La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, señor candidato.
Por el Grupo Parlamentario Socialista, tiene la palabra la señora Lastra Fernández.
La señora LASTRA FERNÁNDEZ: Muchas gracias, señora presidenta.
Señoras y señores diputados, para muchos de ustedes es su primera legislatura. Miro para mi grupo,
pero también para otros obviamente, y estoy segura de que cuando entraron en esta sala y ocuparon sus
escaños por primera vez sintieron la misma emoción que sentí yo o cualquiera de los que llevamos algún
tiempo más en el Congreso. Pero, señorías, el Congreso de los Diputados no es este edificio.
El Parlamento
no son estos escaños en los que hoy se sientan. El Parlamento es el lugar en el que nosotros, los
diputados y las diputadas, nos encontramos, negociamos y decidimos las políticas. De lo que aquí
hacemos depende el futuro de todos los españoles; españoles que hoy por cierto nos están mirando,
esperando que hagamos nuestro trabajo.
Esta capacidad para encontrarnos es lo que da sentido a esta
Casa y lo que sustenta nuestra democracia, pero hoy es además un imperativo funcional. Si algo hay claro
en el panorama político español es que estamos obligados a entendernos.
Se ha dicho una y otra vez que no se pacta con quien ya se está de acuerdo, sino que se pacta con
aquellos con quienes hay desacuerdos. Es cierto, pero ese pacto y ese acuerdo se construyen, porque,
pese a las diferencias, hay un fondo que compartimos y que hace de puente entre nosotros.
Es ese el
fondo en el que debemos saber encontrarnos; no en la renuncia a nuestros principios, sino en algo mucho
más humilde: en el reconocimiento de la dignidad del adversario y en la voluntad firme de escucharnos y
también de entendernos. Sé que a veces hay ruido, que las discusiones pueden ser muy agrias todo sabemos ser duros en la negociación y que muchas veces el diálogo no es sencillo, porque nos exige
ceder, ser valientes y mover nuestros límites, estar dispuesto no solo a escuchar las razones del otro, sino
también a comprenderlas y a tomar decisiones que cuestan.
De esto se trata. Negarse a hablar es sencillo,
pero es esa voluntad incansable y trabajosa del acuerdo lo que nos define como demócratas, y que
mantengamos esa voluntad de encontrarnos trasciende ampliamente los pasillos y paredes de esta
Cámara e influye en el tono político de nuestra democracia y de nuestros conciudadanos.
Quiero comenzar esta intervención expresando mi agradecimiento y el de mi grupo al resto de grupos
parlamentarios que han querido dialogar; a aquellos con los que hemos podido lograr un entendimiento,
pero también a aquellos que se han abierto a negociar, aunque mantengamos firmes los desencuentros,
como se ha visto.
Señoras y señores diputados, hoy estamos aquí para decidir si España tiene un Gobierno.
Esa es
nuestra responsabilidad y para eso eligieron a cada uno de los 350 diputados que nos sentamos en esta
Cámara. Dar un Gobierno a España es el primero de los mandatos que tiene este nuevo Congreso. Los
ciudadanos fueron claros el pasado 28 de abril.
El Partido Socialista tiene la responsabilidad de formar
Gobierno, pero también los demás partidos todos ustedes, señorías tienen su responsabilidad, porque
todos debemos velar por el interés general, y no se sirve al interés general impidiendo que España tenga
un Gobierno. No se sirve al interés general bloqueando el Gobierno de España sin que haya una alternativa
viable. Y no la hay, señorías; no hay una alternativa viable a Pedro Sánchez como presidente del Gobierno.
(Aplausos).
Negarse a negociar y a dialogar no es una demostración de coherencia, aunque algunos
pretendan decirnos lo contrario, es una prueba de debilidad, y muy poco confía en sus principios un
político si ni tan siquiera se atreve a exponerlos dialogando.
