miércoles, 27 de abril de 2016

COMISIÓN DE ECONOMÍA Y COMPETITIVIDAD CONGRESO 19 ABRIL

El señor MINISTRO DE ECONOMÍA Y COMPETITIVIDAD EN FUNCIONES (De Guindos Jurado): Muchas gracias, señor presidente. Señorías, comparezco en esta Comisión de Economía como ministro de Economía y Competitividad en funciones a petición propia, así como, tal como indicaba anteriormente el presidente, a petición del Grupo Parlamentario Socialista, para informarles de dos cuestiones fundamentales: por un lado, darles cuenta de los principales elementos del programa de estabilidad y del plan nacional de reformas que estamos elaborando; ambos tendrán que ser aprobados por el Consejo de Ministros de cara a ser remitidos a Bruselas antes del final de este mes. 

Como ustedes saben, estos son los dos documentos básicos en los que se basa la coordinación y la supervisión multilateral de las políticas económicas de los países de la Unión Europea. Así cada año antes del 30 abril, los Estados miembros deben presentar sus programas de estabilidad, donde recogen sus planes presupuestarios para los próximos años y el escenario macroeconómico en el que se sustentan. 

Estos programas son parte del Pacto de Estabilidad y Crecimiento con el que se busca proveer unas finanzas públicas saneadas. Asimismo, tenemos que remitir nuestro programa nacional de reformas, en el que informamos de los planes económicos que se van a llevar a cabo. Ambos documentos posteriormente son evaluados por las autoridades comunitarias y constatan si se han cumplido los objetivos, dando así lugar a una serie de recomendaciones, cuya puesta en marcha es también sometida a control. 

Permítanme insistir en que la presentación de estos informes es una obligación para todos los Estados miembros, independientemente de la situación política que atraviese el país o su Ejecutivo. En este sentido, la supervisión multilateral y la coordinación de las políticas económicas viene impuesta por los tratados comunitarios, y además este control ha sido reforzado de forma notable con las reformas introducidas en el denominado six pack o paquete de seis medidas legislativas del año 2011. 

Con ellas no solo se modificó el Pacto de Estabilidad y Crecimiento para fortalecer la disciplina y supervisión presupuestaria, sino que también se introdujo el llamado semestre europeo, un ciclo reforzado de discusión y coordinación en los foros europeos de las políticas presupuestarias y de las reformas estructurales. 

Esta coordinación además reviste especial importancia en el caso de los miembros de la zona euro. Tal y como la reciente crisis nos ha mostrado, se trata de un elemento esencial para el buen funcionamiento de la moneda única. 

El segundo asunto fundamental de esta comparecencia es informarles de los acuerdos que hemos alcanzado con el Gobierno de Cuba, en particular en lo relativo a la reestructuración y condonación de la deuda que la isla tiene con España, y los próximos pasos que queremos dar. Durante mi intervención comenzaré exponiendo la situación de la economía española, aludiendo tanto al contexto internacional como a los últimos datos disponibles. 

A continuación, pasaré a exponerles los elementos del cuadro macroeconómico que se incluirán en el programa de estabilidad para luego referirme a la parte fiscal de dicho programa y al plan nacional de reformas y concluiré, lógicamente, hablándoles de los acuerdos con Cuba. Empezaré, como decía anteriormente, con el contexto internacional. 

Como saben, el año 2016, este ejercicio, ha comenzado con mayor preocupación por la economía mundial al constatarse una ralentización de su crecimiento en un contexto de mayor incertidumbre y volatilidad financiera. El Fondo Monetario Internacional la semana pasada ha vuelto a recortar el crecimiento mundial, situándolo en el 3,2 % este año y en el 3,5 % en 2017. Vemos, pues, que el crecimiento sigue siendo decepcionante.

Hay cinco factores que principalmente condicionan el entorno global. En primer lugar, la desaceleración de China, marcado por su transición hacia un patrón de crecimiento más equilibrado. En segundo lugar, la caída del precio de las materias primas y en particular del petróleo. Precisamente, el precio de las materias primas y la desaceleración de China están detrás del peor comportamiento de muchas economías emergentes, que son importantes exportadoras de materias primas. Cabe destacar por su peso económico el impacto que está teniendo en Brasil y en Rusia. 

El tercer factor es la intensificación de la volatilidad de los mercados financieros internacionales, especialmente los de acciones, los de renta variable. Las turbulencias, que fueron agudas a principios de año, se han mitigado desde mediados de febrero, pero continúan siendo un riesgo. Esta mayor volatilidad financiera no puede explicarse únicamente por los fundamentales económicos, sino que responde también a otras variables como el escaso margen de maniobra de las políticas monetaria y fiscal. 

Otro elemento es el contexto de tipos de interés ultrarreducidos, incluso negativos, a nivel global, que además podría mantenerse durante cierto tiempo. Estamos empezando a ver las consecuencias, los efectos laterales de estas políticas sobre el sector bancario y los inversores institucionales, como los fondos de pensiones y las compañías de seguros. Y por último, señorías, tenemos un elevado nivel de deuda a nivel global. 

El endeudamiento ha crecido significativamente desde la pasada crisis financiera internacional, tanto en economías avanzadas como en emergentes, hasta situarse hoy en sus niveles más altos desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Es una vulnerabilidad que es preciso y necesario abordar. Sin embargo, reducir el endeudamiento resulta muy complicado en el actual contexto de baja inflación y bajo crecimiento del PIB, un crecimiento que comentaba anteriormente es mediocre, en buena medida debido al reducido avance de la productividad en muchos países tras la crisis financiera. Ante este panorama, los principales foros económicos internacionales, ya sea el Fondo Monetario Internacional o el G-20, recomiendan una política monetaria que se mantenga expansiva, con nuevas

medidas no convencionales si resultara necesario, pero también advierte que no se puede fiar todo a la política monetaria para responder a los retos actuales y que se necesita el apoyo de otros instrumentos. Para eso reclama un mayor uso de la política fiscal en aquellos países que tengan margen para hacerlo, que tengan espacio fiscal y, por supuesto, más reformas estructurales para impulsar el crecimiento a medio plazo. 

Paso ahora a referirme al conjunto de la zona euro, donde la recuperación prosigue, aunque a un ritmo todavía muy moderado. El Fondo Monetario pronostica un crecimiento del 1,5 % para este año y del 1,6 % para el siguiente, cifras algo inferiores a las que estimaba el pasado enero. 

Son pronósticos relativamente parecidos a los que presentó el Banco Central Europeo hace pocas fechas. Lo que parece claro es que, aunque no podemos hablar propiamente de crisis, el crecimiento de la zona euro sigue siendo bastante débil, sobre todo, si tenemos en cuenta los fuertes vientos de cola que vienen impulsando la actividad, como la caída del precio del petróleo, las medidas adoptadas por el Banco Central o la depreciación que venía registrando el euro. 

A esto se añaden riesgos geopolíticos importantes como la amenaza terrorista, la crisis de los refugiados, el no en el reciente referéndum de Holanda al Tratado Comercial de la Unión con Ucrania, Grecia o la posibilidad del brexit. 

Está claro, pues, que en Europa tenemos que seguir trabajando en este sentido y la estrategia de política económica a aplicar es clara. El Banco Central Europeo está cumpliendo su papel, pero no podemos olvidar que la política monetaria tiene límites evidentes. La política fiscal tiene actualmente un tono neutro y, a través del Plan Juncker, se han puesto en marcha actuaciones para estimular la inversión en Europa. 

Hay que avanzar en la implementación de las reformas estructurales, unas reformas —insisto— que son claves dada la baja productividad y el crecimiento que les he mencionado. Por último, debemos continuar mejorando nuestro marco de gobernanza económica. Durante la crisis se ha progresado mucho, pero todavía hay camino por recorrer. 

Tenemos que completar la unión bancaria y avanzar en la integración europea. Señorías, paso ya a referirme a la situación de la economía española. Como saben, la economía de nuestro país cerró el pasado ejercicio con datos positivos, muy positivos. La recuperación, que se inició a mediados de 2013, se intensificó a lo largo de 2015 con un avance del PIB en el conjunto del año de un 3,2 %, es decir, más del doble que lo que creció la zona euro. 

