miércoles, 27 de abril de 2016

COMISIÓN ECONOMÍA CONGRESO 19 ABRIL INTERVENCIÓN PORTAVOCES

El señor SAURA GARCÍA (Partido Socialista Obrero Español): Gracias, señor presidente. Quiero darle la bienvenida al señor ministro en nombre del Grupo Parlamentario Socialista. Nuestro grupo ha pedido su comparecencia en el Pleno y en la Comisión para debatir sobre el documento del que nos ha hablado, es decir, de la revisión del programa de estabilidad, y para que la Cámara manifestase su posición, dando lugar a un debate y a la votación de unas propuestas de resolución.

Las decisiones que el Gobierno va a tomar, como son la modificación de los objetivos de déficit para el año 2016 o el recorte de 2.000 millones de euros en los presupuestos de la Administración central y en torno a 5.000 millones de euros para el conjunto de las administraciones de nuestro país, no son una mera decisión administrativa; tienen un evidente calado político y comprometen al nuevo Gobierno, haya o no elecciones. 

Como la propuesta no la han consensuado con los grupos políticos, vale lo que vale este Gobierno, es decir, una semana o dos meses, pero no se entiende que el Gobierno no haya buscado dialogar con los distintos grupos de la Cámara en esta dirección; quizás haya sido porque están acostumbrados a la mayoría absoluta. 

Señor ministro, han engañado a las instituciones europeas y a los españoles, y usted tiene responsabilidad también en eso. Cuando llegó la nueva Comisión Europea, con una visión más realista sobre los objetivos de estabilidad presupuestaria, abrió una ventana de flexibilidad. Países como Francia, allá por el mes de abril del año pasado, negociaron una nueva senda de consolidación más creíble y más suavizada, tal y como pedíamos y pedimos desde el Partido Socialista. 

Pero usted en ese momento estaba más en otra carrera y optó no por España sino por quedar bien con la señora Merkel, a sabiendas de que no cumplían los objetivos de déficit en 2015 y que tampoco cumplirían con el 2,8 de 2016; pensaban que sería otro Gobierno el que haría frente a esta realidad. 

No les importó la credibilidad de nuestro país ante las instituciones europeas, que han reaccionado con la contundente e imparable recomendación autónoma del pasado 8 de marzo, sin precedentes en Europa por su dureza y que puede acabar en una sanción. 

Señor ministro, señorías, el enfado de la Comisión Europea con ustedes no es solo por la desviación del déficit; el enfado es porque han hecho lo contrario de lo que habían pedido. Les dijeron que no había margen para bajar los impuestos a las rentas más altas, pero ustedes, por razones electorales, aprobaron una reforma fiscal que ha tenido como consecuencia el incremento del déficit estructural. 

Todos los españoles tienen que saber que la reducción del déficit no se ha producido como consecuencia de decisiones que ustedes han tomado —al contrario, el déficit estructural ha crecido como consecuencia de sus decisiones, de su reforma fiscal— sino que es consecuencia del ciclo económico. 

Ahora, para desviar la atención, han encontrado un chivo expiatorio, las comunidades autónomas, a las que en realidad les pusieron unos objetivos de déficit más exigentes que a la Administración central y de difícil cumplimiento, como ha puesto de manifiesto en reiteradas ocasiones y comparecencias la Autoridad fiscal. 

Engañaron a los españoles presentando unos presupuestos para 2016 —como ya denunció en su momento el Grupo Socialista—, poco antes de las elecciones generales, a sabiendas de que la desviación del déficit en 2015 los haría papel mojado, que serían inservibles y que tendrían que ser modificados, y escondieron el gran problema de las cuentas públicas españolas, que son los ingresos de la Seguridad Social, como ha dicho la Autoridad fiscal, que en la página 33 del informe sobre los presupuestos para 2016 denuncia un incremento de los ingresos por cotizaciones en esos presupuestos que ustedes trajeron al Congreso de los Diputados de un 16,7 % respecto al cierre del año 2015, cuando las cotizaciones estaban creciendo en ese momento al 1 %. 

Luego ustedes sabían perfectamente que el déficit de la Seguridad Social se iba a situar más cerca de los 17.000 millones de euros; por cierto, un déficit al que se llega cuando la economía está creciendo al 3 %, ergo la escasa variación de los ingresos por cotizaciones se explica, entre otras razones, por los salarios de miseria para la mayoría de los españoles. 

Todo un disparate. Tal es el disparate, el maquillaje, la mentira en las cuentas públicas, que en abril, en el cuarto mes del año, ya tienen que aplicar una no disponibilidad de crédito de 2.000 millones de euros. Las trampas salen, las mentiras tienen las patas cortas y al final todos los españoles nos hemos enterado de que, efectivamente, nos engañaron mintiendo con el presupuesto del año 2016. Pero el problema del déficit y de la credibilidad sobre las cuentas públicas no termina aquí, señor ministro. 