Con la formación de esta Cámara y la tarea de elegir presidente empezamos un nuevo trayecto
político, pero no empezamos de cero, y esto me lo han escuchado muchas veces.
En las elecciones los
españoles han respaldado un proyecto político que comenzó el 1 de junio de 2018, con la primera moción
de censura exitosa de la democracia, un día que puso fin al período de parálisis y degradación institucional
en el que estaba sumida España bajo el Gobierno del Partido Popular. Escuchaba aquí a muchos grupos
parlamentarios decir: lo hicimos gratis. Lo que hicimos fue una obligación democrática, fue acabar con la
corrupción en Moncloa.
Por eso nadie pidió nada, porque era una obligación democrática; por eso,
señorías, a no ser que ahora intenten decir otra cosa. (Aplausos). Desde aquel 1 de junio el PSOE se
puso a trabajar en un proyecto de país a la altura del siglo XXI, liderando los grandes retos a los que nos
enfrentamos: la construcción de un país más justo; acabar con la desigualdad; recuperar nuestra posición
en Europa; transitar hacia una economía verde; avanzar hacia una sociedad feminista —sí, feminista—,
en la que las mujeres estén en pie de igualdad con los hombres, ni más ni menos.
Estoy especialmente
orgullosa de un Ejecutivo en la que más de la mitad son mujeres de gran valía, profesional y política, y de
nuevo ha sido un Gobierno socialista quien ha marcado ese hito en la historia de nuestra democracia.
Dar
continuidad a este proyecto ha sido lo que la ciudadanía ha respaldado mayoritariamente en las urnas.
Con ese respaldo ciudadano iniciamos, tras el encargo del jefe del Estado, los contactos con la mayor
parte de las fuerzas políticas para sumar los apoyos necesarios, y lo hicimos con dos premisas muy
claras: la primera, que Unidas Podemos ha sido nuestro socio preferente, señor Iglesias, en el último año,
y tenemos la voluntad de que lo siga siendo; la segunda, que no existe una alternativa de gobierno a la
liderada por el Partido Socialista, y esa es una realidad de la que todos tenemos que partir o estaremos
cometiendo una seria irresponsabilidad.
De esta investidura se puede salir con un presidente socialista,
tal y como han señalado los ciudadanos, o con un bloqueo que impida que este país pueda ponerse en
marcha cuanto antes.
Señor Iglesias, diputados y diputadas de Unidas Podemos, ayer el presidente en funciones y candidato
a la Presidencia del Gobierno les dirigía unas palabras que hago mías.
Sabemos que nada que merezca
la pena es fácil, pero lo que tenemos por delante merece mucho la pena. Tenemos sobre nosotros la
mirada esperanzada de millones de compatriotas, la posibilidad de sacar adelante todo aquello que nos
une, la promesa de la izquierda.
Ustedes me conocen y saben que siempre he defendido que la izquierda
sabe, debe y puede entenderse; lo hemos hecho durante los últimos doce meses. Y porque sabemos
entendernos hoy el salario mínimo interprofesional es de 900 euros.
Y porque sabemos entendernos no
hay nadie en este país sin acceso a una sanidad pública, que ha vuelto a ser universal. Porque sabemos
entendernos sacamos adelante las medidas urgentes para el desarrollo del Pacto de Estado contra la
Violencia de Género.
Porque sabemos entendernos, porque la izquierda sabe entenderse, presentamos
los Presupuestos Generales del Estado más sociales de la historia. Cuando la izquierda se entiende las condiciones de vida de la mayoría social de nuestro país mejoran. Y porque sabemos todo eso creo que
sería un error darle la espalda al resultado de las pasadas elecciones, porque también hay algo de
negación del resultado electoral en las actitudes que vemos en muchos de los grupos de esta Cámara.
Los ciudadanos votaron que las medidas que hemos estado aprobando desde el pasado 1 de junio de
2018 son el camino a seguir. Soy consciente de que tenemos discrepancias profundas en algunas
cuestiones importantes, pero también sabemos con certeza, porque lo hemos demostrado estos doce
meses, que hay un camino para el entendimiento.