El dinamismo se mantuvo en el último trimestre del año, lo que ha permitido iniciar el año 2016 con una velocidad de crucero próxima al 3,5 %. Este crecimiento ha sido además muy intenso en empleo. Los datos de la EPA del último trimestre de 2015 muestran que solo el año pasado se crearon más de medio millón de puestos de trabajo y que casi un tercio del total de los puestos de trabajo que se crearon en Europa correspondían a España. 

Por otro lado, el paro se redujo en casi 680.000 personas, la mayor reducción de toda la serie histórica. Evidentemente, el desempleo es todavía el principal reto que tenemos que afrontar, pero los datos constatan la recuperación progresiva de nuestro mercado laboral. Un elemento fundamental en la consolidación del crecimiento ha sido la mejora de la financiación a empresas y familias. 

Así se ve en el dinamismo de los flujos de crédito, con las operaciones a pymes que crecieron el año pasado a tasas del 13 %, algo que ha sido compatible con un avance en el proceso indispensable y necesario desapalancamiento de nuestra economía. 

También se ve en la significativa reducción del diferencial de coste de financiación de nuestras pymes respecto, por ejemplo, a las pymes alemanas, hasta unos niveles muy reducidos en estos momentos. Asimismo, destaca el comportamiento favorable del sector exterior. El año pasado las exportaciones reales crecieron casi un 5,5 % y la cuenta corriente de la balanza de pagos tuvo un superávit del 1,4 % del producto. 

Con ello hemos registrado un superávit por tercer año consecutivo, algo inédito en nuestra historia económica reciente, y se acumulan ya cuatro años sucesivos con capacidad de financiación con respecto al resto del mundo en el entorno del 2 % en el año 2015. En definitiva, señorías —esto es lo verdaderamente importante—, la economía cerró 2015 con un crecimiento equilibrado, en el que el sólido avance del PIB se acompaña de una elevada creación de empleo, un superávit por cuenta corriente y ausencia de inflación, incluso inflación en términos medios negativa. 

En lo que se refiere a este año, 2016, como es lógico, nuestra economía no es ajena, no es inmune al deterioro del entorno internacional que les acabo de describir. Sin embargo, su impacto está siendo mitigado gracias a la inercia con la que se ha iniciado este ejercicio. Así, los datos conocidos hasta la fecha apuntan a una leve ralentización respecto al fuerte ritmo de crecimiento que tuvimos en la segunda parte del año pasado, principalmente debido a un menor ritmo de avance de algunas partidas de la demanda interna y al peor comportamiento de los mercados externos. 

El mercado de trabajo continúa su evolución positiva. Aunque la EPA no se conocerá hasta finales de abril, los datos de afiliaciones a la Seguridad Social muestran que el crecimiento del empleo en el primer trimestre se mantuvo sólido, a tasas interanuales del 3 %, solo 2 décimas menos que en el último trimestre del ejercicio pasado. 

La moderación es más visible en los indicadores adelantados y de confianza pese a que, en general, siguen en niveles bastante más altos que en la zona euro. Esta evolución está en línea con las previsiones de crecimiento del Banco de España, que sitúa el avance trimestral del PIB, de enero a marzo, en el 0,7 %, es decir, solo 1 décima menos que lo que tuvimos a finales del año pasado. De esta forma, a pesar de la ralentización mundial, nuestra economía apenas ha perdido fuelle y prolonga su senda expansiva. 

Esto es así, señorías, gracias a las reformas estructurales que se han implementado en los últimos años. Este dinamismo también es coherente con los pronósticos de los principales organismos internacionales. El Fondo Monetario Internacional sitúa el crecimiento de España en el 2,6 % este año y en el 2,3 % el próximo en las previsiones que acaba de publicar. Esto supone un recorte marginal de nuestra previsión para este ejercicio. Sin embargo, el comportamiento diferencial favorable respecto a nuestros socios se acentúa. 

De hecho, el fondo nos sitúa como la economía que más crecerá en 2016 de entre todas las grandes avanzadas, incluyendo las grandes de la zona euro. Esta ligera desaceleración de la actividad observada en los primeros meses del año va a tener su reflejo en las previsiones macroeconómicas que se van a incluir en el programa de estabilidad. 

El escenario macroeconómico en el que estamos trabajando incluirá una previsión de crecimiento del 2,7 % para el año 2016 y del 2,4 % para el año 2017. Esto supone respectivamente 3 décimas y medio punto menos que la última previsión del Gobierno presentada el pasado septiembre. Las proyecciones de crecimiento son realistas y se basan en hipótesis conservadoras, todas ellas en línea con las de los principales organismos internacionales. 

Sin entrar muy al detalle de estos supuestos técnicos, les diré que se contemplan crecimientos para la zona euro y la economía mundial alineados con las previsiones de la Comisión. También se considera un precio del petróleo en el entorno de los 40 dólares de media para este ejercicio y una recuperación gradual pero moderada del mismo a partir del año próximo. 

Por su parte, los supuestos de tipos de interés y tipos de cambio son perfectamente compatibles con las indicaciones y las señales de política monetaria del Banco Central Europeo. La expansión de la actividad se apoyará en la demanda interna, que prolongará su dinamismo en los próximos años, aunque acusando una cierta moderación a lo largo del periodo. 

El sector exterior jugará un papel clave en este escenario, con una reducción progresiva de su contribución negativa al crecimiento. Las exportaciones mantendrán su tono con tasas de crecimiento reales próximas al 5 % en todo el periodo. 

El sólido avance de nuestras ventas al exterior viene impulsado por las importantes ganancias de competitividad acumuladas, a pesar de la desaceleración de la economía mundial. En cuanto al mercado de trabajo, continuará creándose empleo a tasas elevadas. En términos EPA, se espera que este año y el próximo se creen alrededor de 900.000 puestos de trabajo, y simultáneamente el paro se reducirá en aproximadamente 1 millón de personas. 

Esto permitirá situar la tasa de paro a finales del año 2017 por debajo del 18 % de la población activa. La cuenta corriente mantendrá un saldo superavitario los dos próximos años y la economía española presentará una capacidad de financiación frente al resto del mundo superior al 2 % del PIB. Señorías, este es un elemento fundamental para seguir avanzando en la reducción de nuestro endeudamiento exterior neto, una de nuestras principales vulnerabilidades. 

En lo que se refiere a la inflación, su evolución se ha visto influida por la caída del precio del petróleo, pero se espera que repunte progresivamente y vuelva a tasas positivas el año próximo. Como ven, las proyecciones que les presento son ante todo prudentes, una prudencia que ha sido una constante en todos los cuadros macroeconómicos que hemos aprobado en los últimos años. 

Lo importante es que el escenario que se anticipa es favorable y sin graves desequilibrios. Estamos en una situación que no tiene nada que ver con la que nos enfrentábamos hace solo cuatro años. Hoy, una vez superadas las graves dificultades de esos años, tenemos una economía competitiva que está en condiciones de crecer y crear empleo a un ritmo sólido. 

Esto nos coloca en una buena posición a la hora de abordar las vulnerabilidades que todavía tenemos por delante como la reducción de nuestro endeudamiento externo, la mejora de nuestra productividad y nuestro crecimiento potencial y, lógicamente, la más necesaria, el empleo. Paso ahora a detallarles la parte fiscal del programa de estabilidad, es decir, el Plan presupuestario de las administraciones públicas para 2016 y 2017, incluyendo las sendas de déficit y deuda pública. 

Esto hace necesario partir, en primer lugar, del cierre del año pasado. Como ya les informó el ministro de Hacienda en su reciente comparecencia, el conjunto de las administraciones públicas cerraron con un déficit del 5 % del PIB. Con ello, el déficit se redujo en 8 décimas con respecto al ejercicio anterior, 2014, pero se supera el objetivo establecido, que era del 4,2 %. 

No podemos considerar este resultado aisladamente, sino que hay que valorarlo en el contexto más amplio de la evolución fiscal de los últimos cuatro años, y claramente el importante esfuerzo de consolidación fiscal realizado está fuera de toda duda. 