La Autoridad fiscal denunció ayer —atentos todos— que no había podido realizar la evaluación del documento que van a enviar a Bruselas y alerta de que se está incumpliendo la normativa europea y española porque no les ha llegado la información. No me diga que no es, señor ministro, un verdadero disparate. Es decir, usted va a llevar las cuentas, esta modificación del documento, a Europa sin el análisis de la Autoridad fiscal, una institución que ha exigido la Comisión Europea como consecuencia del rescate a la banca. 

Usted presenta las cuentas ante Europa sin este análisis de la Autoridad fiscal, lo que prueba además el escaso interés o aprecio por instituciones independientes como esa. Esto me parece, señor ministro, muy malo para España, para la credibilidad de las cuentas públicas de España y además un verdadero disparate. Señor ministro, se van como llegaron, mintiendo a los españoles. 

Ustedes ganaron las elecciones en 2011 diciendo que había margen y que iban a bajar los impuestos y que bajando los impuestos habría más actividad económica y, por tanto, más recaudación. Esto es lo que contaron por activa y por pasiva a los españoles, pero hicieron la mayor subida de los impuestos que se ha producido en la democracia. 

¿Dónde está aquella regla de que si se bajan los impuestos hay más actividad económica y, por tanto, más recaudación? ¿Dónde está esa regla que nos han contado, insisto, por activa y por pasiva? Hicieron la mayor subida de impuestos de la democracia, pero poco antes de las elecciones quisieron aprobar, a pesar de la insistencia de la Comisión Europea para que no lo hicieran, una bajada de impuestos a sus votantes naturales, al 10 % de la población más rica, pese a las advertencias de la Comisión Europea. 

Y ahora vienen los problemas y las consecuencias de su política fiscal procíclica. Cuando los efectos transitorios sobre la economía comienzan a desaparecer, plantean un recorte de al menos 5.000 millones de euros que lastra nuestro crecimiento económico en alrededor de tres décimas. Además, todo encaja en sus postulados ideológicos: bajan los impuestos a las rentas altas, se incrementa el déficit, luego hay que recortar el Estado del bienestar. 

Este es el relato de lo que en la derecha americana se conoce como matar de hambre a la bestia; para ustedes la bestia es el Estado del bienestar. Además, a esto hay que añadir que ustedes no han prestado atención a los factores permanentes del crecimiento, lo que explica que en los próximos años, cuando hayan desaparecido por completo los impulsos transitorios externos, la economía española se va a desacelerar y se va a cerrar la diferencia, el gap, con la Comisión Europea.


Usted lo reconoce en sus cifras: el decrecimiento español es mayor en los próximos años, pero el crecimiento de la Comisión Europea se acelera, luego se cierra el gap como consecuencia de que esos efectos transitorios externos han desaparecido y ustedes no han apostado por esos factores permanentes de crecimiento. 

En concreto, el Fondo Monetario Internacional estima que nuestro crecimiento convergerá al 1 %, es decir, un crecimiento mediocre de la economía española desde el punto de vista potencial; insisto, al escaso 1 % del crecimiento potencial de la economía. 

Concretamente, la Comisión Europea, en el informe del mes de febrero pasado sobre la corrección de los desequilibrios macroeconómicos, señala que la productividad total de los factores proyectada para los próximos diez años implicará una nula convergencia con la media europea y, por tanto, nos alejaremos de la renta per capita no solamente de la media europea de los países más desarrollados de Europa, sino de la media de los países más desarrollados del mundo, con lo que el paisaje que dibuja su política para el futuro es una sociedad de salarios mediocres y de miseria y un Estado del bienestar mínimo, donde seguirán creciendo la desigualdad, la pobreza y la exclusión social, como señala también el informe al que me he referido hace unos segundos sobre la corrección de los desequilibrios macroeconómicos de la propia Comisión Europea para estos últimos años. Señor presidente, muchísimas gracias. Señor ministro, muchísimas gracias. Buenos días.

El señor MONTERO SOLER (Podemos): Muchas gracias, señor presidente. Bienvenido, señor ministro. Permítame que comience mi intervención afeándole su comparecencia de hoy por no haber enviado la documentación necesaria para que este encuentro fuera mucho más fructífero de lo que va a resultar. 

Como vengo de la universidad, utilizaré una metáfora de ese ambiente para tratar de explicar lo que aquí ocurre, y es que no sé si calificarlo como un mal alumno que viene de casa sin haber hecho los deberes o como un profesor tramposo que acude a examinar a sus alumnos sin haberles dicho antes qué temas tenían que estudiar. 