Sería un error histórico no conformar un Gobierno
progresista, sobre todo porque hay millones de ciudadanos que no pueden esperar, porque sus problemas
necesitan ser solucionados cuanto antes. Ese debe ser nuestro espíritu; ese es el espíritu del Partido
Socialista en este debate, ayudar a tantas familias que se vieron huérfanas tras tantos años de recortes
del Partido Popular y de ataques a ese Estado del bienestar, que es el mayor patrimonio que tiene la
izquierda. Eso, señor Iglesias, está mucho más allá de legítimos intereses partidistas.
No es el momento
de volver a los reproches y a los escenarios catastrofistas. Es el momento de formar un Gobierno de
izquierdas.
Decía usted ayer que debemos construir una mayoría estable, y estamos de acuerdo. Podemos
construir una mayoría más estable; tenemos razones sobradas para sacarla adelante y una base real en
la que apoyarla.
Hace unos meses firmábamos un acuerdo de presupuestos. ¿Qué acuerdo hay más
amplio que ese? Tenemos la base para encontrarnos y hemos demostrado —cómo le decía— que
sabemos hacerlo, que podemos hacerlo. Hay opciones para permitir que España tenga un Gobierno de
izquierdas, y nuestros electores además no entenderían que no alcanzásemos un acuerdo. Nosotros
mantenemos abierta la puerta a formar un Gobierno de coalición.
Les esperamos en esa propuesta. Creo
que es lo que nuestros votantes esperan de nosotros. Y lo hacemos, señores de Unidas Podemos,
sabiendo que no sumamos mayoría absoluta entre las dos fuerzas parlamentarias. Lo hacemos sabiendo
que hay diferencias sustanciales que se relataron a lo largo del debate de ayer y de esta misma mañana.
Precisamente porque no quiero caer en los reproches ni en escenarios catastrofistas les voy a solicitar
que respeten a este centenario partido, que lo respeten; porque, mire, ustedes no son la prueba del
algodón de la izquierda de mi partido, no lo son. (Aplausos). En este partido, que tanto ha hecho, que
tanto hace y que tanto hará por una sociedad más justa, más libre y más igualitaria, lo que necesitamos
no son guardianes de las esencias de la izquierda; lo que necesitamos son socios leales.
Aprovecho para saludar desde esta tribuna a mi compañera, Concha Andreu, que nos acompaña hoy
aquí (aplausos), y que hoy no es presidenta de la Comunidad de La Rioja por el maximalismo de una
diputada que decía: nos quieren para llevarles las maletas.
Y eso me recuerda mucho a eso de ‘mero
decorado’. Me recuerda mucho una cosa a la otra, señores de Unidas Podemos.
Señorías, señor Mazón, el grupo al que represento, el Grupo Socialista, le agradece su excelente
disposición desde un primer momento para alcanzar este acuerdo, para entendernos en la Cámara, como
ya lo hacemos en el Parlamento de Cantabria, como lo hacemos en el propio Gobierno de Cantabria,
como lo hacemos también en muchos ayuntamientos de Cantabria que gobernamos conjuntamente con
ustedes, y en este caso también con el señor Revilla —como decía antes— en la comunidad autónoma.
No es nuevo este entendimiento; y créanme cuando le digo a usted y al presidente de Cantabria, el señor
Revilla, que actuaremos con lealtad, como siempre ha actuado este partido, hacia ese compromiso que
mantienen nuestros dos partidos.
Señor Baldoví, portavoz de una formación con la que llevamos cuatro años mejorando la vida de los
valencianos, y lo vamos a seguir haciendo los próximos cuatro años desde las instituciones de la Generalitat
y también desde aquí —confío que desde aquí también—, creo que tenemos bases, y se lo digo de
verdad, señor Baldoví —usted y yo nos conocemos muy bien—, para un acuerdo que facilite un Gobierno
de izquierdas.
