la pasada crisis financiera internacional, tanto en economías avanzadas como en emergentes,
hasta situarse hoy en sus niveles más altos desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Es una
vulnerabilidad que es preciso y necesario abordar. Sin embargo, reducir el endeudamiento resulta muy
complicado en el actual contexto de baja inflación y bajo crecimiento del PIB, un crecimiento que comentaba
anteriormente es mediocre, en buena medida debido al reducido avance de la productividad en muchos
países tras la crisis financiera.
Ante este panorama, los principales foros económicos internacionales, ya sea el Fondo Monetario
Internacional o el G-20, recomiendan una política monetaria que se mantenga expansiva, con nuevas
medidas no convencionales si resultara necesario, pero también advierte que no se puede fiar todo a la
política monetaria para responder a los retos actuales y que se necesita el apoyo de otros instrumentos.
Para eso reclama un mayor uso de la política fiscal en aquellos países que tengan margen para hacerlo,
que tengan espacio fiscal y, por supuesto, más reformas estructurales para impulsar el crecimiento a
medio plazo.
Paso ahora a referirme al conjunto de la zona euro, donde la recuperación prosigue, aunque a un ritmo
todavía muy moderado. El Fondo Monetario pronostica un crecimiento del 1,5 % para este año y del 1,6 %
para el siguiente, cifras algo inferiores a las que estimaba el pasado enero.
Son pronósticos relativamente
parecidos a los que presentó el Banco Central Europeo hace pocas fechas. Lo que parece claro es que,
aunque no podemos hablar propiamente de crisis, el crecimiento de la zona euro sigue siendo bastante
débil, sobre todo, si tenemos en cuenta los fuertes vientos de cola que vienen impulsando la actividad,
como la caída del precio del petróleo, las medidas adoptadas por el Banco Central o la depreciación que
venía registrando el euro.
A esto se añaden riesgos geopolíticos importantes como la amenaza terrorista,
la crisis de los refugiados, el no en el reciente referéndum de Holanda al Tratado Comercial de la Unión
con Ucrania, Grecia o la posibilidad del brexit.
Está claro, pues, que en Europa tenemos que seguir
trabajando en este sentido y la estrategia de política económica a aplicar es clara. El Banco Central
Europeo está cumpliendo su papel, pero no podemos olvidar que la política monetaria tiene límites
evidentes. La política fiscal tiene actualmente un tono neutro y, a través del Plan Juncker, se han puesto
en marcha actuaciones para estimular la inversión en Europa.
Hay que avanzar en la implementación de
las reformas estructurales, unas reformas —insisto— que son claves dada la baja productividad y el
crecimiento que les he mencionado. Por último, debemos continuar mejorando nuestro marco de
gobernanza económica. Durante la crisis se ha progresado mucho, pero todavía hay camino por recorrer.
Tenemos que completar la unión bancaria y avanzar en la integración europea.
Señorías, paso ya a referirme a la situación de la economía española. Como saben, la economía de
nuestro país cerró el pasado ejercicio con datos positivos, muy positivos. La recuperación, que se inició a
mediados de 2013, se intensificó a lo largo de 2015 con un avance del PIB en el conjunto del año de
un 3,2 %, es decir, más del doble que lo que creció la zona euro.
El dinamismo se mantuvo en el último
trimestre del año, lo que ha permitido iniciar el año 2016 con una velocidad de crucero próxima al 3,5 %.
Este crecimiento ha sido además muy intenso en empleo. Los datos de la EPA del último trimestre de 2015
muestran que solo el año pasado se crearon más de medio millón de puestos de trabajo y que casi un
tercio del total de los puestos de trabajo que se crearon en Europa correspondían a España.
Por otro lado,
el paro se redujo en casi 680.000 personas, la mayor reducción de toda la serie histórica. Evidentemente,
el desempleo es todavía el principal reto que tenemos que afrontar, pero los datos constatan la recuperación
progresiva de nuestro mercado laboral. Un elemento fundamental en la consolidación del crecimiento ha
sido la mejora de la financiación a empresas y familias.
Así se ve en el dinamismo de los flujos de crédito,
con las operaciones a pymes que crecieron el año pasado a tasas del 13 %, algo que ha sido compatible
con un avance en el proceso indispensable y necesario desapalancamiento de nuestra economía.
También
se ve en la significativa reducción del diferencial de coste de financiación de nuestras pymes respecto, por
ejemplo, a las pymes alemanas, hasta unos niveles muy reducidos en estos momentos. Asimismo, destaca
el comportamiento favorable del sector exterior. El año pasado las exportaciones reales crecieron casi
un 5,5 % y la cuenta corriente de la balanza de pagos tuvo un superávit del 1,4 % del producto.
Con ello
hemos registrado un superávit por tercer año consecutivo, algo inédito en nuestra historia económica
reciente, y se acumulan ya cuatro años sucesivos con capacidad de financiación con respecto al resto del
mundo en el entorno del 2 % en el año 2015.
En definitiva, señorías —esto es lo verdaderamente importante—, la economía cerró 2015 con un
crecimiento equilibrado, en el que el sólido avance del PIB se acompaña de una elevada creación de
empleo, un superávit por cuenta corriente y ausencia de inflación, incluso inflación en términos medios
negativa.
En lo que se refiere a este año, 2016, como es lógico, nuestra economía no es ajena, no es inmune al
deterioro del entorno internacional que les acabo de describir. Sin embargo, su impacto está siendo
mitigado gracias a la inercia con la que se ha iniciado este ejercicio. Así, los datos conocidos hasta la
fecha apuntan a una leve ralentización respecto al fuerte ritmo de crecimiento que tuvimos en la segunda
parte del año pasado, principalmente debido a un menor ritmo de avance de algunas partidas de la
demanda interna y al peor comportamiento de los mercados externos.
El mercado de trabajo continúa su
evolución positiva. Aunque la EPA no se conocerá hasta finales de abril, los datos de afiliaciones a la Seguridad Social muestran que el crecimiento del empleo en el primer trimestre se mantuvo sólido, a
tasas interanuales del 3 %, solo 2 décimas menos que en el último trimestre del ejercicio pasado.
La
moderación es más visible en los indicadores adelantados y de confianza pese a que, en general, siguen
en niveles bastante más altos que en la zona euro. Esta evolución está en línea con las previsiones de
crecimiento del Banco de España, que sitúa el avance trimestral del PIB, de enero a marzo, en el 0,7 %,
es decir, solo 1 décima menos que lo que tuvimos a finales del año pasado. De esta forma, a pesar de la
ralentización mundial, nuestra economía apenas ha perdido fuelle y prolonga su senda expansiva.
Esto es
así, señorías, gracias a las reformas estructurales que se han implementado en los últimos años. Este
dinamismo también es coherente con los pronósticos de los principales organismos internacionales. El
Fondo Monetario Internacional sitúa el crecimiento de España en el 2,6 % este año y en el 2,3 % el
próximo en las previsiones que acaba de publicar. Esto supone un recorte marginal de nuestra previsión
para este ejercicio. Sin embargo, el comportamiento diferencial favorable respecto a nuestros socios se
acentúa.
De hecho, el fondo nos sitúa como la economía que más crecerá en 2016 de entre todas las
grandes avanzadas, incluyendo las grandes de la zona euro. Esta ligera desaceleración de la actividad
observada en los primeros meses del año va a tener su reflejo en las previsiones macroeconómicas que
se van a incluir en el programa de estabilidad.