Como bien sabe, no solo se lo decimos nosotros sino que también se lo ha dicho —y lo ha remarcado el portavoz del Grupo Socialista— la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal, que ha mostrado su malestar porque ustedes no le han remitido el proyecto en tiempo y forma para poder valorarlo. 

Además, hay que advertir que la legitimidad de la intervención que ha planteado es más que dudosa viniendo de un ministro de Economía en funciones —y remarco lo de en funciones—, un ministro que debería limitar su gestión al despacho ordinario de los asuntos públicos —tal y como defienden ustedes mismos cuando se niegan a comparecer ante el Pleno de esta Cámara—, pero que al presentar esta actualización del programa de estabilidad sobrepasa esas competencias bien delimitadas y entra en el terreno de las decisiones políticas, terreno en el que, por cierto, ya hicieron una incursión en el pasado Consejo de Ministros, cuando comenzaron a aplicar recortes sobre unos Presupuestos Generales del Estado para el año 2016, que no solo no les correspondía elaborar y aprobar, sino que estaban tan inflados que eran absolutamente inverosímiles, como así se encargó de advertirles la Comisión Europea, a la que ustedes hicieron oídos sordos. 

Usurparon la potestad que le correspondía al Gobierno que debía haber salido de las elecciones del 20 de diciembre y ahora, como Gobierno en funciones, se arrogan nuevamente potestades que no les corresponden. Sin embargo, después de lo que nos ha planteado hoy aquí, hay cuestiones que a nuestro grupo parlamentario no dejan de sorprenderle, y nos gustaría que, en la medida de lo posible, nos diera una explicación a las mismas. 

En primer lugar, le querríamos felicitar porque la política que han llevado a cabo en el último año y medio ha permitido validar la hipótesis que muchos de nosotros defendemos: la austeridad no funciona. Si queremos generar crecimiento y empleo en un contexto en el que la política monetaria ha agotado prácticamente sus potencialidades contracíclicas, es necesario recurrir a una política fiscal expansiva. 

No es que se lo diga yo, es que se lo está diciendo ya toda Europa, se lo está diciendo alguien tan poco sospechoso de heterodoxo como el presidente del Banco Central Europeo, el señor Mario Draghi. Precisamente eso es lo que ustedes hicieron en la última parte de la legislatura para tratar de ganar unas elecciones que han perdido y que han permitido estimular la economía española y la creación de empleo, aunque sea un empleo precario, mal remunerado y de marcado carácter estacional. 

Ustedes han demostrado que la austeridad no funciona, que el crecimiento solo puede venir de la mano de la expansión fiscal, pero, como no podía ser de otra forma, lo han hecho al revés de cómo debería hacerse en una economía como la española, con una estructura de gastos e ingresos públicos absolutamente descompensada. 

Mientras Europa nos dice que tenemos un problema por el lado de los ingresos fiscales, a ustedes solo se les ocurre agudizarlo reduciendo impuestos contra la opinión de propios y de extraños. De esa manera, han generado unas décimas de crecimiento que, sumadas al efecto de los factores externos —efectos que, como usted ya ha remarcado, van menguando—, han permitido dar la apariencia de un crecimiento estable y consolidado y de una salida definitiva de la crisis, una apariencia que solo es eso, apariencia. 

Si a eso le añadimos los efectos de la reforma laboral y de la política de bonificaciones a la contratación sobre la Seguridad Social, tenemos el cuadro completo del espejismo que se está diluyendo, y como en el cuento de Andersen, mostrando las vergüenzas del rey desnudo. Porque, señor De Guindos, entre usted y el señor Montoro están tratando de trasladar el problema del déficit hacia el terreno de las comunidades autónomas, como si el problema radicara ahí. Sin embargo, el problema no solo radica ahí. 

El problema radica, en parte, en que su reforma fiscal ha supuesto una merma de 7.482 millones de euros en 2015 en las arcas públicas, millones que parcialmente se habrían dirigido a la financiación autonómica de esas autonomías que los han dejado de percibir. No pueden tomar decisiones fiscales a nivel central y culpar a unas comunidades autónomas infrafinanciadas y que cargan con el peso del Estado de bienestar de los efectos que las decisiones de su Gobierno tienen sobre los presupuestos de aquellas. 

Ustedes saben que ese es el espacio en el que se sustancia el Estado de bienestar. Trasladando la responsabilidad del ajuste a las comunidades autónomas, aunque la responsabilidad última sea suya, consiguen aplicar medidas coercitivas sobre ellas. 