El déficit ha pasado del 9,3 % del PIB, en 2011, al 5 % el año pasado, lo que supone una reducción de más de 4 puntos del PIB. La reducción del déficit es además especialmente relevante, si tenemos en consideración que tanto el año 2012 como el año 2013 fueron años de recesión. Voy a referirme a continuación a la senda de déficit. 

Como saben, el objetivo fijado para este año 2016 era de un déficit del 2,8 % del producto; así se establecía en la recomendación dirigida a España en 2013 en el marco del procedimiento de déficit excesivo y en nuestro programa de estabilidad del año pasado. Sin embargo, cumplir con dicho objetivo requería de un ajuste presupuestario muy intenso. 

Partimos de un déficit público del 5 % del PIB y, por tanto, el ajuste requerido para alcanzar este objetivo sería aproximadamente de 2 puntos del PIB, si excluimos gastos no recurrentes imprevistos. Semejante esfuerzo podría tener un impacto muy negativo para nuestro crecimiento, señorías. 

Por este motivo, en el programa de estabilidad se incluye una nueva senda presupuestaria en la que se aplaza en un año la reducción del déficit, por debajo del umbral del 3 % del PIB, hasta el año 2017. Los objetivos de déficit se establecen ahora en el 3,6 % del producto para este año y del 2,9 % el que viene, en vez de los anteriores déficits del 2,8 % y el 1,4 % del PIB. 

La reducción del déficit de este año, hasta llegar al 3,6 %, va a ser posible gracias a los siguientes factores. En primer lugar, la aportación del ciclo económico, es decir, la reducción del déficit que se va a producir como consecuencia del crecimiento económico y del juego de los estabilizadores automáticos. 

En segundo lugar, el recorte del gasto de la Administración central en 2.000 millones de euros, anunciado el viernes pasado por el Consejo de Ministros. En tercer lugar, las medidas para cumplir con la recomendación autónoma que nos dirigió la Comisión Europea a principios de marzo. Estas 8 décimas adicionales de déficit para este año respecto al objetivo inicial se distribuirán entre el Estado y las diferentes comunidades autónomas. 

Por lo que respecta al año próximo, al año 2017, la nueva senda exige una reducción de déficit de 0,7 puntos del PIB, en vez de los 1,4 puntos que exigía la anterior senda. Esto se explica en parte por el menor crecimiento previsto para este año. Pero fundamentalmente, y en coherencia con un Gobierno en funciones, no se incluyen medidas para reducir el déficit público, es decir, toda la reducción del déficit para el año próximo proviene del ciclo económico, dado que el programa se ha elaborado bajo la hipótesis de escenario de política constante. 

Señorías, de lo que tenemos que ser conscientes es de que la reducción del déficit es ineludible; no porque estemos obligados por los procedimientos comunitarios, sino porque nuestra deuda pública ha alcanzado niveles muy elevados. 

El factor positivo es que en el año 2015, por primera vez desde el inicio de la crisis, la deuda pública ha reducido su peso en el producto y se prevé que la reducción continúe de forma moderada en los próximos años. Además, como anuncié hace unos días, las necesidades de emisión neta para el año 2016 se han reducido respecto a las proyecciones iniciales. 

Estas necesidades se sitúan ahora en 40.000 millones de euros, 5.000 millones menos de lo que esperábamos en enero. Lo importante es que nuestras necesidades netas hoy son menos de la mitad de las que existían en 2012, donde alcanzaron prácticamente los 100.000 millones de euros. 

Tal y como recordaba al principio de mi intervención, junto con el programa de estabilidad, debemos remitir a Bruselas el plan nacional de reformas; es una de las obligaciones que España tiene como miembro de la Unión Europea en el marco de la coordinación de las políticas económicas. 

Como saben, en los planes nacionales de reformas los países dan cuenta de las reformas adoptadas para cumplir con las recomendaciones que se les dirigen en el marco del semestre europeo. Asimismo, informan de sus planes de reforma, que tienen que estar alineados con las prioridades acordadas en el entorno europeo. 

En el caso de España, la naturaleza del Gobierno en funciones conlleva la imposibilidad de desarrollar tales planes, por tanto, el documento que presentaremos se centrará en dar cuenta de las reformas adoptadas durante el pasado año, 2015, para cumplir con las recomendaciones específicas que se lanzaron a España. 

Un aspecto importante que vamos a incluir en el programa de estabilidad son las medidas en respuesta a la recomendación autónoma de la Comisión. El ministro de Hacienda ya les informó en su reciente comparecencia de qué supone una recomendación autónoma. 

A través de ella, la Comisión nos ha instado a poner en marcha los mecanismos preventivos y correctivos previstos en la Ley Orgánica de Estabilidad Presupuestaria para controlar las desviaciones del déficit de las comunidades autónomas. 

Las medidas que hemos adoptado son ya conocidas: las comunidades incumplidoras en 2015 deberán aprobar un acuerdo de no disponibilidad y adoptar medidas de reducción de gasto; a las comunidades con mayores y más reiterados incumplimientos de su periodo medio de pago a proveedores se les han retenido por primera vez recursos de los sistemas de financiación de las autonomías para que el Estado pague directamente a estos proveedores a los cuales no se les paga y las regiones adheridas al Fondo de liquidez autonómica 2016 estarán bajo una condicionalidad reforzada. 

Por otro lado, se adoptan medidas adicionales para reforzar el marco institucional presupuestario, aumentando la transparencia y garantizando la participación activa de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal en la adopción de las medidas de corrección. Señorías, paso ya a explicarles brevemente los acuerdos que recientemente hemos alcanzado con Cuba en lo relativo a la gestión de la deuda que la isla cubana tiene con nuestro país. 

Cuba es el segundo deudor de España por volumen de deuda. A finales de 2015 la deuda ascendía prácticamente a 2.500 millones de euros y, como saben, estaba íntegramente impagada. Suponía un obstáculo claro en la profundización de nuestras relaciones bilaterales y por ello hemos querido darle una solución definitiva con un doble objetivo: normalizar las relaciones económico-financieras con la isla y fomentar la apertura y desarrollo económico del país. 

Así, el Gobierno decidió impulsar el proceso de reestructuración de la deuda desde dos ámbitos: el bilateral, para la deuda a corto plazo, y el multilateral, para la deuda a medio y largo plazo. Entrando, en primer lugar, en la deuda a corto plazo —como saben—, España es soberana para negociar bilateralmente las condiciones de reestructuración de la deuda a corto plazo con un país deudor. Por ello, desde junio de 2015, representantes del Ministerio de Economía y del Gobierno cubano han mantenido diferentes reuniones. 

En noviembre del año pasado, coincidiendo con mi visita a la isla, se firmó un acuerdo de renegociación de la deuda a corto plazo que ascendía a algo más de 200 millones. Las condiciones acordadas fueron las siguientes: el pago de 3 millones de euros en cuatro cuotas trimestrales de 750.000 euros cada una a desembolsar en este año, la refinanciación de 87,6 millones de euros a diez años, incluyendo tres de gracia, que devengarán un tipo fijo del 1 % anual, y la condonación de prácticamente 111 millones de euros. 

Del total, 40 millones se canalizarán a través de la firma de un programa de conversión de deuda. Ello implica la creación de un fondo de contravalor para financiar proyectos de desarrollo e infraestructuras en Cuba, priorizados por el Gobierno de la isla y acordados bilateralmente con nosotros. Señorías, tras décadas de impagos sistemáticos, hoy puedo informales de que el pasado marzo Cuba efectuó el primer pago a España; un hito relevante que refleja el compromiso de la isla de asumir sus obligaciones. 

Permítanme señalarles además que este acuerdo ha tenido un impacto pequeño pero positivo en la reducción de nuestro déficit público el año pasado de cerca de 3 millones de euros. En lo que se refiere a la deuda a medio y largo plazo, España ha jugado un papel determinante para que se pueda llegar a una solución multilateral. 

Hemos impulsado las negociaciones con Cuba en el ámbito del Club de París, que, como saben, es el foro multilateral correspondiente. Dichas negociaciones culminaron en diciembre del año pasado con la firma de un acta en la que se incluyen las condiciones financieras que cada deudor aplicará a la reestructuración y condonación de la deuda cubana. 