El escenario macroeconómico en el que estamos trabajando incluirá una previsión de crecimiento
del 2,7 % para el año 2016 y del 2,4 % para el año 2017. Esto supone respectivamente 3 décimas y medio
punto menos que la última previsión del Gobierno presentada el pasado septiembre. Las proyecciones de
crecimiento son realistas y se basan en hipótesis conservadoras, todas ellas en línea con las de los
principales organismos internacionales.
Sin entrar muy al detalle de estos supuestos técnicos, les diré que
se contemplan crecimientos para la zona euro y la economía mundial alineados con las previsiones de la
Comisión. También se considera un precio del petróleo en el entorno de los 40 dólares de media para este
ejercicio y una recuperación gradual pero moderada del mismo a partir del año próximo.
Por su parte, los
supuestos de tipos de interés y tipos de cambio son perfectamente compatibles con las indicaciones y las
señales de política monetaria del Banco Central Europeo. La expansión de la actividad se apoyará en la
demanda interna, que prolongará su dinamismo en los próximos años, aunque acusando una cierta
moderación a lo largo del periodo.
El sector exterior jugará un papel clave en este escenario, con una
reducción progresiva de su contribución negativa al crecimiento. Las exportaciones mantendrán su tono
con tasas de crecimiento reales próximas al 5 % en todo el periodo.
El sólido avance de nuestras ventas
al exterior viene impulsado por las importantes ganancias de competitividad acumuladas, a pesar de la
desaceleración de la economía mundial.
En cuanto al mercado de trabajo, continuará creándose empleo a tasas elevadas. En términos EPA,
se espera que este año y el próximo se creen alrededor de 900.000 puestos de trabajo, y simultáneamente
el paro se reducirá en aproximadamente 1 millón de personas.
Esto permitirá situar la tasa de paro a
finales del año 2017 por debajo del 18 % de la población activa. La cuenta corriente mantendrá un saldo
superavitario los dos próximos años y la economía española presentará una capacidad de financiación
frente al resto del mundo superior al 2 % del PIB. Señorías, este es un elemento fundamental para seguir
avanzando en la reducción de nuestro endeudamiento exterior neto, una de nuestras principales
vulnerabilidades.
En lo que se refiere a la inflación, su evolución se ha visto influida por la caída del precio del petróleo,
pero se espera que repunte progresivamente y vuelva a tasas positivas el año próximo.
Como ven, las proyecciones que les presento son ante todo prudentes, una prudencia que ha sido una
constante en todos los cuadros macroeconómicos que hemos aprobado en los últimos años.
Lo importante
es que el escenario que se anticipa es favorable y sin graves desequilibrios. Estamos en una situación que
no tiene nada que ver con la que nos enfrentábamos hace solo cuatro años. Hoy, una vez superadas las
graves dificultades de esos años, tenemos una economía competitiva que está en condiciones de crecer y
crear empleo a un ritmo sólido.
Esto nos coloca en una buena posición a la hora de abordar las vulnerabilidades
que todavía tenemos por delante como la reducción de nuestro endeudamiento externo, la mejora de nuestra
productividad y nuestro crecimiento potencial y, lógicamente, la más necesaria, el empleo.
Paso ahora a detallarles la parte fiscal del programa de estabilidad, es decir, el Plan presupuestario de
las administraciones públicas para 2016 y 2017, incluyendo las sendas de déficit y deuda pública.
Esto
hace necesario partir, en primer lugar, del cierre del año pasado. Como ya les informó el ministro de
Hacienda en su reciente comparecencia, el conjunto de las administraciones públicas cerraron con un
déficit del 5 % del PIB. Con ello, el déficit se redujo en 8 décimas con respecto al ejercicio anterior, 2014, pero se supera el objetivo establecido, que era del 4,2 %.
No podemos considerar este resultado
aisladamente, sino que hay que valorarlo en el contexto más amplio de la evolución fiscal de los últimos
cuatro años, y claramente el importante esfuerzo de consolidación fiscal realizado está fuera de toda
duda.
El déficit ha pasado del 9,3 % del PIB, en 2011, al 5 % el año pasado, lo que supone una reducción
de más de 4 puntos del PIB. La reducción del déficit es además especialmente relevante, si tenemos en
consideración que tanto el año 2012 como el año 2013 fueron años de recesión.
Voy a referirme a continuación a la senda de déficit.
Como saben, el objetivo fijado para este año 2016
era de un déficit del 2,8 % del producto; así se establecía en la recomendación dirigida a España en 2013
en el marco del procedimiento de déficit excesivo y en nuestro programa de estabilidad del año pasado.
Sin embargo, cumplir con dicho objetivo requería de un ajuste presupuestario muy intenso.
Partimos de
un déficit público del 5 % del PIB y, por tanto, el ajuste requerido para alcanzar este objetivo sería
aproximadamente de 2 puntos del PIB, si excluimos gastos no recurrentes imprevistos. Semejante
esfuerzo podría tener un impacto muy negativo para nuestro crecimiento, señorías.
Por este motivo, en el
programa de estabilidad se incluye una nueva senda presupuestaria en la que se aplaza en un año la
reducción del déficit, por debajo del umbral del 3 % del PIB, hasta el año 2017.
Los objetivos de déficit se establecen ahora en el 3,6 % del producto para este año y del 2,9 % el que
viene, en vez de los anteriores déficits del 2,8 % y el 1,4 % del PIB.
La reducción del déficit de este año,
hasta llegar al 3,6 %, va a ser posible gracias a los siguientes factores. En primer lugar, la aportación del
ciclo económico, es decir, la reducción del déficit que se va a producir como consecuencia del crecimiento
económico y del juego de los estabilizadores automáticos.
En segundo lugar, el recorte del gasto de la
Administración central en 2.000 millones de euros, anunciado el viernes pasado por el Consejo de
Ministros. En tercer lugar, las medidas para cumplir con la recomendación autónoma que nos dirigió la
Comisión Europea a principios de marzo. Estas 8 décimas adicionales de déficit para este año respecto
al objetivo inicial se distribuirán entre el Estado y las diferentes comunidades autónomas.
Por lo que respecta al año próximo, al año 2017, la nueva senda exige una reducción de déficit de 0,7
puntos del PIB, en vez de los 1,4 puntos que exigía la anterior senda. Esto se explica en parte por el menor
crecimiento previsto para este año. Pero fundamentalmente, y en coherencia con un Gobierno en
funciones, no se incluyen medidas para reducir el déficit público, es decir, toda la reducción del déficit para
el año próximo proviene del ciclo económico, dado que el programa se ha elaborado bajo la hipótesis de
escenario de política constante.
Señorías, de lo que tenemos que ser conscientes es de que la reducción del déficit es ineludible; no
porque estemos obligados por los procedimientos comunitarios, sino porque nuestra deuda pública ha
alcanzado niveles muy elevados.
El factor positivo es que en el año 2015, por primera vez desde el inicio
de la crisis, la deuda pública ha reducido su peso en el producto y se prevé que la reducción continúe de
forma moderada en los próximos años. Además, como anuncié hace unos días, las necesidades de
emisión neta para el año 2016 se han reducido respecto a las proyecciones iniciales.
Estas necesidades
se sitúan ahora en 40.000 millones de euros, 5.000 millones menos de lo que esperábamos en enero. Lo
importante es que nuestras necesidades netas hoy son menos de la mitad de las que existían en 2012,
donde alcanzaron prácticamente los 100.000 millones de euros.
Tal y como recordaba al principio de mi intervención, junto con el programa de estabilidad, debemos
remitir a Bruselas el plan nacional de reformas; es una de las obligaciones que España tiene como
miembro de la Unión Europea en el marco de la coordinación de las políticas económicas.