Sus políticas, señor De Guindos y señor Montoro, ausente, son perversas y maquiavélicas: defienden un objetivo de déficit real para quedar bien con Europa; a continuación, bajan los impuestos, a pesar de la opinión contraria de la Comisión —así evitan recortes en el año electoral— y, una vez que incumplen el objetivo, trasladan la responsabilidad hacia las comunidades autónomas y lo utilizan como argumento para que sean ellas las que apliquen los recortes. 

¿Y qué decir de la Seguridad Social?, porque de eso seguro que algo tiene que decirnos. Ahí radica otra de las grandes fuentes de déficit público, y sus políticas en materia de mercado laboral no hacen más que agudizar el problema. 

En 2016, en los Presupuestos Generales del Estado se preveía un aumento de los ingresos por cotizaciones a la Seguridad Social del 6,35 %. Se ve que no les pareció suficiente que en 2015 se previera un incremento de los ingresos del 6,8 % respecto a 2014 y que el incremento real de la recaudación efectiva fuera del 1,3 %. 

Ese dato ya les podía haber dado pistas de lo erróneo de sus previsiones y de lo tozuda que es la realidad. ¿Qué piensa usted al respecto? Por último, señor De Guindos, también querría darle la enhorabuena por haber llegado a una conclusión a la que alguno de nosotros hace tiempo que llegamos, incluidos cientos de economistas españoles y europeos. 

Me refiero a la noticia con la que nos desayunábamos esta mañana acerca de su éxito al conseguir que Bruselas acepte un año más, que quizás sean dos, para reducir el déficit. Enhorabuena; mi más sincera enhorabuena. Ha conseguido usted parcialmente algo que nosotros planteábamos en nuestro programa electoral. 

Usted, que juraba y perjuraba que este año se conseguiría el objetivo de déficit, que se negaba a reconocer que año tras año sus previsiones eran erróneas y que sin embargo insistía en que no era necesario negociar una prórroga con Bruselas, ahora viene y nos dice que sí, que hay que actualizar la senda de la consolidación fiscal y que tenemos que darnos más tiempo para salir del marco del procedimiento de déficit excesivo. 

Lamento que haya llegado tarde a estas conclusiones, señor De Guindos, pero al menos me congratula que haya llegado. Para concluir, le sugeriré que lea nuestro programa electoral y descubrirá que el problema del déficit público en España no es un problema de gasto, que se encuentra en torno a la media comunitaria, sino que es un problema de ingresos, que se encuentra casi seis puntos por debajo de la media comunitaria y que, además, se puede remontar esa brecha, al tiempo que se estimula la economía y se reduce la diferencia entre el gasto social como porcentaje del PIB entre la media europea y España y no reduciéndolo como pretenden hacer ustedes. 

Termino. Todo eso está en nuestro programa, señor ministro, y me ofrezco humildemente a reunirme con usted y a explicárselo, si no tiene tiempo para leerlo. Igual, hasta le parecen bien algunas de las propuestas que ahí le planteamos, como ha ocurrido con la socialización de la senda presupuestaria. Eso es todo de momento, si bien quisiera reiterarle el malestar de nuestro grupo por no haber recibido la documentación.

El señor ROLDÁN MONÉS (Ciudadanos): Muchas gracias, presidente. Señor ministro, bienvenido a esta Comisión. Le agradezco que venga a vernos, no como han hecho algunos de sus compañeros en el ministerio y en el gabinete. Es un placer tenerle aquí y poder discutir sobre los planes de futuro. 

Tras cuatro años al frente del Ministerio de Economía, dado el momento de transición en el que nos encontramos, creo que esta es una buena ocasión para hacer una valoración de cómo se han hecho las cosas en estos años y de los planes que tenemos para el futuro. Usted tenía dos objetivos principales al llegar al Gobierno en 2012. 

El primero era estabilizar el mercado financiero y la economía y el segundo sentar las bases de un modelo de crecimiento de futuro de verdad para la economía, después del fracaso del modelo anterior. El primer objetivo se logró a medias. España evitó el colapso y el mercado financiero se reestructuró y se estabilizó, pero pongamos las cosas en su sitio, señor De Guindos. 

La estabilización de España no fue ni mucho menos un éxito de su Gobierno. España recibió un rescate que consistía en una línea de crédito de hasta 100.000 millones para salvar a la banca que ustedes mismos habían llevado al desastre. Como obliga cualquier rescate, el nuestro vino con una fuerte condicionalidad. 

Los préstamos —lo sabe todo el mundo— nadie los da gratis. Las condiciones en nuestro caso no solo eran para la banca, como ha intentado vender este Gobierno en numerosas ocasiones. Como explica claramente el MOU —que estoy seguro que usted habrá leído— la condicionalidad se extendía también a los objetivos del semestre europeo, a la fiscalidad y al mercado laboral. A pesar de eso ustedes siguen negando que hubiera rescate. 