En síntesis, estas condiciones fueron las siguientes: el reembolso de principal a intereses contractuales, que en el caso de España ascienden a 750 millones de euros, en un plazo de dieciocho años; durante los cinco primeros años no se aplicarán intereses a la deuda pendiente de reembolso; a partir del 31 de octubre de 2020 se devengarán intereses a un tipo fijo del 1,5 %; por último, la condonación de los intereses de demora de forma proporcional al pago de los reembolsos consensuados. 

En el caso de España, estos intereses ascienden prácticamente a 1.500 millones de euros. Además, el acuerdo establece que cada acreedor podrá voluntariamente otorgar condonaciones adicionales a través de programas de conversión de deuda. 

En este sentido, las autoridades cubanas solicitaron que, a fin de poder atender las obligaciones financieras resultantes de la deuda reestructurada, España, Francia, Italia y Japón —es decir, los cuatro mayores acreedores participantes en este acuerdo— accedieran a condonar lo siguiente: el 100 % de los intereses ordinarios impagados de la deuda y el 30 % del principal de la deuda pendiente tras la reestructuración acordada mediante un programa de conversión. 

Para España esta propuesta implicaría condonar 375 millones de euros adicionales destinados —a través de un fondo— a financiar proyectos de desarrollo de interés común. Como saben, tanto los términos multilaterales como los voluntarios deben reflejarse en acuerdos que cada país acreedor ha de firmar con Cuba. Por eso, señorías, vengo hoy a esta Cámara a informarles de los últimos contactos que hemos tenido y de los acuerdos alcanzados. 

España tiene una oportunidad de fortalecer sus relaciones bilaterales con Cuba y, al mismo tiempo, impulsar la apertura económica del  país. Espero que todos ustedes respalden estos acuerdos. La semana pasada culminamos la negociación de los textos que aplican las condiciones que he comentado anteriormente, tanto para la Compañía Española de Seguros de Crédito a la Exportación, Cesce, como para el Instituto de Crédito Oficial, y me gustaría tener su apoyo para su firma definitiva con el Gobierno cubano. 

A su vez, les reitero que estos acuerdos sobre la deuda a medio y largo plazo permitirán también reducir el déficit público este año 2016 en cerca de 75 millones de euros. Es curioso que una condonación mejore el déficit público, pero si quieren se lo puedo explicar con más detalle posteriormente. 

En definitiva, señorías, creo que estos acuerdos suponen un hito para nuestras relaciones bilaterales con Cuba y establecen unas condiciones de pago asumibles para la isla, que podrá hacer frente a su deuda impulsando al mismo tiempo su desarrollo, y en ese desarrollo —gracias al diseño de los acuerdos firmados— se abren enormes posibilidades para el trabajo conjunto de ambos países. 

Por ello, quiero pedir a los grupos parlamentarios —como decía anteriormente— su apoyo para firmar los acuerdos con el vicepresidente Cabrisas en los próximos días. Señorías, concluyo ya. Como ven, ha sido voluntad de este Gobierno traer al Parlamento —por la máxima transparencia y consenso posibles— el programa de estabilidad que debemos presentar a Bruselas antes de que finalice este mes de abril. 

No se trata de una opción, sino de una obligación para todos los Estados miembros; un compromiso de nuestra pertenencia a una unión monetaria, una unión que se basa en unas reglas que tienen flexibilidad, pero que todos debemos cumplir y respetar. 

Las proyecciones contenidas en este programa se caracterizan por su prudencia y su moderación, pero también demuestran que la economía española sigue siendo fuerte y que continúa creciendo claramente por encima de la media de la zona euro. 

Además, la nueva senda presupuestaria se adecua a la situación de cierre de 2015 y nos permitirá reducir el déficit sin poner en peligro el ritmo de crecimiento ya conseguido; un crecimiento que se debe sin duda alguna al gran esfuerzo realizado por la sociedad española y a una política económica adecuada; un esfuerzo que debemos reconocer y que bajo ninguna circunstancia deberíamos perder. Muchas gracias. (Aplausos.—El señor Floriano Corrales: Muy bien).

El señor MINISTRO DE ECONOMÍA Y COMPETITIVIDAD EN FUNCIONES (De Guindos Jurado): Muchas gracias, señor presidente. Voy a intentar contestar a cada una de las intervenciones de cada uno de los portavoces, pero antes de nada voy a empezar con tres consideraciones generales, si me lo permiten ustedes, señorías. La primera es que es un placer volver a esta Comisión de Economía. 

El tono sigue siendo igual, el señor Azpiazu y el señor Garzón sirven de enlace entre la composición de la anterior legislatura y la actual. Hay muchas caras nuevas, el señor Saura por ejemplo no estaba en esta Comisión de Economía, creo que estaba en la de Presupuestos anteriormente. En cualquier caso es un placer venir por aquí. Intento ser lo más abierto posible a todo tipo de críticas, sobre todo en sede parlamentaria. 

Ustedes están aquí para controlar al Gobierno y criticarlo. Pero hay una que no les acepto, señorías, y es que me critiquen que estoy y que vengo en funciones. Les miro a todos ustedes, pero estarán todos de acuerdo conmigo en que el hecho de que yo esté aquí en funciones hablando del programa de estabilidad no es culpa mía. 

Eso me recuerda a lo que decía un amigo mío: que de vez en cuando el conde Drácula acusa a Van Helsing de vampirismo. Esa crítica, con perdón —se lo digo aquí a todos ustedes—, no la acepto porque no es mi responsabilidad. La segunda cuestión general es relativa a Cuba. Únicamente la señora Garrido se ha referido a ella. 

Tenemos prácticamente todo negociado con Cuba, queda cerrar, y doy por entendido que tengo la aquiescencia para firmar el acuerdo con el Gobierno cubano. 

No me refiero a la deuda, al endeudamiento a corto plazo —que ya lo hicimos estando en plenas funciones— ni de la parte multilateral del Club de París —que es una consecuencia de una decisión anterior, y según todos los informes jurídicos que tenemos se podría asumir perfectamente—, sino a la parte adicional más bilateral con Cuba, que es — como decía anteriormente— la creación de un fondo junto con las autoridades cubanas para fomentar proyectos sociales y de infraestructura en Cuba. 

Es una especie de acuerdo entre el Gobierno cubano y el español, que de acuerdo con un reglamento a futuro tendrá que vigilar el próximo Gobierno de España y que supone fundamentalmente la posibilidad de tener cerca de 400 millones de dólares adicionales — que es muchísimo dinero en Cuba— para realizar proyectos que intentaremos que favorezcan, tanto a la economía cubana como a la española. 

Esa es otra segunda consideración general, y si alguno de ustedes considera que no es así le rogaría que me lo dijeran para saber si tengo o no el consenso de los diferentes grupos parlamentarios de la Comisión de Economía. En tercer lugar, ha habido un comentario general sobre la Airef. Ha sido trasversal en muchos grupos el tema de por qué la Airef no ha podido hacer su informe. La Airef tiene todos los detalles del cuadro macroeconómico, que se le mandaron siete u ocho días antes de lo estrictamente necesario. 

Pero hay una parte del programa de estabilidad que es muy importante, que es la senda fiscal y la distribución de objetivos de déficit público, y no se le ha remitido todavía. El Gobierno tiene aún tiempo para aprobar el programa de estabilidad en sus detalles. Lo que he hecho hoy ha sido venir aquí, no diría que después de una negociación, sino de una coordinación con la Comisión Europea, tanto con el comisario Moscovici como con el vicepresidente Dombrowski —esto lo acabé yo el otro día en la asamblea del fondo y lo hablé con ellos el sábado pasado; estamos a martes y he intentado venir lo antes posible—, para comentarles cuáles eran los rasgos generales del programa de estabilidad y las implicaciones que esto puede tener. 

Lo más importante del programa de estabilidad lo conocen ustedes en este momento; por supuesto que queda. Y si sigo en funciones —eso dependerá de ustedes otra vez— vendré aquí encantado otra vez y les traeré el programa de estabilidad completo, si no ha habido una disolución de las Cortes, algo de lo que tampoco me pueden echar a mí la culpa. Esa es la cuestión; yo estoy abierto a venir cuando lo aprobemos. 