Como saben,
en los planes nacionales de reformas los países dan cuenta de las reformas adoptadas para cumplir con
las recomendaciones que se les dirigen en el marco del semestre europeo. Asimismo, informan de sus
planes de reforma, que tienen que estar alineados con las prioridades acordadas en el entorno europeo.
En el caso de España, la naturaleza del Gobierno en funciones conlleva la imposibilidad de desarrollar
tales planes, por tanto, el documento que presentaremos se centrará en dar cuenta de las reformas
adoptadas durante el pasado año, 2015, para cumplir con las recomendaciones específicas que se
lanzaron a España.
Un aspecto importante que vamos a incluir en el programa de estabilidad son las
medidas en respuesta a la recomendación autónoma de la Comisión. El ministro de Hacienda ya les
informó en su reciente comparecencia de qué supone una recomendación autónoma.
A través de ella, la
Comisión nos ha instado a poner en marcha los mecanismos preventivos y correctivos previstos en la Ley
Orgánica de Estabilidad Presupuestaria para controlar las desviaciones del déficit de las comunidades
autónomas.
Las medidas que hemos adoptado son ya conocidas: las comunidades incumplidoras en 2015
deberán aprobar un acuerdo de no disponibilidad y adoptar medidas de reducción de gasto; a las comunidades con mayores y más reiterados incumplimientos de su periodo medio de pago a proveedores
se les han retenido por primera vez recursos de los sistemas de financiación de las autonomías para que
el Estado pague directamente a estos proveedores a los cuales no se les paga y las regiones adheridas
al Fondo de liquidez autonómica 2016 estarán bajo una condicionalidad reforzada.
Por otro lado, se
adoptan medidas adicionales para reforzar el marco institucional presupuestario, aumentando la
transparencia y garantizando la participación activa de la Autoridad Independiente de Responsabilidad
Fiscal en la adopción de las medidas de corrección.
Señorías, paso ya a explicarles brevemente los acuerdos que recientemente hemos alcanzado con
Cuba en lo relativo a la gestión de la deuda que la isla cubana tiene con nuestro país.
Cuba es el segundo
deudor de España por volumen de deuda. A finales de 2015 la deuda ascendía prácticamente a 2.500
millones de euros y, como saben, estaba íntegramente impagada. Suponía un obstáculo claro en la
profundización de nuestras relaciones bilaterales y por ello hemos querido darle una solución definitiva
con un doble objetivo: normalizar las relaciones económico-financieras con la isla y fomentar la apertura
y desarrollo económico del país.
Así, el Gobierno decidió impulsar el proceso de reestructuración de la
deuda desde dos ámbitos: el bilateral, para la deuda a corto plazo, y el multilateral, para la deuda a medio
y largo plazo.
Entrando, en primer lugar, en la deuda a corto plazo —como saben—, España es soberana para
negociar bilateralmente las condiciones de reestructuración de la deuda a corto plazo con un país deudor.
Por ello, desde junio de 2015, representantes del Ministerio de Economía y del Gobierno cubano han
mantenido diferentes reuniones.
En noviembre del año pasado, coincidiendo con mi visita a la isla, se
firmó un acuerdo de renegociación de la deuda a corto plazo que ascendía a algo más de 200 millones.
Las condiciones acordadas fueron las siguientes: el pago de 3 millones de euros en cuatro cuotas
trimestrales de 750.000 euros cada una a desembolsar en este año, la refinanciación de 87,6 millones de
euros a diez años, incluyendo tres de gracia, que devengarán un tipo fijo del 1 % anual, y la condonación
de prácticamente 111 millones de euros.
Del total, 40 millones se canalizarán a través de la firma de un
programa de conversión de deuda. Ello implica la creación de un fondo de contravalor para financiar
proyectos de desarrollo e infraestructuras en Cuba, priorizados por el Gobierno de la isla y acordados
bilateralmente con nosotros. Señorías, tras décadas de impagos sistemáticos, hoy puedo informales de
que el pasado marzo Cuba efectuó el primer pago a España; un hito relevante que refleja el compromiso
de la isla de asumir sus obligaciones.
Permítanme señalarles además que este acuerdo ha tenido un
impacto pequeño pero positivo en la reducción de nuestro déficit público el año pasado de cerca de 3
millones de euros.
En lo que se refiere a la deuda a medio y largo plazo, España ha jugado un papel determinante para
que se pueda llegar a una solución multilateral.
Hemos impulsado las negociaciones con Cuba en el
ámbito del Club de París, que, como saben, es el foro multilateral correspondiente. Dichas negociaciones
culminaron en diciembre del año pasado con la firma de un acta en la que se incluyen las condiciones
financieras que cada deudor aplicará a la reestructuración y condonación de la deuda cubana.
En síntesis,
estas condiciones fueron las siguientes: el reembolso de principal a intereses contractuales, que en el
caso de España ascienden a 750 millones de euros, en un plazo de dieciocho años; durante los cinco
primeros años no se aplicarán intereses a la deuda pendiente de reembolso; a partir del 31 de octubre de
2020 se devengarán intereses a un tipo fijo del 1,5 %; por último, la condonación de los intereses de
demora de forma proporcional al pago de los reembolsos consensuados.
En el caso de España, estos
intereses ascienden prácticamente a 1.500 millones de euros. Además, el acuerdo establece que cada
acreedor podrá voluntariamente otorgar condonaciones adicionales a través de programas de conversión
de deuda.
En este sentido, las autoridades cubanas solicitaron que, a fin de poder atender las obligaciones
financieras resultantes de la deuda reestructurada, España, Francia, Italia y Japón —es decir, los cuatro
mayores acreedores participantes en este acuerdo— accedieran a condonar lo siguiente: el 100 % de los
intereses ordinarios impagados de la deuda y el 30 % del principal de la deuda pendiente tras la
reestructuración acordada mediante un programa de conversión.
Para España esta propuesta implicaría
condonar 375 millones de euros adicionales destinados —a través de un fondo— a financiar proyectos de
desarrollo de interés común.
Como saben, tanto los términos multilaterales como los voluntarios deben reflejarse en acuerdos que
cada país acreedor ha de firmar con Cuba. Por eso, señorías, vengo hoy a esta Cámara a informarles de
los últimos contactos que hemos tenido y de los acuerdos alcanzados.
España tiene una oportunidad de
fortalecer sus relaciones bilaterales con Cuba y, al mismo tiempo, impulsar la apertura económica del país. Espero que todos ustedes respalden estos acuerdos. La semana pasada culminamos la negociación
de los textos que aplican las condiciones que he comentado anteriormente, tanto para la Compañía
Española de Seguros de Crédito a la Exportación, Cesce, como para el Instituto de Crédito Oficial, y me
gustaría tener su apoyo para su firma definitiva con el Gobierno cubano.
A su vez, les reitero que estos
acuerdos sobre la deuda a medio y largo plazo permitirán también reducir el déficit público este año 2016
en cerca de 75 millones de euros. Es curioso que una condonación mejore el déficit público, pero si
quieren se lo puedo explicar con más detalle posteriormente.
En definitiva, señorías, creo que estos
acuerdos suponen un hito para nuestras relaciones bilaterales con Cuba y establecen unas condiciones
de pago asumibles para la isla, que podrá hacer frente a su deuda impulsando al mismo tiempo su
desarrollo, y en ese desarrollo —gracias al diseño de los acuerdos firmados— se abren enormes
posibilidades para el trabajo conjunto de ambos países.
Por ello, quiero pedir a los grupos parlamentarios
—como decía anteriormente— su apoyo para firmar los acuerdos con el vicepresidente Cabrisas en los
próximos días.
Señorías, concluyo ya. Como ven, ha sido voluntad de este Gobierno traer al Parlamento —por la
máxima transparencia y consenso posibles— el programa de estabilidad que debemos presentar a
Bruselas antes de que finalice este mes de abril.