La revista americana Time lo puso con un poco más de gracia que yo: You say tomato, I say bailout. Usted dice tomate, yo digo rescate. La reforma de la gobernanza de las cajas, que fue un éxito, por ejemplo, venía absolutamente determinada por Bruselas. Una reforma que permitió acabar con un sistema de gobernanza hiperpolitizada del crédito que ustedes, no lo olvidemos, crearon para su propio beneficio. 

Un sistema de cajas corruptas y pésimamente gestionadas que estuvo en el origen del drama que vino después. Por tanto, fue la supervisión de fuera la que indujo las reformas que llevaron a la estabilización de España, no la iniciativa de este Gobierno. De hecho, los pequeños grados de libertad que tuvo el Gobierno nos costaron carísimos. 

En primer lugar, el Gobierno tardó demasiado tiempo en reaccionar. España se podría haber ahorrado el rescate si hubiera reaccionado antes. En ese momento ya estaban en marcha los LTRO del Banco Central Europeo, la conocida barra libre que podría haber servido de financiación, pero la inacción llevó a la incertidumbre y la incertidumbre al miedo, lo que precipitó un rescate mucho más caro del que hubiéramos tenido. 

Por tanto, el rescate es en parte responsabilidad de este Gobierno, es importante que pongamos las cosas en su sitio. Pero eso no fue lo peor, lo más triste de la gestión del Partido Popular en la crisis bancaria fue el capítulo de Bankia. Primero las peleas internas del Partido Popular para presidirla, después las nominaciones a dedo de consejeros que eran familiares y amigos sin la más mínima experiencia de gestión bancaria; más tarde las preferentes y la desastrosa salida de Bankia a bolsa. 

Todas ellas decisiones de su exjefe durante muchos años Rodrigo Rato durante los Gobiernos de Aznar. Su incompetencia nos costó muchos millones a todos los españoles. ¿Podría explicar a los ciudadanos, señor De Guindos, cómo justifica las decisiones de su exjefe Rodrigo Rato en la gestión de Bankia? El segundo objetivo de su mandato, como he dicho antes, era el cambio del modelo productivo, que también fracasó. 

El Gobierno perdió una enorme oportunidad para hacer una reforma ambiciosa de nuestro modelo económico. Lo más curioso es que usted conocía a la perfección cuáles eran los males crónicos de nuestra economía: un mercado laboral profundamente anómalo con una pésima regulación, unas instituciones politizadas que impedían el buen desarrollo de los mercados y la competencia y unos niveles de educación e innovación insuficientes para prosperar en la economía del conocimiento. 

Escribió y habló de esos problemas en numerosas ocasiones. Tanto es así que, releyendo ayer por la tarde sus declaraciones de la época, hubiera pensado que usted era naranjito. Es como si se hubiera hecho anticipadamente de Ciudadanos. (Risas). 

Tan naranjito que hasta defendía el contrato único para abordar el enorme reto de la dualidad. ¿Por qué, señor De Guindos, si usted creía en esas reformas, decidió no implementarlas al llegar al Gobierno? Su Gobierno recortó en todas y cada una de las partidas de futuro y no abordó con ambición ninguno de los problemas de fondo de la economía. 

España no ha avanzado en los últimos años ni un milímetro en la carrera del conocimiento, la innovación y la productividad; las bases del Estado del bienestar futuro. La Lomce terminó en fracaso y la propuesta para la reforma universitaria quedó aparcada en un cajón. El fracaso escolar continúa batiendo récords y nuestros profesores siguen siendo los más desmotivados prácticamente de la UE. 

Nuestros alumnos siguen por debajo de la media en competencias básicas de matemáticas y seguimos sin ser atractivos, a pesar de nuestro magnífico clima y de nuestra magnífica cultura, para los emprendedores. ¿Cómo pensaba el señor De Guindos cambiar el modelo productivo recortando 5.610 millones en presupuesto educativo y 1.213 en I+D? Los enormes desequilibrios del mercado laboral permanecen intactos. 

El paro sigue estando por encima del 20 %, más del doble que la media de la UE, tras ocho años en crisis. La dualidad se ha acentuado; España tiene la segunda tasa de temporalidad más alta de Europa, 24 %, después de Polonia; cerca de 7 millones de personas viven en permanente precariedad y son trabajadores pobres que no logran llegar al salario mínimo anual. Además, el paro de largo plazo es el más alto de la UE. 

Más de un millón de personas llevan más de cuatro años sin trabajar, síntoma también del fracaso de nuestras políticas activas, que tampoco el Gobierno ha sido capaz de mejorar. Déjeme que le haga dos preguntas a este respecto. 