Señor Esteban, como siempre le agradezco su tono y la posición de su partido. Ya lo recordaban
varios intervinientes, el señor Rufián, el presidente del Gobierno, usted también, partidos ambos
centenarios, con el que también gobernamos en muchos lugares de Euskadi. Hemos demostrado en
muchas ocasiones que sabemos entendernos y no es fácil.
Sabemos que llegar a acuerdos es difícil, pero
también que ambos somos socios fiables y cuando llegamos a un acuerdo se cumple por ambas partes.
Hemos demostrado además que comprendemos el diálogo como una herramienta fundamental para
alcanzar acuerdos, aunque no sea fácil muchas veces. Ustedes jugaron un papel decisivo en la moción
de censura y celebro que hayan decidido continuar este camino que podemos compartir, un camino de
entendimiento y sensibilidad con las necesidades de la mayoría social de este país.
Quiero dirigirme a Esquerra Republicana de Catalunya, a su portavoz, al señor Rufián. Como hacía
el presidente del Gobierno, le agradezco el tono, la responsabilidad y la disposición que han mostrado
en las conversaciones que hemos mantenido estas semanas; también hoy en el debate que mantuvo
con el presidente del Gobierno.
A nadie se le escapan las diferencias que existen entre ambos partidos
—nosotros las hemos constatado además en las reuniones que hemos mantenido—, y que son políticas
que nos separan respecto al modelo de Estado, pero quiero decirle que en esa vía del diálogo y el
respeto siempre del marco constitucional, del respeto a nuestra Constitución, del respeto al Estatuto de
Cataluña estoy convencida de que hay un espacio para superar barreras, señor Rufián, especialmente
en aquellos asuntos sociales en los que compartimos sensibilidades de izquierdas, y ustedes también
lo demostraron en estos doce meses de Gobierno apoyando, como recordaba usted, 28 de los 29 reales
decretos.
Por tanto ya fuimos capaces de hacerlo en la pasada legislatura con la aprobación de estos
reales decretos, y estoy convencida de que tenemos una agenda social sobre la que podemos trabajar.
Y si somos capaces de bajar el tono de la discrepancia, como hemos visto hoy aquí y en las últimas
semanas, estoy convencida de que podremos llegar a entendimientos importantes para toda España y
también evidentemente para Cataluña.
Creo que ese es el ánimo con el que Esquerra Republicana
viene a este debate y es el ánimo del Grupo Parlamentario Socialista. Sé que no es fácil para ninguna
de las dos formaciones, porque nos separan muchas cosas. Nosotros siempre hemos tenido la mano
tendida al diálogo, señor Rufián, se lo podrá decir —sé que lo conoce— el señor Tardà, y en ese camino
estoy convencida de que nos vamos a encontrar.
Señora Oramas, ustedes la verdad es que deberían estar entre quienes han decidido que España
tenga un Gobierno que han elegido los ciudadanos, y lo digo con sinceridad porque la conozco a usted y
conozco su trayectoria y también la de su partido, y me sorprende su posición en esta investidura. Me
sorprende porque ustedes siempre han mostrado su compromiso con la gobernabilidad de España, y
usted además lo relataba en su intervención.
Espero que recapaciten. Este grupo siempre mantendrá
abierta la vía del entendimiento para un partido como el suyo, que históricamente ha sido una voz de
responsabilidad en esta Cámara.
Les decía hace un momento que de esta investidura se puede salir con un Gobierno o con un bloqueo
que impida que este país se ponga en marcha, porque esas son las opciones que tenemos encima de la
mesa, señorías, señor Rivera —Gobierno o bloqueo—, y no van a desaparecer por más que usted se
empeñe en mirar hacia otro lado.