No se trata de una opción, sino de una obligación para
todos los Estados miembros; un compromiso de nuestra pertenencia a una unión monetaria, una unión
que se basa en unas reglas que tienen flexibilidad, pero que todos debemos cumplir y respetar.
Las
proyecciones contenidas en este programa se caracterizan por su prudencia y su moderación, pero
también demuestran que la economía española sigue siendo fuerte y que continúa creciendo claramente
por encima de la media de la zona euro.
Además, la nueva senda presupuestaria se adecua a la situación
de cierre de 2015 y nos permitirá reducir el déficit sin poner en peligro el ritmo de crecimiento ya conseguido;
un crecimiento que se debe sin duda alguna al gran esfuerzo realizado por la sociedad española y a una
política económica adecuada; un esfuerzo que debemos reconocer y que bajo ninguna circunstancia
deberíamos perder.
Muchas gracias. (Aplausos.—El señor Floriano Corrales: Muy bien).
El señor MINISTRO DE ECONOMÍA Y COMPETITIVIDAD EN FUNCIONES (De Guindos Jurado):
Muchas gracias, señor presidente.
Voy a intentar contestar a cada una de las intervenciones de cada uno de los portavoces, pero antes
de nada voy a empezar con tres consideraciones generales, si me lo permiten ustedes, señorías. La
primera es que es un placer volver a esta Comisión de Economía.
El tono sigue siendo igual, el señor
Azpiazu y el señor Garzón sirven de enlace entre la composición de la anterior legislatura y la actual. Hay
muchas caras nuevas, el señor Saura por ejemplo no estaba en esta Comisión de Economía, creo que
estaba en la de Presupuestos anteriormente. En cualquier caso es un placer venir por aquí. Intento ser lo
más abierto posible a todo tipo de críticas, sobre todo en sede parlamentaria.
Ustedes están aquí para
controlar al Gobierno y criticarlo. Pero hay una que no les acepto, señorías, y es que me critiquen que
estoy y que vengo en funciones. Les miro a todos ustedes, pero estarán todos de acuerdo conmigo en que
el hecho de que yo esté aquí en funciones hablando del programa de estabilidad no es culpa mía.
Eso me
recuerda a lo que decía un amigo mío: que de vez en cuando el conde Drácula acusa a Van Helsing de
vampirismo. Esa crítica, con perdón —se lo digo aquí a todos ustedes—, no la acepto porque no es mi
responsabilidad.
La segunda cuestión general es relativa a Cuba. Únicamente la señora Garrido se ha referido a ella.
Tenemos prácticamente todo negociado con Cuba, queda cerrar, y doy por entendido que tengo la
aquiescencia para firmar el acuerdo con el Gobierno cubano.
No me refiero a la deuda, al endeudamiento
a corto plazo —que ya lo hicimos estando en plenas funciones— ni de la parte multilateral del Club de
París —que es una consecuencia de una decisión anterior, y según todos los informes jurídicos que
tenemos se podría asumir perfectamente—, sino a la parte adicional más bilateral con Cuba, que es —
como decía anteriormente— la creación de un fondo junto con las autoridades cubanas para fomentar
proyectos sociales y de infraestructura en Cuba.
Es una especie de acuerdo entre el Gobierno cubano y
el español, que de acuerdo con un reglamento a futuro tendrá que vigilar el próximo Gobierno de España y que supone fundamentalmente la posibilidad de tener cerca de 400 millones de dólares adicionales —
que es muchísimo dinero en Cuba— para realizar proyectos que intentaremos que favorezcan, tanto a la
economía cubana como a la española.
Esa es otra segunda consideración general, y si alguno de ustedes
considera que no es así le rogaría que me lo dijeran para saber si tengo o no el consenso de los diferentes
grupos parlamentarios de la Comisión de Economía.
En tercer lugar, ha habido un comentario general sobre la Airef. Ha sido trasversal en muchos grupos
el tema de por qué la Airef no ha podido hacer su informe. La Airef tiene todos los detalles del cuadro
macroeconómico, que se le mandaron siete u ocho días antes de lo estrictamente necesario.
Pero hay
una parte del programa de estabilidad que es muy importante, que es la senda fiscal y la distribución de
objetivos de déficit público, y no se le ha remitido todavía. El Gobierno tiene aún tiempo para aprobar el
programa de estabilidad en sus detalles. Lo que he hecho hoy ha sido venir aquí, no diría que después de
una negociación, sino de una coordinación con la Comisión Europea, tanto con el comisario Moscovici
como con el vicepresidente Dombrowski —esto lo acabé yo el otro día en la asamblea del fondo y lo hablé
con ellos el sábado pasado; estamos a martes y he intentado venir lo antes posible—, para comentarles
cuáles eran los rasgos generales del programa de estabilidad y las implicaciones que esto puede tener.
Lo más importante del programa de estabilidad lo conocen ustedes en este momento; por supuesto que
queda. Y si sigo en funciones —eso dependerá de ustedes otra vez— vendré aquí encantado otra vez y
les traeré el programa de estabilidad completo, si no ha habido una disolución de las Cortes, algo de lo
que tampoco me pueden echar a mí la culpa. Esa es la cuestión; yo estoy abierto a venir cuando lo
aprobemos.
Durante el próximo Consejo de Ministros yo estaré en Amsterdam —porque tengo Eurogrupo
y Ecofín—, pero si se aprueba el siguiente y están abiertas las Cortes, por supuesto que vendré encantado
para dar todos los detalles del mismo. Esas son las tres consideraciones generales que les quería hacer.
Entro ya en las observaciones, las críticas y los comentarios que me han hecho cada uno de ustedes.
El señor Saura empieza con la recomendación autónoma, que es de la Comisión Europea, y su contenido
es el que es. Lo que ha hecho Bruselas es decirnos que somos un Gobierno en funciones, pero que
tenemos que aplicar la ley. Hay una Ley de Estabilidad Presupuestaria —que es una ley orgánica— y
tenemos que aplicar el brazo preventivo y el brazo correctivo, sobre todo porque ha habido una desviación,
que ha sido de la Seguridad Social, pero muy especialmente de las comunidades autónomas.
En relación
con las comunidades autónomas tengo que decir que cuando trato con las autoridades en Bruselas yo soy
responsable del déficit del conjunto de las administraciones públicas. No voy a echar la culpa a nadie ni
es mi estilo, lo que tengo que hacer es buscar soluciones. Cuando llegué, a principios del año 2012, al
Eurogrupo me di cuenta de que no podía quejarme de la herencia recibida; yo era el ministro de Economía
de España y tenía que defender la posición de España.
Tenía que mirar para adelante, sabía cuáles eran
mis debilidades y mis fortalezas, pero criticar a una parte de algo en lo cual tengo una responsabilidad
global no era lo más adecuado. Aunque tenemos que saber dónde está el origen de la desviación, que
estaba —como ustedes han identificado, porque es obvio— en las comunidades autónomas y en la
Seguridad Social. Esa es la primera consideración.
El señor Saura me decía que habíamos engañado, porque nos habían dicho que no íbamos a cumplir.
Señor Saura, esta es la tercera extensión de los objetivos de déficit público que he tenido que negociar
por desgracia como ministro de Economía de España. ¿Saben ustedes cuál es la razón fundamental?
Ustedes lo han comentado y es cierto,
España tiene un problema de déficit público, tenemos un déficit
público superior a la media europea. Este año vamos a estar en el 3,6 % —que he comentado hoy aquí—
y la media europea va a estar por debajo del 2, y ya tenemos una deuda pública muy elevada. El problema
fundamental es que teníamos un déficit público que en el año 2010 estaba en el 11 % y en el año 2011
estaba en el 9,3 %.