Durante el próximo Consejo de Ministros yo estaré en Amsterdam —porque tengo Eurogrupo y Ecofín—, pero si se aprueba el siguiente y están abiertas las Cortes, por supuesto que vendré encantado para dar todos los detalles del mismo. Esas son las tres consideraciones generales que les quería hacer. Entro ya en las observaciones, las críticas y los comentarios que me han hecho cada uno de ustedes. 

El señor Saura empieza con la recomendación autónoma, que es de la Comisión Europea, y su contenido es el que es. Lo que ha hecho Bruselas es decirnos que somos un Gobierno en funciones, pero que tenemos que aplicar la ley. Hay una Ley de Estabilidad Presupuestaria —que es una ley orgánica— y tenemos que aplicar el brazo preventivo y el brazo correctivo, sobre todo porque ha habido una desviación, que ha sido de la Seguridad Social, pero muy especialmente de las comunidades autónomas. 

En relación con las comunidades autónomas tengo que decir que cuando trato con las autoridades en Bruselas yo soy responsable del déficit del conjunto de las administraciones públicas. No voy a echar la culpa a nadie ni es mi estilo, lo que tengo que hacer es buscar soluciones. Cuando llegué, a principios del año 2012, al Eurogrupo me di cuenta de que no podía quejarme de la herencia recibida; yo era el ministro de Economía de España y tenía que defender la posición de España. 

Tenía que mirar para adelante, sabía cuáles eran mis debilidades y mis fortalezas, pero criticar a una parte de algo en lo cual tengo una responsabilidad global no era lo más adecuado. Aunque tenemos que saber dónde está el origen de la desviación, que estaba —como ustedes han identificado, porque es obvio— en las comunidades autónomas y en la Seguridad Social. Esa es la primera consideración. 

El señor Saura me decía que habíamos engañado, porque nos habían dicho que no íbamos a cumplir. Señor Saura, esta es la tercera extensión de los objetivos de déficit público que he tenido que negociar por desgracia como ministro de Economía de España. ¿Saben ustedes cuál es la razón fundamental? Ustedes lo han comentado y es cierto, 

España tiene un problema de déficit público, tenemos un déficit público superior a la media europea. Este año vamos a estar en el 3,6 % —que he comentado hoy aquí— y la media europea va a estar por debajo del 2, y ya tenemos una deuda pública muy elevada. El problema fundamental es que teníamos un déficit público que en el año 2010 estaba en el 11 % y en el año 2011 estaba en el 9,3 %. 

Es decir, el recorrido que hemos tenido que hacer de ajuste de déficit público ha sido enorme. Ese ajuste no se ha tenido que producir en otros países, ni en Portugal siquiera. En Grecia sí, porque tenían un déficit público que estaba prácticamente en el 13 o en el 14 % y han hecho un ajuste muy importante, pero es una situación completamente diferente. 

Pero no se ha tenido que producir en Francia ni en Italia ni por supuesto en Alemania. Nosotros nos encontramos un déficit público del 9,3 % y lo vamos a dejar este año en el 3,6 % y el año pasado en el 5 %. En ese 5 % hay medidas, que se denominan en la terminología de la Comisión de one-off, que no se van a volver a repetir en el futuro. 

Los one-off salen todos los años, aunque sea por naturaleza diferente, cuando no es por una cosa es por otra, cuando no es por el hígado es por el riñón, pero los one-off, como saben ustedes, surgen. Esa es la realidad.

En términos de ajuste de esfuerzo estructural —lo comentaba también el señor Saura antes, como buen fiscalista y como buen profesor de política presupuestaria, y como saben muchos de ustedes, que conocen perfectamente la teoría económica— este depende de cosas tan evanescentes como el crecimiento potencial de la economía española, a partir del cual se calcula el output gap y se divide el ajuste que se ha realizado globalmente entre cíclico y estructural. 

Pues bien, en España hemos pasado del 9,3 % al 5 % y lo hemos hecho con un incremento muy pequeño de nuestro producto en estos cuatro años. Tuvimos recesión en los años 2012 y 2013 y tuvimos recuperación los años 2014 y 2015, y al final el neto es que hemos recuperado algo de producto en relación con lo que teníamos el año 2011, pero muy poco, alrededor de 1 punto. Hemos reducido más de 4 puntos de déficit público en su peso en el PIB con un incremento del PIB del 1 %. 

Es decir, España ha realizado un ajuste importantísimo de déficit público y se refleja en nuestro ratio de deuda pública/PIB. Me dirán ustedes: es que el Gobierno anterior en sus cuatro años les aumentó 30 puntos y el actual también lo aumentó 30 puntos. 

Es cierto, pero hay dos cuestiones que creo que son verdad. Cuando uno ve cómo fue la evolución del ratio deuda pública/PIB de la anterior legislatura se observa que se distribuye equitativamente; esos 30 puntos se están obteniendo como consecuencia fundamentalmente del déficit público en el entorno de 8 puntos de incremento del ratio de deuda cada año, de una forma bastante estable durante los cuatro años que van del 2008 al 2011. 

Cuando uno ve lo que ha ocurrido en esta legislatura se observa un crecimiento muy importante el primer año, como consecuencia de dos factores —el programa de rescate a los bancos y el programa de pago a proveedores, que suman más de 7 puntos—, y a partir del año 2014 se estabiliza, y por primera vez en lo que ha sido la historia fiscal de la crisis en el año 2015 el peso de la deuda pública en relación con el PIB se reduce. 

Ello es consecuencia de dos factores fundamentales: uno, que hemos reducido el déficit público, y dos, que ha habido crecimiento del PIB nominal. Ha habido crecimiento, señorías, y eso es fundamental. (Rumores). Sí, pero ha habido crecimiento. Será por algo, señorías. Esa es una tesis bastante conocida —que también usted menciona—: que el rebote de España se debe a que habíamos caído más. No es verdad. 

Le voy a explicar por qué, si me acepta usted la explicación. En España en el año 2009 caemos prácticamente lo que cae el conjunto de los países. La diferencia entre España y el resto de socios comunitarios, la media comunitaria, es que en España no hay recuperación en el año 2010, y a principios del año 2011 empieza una segunda recesión incluso mucho más profunda que la de la media de los países comunitarios. 

Eso tiene que ver con los desequilibrios macroeconómicos que teníamos, fundamentalmente la burbuja inmobiliaria y la burbuja de crédito. Por tanto, volviendo al señor Saura, les diría que nadie puede negar el esfuerzo. He tenido que negociar tres veces extensiones de nuestro cumplimiento del 3 % de límite del déficit público, pero lo hemos tenido que hacer fundamentalmente porque la situación de partida de España no tenía nada que ver. Anteriormente usted comentaba también cuestiones como las sanciones. 

Ese es un procedimiento que se llama step up. Vamos a ver si nos lo aplican o no. Si nos lo aplican puede haber varias posibilidades. Lo que yo le diría es que para que este procedimiento sea moderado es fundamental que la Comisión Europea considere que aplicamos la recomendación autónoma y que estamos haciendo caso a la recomendación autónoma. 

Nosotros tenemos unas reglas, formamos parte de un club, que es el euro, y tenemos que cumplir todas las reglas del club. (Risas). Evidentemente hay reglas fiscales, y si nos hacen una recomendación autónoma la tenemos que cumplir. Si no la cumplimos habrá un sistema de sanciones, pero a mí la sanción me importa muy poco. 

A mí lo que me preocupa fundamentalmente es la credibilidad de la política fiscal española, y eso va a depender de los esfuerzos que hagamos. Ya sé que aquí hay gente —después comentaré lo que han dicho, tanto el señor Montero como el señor Vendrell como el señor Garzón— que considera que no es necesario reducir el déficit público. 

Pues yo les digo que hay que reducirlo. Ya sé que usted aplicará el multiplicador keynesiano elevadísimo, y dirá que como la política monetaria me está comprando deuda pública, no voy a tener un efecto negativo como consecuencia de la subida de tipos de interés, etcétera. Pero el déficit público hay que reducirlo. 