Señorías de Ciudadanos, el partido al que represento tiene ciento
cuarenta años. En todo este tiempo hemos pasado por muchas cosas y nuestra historia se ha entretejido
con la propia historia de la libertad en España. Hemos luchado por un país más justo y hemos sido
perseguidos, encarcelados y asesinados por ello, y aquí me va a permitir que le haga una pequeña
reflexión, porque usted ayer volvía a intentar arrojarnos el terrorismo políticamente a la cabeza.
Yo
solamente le voy a hacer una reflexión: yo tenía compañeros en Euskadi, en Navarra y en las calles de
España que se estaban jugando su vida cuando usted lo único que se jugaba era un constipado por salir
despelotado en carteles electorales. (Aplausos). Así que un poco de respeto cuando hable de valentía y
de defensa de las libertades en este país.
Hemos gobernado este país durante más años que ningún otro partido en democracia, hemos perdido
y hemos ganado elecciones, porque eso es la democracia. Su organización, señor Rivera, es mucho más
reciente, y si me lo permite le voy a recordar algo que decía Ramón Rubial desde una vía de defensa y
sacrificio por la democracia: Las elecciones se ganan y se pierden; lo importante es no perder el alma,
porque si pierdes el alma acabarás perdiéndolo todo. (Aplausos).
Señor Rivera, ¿dónde está su alma?
¿Dónde está su alma? ¿Dónde está? ¿Qué ha hecho con su alma? Ustedes dijeron que venían a dignificar
las instituciones. ¿Dignificar las instituciones es negarse a hablar con quien ha ganado las elecciones y a
quien el jefe del Estado le ha encargado formar Gobierno? Ustedes vinieron a regenerar la vida política,
pero han acabado siendo la muleta del Partido Popular en Castilla y León después de treinta y dos años
del Partido Popular, en Murcia tras veinticuatro años del Partido Popular, en Madrid tras veinticuatro años
del Partido Popular. ¿Era esta su regeneración política, señor Rivera? (Aplausos).
Ustedes se dicen
liberales, pero se han dedicado a abrir la puerta a la ultraderecha con unos acuerdos tan vergonzosos que
ni siquiera se atreven a llamarlos por su nombre, unos acuerdos que abochornan a sus socios europeos
y que, por cierto y después de escuchar al señor Abascal ayer, deberían avergonzarles a ustedes también.
(Aplausos). Se han acercado tanto a la ultraderecha, señor Rivera, que han perdido las referencias, y se
lo voy a explicar de un modo sencillo. Hay que combatir la homofobia, no a los que se manifiestan contra
la homofobia. (La señora Rodríguez Hernández: Condénalo tú).
Hay que combatir el machismo, no a las que se manifiestan contra el machismo. (Aplausos). Se han ido tan a la derecha que han comprado
el alma de esa ultraderecha que elabora listas negras y persigue a defensores de derechos humanos.
Usted será muy neoliberal en lo económico, pero en decir barbaridades —y ayer fue un ejemplo— se
acerca al monopolio, y eso ya es viejo y mezquino, eso de convertir a las víctimas en verdugos, señor
Rivera. (La señora Rodríguez Hernández: Eso lo haces tú). Por favor, no monten el pollo hoy, eso ya lo
hacen en las manifestaciones. (Aplausos).
Ciudadanos se ha convertido en el partido que ahora pacta, de hecho, con una formación reaccionaria
y antieuropea; y no lo digo yo, lo dice el que fue su candidato a la alcaldía de Barcelona. Los costes para
España de su estrategia son demasiado altos; y no lo digo yo, lo dice un exdiputado de su partido y
miembro de su ejecutiva que, por coherencia con sus principios, dejó su escaño.
No entiendo que
antepongas supuestos intereses de partido a los intereses generales de España; y no lo digo yo, señor
Rivera, se lo dice uno de los fundadores de su partido.
En política se puede ganar o perder, pero no se
puede perder el alma, porque con ella se van muchas cosas y muchas personas. Y si eso es lo que busca,
estoy segura de que también se le van a ir muchos votos, señor Rivera.