Es decir, el recorrido que hemos tenido que hacer de ajuste de déficit público ha sido
enorme. Ese ajuste no se ha tenido que producir en otros países, ni en Portugal siquiera. En Grecia sí,
porque tenían un déficit público que estaba prácticamente en el 13 o en el 14 % y han hecho un ajuste
muy importante, pero es una situación completamente diferente.
Pero no se ha tenido que producir en
Francia ni en Italia ni por supuesto en Alemania. Nosotros nos encontramos un déficit público del 9,3 % y
lo vamos a dejar este año en el 3,6 % y el año pasado en el 5 %. En ese 5 % hay medidas, que se
denominan en la terminología de la Comisión de one-off, que no se van a volver a repetir en el futuro.
Los
one-off salen todos los años, aunque sea por naturaleza diferente, cuando no es por una cosa es por otra,
cuando no es por el hígado es por el riñón, pero los one-off, como saben ustedes, surgen. Esa es la
realidad.
En términos de ajuste de esfuerzo estructural —lo comentaba también el señor Saura antes, como
buen fiscalista y como buen profesor de política presupuestaria, y como saben muchos de ustedes, que
conocen perfectamente la teoría económica— este depende de cosas tan evanescentes como el
crecimiento potencial de la economía española, a partir del cual se calcula el output gap y se divide el
ajuste que se ha realizado globalmente entre cíclico y estructural.
Pues bien, en España hemos pasado
del 9,3 % al 5 % y lo hemos hecho con un incremento muy pequeño de nuestro producto en estos cuatro
años. Tuvimos recesión en los años 2012 y 2013 y tuvimos recuperación los años 2014 y 2015, y al final
el neto es que hemos recuperado algo de producto en relación con lo que teníamos el año 2011, pero muy
poco, alrededor de 1 punto. Hemos reducido más de 4 puntos de déficit público en su peso en el PIB con
un incremento del PIB del 1 %.
Es decir, España ha realizado un ajuste importantísimo de déficit público
y se refleja en nuestro ratio de deuda pública/PIB.
Me dirán ustedes: es que el Gobierno anterior en sus cuatro años les aumentó 30 puntos y el actual
también lo aumentó 30 puntos.
Es cierto, pero hay dos cuestiones que creo que son verdad. Cuando
uno ve cómo fue la evolución del ratio deuda pública/PIB de la anterior legislatura se observa que se
distribuye equitativamente; esos 30 puntos se están obteniendo como consecuencia fundamentalmente
del déficit público en el entorno de 8 puntos de incremento del ratio de deuda cada año, de una forma
bastante estable durante los cuatro años que van del 2008 al 2011.
Cuando uno ve lo que ha ocurrido
en esta legislatura se observa un crecimiento muy importante el primer año, como consecuencia de dos
factores —el programa de rescate a los bancos y el programa de pago a proveedores, que suman más
de 7 puntos—, y a partir del año 2014 se estabiliza, y por primera vez en lo que ha sido la historia fiscal
de la crisis en el año 2015 el peso de la deuda pública en relación con el PIB se reduce.
Ello es
consecuencia de dos factores fundamentales: uno, que hemos reducido el déficit público, y dos, que ha
habido crecimiento del PIB nominal. Ha habido crecimiento, señorías, y eso es fundamental. (Rumores).
Sí, pero ha habido crecimiento. Será por algo, señorías. Esa es una tesis bastante conocida —que
también usted menciona—: que el rebote de España se debe a que habíamos caído más. No es verdad.
Le voy a explicar por qué, si me acepta usted la explicación. En España en el año 2009 caemos
prácticamente lo que cae el conjunto de los países. La diferencia entre España y el resto de socios
comunitarios, la media comunitaria, es que en España no hay recuperación en el año 2010, y a principios
del año 2011 empieza una segunda recesión incluso mucho más profunda que la de la media de los
países comunitarios.
Eso tiene que ver con los desequilibrios macroeconómicos que teníamos,
fundamentalmente la burbuja inmobiliaria y la burbuja de crédito. Por tanto, volviendo al señor Saura,
les diría que nadie puede negar el esfuerzo. He tenido que negociar tres veces extensiones de nuestro
cumplimiento del 3 % de límite del déficit público, pero lo hemos tenido que hacer fundamentalmente
porque la situación de partida de España no tenía nada que ver.
Anteriormente usted comentaba también cuestiones como las sanciones.
Ese es un procedimiento
que se llama step up. Vamos a ver si nos lo aplican o no. Si nos lo aplican puede haber varias posibilidades.
Lo que yo le diría es que para que este procedimiento sea moderado es fundamental que la Comisión
Europea considere que aplicamos la recomendación autónoma y que estamos haciendo caso a la
recomendación autónoma.
Nosotros tenemos unas reglas, formamos parte de un club, que es el euro, y
tenemos que cumplir todas las reglas del club. (Risas). Evidentemente hay reglas fiscales, y si nos hacen
una recomendación autónoma la tenemos que cumplir. Si no la cumplimos habrá un sistema de sanciones,
pero a mí la sanción me importa muy poco.
A mí lo que me preocupa fundamentalmente es la credibilidad
de la política fiscal española, y eso va a depender de los esfuerzos que hagamos. Ya sé que aquí hay
gente —después comentaré lo que han dicho, tanto el señor Montero como el señor Vendrell como el
señor Garzón— que considera que no es necesario reducir el déficit público.
Pues yo les digo que hay que
reducirlo. Ya sé que usted aplicará el multiplicador keynesiano elevadísimo, y dirá que como la política
monetaria me está comprando deuda pública, no voy a tener un efecto negativo como consecuencia de la
subida de tipos de interés, etcétera. Pero el déficit público hay que reducirlo.
Y les voy a decir por qué.
Cuando más en riesgo ha estado en la historia reciente de España el Estado del bienestar —ese Estado
del bienestar que todos defendemos, yo creo que aquí hay un contrato social con diferentes matices, pero
existe— ha sido en el año 2011 y en el año 2012.
Cuando en el año 2012 el Tesoro público español tenía
que levantar 270.000 millones de euros, y en las subastas, en lugar de entrarnos 5.000 ó 6.000, que era
lo que necesitábamos, nos entraban 1.000 a duras penas, fue cuando más en riesgo estuvo el Estado del
bienestar en nuestro país. Nosotros necesitábamos esa financiación para pagar las pensiones, la
educación y la sanidad.
En ese momento —después hablaremos del tema de pobreza, de la cuestión laboral, etcétera— fue cuando en España estábamos en la situación más crítica desde el punto de vista
del sostenimiento del Estado del bienestar.
No sé si han visto ustedes —seguro que lo conocen, se lo digo para que comparen— la condicionalidad
de un país como Portugal o Irlanda y la que tuvo España.
Compárenlo ustedes: caídas de pensiones del
20 %, incrementos del IVA absolutamente generalizados, cuestiones como hacer de peaje todas las
autovías. (Rumores). Léalo usted; el MoU me lo sé de memoria, señoría, porque lo negocié yo. (El señor
Delgado Arce: ¡Claro que sí!). No hay una sola condición macroeconómica, ni una sola.
Digamos la
verdad, esa es la realidad. No se gana nada —ha dicho el señor Saura que la mentira tiene patas cortas—,
por supuesto que está ahí y está escrito. Lo que sí tenía que hacer España era cumplir el procedimiento
de déficit excesivo y el semestre europeo.
Esa es la segunda consideración.