Y les voy a decir por qué. Cuando más en riesgo ha estado en la historia reciente de España el Estado del bienestar —ese Estado del bienestar que todos defendemos, yo creo que aquí hay un contrato social con diferentes matices, pero existe— ha sido en el año 2011 y en el año 2012. 

Cuando en el año 2012 el Tesoro público español tenía que levantar 270.000 millones de euros, y en las subastas, en lugar de entrarnos 5.000 ó 6.000, que era lo que necesitábamos, nos entraban 1.000 a duras penas, fue cuando más en riesgo estuvo el Estado del bienestar en nuestro país. Nosotros necesitábamos esa financiación para pagar las pensiones, la educación y la sanidad. 

En ese momento —después hablaremos del tema de pobreza, de la cuestión laboral, etcétera— fue cuando en España estábamos en la situación más crítica desde el punto de vista del sostenimiento del Estado del bienestar. No sé si han visto ustedes —seguro que lo conocen, se lo digo para que comparen— la condicionalidad de un país como Portugal o Irlanda y la que tuvo España. 

Compárenlo ustedes: caídas de pensiones del 20 %, incrementos del IVA absolutamente generalizados, cuestiones como hacer de peaje todas las autovías. (Rumores). Léalo usted; el MoU me lo sé de memoria, señoría, porque lo negocié yo. (El señor Delgado Arce: ¡Claro que sí!). No hay una sola condición macroeconómica, ni una sola. 

Digamos la verdad, esa es la realidad. No se gana nada —ha dicho el señor Saura que la mentira tiene patas cortas—, por supuesto que está ahí y está escrito. Lo que sí tenía que hacer España era cumplir el procedimiento de déficit excesivo y el semestre europeo. 

Esa es la segunda consideración. Con relación al tema de mentiras o no, yo no sé lo que sería mentira o verdad. Lo que le puedo decir es que en el año 2011 España tenía una recesión del 2 %, destruía empleo a un ritmo de 600.000 puestos de trabajo, nadie se creía las cuentas de la banca española, había una especie de nexo vicioso entre el Tesoro español y la situación de los bancos españoles, y este país le vuelvo a repetir que tenía un problema de competitividad y un déficit público de más del 9 %. 

Hoy la realidad es que este país ha crecido a ejercicio cerrado por encima del 3 %, ha creado más de medio millón de puestos de trabajo, tiene un superávit externo próximo al 2 % del PIB, y tiene un déficit público que ha sido del 5 % y este año va a continuar reduciéndose hacia el 3,6 %, con una inflación negativa. Esa es la realidad. 

Después podremos tener todos los matices, y por supuesto que todavía tenemos una tasa de paro del 20 %, pero yo no conozco mejor forma de reducir el paro que crear empleo y crecimiento económico. No sé otra. Quien se crea que sin crecimiento económico y creación de empleo se puede mantener el Estado del bienestar se equivoca, por mucha deuda pública que compre el Banco Central Europeo. 

Después el señor Montero y el señor Vendrell me hablan de la documentación. Yo todavía no tengo el programa de estabilidad completo; yo lo que he hecho ha sido, después de coordinar, acordar y hablar unas cifras, venir a ustedes con las cifras fundamentales. 

Después vendrá lógicamente la letra pequeña, que también me la han pedido especialmente los representantes de Democràcia i Llibertat y de Esquerra Republicana, pero será posteriormente cuando tengamos que ver y analizar con detalle la distribución al respecto. Comentaba usted el tema de las comunidades autónomas, que también ha sido una queja de otros grupos. 

En relación con las comunidades autónomas —tengo aquí las cifras—, ¿saben cuánto les hemos proporcionado en financiación en los últimos años? Han sido 130.000 millones de euros, tanto vía FLA como vía Fondo de pago a proveedores. ¿Saben ustedes cuál es el ahorro en tipos de interés a lo largo de la vida de esa financiación, según los cálculos del Tesoro? 

Más de 40.000 millones de euros. No me digan que no es un alivio, porque como digan eso ustedes mucho, a lo mejor otros reaccionan. Este año, como saben ustedes y como ha explicado el ministro de Hacienda, ha habido un incremento de 10.000 millones de euros de financiación a las comunidades autónomas y no va a haber recortes. 

Lo que se les pide es que cumplan estrictamente la regla de gasto y que la limitación del gasto sea del 1,8 %. Posteriormente veremos cómo se distribuye. Tenemos 8 décimas de ajuste adicional, pero lógicamente también dependerá de las negociaciones que está llevando a cabo el Ministerio de Hacienda con las diferentes comunidades autónomas. 

El señor Montero nos define como perversos y maquiavélicos. Yo no diría tanto; me parece un poquito excesivo. La verdad es que siento no ser tan rápido como usted, desde el punto de vista de la constatación de la evolución del déficit público. Lo que le puedo decir es que en el déficit público del año 2015 ha habido también cuestiones extraordinarias que también va a valorar la Comisión Europea. 

¿Qué cuestiones extraordinarias? Normalmente en el déficit público, como en las reformas estructurales más complicadas, se tienen que hacer siempre los ajustes al principio de la legislatura, y después —está perfectamente estudiado y usted además lo conoce muy bien— está la interrelación entre el ciclo presupuestario y el ciclo político, y eso es una realidad y es algo que Bruselas comprende perfectamente. 

Por eso yo le hablaba de los cuatro años de legislatura desde el punto de vista de evolución del déficit público. Posteriormente el señor Vendrell ha sacado un tema —la igualdad o desigualdad, la pobreza o no pobreza— que a mí, como ministro de Economía, me preocupa mucho. Me preocupa cuáles son las raíces, los orígenes, cómo se puede solucionar, cuáles son las variables. Desde luego yo de lo que no voy es de Robin Hood por la vida. (Rumores). Déjeme que le diga una cuestión. 

Les voy a enseñar un gráfico de Eurostat. (Muestra el documento). Esta es la pobreza severa y cómo ha evolucionado; si quieren después se lo puedo repartir a todos. Aquí se ve que en la zona euro en 2014 —que son con datos de  2013, y los de 2015 con datos de 2014, es decir, hay un año de decalaje— se reduce esta pobreza aproximadamente en 0,3 puntos porcentuales. 

Lo que hace aquí Eurostat es coger una serie de indicadores, como la famosa pobreza energética, dificultades desde el punto de vista de compra de vivienda, de alimentos, etcétera, lo calcula, y se ve que la pobreza severa en el conjunto de la zona euro pasa del 7,4 al 7,1 —se reduce en tres décimas—, y la española —que en el año 2014 ya estaba por debajo de la media— se reduce en 0,7, es decir, se reduce más del doble que en la zona euro. 

Tienen ustedes aquí la distribución por diferentes países de la zona euro (Muestra un nuevo documento), donde se ve que Italia está bastante peor que nosotros, el Reino Unido prácticamente como nosotros y Francia mejor. 

El origen de la pobreza —y esta es una cuestión que ha planteado el señor Garzón— tiene que ver, según mi opinión, fundamentalmente con la evolución del empleo. España entre el año 2008 y mediados de 2013 —que es el punto más bajo desde la perspectiva de la evolución del empleo— pierde 3,5 millones de puestos de trabajo, que además se concentran sobre todo en los contratos temporales, que además son los jóvenes. 

Esa es la realidad, es decir, el ajuste en España siempre se daba de la misma forma. Esa es la principal fuente de generación de desigualdad y de pobreza que tenemos en nuestro país. No hay mayor desigualdad que la que existe entre quien no tiene empleo y quien tiene empleo, desde mi punto de vista. 

Esto es hablando en términos generales, después puede haber situaciones concretas y específicas que yo no le voy a negar, pero en un análisis global y completo esa es la principal razón de dicha situación. 

A partir de mediados del año 2013 España creaba aproximadamente 1.100.000 puestos de trabajo, y ahí está la razón básica por la cual se está reduciendo esa pobreza severa o extrema más que en otros países. Antes comentaba alguien que los contratos temporales son el 85 %. 