Nosotros les llamamos a que
vuelvan a la responsabilidad aunque no valga para nada; pero les llamamos a eso, a que abandone esa
estrategia de confrontación, de radicalización en la que ha embarcado a su partido con el resto de fuerzas
parlamentarias pero también con buena parte de la sociedad. ¿Cuál es el sentido de bloquear la formación
de un Gobierno que ha sido votado por los ciudadanos y para el que no hay ninguna alternativa? ¿Cuál
es su propuesta para los ciudadanos españoles? No la hay, no la tienen.
El problema es que ustedes no
tienen alternativa. Señor Rivera, se lo dije al comienzo: Todos, absolutamente todos y todas en esta
Cámara tenemos una responsabilidad ante los ciudadanos, tenemos la responsabilidad de velar por que
España tenga un Gobierno.
No les pedimos su voto, no lo hacemos. Solo les decimos a usted y al señor
Casado que actúen con el sentido de Estado que se les supone, aunque realmente lo que estamos
constatando en esta sesión es que ustedes son solamente constitucionalistas de boquilla y hombres de
Estado solo de boquilla. (Aplausos).
Señorías del Partido Popular, señor Casado, el optimismo siempre tiene un proyecto, el pesimismo
siempre tiene un pretexto. Y lo cierto es que ustedes no se cansan de amenazar con todo tipo de males
que nunca llegan, ya es una constante en sus intervenciones, señor Casado.
Hablaron del efecto llamada
por la política migratoria, y la realidad es que se ha reducido un 27% la inmigración ilegal. Hablaron poco
menos que del hundimiento de la economía por la subida del salario mínimo, y la realidad es que los
organismos internacionales revisaron al alza sus previsiones.
Ahora anticipan de nuevo todos los males,
y la realidad les volverá a quitar la razón, porque, como dijo ayer el candidato, nuestro mejor momento no
ha pasado, nuestro momento está por llegar. Usted dijo ayer que no puede facilitar la investidura por
coherencia. Yo me pregunto: ¿Por coherencia con qué, con la voluntad los españoles?
Fueron muy claros
no en una sino en cuatro ocasiones: quieren que gobierne el Partido Socialista. ¿Coherencia con qué?
Créame que la busco, señor Casado, y no la encuentro. (Rumores). ¿Con sus propias ideas? Le voy a
proponer un ejercicio imaginario. Imagínese, señor Casado, que el PSOE le saca al PP 52 escaños y 2,5
millones de votos. (Risas.—Aplausos). ¿Le suena, verdad? Le suena, porque son sus propias palabras.
Hace tres años decía que, si el PSOE sacase al Partido Popular 52 escaños y 2,5 millones de votos, nadie
podría entender que usted bloqueara la investidura del líder del PSOE. ¿Sus principios caducan a los tres
años, señor Casado? (Risas.—Aplausos).
Cuando usted decía eso tenía razón en una cosa, pero se
equivocaba en otras. Se equivocaba porque no son 52, son 57, y no son 2,5 millones de votos sino más
de 3 millones. Pero acertaba, señor Casado, porque nadie entiende que impidan formar Gobierno, aún
más cuando, reitero, no hay alternativa viable a una investidura de Pedro Sánchez, no la hay. Seamos
claros.
Yo puedo entender el interés de su partido, lo puedo entender. Entiendo que usted mira de reojo a
Rivera y no quiere que saque provecho de que usted desbloquee esta situación, igual que Rivera le mira
de reojo a usted. El problema es que el precio de su desconfianza es muy alto, y la pagan todos los
españoles. Y es un dilema, señor Casado, sobre todo para un partido que sabe lo que es la responsabilidad
de gobernar.
La voluntad de los ciudadanos expresada en las urnas es muy clara: el PSOE suma los
mismos escaños que la segunda y la tercera fuerzas políticas juntas. Y por eso usted tiene que tomar una
decisión, tiene que elegir si pensando en el interés general desbloquea esta situación o si contribuye a la
irresponsabilidad de dejar sin Gobierno a España. (Rumores).