Con relación al tema de mentiras o no, yo no sé lo que sería mentira o verdad. Lo que le puedo decir
es que en el año 2011 España tenía una recesión del 2 %, destruía empleo a un ritmo de 600.000 puestos
de trabajo, nadie se creía las cuentas de la banca española, había una especie de nexo vicioso entre el
Tesoro español y la situación de los bancos españoles, y este país le vuelvo a repetir que tenía un
problema de competitividad y un déficit público de más del 9 %.
Hoy la realidad es que este país ha
crecido a ejercicio cerrado por encima del 3 %, ha creado más de medio millón de puestos de trabajo,
tiene un superávit externo próximo al 2 % del PIB, y tiene un déficit público que ha sido del 5 % y este año
va a continuar reduciéndose hacia el 3,6 %, con una inflación negativa. Esa es la realidad.
Después
podremos tener todos los matices, y por supuesto que todavía tenemos una tasa de paro del 20 %, pero
yo no conozco mejor forma de reducir el paro que crear empleo y crecimiento económico. No sé otra.
Quien se crea que sin crecimiento económico y creación de empleo se puede mantener el Estado del
bienestar se equivoca, por mucha deuda pública que compre el Banco Central Europeo.
Después el señor Montero y el señor Vendrell me hablan de la documentación. Yo todavía no tengo el
programa de estabilidad completo; yo lo que he hecho ha sido, después de coordinar, acordar y hablar
unas cifras, venir a ustedes con las cifras fundamentales.
Después vendrá lógicamente la letra pequeña,
que también me la han pedido especialmente los representantes de Democràcia i Llibertat y de Esquerra
Republicana, pero será posteriormente cuando tengamos que ver y analizar con detalle la distribución al
respecto.
Comentaba usted el tema de las comunidades autónomas, que también ha sido una queja de otros
grupos.
En relación con las comunidades autónomas —tengo aquí las cifras—, ¿saben cuánto les hemos
proporcionado en financiación en los últimos años? Han sido 130.000 millones de euros, tanto vía FLA
como vía Fondo de pago a proveedores. ¿Saben ustedes cuál es el ahorro en tipos de interés a lo largo
de la vida de esa financiación, según los cálculos del Tesoro?
Más de 40.000 millones de euros. No me
digan que no es un alivio, porque como digan eso ustedes mucho, a lo mejor otros reaccionan. Este año,
como saben ustedes y como ha explicado el ministro de Hacienda, ha habido un incremento de 10.000
millones de euros de financiación a las comunidades autónomas y no va a haber recortes.
Lo que se les
pide es que cumplan estrictamente la regla de gasto y que la limitación del gasto sea del 1,8 %.
Posteriormente veremos cómo se distribuye. Tenemos 8 décimas de ajuste adicional, pero lógicamente
también dependerá de las negociaciones que está llevando a cabo el Ministerio de Hacienda con las
diferentes comunidades autónomas.
El señor Montero nos define como perversos y maquiavélicos. Yo no diría tanto; me parece un poquito
excesivo. La verdad es que siento no ser tan rápido como usted, desde el punto de vista de la constatación
de la evolución del déficit público. Lo que le puedo decir es que en el déficit público del año 2015 ha habido
también cuestiones extraordinarias que también va a valorar la Comisión Europea.
¿Qué cuestiones
extraordinarias? Normalmente en el déficit público, como en las reformas estructurales más complicadas,
se tienen que hacer siempre los ajustes al principio de la legislatura, y después —está perfectamente
estudiado y usted además lo conoce muy bien— está la interrelación entre el ciclo presupuestario y el ciclo
político, y eso es una realidad y es algo que Bruselas comprende perfectamente.
Por eso yo le hablaba
de los cuatro años de legislatura desde el punto de vista de evolución del déficit público.
Posteriormente el señor Vendrell ha sacado un tema —la igualdad o desigualdad, la pobreza o no
pobreza— que a mí, como ministro de Economía, me preocupa mucho. Me preocupa cuáles son las
raíces, los orígenes, cómo se puede solucionar, cuáles son las variables. Desde luego yo de lo que no voy
es de Robin Hood por la vida. (Rumores). Déjeme que le diga una cuestión.
Les voy a enseñar un gráfico
de Eurostat. (Muestra el documento). Esta es la pobreza severa y cómo ha evolucionado; si quieren
después se lo puedo repartir a todos. Aquí se ve que en la zona euro en 2014 —que son con datos de 2013, y los de 2015 con datos de 2014, es decir, hay un año de decalaje— se reduce esta pobreza
aproximadamente en 0,3 puntos porcentuales.
Lo que hace aquí Eurostat es coger una serie de indicadores,
como la famosa pobreza energética, dificultades desde el punto de vista de compra de vivienda, de
alimentos, etcétera, lo calcula, y se ve que la pobreza severa en el conjunto de la zona euro pasa del 7,4
al 7,1 —se reduce en tres décimas—, y la española —que en el año 2014 ya estaba por debajo de la
media— se reduce en 0,7, es decir, se reduce más del doble que en la zona euro.
Tienen ustedes aquí la
distribución por diferentes países de la zona euro (Muestra un nuevo documento), donde se ve que Italia
está bastante peor que nosotros, el Reino Unido prácticamente como nosotros y Francia mejor.
El origen de la pobreza —y esta es una cuestión que ha planteado el señor Garzón— tiene que ver,
según mi opinión, fundamentalmente con la evolución del empleo. España entre el año 2008 y mediados
de 2013 —que es el punto más bajo desde la perspectiva de la evolución del empleo— pierde 3,5 millones
de puestos de trabajo, que además se concentran sobre todo en los contratos temporales, que además
son los jóvenes.
Esa es la realidad, es decir, el ajuste en España siempre se daba de la misma forma. Esa
es la principal fuente de generación de desigualdad y de pobreza que tenemos en nuestro país. No hay
mayor desigualdad que la que existe entre quien no tiene empleo y quien tiene empleo, desde mi punto
de vista.
Esto es hablando en términos generales, después puede haber situaciones concretas y
específicas que yo no le voy a negar, pero en un análisis global y completo esa es la principal razón de
dicha situación.
A partir de mediados del año 2013 España creaba aproximadamente 1.100.000 puestos
de trabajo, y ahí está la razón básica por la cual se está reduciendo esa pobreza severa o extrema más
que en otros países. Antes comentaba alguien que los contratos temporales son el 85 %.
No me mire
usted los contratos, míreme los asalariados por tipo de contrato; ahí sí hay una comparación real, y la
comparación es que el 75 % de los asalariados en España tiene contrato indefinido y el 25 %
aproximadamente tiene contrato temporal.
Por supuesto que hay más contratos temporales que contratos
indefinidos, pero eso va de soi, como se dice habitualmente, porque lógicamente los contratos temporales
rotan, mientras que si atendemos a los asalariados con diferentes naturalezas de contratos vemos que la
situación es completamente diferente.
El señor Roldán más que hablar del programa de estabilidad ha hablado de la estabilización del
mercado bancario y del modelo productivo. Dice que sí, que se ha estabilizado parcialmente el mercado
bancario y además que en lo que se ha estabilizado ha sido gracias a la Comisión Europea y que el
Gobierno no ha hecho nada.
Es una forma muy generosa y muy profesional de analizar los temas; no
esperaba otra cosa de ustedes, si me permite usted la expresión. (Rumores). Simplemente lo que le digo
es que miren ustedes los análisis que se han hecho en cada uno de nuestros programas sobre el programa
de asistencia bancaria en nuestro país.
Si usted es objetivo —y espero que lo sea y lo analice— verá que
se pone de manifiesto el efecto. Por supuesto que nosotros teníamos un MoU. Le vuelvo a decir que lo
negocié yo —y también la gente del Ministerio de Economía, no voy a ser tan pretencioso—, y no había
ninguna condición macroeconómica; mírenlo ustedes.