No me mire usted los contratos, míreme los asalariados por tipo de contrato; ahí sí hay una comparación real, y la comparación es que el 75 % de los asalariados en España tiene contrato indefinido y el 25 % aproximadamente tiene contrato temporal. 

Por supuesto que hay más contratos temporales que contratos indefinidos, pero eso va de soi, como se dice habitualmente, porque lógicamente los contratos temporales rotan, mientras que si atendemos a los asalariados con diferentes naturalezas de contratos vemos que la situación es completamente diferente. 

El señor Roldán más que hablar del programa de estabilidad ha hablado de la estabilización del mercado bancario y del modelo productivo. Dice que sí, que se ha estabilizado parcialmente el mercado bancario y además que en lo que se ha estabilizado ha sido gracias a la Comisión Europea y que el Gobierno no ha hecho nada. 

Es una forma muy generosa y muy profesional de analizar los temas; no esperaba otra cosa de ustedes, si me permite usted la expresión. (Rumores). Simplemente lo que le digo es que miren ustedes los análisis que se han hecho en cada uno de nuestros programas sobre el programa de asistencia bancaria en nuestro país. 

Si usted es objetivo —y espero que lo sea y lo analice— verá que se pone de manifiesto el efecto. Por supuesto que nosotros teníamos un MoU. Le vuelvo a decir que lo negocié yo —y también la gente del Ministerio de Economía, no voy a ser tan pretencioso—, y no había ninguna condición macroeconómica; mírenlo ustedes.

 A ver si consigo explicarlo. A Portugal, que es una economía seis veces más pequeña que la nuestra, le dieron 80.000 millones de euros. A nosotros, que somos seis veces más grandes que Portugal aproximadamente, nos dieron 40.000. 

Si hubiera habido un rescate completo de España, que es lo que sí venía con condicionalidad completa, nos habrían tenido que dar 500.000 o 600.000 millones de euros, otra cifra completamente diferente. Además mire usted el reglamento del MEDE, es decir, del Fondo de rescate, donde se establece claramente cuáles son las condiciones y las características de lo que es un rescate bancario y de lo que es un rescate completo. 

Después ha hablado usted de Bankia y dice que teníamos que haber actuado antes, y me echa la culpa de las preferentes y de la salida a bolsa de Bankia. Si me lo permite usted, ahí hay un tema de inconsistencia temporal, como se dice en la teoría económica. (Risas), porque como comprenderá, en estos momentos y en estas circunstancias cada uno tiene sus responsabilidades al respecto. Usted me hablaba del señor Rato. 

En el tema de la salida a bolsa de Bankia los responsables son poliédricos, si me permite usted la expresión. Eso tuvo lugar antes y lo que me tocó a mí fue intentar buscar una solución para las preferentes, y gracias a los arbitrajes que se establecieron, recuperaron su dinero 320.000 preferentistas a los que no se tenía que haber vendido este tipo de producto. 

Fue una de las cuestiones en las cuales tuve que apechar sin mirar para atrás y mirando hacia delante. Ahora, con la salida a Bolsa de Bankia, ha visto usted lo que hemos tenido que hacer tras las sentencias. Evidentemente, estarán todos de acuerdo conmigo en que si comparamos la Bankia actual con la Bankia de hace cinco años no hay ningún elemento comparable; es decir, está gestionada infinitamente mejor y de forma más profesional, más despolitizada y más solvente que nunca.

Después alude usted al modelo productivo. Aquí podemos hablar mucho de la I+D, pero en el año 2008 la construcción —y seguro que usted lo sabe porque, evidentemente, mira los números y este es un tema que le ha interesado mucho— pesaba casi el 20 % en el PIB español. ¿Sabe cuánto pesa la construcción ahora en España? Algo más del 10 %, es decir, se ha reducido su peso en la economía en 10 puntos. 

¿Quién ha ganado el peso? ¿Quién ha sustituido —con un PIB más reducido, porque todavía no hemos recuperado el nivel de renta que teníamos en el año 2008; lo haremos, si todo va bien, dentro de un año aproximadamente— a la construcción? La exportación de bienes y servicios, que ha pasado de estar prácticamente cerca del 25 % a estar en estos momentos por encima del 33 % del PIB. Ese es el cambio real que se ha producido en España. 

Nuestro país crece al 3,2 % sin burbuja de crédito y sin burbuja inmobiliaria, señorías. Ese es el gran cambio que se ha producido en la economía española. Ustedes me dirán que es la recesión anterior, pero es que estamos creciendo además con un proceso de desapalancamiento, es decir, el peso del total de la deuda privada en la economía española se ha reducido en 45 puntos del PIB desde el máximo que alcanzamos en el año 2011, que son más de 450.000 millones de euros, señorías; ya el año pasado conseguimos que el peso de la deuda pública disminuyese. 

Me parece que ha sido el señor Garzón el que ha comentado el tema de la productividad, pero el principal problema de la economía mundial, si me permiten ustedes la consideración, es que tenemos un nivel de deuda elevadísimo a nivel global —pública, privada, en mercados emergentes y en mercados avanzados—, sin comparación desde el final de la Segunda Guerra Mundial, y además tenemos una muy baja inflación y una productividad muy reducida, cuando la productividad es la principal fuente para generar renta para pagar la deuda. Ahí es donde tenemos en estos momentos el mayor problema. 

Por eso el caso español es especialmente paradigmático, porque hemos conseguido en un proceso de desapalancamiento brutal del sector privado crecer por encima del 3 % y darle la vuelta a una situación recesiva que estaba en gran parte inducida por este proceso de desapalancamiento. El señor Capdevila me ha formulado varias preguntas. ¿Cómo negociará con Europa? Pues con mucho cuidado (Risas). 

Lógicamente, los números que les traigo son números que están hablados; no digo que estén negociados con Europa, porque la Comisión Europea tiene que aplicar el procedimiento de déficit excesivo y lo hará, pero evidentemente escuchará nuestras razones, verá si nuestras tasas de crecimiento son realistas o no y posteriormente aplicará dicho procedimiento e incluso los márgenes de flexibilidad que se tienen. 

Les vuelvo a decir que yo ya he negociado tres extensiones de nuestros objetivos del déficit público, dos culminadas y una en proceso. Cualquiera sabe que si tú aplicas un recorte excesivo en un año te puedes encontrar con que te afecte al crecimiento económico. En estos momentos lo que más preocupa en Europa, si me lo permiten ustedes, es el crecimiento económico y la generación de empleo. 

Evidentemente, la obsesión que se tenía en relación con los objetivos presupuestarios ahora es menor porque se ha conseguido un proceso de consolidación fiscal relativamente importante. Por tanto, la prioridad está en el crecimiento económico y en la generación de empleo. La política fiscal no es un fin en sí misma, sino que es un instrumento, al igual que la política monetaria y las políticas de oferta, para conseguir que una economía crezca y genere empleo, y en eso estaremos todos de acuerdo. 

Es decir, cumplir un objetivo de déficit público en el cementerio no es lo más adecuado. En ese sentido, España está creciendo más del doble de lo previsto. Además hay otra cuestión. El Fondo Monetario Internacional, a pesar de que nos ha revisado a la baja, ha revisado más a la baja a Europa que a nosotros. Por algo será, señorías; algo se habrá hecho bien. Después ha vuelto a sacar el tema de la distribución. 

El ministro de Hacienda ha dicho que va a tener reuniones bilaterales con las diferentes comunidades autónomas, y lo haremos, pero intentaremos ser, como no puede ser de otra forma, lo más equitativos posible. 

El señor Bel me preguntaba cómo iba a pasar del 5 al 3,6 y me ha hecho una consideración sobre los estabilizadores automáticos. Se lo intentaré explicar. El año 2015 tiene algunas características propias, particulares y específicas que no tienen por qué repetirse en el año 2016. Tenemos que pasar del 5 % al 3,6, y dejo aparte incluso el tema de los one off porque estos pueden ser de diferente naturaleza. Si crecemos un 2,7 —que es una proyección de crecimiento prudente—, el ciclo puede aportar cerca de un punto, quedándonos entonces en torno al 4, que además es lo que dice la Airef. 