Con un 90 % de contratos temporales y 7 millones de personas en pobreza laboral, ¿qué haría en un nuevo Gobierno para solucionar el problema de la precariedad y la dualidad? ¿Sigue estando a favor del contrato único? En tercer lugar, las instituciones siguen estando politizadas. Muchos mercados siguen teniendo enormes barreras de entrada. 

Los reguladores siguen teniendo excesiva influencia en los ministerios, cuando no más. Los cargos de entidades independientes siguen nombrándose a dedo. El exceso de burocracia y las duplicidades políticas que mantienen vivas a las grandes familias de los viejos partidos siguen en pleno funcionamiento. Los españoles han sufrido y se han apretado el cinturón, pero los partidos no han sido capaces ni de mirarse al espejo. 

Déjeme que le haga tres preguntas a este respecto. ¿Cómo espera que la CNMC haga realmente su trabajo de forma independiente y garantice la competencia en los mercados si la han hecho más dependiente del ministerio tras la fusión? ¿Cómo esperan que la Airef haga bien su trabajo —como decían mis compañeros— si le deniegan los datos —como ha declarado esta semana el propio presidente de la Airef— para poder hacer su trabajo? 

¿Por qué recortar en hospitales y escuelas cuando podían eliminar duplicidades, consolidar gobiernos locales o eliminar diputaciones, como habían defendido en el pasado? Es cierto que no es fácil sacar adelante reformas. 

Para eso se necesita ambición, romper con las mochilas y realmente creerse la política. En este sentido, la pasada legislatura ha sido una enorme oportunidad perdida. Un Gobierno con mayoría absoluta, tras la mayor crisis económica en décadas, con el respaldo internacional del Banco Central y un entorno económico hiperfavorable. Imposible tenerlo más fácil para abordar con ambición los profundos retos de largo plazo para la productividad de nuestra economía. 

Sin embargo, a este Gobierno le ha faltado ambición o le han pesado demasiado las mochilas, los amiguetes y los compromisos. Pero eso no es todo; en ese entorno económico enormemente favorable, tampoco hemos podido controlar el déficit. 

La gestión económica de este Gobierno también ha fallado en su otra responsabilidad principal: la estabilidad presupuestaria. España se ha convertido, junto con Grecia, en el mayor incumplidor de la eurozona. Por tercera vez se salta usted sus compromisos de ajuste acordados dejando un boquete profundísimo al siguiente Gobierno; un desvío de más de 10.000 millones en este año, que deja a España en una situación de enorme vulnerabilidad. 

Y lo que es peor, un enorme agujero en las cuentas de la Seguridad Social. ¿Qué piensa hacer este Gobierno para evitar el colapso de las cuentas de la Seguridad Social que han dejado a la mitad durante su mandato? Hasta ahora el track fiscal de este Gobierno ha sido desastroso: rebaja de impuestos antes de las elecciones, una amnistía fiscal que se dejó 3.000 millones perdonando impuestos a los defraudadores y ningún avance en políticas para afrontar el fraude fiscal. 

Aunque eso quizá no le sorprenda a nadie dados los miembros que hemos conocido del Consejo de Ministros. En este sentido —ya que no comparecerá el señor Rajoy—, déjeme que le haga una pregunta muy clara, señor De Guindos: ¿Qué relación existe entre las personas que han aparecido recientemente vinculadas a los denominados papeles de Panamá y la amnistía fiscal decretada por su Gobierno?

Voy terminando. El legado que nos deja, señor De Guindos, deja mucho que desear. España crea empleo, pero usted sabe tan bien como yo que el modelo de crecimiento de España sigue teniendo enormes debilidades; de hecho, las mismas debilidades que existían antes de que usted entrara en La Moncloa. 

La última legislatura ha sido por tanto una enorme oportunidad perdida para hacer las reformas que usted defendía antes de entrar en el Gobierno. ¿Por qué debemos creer los españoles que usted y su Gobierno tienen un modelo de futuro para el país si han sido incapaces de implementar ni una sola reforma ambiciosa, si no han presentado siquiera un programa electoral con medidas concretas y además se han negado a negociar, a hablar sobre un Gobierno de centro y reformista con 200 medidas sensatas? Muchas gracias. (Aplausos).

La señora GARRIDO VALENZUELA (Partido Popular): Muchas gracias, presidente. Señor ministro de Economía y Competitividad, bienvenido de nuevo a esta Comisión; quince comparecencias en la legislatura anterior y una comparecencia ahora, aunque no sé si es la segunda en esta legislatura. 