A ver si consigo explicarlo. A Portugal, que es una
economía seis veces más pequeña que la nuestra, le dieron 80.000 millones de euros. A nosotros, que
somos seis veces más grandes que Portugal aproximadamente, nos dieron 40.000.
Si hubiera habido un
rescate completo de España, que es lo que sí venía con condicionalidad completa, nos habrían tenido que
dar 500.000 o 600.000 millones de euros, otra cifra completamente diferente. Además mire usted el
reglamento del MEDE, es decir, del Fondo de rescate, donde se establece claramente cuáles son las
condiciones y las características de lo que es un rescate bancario y de lo que es un rescate completo.
Después ha hablado usted de Bankia y dice que teníamos que haber actuado antes, y me echa la
culpa de las preferentes y de la salida a bolsa de Bankia. Si me lo permite usted, ahí hay un tema de
inconsistencia temporal, como se dice en la teoría económica. (Risas), porque como comprenderá, en
estos momentos y en estas circunstancias cada uno tiene sus responsabilidades al respecto. Usted me
hablaba del señor Rato.
En el tema de la salida a bolsa de Bankia los responsables son poliédricos, si me
permite usted la expresión. Eso tuvo lugar antes y lo que me tocó a mí fue intentar buscar una solución
para las preferentes, y gracias a los arbitrajes que se establecieron, recuperaron su dinero 320.000
preferentistas a los que no se tenía que haber vendido este tipo de producto.
Fue una de las cuestiones
en las cuales tuve que apechar sin mirar para atrás y mirando hacia delante. Ahora, con la salida a Bolsa
de Bankia, ha visto usted lo que hemos tenido que hacer tras las sentencias. Evidentemente, estarán
todos de acuerdo conmigo en que si comparamos la Bankia actual con la Bankia de hace cinco años no
hay ningún elemento comparable; es decir, está gestionada infinitamente mejor y de forma más profesional,
más despolitizada y más solvente que nunca.
Después alude usted al modelo productivo. Aquí podemos hablar mucho de la I+D, pero en el año 2008
la construcción —y seguro que usted lo sabe porque, evidentemente, mira los números y este es un tema
que le ha interesado mucho— pesaba casi el 20 % en el PIB español. ¿Sabe cuánto pesa la construcción
ahora en España? Algo más del 10 %, es decir, se ha reducido su peso en la economía en 10 puntos.
¿Quién ha ganado el peso? ¿Quién ha sustituido —con un PIB más reducido, porque todavía no hemos
recuperado el nivel de renta que teníamos en el año 2008; lo haremos, si todo va bien, dentro de un año
aproximadamente— a la construcción? La exportación de bienes y servicios, que ha pasado de estar
prácticamente cerca del 25 % a estar en estos momentos por encima del 33 % del PIB. Ese es el cambio
real que se ha producido en España.
Nuestro país crece al 3,2 % sin burbuja de crédito y sin burbuja
inmobiliaria, señorías. Ese es el gran cambio que se ha producido en la economía española. Ustedes me
dirán que es la recesión anterior, pero es que estamos creciendo además con un proceso de
desapalancamiento, es decir, el peso del total de la deuda privada en la economía española se ha reducido
en 45 puntos del PIB desde el máximo que alcanzamos en el año 2011, que son más de 450.000 millones
de euros, señorías; ya el año pasado conseguimos que el peso de la deuda pública disminuyese.
Me
parece que ha sido el señor Garzón el que ha comentado el tema de la productividad, pero el principal
problema de la economía mundial, si me permiten ustedes la consideración, es que tenemos un nivel de
deuda elevadísimo a nivel global —pública, privada, en mercados emergentes y en mercados avanzados—,
sin comparación desde el final de la Segunda Guerra Mundial, y además tenemos una muy baja inflación
y una productividad muy reducida, cuando la productividad es la principal fuente para generar renta para
pagar la deuda. Ahí es donde tenemos en estos momentos el mayor problema.
Por eso el caso español
es especialmente paradigmático, porque hemos conseguido en un proceso de desapalancamiento brutal
del sector privado crecer por encima del 3 % y darle la vuelta a una situación recesiva que estaba en gran
parte inducida por este proceso de desapalancamiento.
El señor Capdevila me ha formulado varias preguntas. ¿Cómo negociará con Europa? Pues con
mucho cuidado (Risas).
Lógicamente, los números que les traigo son números que están hablados; no
digo que estén negociados con Europa, porque la Comisión Europea tiene que aplicar el procedimiento
de déficit excesivo y lo hará, pero evidentemente escuchará nuestras razones, verá si nuestras tasas de
crecimiento son realistas o no y posteriormente aplicará dicho procedimiento e incluso los márgenes de
flexibilidad que se tienen.
Les vuelvo a decir que yo ya he negociado tres extensiones de nuestros objetivos
del déficit público, dos culminadas y una en proceso. Cualquiera sabe que si tú aplicas un recorte excesivo
en un año te puedes encontrar con que te afecte al crecimiento económico. En estos momentos lo que
más preocupa en Europa, si me lo permiten ustedes, es el crecimiento económico y la generación de
empleo.
Evidentemente, la obsesión que se tenía en relación con los objetivos presupuestarios ahora es
menor porque se ha conseguido un proceso de consolidación fiscal relativamente importante. Por tanto,
la prioridad está en el crecimiento económico y en la generación de empleo. La política fiscal no es un fin
en sí misma, sino que es un instrumento, al igual que la política monetaria y las políticas de oferta, para
conseguir que una economía crezca y genere empleo, y en eso estaremos todos de acuerdo.
Es decir,
cumplir un objetivo de déficit público en el cementerio no es lo más adecuado. En ese sentido, España
está creciendo más del doble de lo previsto. Además hay otra cuestión. El Fondo Monetario Internacional,
a pesar de que nos ha revisado a la baja, ha revisado más a la baja a Europa que a nosotros. Por algo
será, señorías; algo se habrá hecho bien. Después ha vuelto a sacar el tema de la distribución.
El ministro
de Hacienda ha dicho que va a tener reuniones bilaterales con las diferentes comunidades autónomas, y
lo haremos, pero intentaremos ser, como no puede ser de otra forma, lo más equitativos posible.
El señor Bel me preguntaba cómo iba a pasar del 5 al 3,6 y me ha hecho una consideración sobre los
estabilizadores automáticos. Se lo intentaré explicar. El año 2015 tiene algunas características propias,
particulares y específicas que no tienen por qué repetirse en el año 2016. Tenemos que pasar del 5 % al
3,6, y dejo aparte incluso el tema de los one off porque estos pueden ser de diferente naturaleza. Si
crecemos un 2,7 —que es una proyección de crecimiento prudente—, el ciclo puede aportar cerca de un
punto, quedándonos entonces en torno al 4, que además es lo que dice la Airef.
Hemos tomado un
acuerdo de no disponibilidad del 0,2 y después, lógicamente, tenemos la aplicación la recomendación
autónoma que tiene que tener efecto. Por eso, alcanzar el 3,6 es perfectamente factible. Después, para el
año que viene —porque el programa de estabilidad es sobre todo para el año que viene—, hemos fijado
—sin cambio de política económica— el 2,4 % —que también van a decir que es una cifra razonable—,
que, vía estabilizadores automáticos, proporciona 0,7 puntos hasta llegar al 2,9 %, que es lo que hemos
puesto.