Y créame que la gente comprende las
decisiones que se toman por el interés general y saben reconocerlo cuando llega el momento. El PP,
señor Casado, no puede, no debe actuar como un partido antisistema cuando está en juego la gobernabilidad de la nación. (Rumores). Por cierto, se les están pegando a algunos de los suyos aspavientos de
Ciudadanos, porque no me dejan hablar.
El mimetismo ya es una cuestión… (Aplausos).
Señorías, en diciembre de 2018 nuestro país dejó de ser una excepción en Europa porque la
ultraderecha irrumpió en las instituciones españolas. Lo hizo en el Parlamento de Andalucía con un
discurso reaccionario que no se escuchaba en España desde hacía cuatro décadas.
Lo hizo extendiendo
un discurso de odio que pretende cuestionar consensos tan básicos como el relativo a la existencia de una
violencia machista que se cobra la vida de una mujer cada seis días, mujeres con nombres y apellidos
asesinadas por una violencia que la ultraderecha niega que exista, que pretende diluir en confusas
categorías.
Es un discurso de odio que recientemente también ha puesto en la diana al colectivo LGTB.
Como en los peores tiempos de nuestra historia, están intentando amedrentar y acosar a trabajadores y
activistas, cuya labor merece la admiración y agradecimiento de todo mi grupo parlamentario. Que sepan
que no están solos y que no vamos a permitir que les acosen. (Aplausos).
No hay ninguna duda de que
los primeros responsables de estos mensajes de odio son quienes los difunden, pero también se hacen
responsables quienes callan, toleran, consienten y pactan, señor Rivera, y pactan (aplausos); aquellos
partidos que situaron a la ultraderecha en un plano de igualdad en la vergonzosa foto de Colón, cuando
se leyó un manifiesto repleto de mentiras y el Partido Popular y Ciudadanos acudieron de la mano de toda
la ultraderecha, de VOX, de Hogar Social, de la Falange Española.
El mayor triunfo de esa derecha
extrema se lo han concedido ustedes dejándoles que les marquen la agenda política, se lo han concedido
pactando con ellos acuerdos que ni tan siquiera se atreven a publicar, se lo han concedido cediendo en
todo lo que les han pedido: fotos, acuerdos, pactos y lo que haga falta con tal de conseguir sus votos para
gobernar ayuntamientos y comunidades autónomas.
Han vendido su alma, la han vendido. (Protestas.—
Varios señores diputados: ¡Ohhh!—Aplausos). Extraño patriotismo el suyo, que pretende proteger su
parcela de poder pisoteando los derechos de sus compatriotas.
Ustedes han rechazado a los partidos de
la mano tendida y han elegido a los del brazo alzado. (Protestas.—Aplausos). Han elegido a quienes
predican un camino de confrontación que saben perfectamente de dónde viene, pero más grave aún es
que saben a dónde lleva.
Ningún futuro se ha construido sobre un pasado tan oscuro, ninguna comunidad
se ha construido dividiendo, ninguna libertad se ha construido sobre el discurso del odio.
Señoras y señores diputados, la decisión de los ciudadanos en las pasadas elecciones ha sido
incontestable y nos trasladaron un mensaje contundente: No queremos retroceder, queremos una
sociedad abierta, feminista y ecologista donde quepamos todos y queremos un Gobierno dirigido por el
Partido Socialista.
Los ciudadanos han ejercido su responsabilidad votando, ahora nos corresponde a los
grupos de esta Cámara dar cumplimiento a su mandato; nadie entendería que fuera de otro modo.
Por
supuesto, la defensa del interés partidista es legítima, pero las respuestas que quiere el país no son sobre
quién debe dirigir el Gobierno —eso ya lo decidieron ellos con su voto—, lo que quieren son respuestas
para luchar contra el desempleo, para asegurar las pensiones dignas, para acabar con la explotación
laboral y la desigualdad, para que el acceso a la vivienda no sea solo un derecho sino un hecho.