Hemos tomado un acuerdo de no disponibilidad del 0,2 y después, lógicamente, tenemos la aplicación la recomendación autónoma que tiene que tener efecto. Por eso, alcanzar el 3,6 es perfectamente factible. Después, para el año que viene —porque el programa de estabilidad es sobre todo para el año que viene—, hemos fijado —sin cambio de política económica— el 2,4 % —que también van a decir que es una cifra razonable—, que, vía estabilizadores automáticos, proporciona 0,7 puntos hasta llegar al 2,9 %, que es lo que hemos puesto. 

No hemos introducido ningún tipo de medida adicional para el año 2017 porque estamos con un Gobierno en funciones. Vuelve a insistir usted en el tema de cómo se van distribuir estas 8 décimas. Lo irán viendo. Estoy convencido de que el ministro de Hacienda hablará con todas las comunidades autónomas, por supuesto también con la Generalitat catalana, para ver cómo se hace esa distribución de los objetivos. 

Señor Azpiazu, credibilidad o no credibilidad. Se habla mucho de los tipos de interés negativos y de que nosotros los tenemos de la deuda pública, pero si hay algo que mide la credibilidad es cuánto dinero te prestan y en qué condiciones, porque estoy convencido de que si yo no le genero credibilidad a usted, usted no me presta un euro, y viceversa. 

Señor Azpiazu, la última subasta del Tesoro era de bonos a treinta años, con tipos del 2,7 %. Es decir en estos momentos hay mucha gente que presta a España a treinta años —supongo que el señor Draghi no estará treinta años en el BCE ni comprando bonos estos treinta años— que nos presta al 2,7 o 2,8 %. Creo que ese es un factor de credibilidad. 

En cuanto a los escándalos, tanto el Ministerio de Economía como el FROB tuvimos que ver la situación de las antiguas cajas de ahorros, de las nacionalizadas, y tuvimos que mandar 41 casos a la Fiscalía. Muchas de las cosas que están saliendo en estos momentos se originaron —y yo intento ser siempre prudente en estas cuestiones porque respeto la confidencialidad— como consecuencia de actuaciones de organismos del Ministerio de Economía, como el Sepblac. 

Se lo vuelvo a repetir, porque además es un dato que miraba el otro día. En relación con Panamá, el Sepblac ha mandado más de setenta operaciones en los últimos años a la Fiscalía. Es decir, hay ocasiones en las que hay que hacer las cosas con prudencia, con confidencialidad y con cuidado, pero cumpliendo con la obligación, porque eso es lo más importante, y haciendo lo correcto. Después usted me recuerda que el paro es muy elevado. 

Por supuesto, sé que el paro es el principal problema, el principal desequilibrio, la principal lacra desde todos los puntos de vista, pero solamente conozco un sistema para reducir esa tasa de paro, y es crecer y generar empleo. En relación con las comunidades autónomas —que usted dice que las hemos cogido como cabeza de turco—, la recomendación autónoma que nos ha dado Bruselas ha sido esa. 

Además hay otra cuestión: hay que mirar conjuntamente; esto vale para el señor Bel y para otros que han hecho la consideración de la distribución o no del esfuerzo. En el ámbito de seguridad social, yo pondría la Administración Central y la Seguridad Social siempre conjuntamente. 

¿Por qué? Porque hay transferencias de en torno a 10.000 millones de euros que se hacen por parte del Estado a la Seguridad Social. Es decir, en estos momentos las pensiones de la Seguridad Social, como saben ustedes, no solamente no se financian con contribuciones a la Seguridad Social sino que hay aportaciones que se derivan básicamente del pago de los impuestos y de la financiación del Tesoro español. 

Por tanto, hay que mirar conjuntamente la evolución del gasto. El señor Garzón ha hecho una referencia con la que estoy completamente de acuerdo. La macroeconomía empezó a existir prácticamente a mediados del siglo pasado, lo que existía antes era únicamente la micro. Es decir, desgajar la micro y la macro es una especie de esquizofrenia que no tiene ninguna capacidad descriptiva ni de recomendación a futuro. 

La macro es la suma de lo micro y a veces incluso puede ocultar —no tenga usted la más mínima duda— situaciones diversas desde el punto de vista microeconómico. También hay una cuestión que es una realidad: si el consumo crece por encima del 3 % es porque hay bastante gente, no solamente el 10 % de los más ricos sino en general la base del conjunto de la sociedad española, que está consumiendo más; si se pide más crédito es porque hay gente que, evidentemente, está pidiendo más crédito y bancos que están concediendo más crédito. 

La reducción de los costes de financiación que está exigiendo la banca española a las familias y a las pymes es una realidad. Antes hablaba de la estabilidad financiera. De estos cuatro años y pico —cuatro años en funciones plenas y unos cuantos meses, que espero que no se dilaten mucho, con provisionalidad como ministro— lo que más satisfacción me ha producido ha sido ver que en estos momentos —lo dice el Banco Central Europeo— la banca española está financiando a las pymes españolas exactamente igual que la banca alemana a las pymes alemanas, cuando hace dos años y pico teníamos una situación de desventaja competitiva brutal, que era —como le comentaba anteriormente— que nuestra financiación era mucho más costosa. 

En cuanto a la pobreza, le he comentado anteriormente el tema del empleo. La temporalidad es un problema. Seguimos teniendo un 25 % de asalariados —que es la forma correcta de medirlo— con contrato temporal. 

Estamos a más del doble del porcentaje en Europa. En España puede haber características específicas, pero eso es absolutamente injustificable. Además, como decía, cuando había una situación de caída del ciclo inmediatamente nos encontrábamos con que el ajuste típico en España era echar al temporal, que normalmente además coincidía con un joven, por cuestiones evidentes y de mero contexto temporal. 

Permítame que le diga que la Comisión Europea ha dicho que la reforma laboral en España ha ahorrado la destrucción de 400.000 puestos de trabajo —ustedes me han sacado muchas cosas que dice la Comisión Europea; evidentemente la Comisión Europea te saca los colores y lo acepto—. Usted podrá decir que son temporales y precarios, pero lo que le digo es que lo ha ahorrado. 

Como para mí la principal fuente de pobreza, vuelvo a decirle, es el desempleo, creo que la propia reforma laboral vía empleo ha ayudado a aliviar la pobreza en nuestro país. ¿Tiempo parcial versus tiempo completo? 

Los últimos datos de asalariados que tenemos indican que la mayoría del empleo ha sido a tiempo completo. De los 525.000, 500.000 son a tiempo completo y 25.000 son a tiempo parcial. La parcialidad no es una solución general, pero sí hay colectivos específicos a los que le puede venir bien, por ejemplo a los estudiantes. Otro elemento a considerar en cuanto a la pobreza es cuál es el futuro del Estado del bienestar. 

Nuestro Estado del bienestar en el año 2011, con las condiciones de financiación que tenía España, estaba en grave riesgo. Ahí sí hubiéramos tenido un enorme problema desde el punto de vista de la igualdad y desde el punto de vista de la generación de pobreza. Por lo tanto, que se haya evitado el rescate a España y que las condiciones de financiación se hayan estabilizado es sin duda la mejor noticia, desde mi punto de vista, para mantener el Estado de bienestar. 

Estoy de acuerdo con usted en cuanto a que la productividad total depende de muchos factores, depende de la I+D, depende muchísimo de la educación y también depende del marco, que es muy importante. 

Por tanto, el siguiente Gobierno tendrá que hacer mucha incidencia en todo lo que tiene que ver con la I+D+i, con la educación, etcétera, como comentaba anteriormente el portavoz de Ciudadanos. Creo que son cuestiones fundamentales. Por último, señora Garrido, quiero darle las gracias por sus consideraciones. 

Querría acabar con una consideración al hilo de lo que usted comentaba. Hemos sacado un cuadro macroeconómico, el 2724. Son 900.000 empleos, pero este país se merece tener mucho más y lo puede tener, si me permiten ustedes. Si conseguimos estabilidad política y una agenda correcta de política económica, no tengan ustedes la más mínima duda de que los resultados del año pasado se pueden mantener en el tiempo y que saldríamos definitivamente de la crisis más antes que después. Muchas gracias. (Aplausos).


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