Creo que no peco de falta de objetividad si digo que siempre es un placer escuchar sus intervenciones; a pesar de las difíciles condiciones por las que hemos atravesado en los últimos años, de sus comparecencias, además de información acerca de la actividad y de todo lo que tuvo que hacer su ministerio, destaco el tono de sus intervenciones: siempre ha contribuido a que la efectividad, la eficiencia, se imponga siempre en el tono y en los debates en esta Comisión. 

Esto no siempre ha sido así por parte de otros portavoces que me han precedido en el uso de la palabra. Por supuesto, yo no soy quién para dar consejos, pero sí que los he recibido, y creo que hay una cosa —como ha dicho ahora el portavoz de Izquierda Unida— que tenemos que conseguir, y es que en esta Comisión impere la rigurosidad de cara a obtener una mayor efectividad y resultados. Las palabras engañar, mentir, falsear, creo que a veces solo esconden debilidad de ideas. 

Y no solo tienen culpa las ideas, sino que a veces el que tiene la culpa es el que está intentando representar esas ideas. 

Voy a centrarme en el objetivo de la comparecencia de hoy, que no es la presentación —yo por lo menos así lo veo en los papeles— del Plan de Estabilidad 2016-2019, la comparecencia de hoy, a petición propia y a petición del Grupo Socialista, es para hablar de los elementos fundamentales del Plan de Estabilidad 2016-2019, así como del Plan Nacional de Reformas, y además, como ha señalado el ministro, de lo que estamos obligados a presentar todos los Estados miembros antes del 30 de abril, dentro del marco del semestre europeo. 

Algunos portavoces, concretamente creo que ha sido el portavoz de Ciudadanos y también el señor Garzón, se han referido al comienzo de la legislatura pasada. Me van a permitir que yo también haga mención a ello, porque me acuerdo perfectamente de su primera comparecencia, señor ministro. Fue en febrero de 2012 y recuerdo cuál era en ese momento nuestra coyuntura. 

España estaba en un abismo, con una fuerte recesión, destruía empleo de forma intensa y además la sombra del colapso económico en España se hacía cada vez más grande. A pesar de aquellas circunstancias, en este mismo foro nos explicó con gran determinación que el objetivo fundamental de su departamento sería lograr el crecimiento económico como única forma de creación de empleo. 

Asimismo, nos dijo que para alcanzar ese objetivo el Gobierno del que formaba parte, el Gobierno de Mariano Rajoy, implementaría un completo plan de reformas estructurales. Así lo hicieron y gracias a ello estamos hoy aquí, cuatro años y dos meses después de su primera comparecencia en esta Comisión, con un país que crece por encima de la zona euro, por encima de la mayor parte de las economías avanzadas y además acompañado este crecimiento de una creación intensa de empleo. 

No tenemos los datos, como usted ha señalado, de la EPA del primer trimestre de 2016, pero si profundizamos en los datos de los que disponemos vemos que se está creando empleo a una tasa del 3 % y el paro está disminuyendo a una tasa del 12,49 %. 

Es el mayor descenso del número de parados de toda la serie histórica de la encuesta de población activa. No se puede negar que, a pesar del esfuerzo de algunos portavoces en decir que no se ha hecho bien desde principio y que ellos lo hubieren hecho de otra manera —a toro pasado es muy fácil hablar—, estamos ante un cambio de rumbo fundamental, un cambio realizado en un periodo de tiempo muy corto gracias al trabajo de la sociedad española, gracias al trabajo de este gran país que es España. 

Señor ministro, nos presenta hoy un informe que será la base para ese programa de estabilidad que tendrán que aprobar en Consejo de Ministros y remitir a la Comisión Europea, y que califico —como suelen ser estas previsiones— de prudente y basado en hipótesis conservadoras. Si no se trunca por factores ajenos, permitirá mantener la confianza que tanto necesitamos para continuar con el crecimiento económico y el crecimiento del empleo. 

Después de crecer a una tasa de un 3,2 % en 2015, el Gobierno español esperaba un crecimiento del 3 % para 2016 y un crecimiento del 2,9 % para 2017. Se han corregido esas previsiones —como consta en esta hoja de las principales variables macroeconómicas— en medio de un panorama global de desaceleración económica y se prevé un crecimiento del 2,7 % para este año y del 2,4 % para 2017. 

Con esta corrección, España se suma a la llevada a cabo por diferentes organismos internacionales, que también han debido hacer estas correcciones sobre muchos países, para ajustarse al nuevo entorno de ralentización económica. Aun así, con estas cifras, España continúa creciendo por delante de Estados Unidos, Alemania y las principales economías avanzadas. España continúa siendo la que más crece y la que más empleo crea. 

Los datos hablan; uno de cada tres nuevos empleos en Europa se crean en España, a diferencia —recordatorio que hacían algunos portavoces— del año 2011 que aportábamos uno de cada dos empleos destruidos en Europa. 