No hemos introducido ningún tipo de medida adicional para el año 2017 porque estamos con un Gobierno en funciones. Vuelve a insistir usted en el tema de cómo se van distribuir estas 8 décimas. Lo
irán viendo. Estoy convencido de que el ministro de Hacienda hablará con todas las comunidades
autónomas, por supuesto también con la Generalitat catalana, para ver cómo se hace esa distribución de
los objetivos.
Señor Azpiazu, credibilidad o no credibilidad. Se habla mucho de los tipos de interés negativos y de
que nosotros los tenemos de la deuda pública, pero si hay algo que mide la credibilidad es cuánto dinero
te prestan y en qué condiciones, porque estoy convencido de que si yo no le genero credibilidad a usted,
usted no me presta un euro, y viceversa.
Señor Azpiazu, la última subasta del Tesoro era de bonos a
treinta años, con tipos del 2,7 %. Es decir en estos momentos hay mucha gente que presta a España a
treinta años —supongo que el señor Draghi no estará treinta años en el BCE ni comprando bonos estos
treinta años— que nos presta al 2,7 o 2,8 %. Creo que ese es un factor de credibilidad.
En cuanto a los escándalos, tanto el Ministerio de Economía como el FROB tuvimos que ver la
situación de las antiguas cajas de ahorros, de las nacionalizadas, y tuvimos que mandar 41 casos a la
Fiscalía. Muchas de las cosas que están saliendo en estos momentos se originaron —y yo intento ser
siempre prudente en estas cuestiones porque respeto la confidencialidad— como consecuencia de
actuaciones de organismos del Ministerio de Economía, como el Sepblac.
Se lo vuelvo a repetir, porque
además es un dato que miraba el otro día. En relación con Panamá, el Sepblac ha mandado más de
setenta operaciones en los últimos años a la Fiscalía. Es decir, hay ocasiones en las que hay que hacer
las cosas con prudencia, con confidencialidad y con cuidado, pero cumpliendo con la obligación, porque
eso es lo más importante, y haciendo lo correcto.
Después usted me recuerda que el paro es muy elevado.
Por supuesto, sé que el paro es el principal
problema, el principal desequilibrio, la principal lacra desde todos los puntos de vista, pero solamente
conozco un sistema para reducir esa tasa de paro, y es crecer y generar empleo. En relación con las
comunidades autónomas —que usted dice que las hemos cogido como cabeza de turco—, la recomendación
autónoma que nos ha dado Bruselas ha sido esa.
Además hay otra cuestión: hay que mirar conjuntamente;
esto vale para el señor Bel y para otros que han hecho la consideración de la distribución o no del
esfuerzo. En el ámbito de seguridad social, yo pondría la Administración Central y la Seguridad Social
siempre conjuntamente.
¿Por qué? Porque hay transferencias de en torno a 10.000 millones de euros que
se hacen por parte del Estado a la Seguridad Social. Es decir, en estos momentos las pensiones de la
Seguridad Social, como saben ustedes, no solamente no se financian con contribuciones a la Seguridad
Social sino que hay aportaciones que se derivan básicamente del pago de los impuestos y de la financiación
del Tesoro español.
Por tanto, hay que mirar conjuntamente la evolución del gasto.
El señor Garzón ha hecho una referencia con la que estoy completamente de acuerdo. La
macroeconomía empezó a existir prácticamente a mediados del siglo pasado, lo que existía antes era
únicamente la micro. Es decir, desgajar la micro y la macro es una especie de esquizofrenia que no tiene
ninguna capacidad descriptiva ni de recomendación a futuro.
La macro es la suma de lo micro y a veces
incluso puede ocultar —no tenga usted la más mínima duda— situaciones diversas desde el punto de
vista microeconómico. También hay una cuestión que es una realidad: si el consumo crece por encima del
3 % es porque hay bastante gente, no solamente el 10 % de los más ricos sino en general la base del
conjunto de la sociedad española, que está consumiendo más; si se pide más crédito es porque hay gente
que, evidentemente, está pidiendo más crédito y bancos que están concediendo más crédito.
La reducción
de los costes de financiación que está exigiendo la banca española a las familias y a las pymes es una
realidad. Antes hablaba de la estabilidad financiera. De estos cuatro años y pico —cuatro años en funciones
plenas y unos cuantos meses, que espero que no se dilaten mucho, con provisionalidad como ministro—
lo que más satisfacción me ha producido ha sido ver que en estos momentos —lo dice el Banco Central
Europeo— la banca española está financiando a las pymes españolas exactamente igual que la banca
alemana a las pymes alemanas, cuando hace dos años y pico teníamos una situación de desventaja
competitiva brutal, que era —como le comentaba anteriormente— que nuestra financiación era mucho
más costosa.
En cuanto a la pobreza, le he comentado anteriormente el tema del empleo. La temporalidad es un
problema. Seguimos teniendo un 25 % de asalariados —que es la forma correcta de medirlo— con
contrato temporal.
Estamos a más del doble del porcentaje en Europa. En España puede haber
características específicas, pero eso es absolutamente injustificable. Además, como decía, cuando había
una situación de caída del ciclo inmediatamente nos encontrábamos con que el ajuste típico en España
era echar al temporal, que normalmente además coincidía con un joven, por cuestiones evidentes y de mero contexto temporal.
Permítame que le diga que la Comisión Europea ha dicho que la reforma laboral
en España ha ahorrado la destrucción de 400.000 puestos de trabajo —ustedes me han sacado muchas
cosas que dice la Comisión Europea; evidentemente la Comisión Europea te saca los colores y lo acepto—.
Usted podrá decir que son temporales y precarios, pero lo que le digo es que lo ha ahorrado.
Como para
mí la principal fuente de pobreza, vuelvo a decirle, es el desempleo, creo que la propia reforma laboral vía
empleo ha ayudado a aliviar la pobreza en nuestro país. ¿Tiempo parcial versus tiempo completo?
Los
últimos datos de asalariados que tenemos indican que la mayoría del empleo ha sido a tiempo completo.
De los 525.000, 500.000 son a tiempo completo y 25.000 son a tiempo parcial. La parcialidad no es una
solución general, pero sí hay colectivos específicos a los que le puede venir bien, por ejemplo a los
estudiantes.
Otro elemento a considerar en cuanto a la pobreza es cuál es el futuro del Estado del bienestar.
Nuestro Estado del bienestar en el año 2011, con las condiciones de financiación que tenía España,
estaba en grave riesgo. Ahí sí hubiéramos tenido un enorme problema desde el punto de vista de la
igualdad y desde el punto de vista de la generación de pobreza. Por lo tanto, que se haya evitado el
rescate a España y que las condiciones de financiación se hayan estabilizado es sin duda la mejor noticia,
desde mi punto de vista, para mantener el Estado de bienestar.
Estoy de acuerdo con usted en cuanto a que la productividad total depende de muchos factores,
depende de la I+D, depende muchísimo de la educación y también depende del marco, que es muy
importante.
Por tanto, el siguiente Gobierno tendrá que hacer mucha incidencia en todo lo que tiene que
ver con la I+D+i, con la educación, etcétera, como comentaba anteriormente el portavoz de Ciudadanos.
Creo que son cuestiones fundamentales.
Por último, señora Garrido, quiero darle las gracias por sus consideraciones.
Querría acabar con una
consideración al hilo de lo que usted comentaba. Hemos sacado un cuadro macroeconómico, el 2724.
Son 900.000 empleos, pero este país se merece tener mucho más y lo puede tener, si me permiten
ustedes. Si conseguimos estabilidad política y una agenda correcta de política económica, no tengan
ustedes la más mínima duda de que los resultados del año pasado se pueden mantener en el tiempo y
que saldríamos definitivamente de la crisis más antes que después.
Muchas gracias. (Aplausos).
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