Esta es una evolución positiva, por lo tanto, del empleo, que refleja claramente y de nuevo cómo la lucha por la creación de empleo es el eje fundamental seguido por el Gobierno en funciones; una reducción paulatina hasta lograr una tasa del 19 % en 2016 y alrededor del 18 % en 2017. Varios portavoces de esta Comisión de Economía han dicho que no se ha hablado del ámbito social. 

Se ha hablado del ámbito social, señorías, claro que se ha hablado. Se habla de la creación de empleo, porque crear empleos significa evitar el drama personal que hay detrás de cada uno de los empleados; porque solamente con más empleo es sostenible ese Estado del bienestar que todos deseamos mantener; porque crear empleo supone que el Estado recupere ingresos, que la Seguridad Social siga ensanchando sus bases y sus cotizaciones, que los pensionistas sigan respirando tranquilos y que podamos continuar la mejora de la educación y de la financiación de la sanidad. Por supuesto que se ha hablado del aspecto social. 

Y también, como les decía antes, porque la creación de empleo permite resaltar que se ha cumplido, y me remonto a los año 2011 y 2012, al discurso de investidura del presidente Rajoy, cuando dijo que toda la capacidad del Gobierno la iba a centrar en tres grandes compromisos: detener la sangría del paro, estimular el crecimiento y regresar a la creación de empleo. 

En estos objetivos se ha ido avanzando, y así lo demuestran las cifras, pero también muestran todo lo que queda aún por hacer, aunque estamos en condiciones excelentes para terminar esta tarea. En cuanto a la Agenda fiscal, una vez constatado con los datos y la comparecencia del otro día del ministro de Hacienda y Administraciones Públicas respecto al cumplimiento del déficit por parte de las comunidades autónomas y Seguridad Social, la deuda está dentro de los márgenes. 

Y ante el incumplimiento por parte de todas las administraciones de la regla de gasto se anuncia que, para evitar —así lo ha establecido usted en su comparecencia— el impacto negativo que supondría el ajuste necesario que habría que hacer, se ha modificado la senda de reducción del déficit por debajo del 3 % y, en lugar de conseguir esta reducción y salida del procedimiento de déficit excesivo en este año 2016, sería en 2017. Dado que tenemos un Gobierno en funciones, usted ha señalado que el Plan nacional de reformas no va a entrar en reformas. 

Le han criticado que no entre, pero le hubieran criticado mucho más si hubiera entrado. (Risas). Por lo tanto, yo le animo porque verdaderamente no le corresponde. En cuanto al grado de cumplimiento de las reformas, sí que nos va a explicar el grado de consecución de las reformas que se han aprobado en la legislatura anterior. 

Lo que me gustaría señalar es que creo que ahora más que nunca es necesario —el Grupo Parlamentario Popular comparte totalmente su idea en este sentido— mantener el rumbo para que la recuperación siga afianzándose, para que podamos dejar atrás la crisis, sobre todo en esta situación de inestabilidad, de incertidumbre política y de demagogia, que puede poner en peligro muchas cosas y especialmente la confianza en España. 

En este sentido me pronuncio en nombre del Grupo Parlamentario Popular, pero también lo han hecho organismos internacionales y el Banco de España, que —y leo textualmente— dice que para reducir la incidencia de estos riesgos de inestabilidad económica y política se requiere priorizar la culminación de la consolidación fiscal, que resulta esencial para mantener la confianza y perseverar en la aplicación de las reformas estructurales que reduzcan las vulnerabilidades de la economía y permitan mejorar su capacidad de crecimiento futuro. 

Señor presidente, termino haciendo mención a la comparecencia —también a petición propia— para hablar de las relaciones con Cuba. El Grupo Parlamentario Popular apoya obviamente el proceso negociador de la Unión Europea con Cuba, en pro de un espacio de libertad y de respeto a los derechos humanos, tal y como ya quedó patente en el año 2014, cuando la mayoría del Congreso de los Diputados —323 de 350— celebramos este proceso. 

Por ello también apoyaremos acuerdos bilaterales y multilaterales con el fin de hacer asumible para Cuba la deuda, a través de la reestructuración y de su condonación. Mucho se ha hecho, pero mucho queda por hacer. El mundo tiene serias amenazas y España también las tiene. Solamente el esfuerzo realista que huye de las promesas de paraísos que no existen nos puede hacer avanzar. 

Desde el Grupo Parlamentario Popular consideramos que el rumbo debe estar marcado por dos condiciones fundamentales que han estado presentes en las actuaciones de este Gobierno: la perseverancia y el sentido común. Muchas gracias. (Aplausos).


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