El
candidato a la Presidencia del Gobierno ha presentado un proyecto con respuestas a todas esas preguntas
con una vocación marcadamente social en la que podemos encontrarnos las fuerzas progresistas.
El
proyecto que lidera Pedro Sánchez es el que más apoyos puede obtener en esta Cámara, porque así lo
han decidido más de 7 millones de personas. Yo tengo la convicción de que el proyecto que encabeza es
el mejor para nuestro país, pero incluso quienes no compartan esa posición deben reconocer que no hay
un proyecto de Gobierno alternativo.
Nadie entendería que esta semana acabe de otro modo que con ese
Gobierno que han elegido los ciudadanos, con un Gobierno dirigido por Pedro Sánchez.
En su discurso de investidura, el candidato ha señalado también algo especialmente importante.
Entramos en un tiempo nuevo en el que ya no van a servir las viejas dinámicas de la confrontación y la
falta de colaboración. Hay quien dirá que estamos condenados a entendernos. Yo quiero decir que
tenemos la oportunidad de entendernos.
Creo que eso es lo que esperan de nosotros los ciudadanos, y
este es el momento de hacerlo. Señor Iglesias, ¿estamos de acuerdo en que los españoles tengan
empleos y pensiones dignas? ¿Estamos de acuerdo en que este país necesita adaptarse a la revolución
digital? ¿Coincidimos en que es necesaria una transición ecológica para hacer frente a la emergencia
climática en la que nos encontramos? ¿Coincidimos en que España necesita un Gobierno feminista?
¿Estamos de acuerdo en la urgencia de combatir la exclusión y la pobreza? Este es el plan de Sánchez,
este es el único plan de Sánchez. (Aplausos).
Estas son las propuestas, entre muchas otras, que ayer
desgranó el candidato. Son todas ellas razones para ponernos de acuerdo. Señor Iglesias, escribía el
poeta Ángel González, mi paisano, unos versos que hoy hago míos y que dicen: «No es bueno repetir lo que está dicho. / Después de haber hablado, / de haber vertido lágrimas, / silencio y sonreíd: / nada es lo
mismo. / Habrá palabras nuevas para la nueva historia / y es preciso encontrarlas antes de que sea
tarde».
Muchísimas gracias. (Prolongados aplausos de las señoras y señores diputados del Grupo
Parlamentario Socialista y del Gobierno en funciones, puestos en pie).
La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, señora Lastra.
Tiene la palabra el candidato a la Presidencia del Gobierno.
El señor SÁNCHEZ PÉREZ-CASTEJÓN (candidato a la Presidencia del Gobierno): Gracias, señora
presidenta.
En primer lugar, deseo agradecer a la señora Lastra, a Adriana, las palabras pronunciadas, el discurso
tan brillante que ha hecho (varios señores diputados: ¡Oooh!), con el que nos hemos sentido reconocidos
todos; sin duda, claro que sí. (Aplausos).
Lógicamente, también deseo agradecer el apoyo a los diputados
y diputadas del Grupo Parlamentario Socialista, que van a votar a favor de la candidatura de mi persona
a la Presidencia del Gobierno.
Es verdad, señorías, que durante estos últimos meses han ocurrido cosas por primera vez en la
historia de nuestra democracia.
Fue la primera vez en la historia de la democracia que se materializó y
salió adelante una moción de censura, y es cierto también que eso lo lideré yo. (Rumores).
La señora PRESIDENTA: Mantengan silencio, por favor.
El señor SÁNCHEZ PÉREZ-CASTEJÓN (candidato a la Presidencia del Gobierno): Y es verdad
también que corro el riesgo de ser el primer candidato a la Presidencia del Gobierno que sufre dos
investiduras fallidas en la historia de la democracia.
No será porque no lo he intentado —es verdad que
siempre me he encontrado con el mismo obstáculo—, pero a lo único que apelo es a la responsabilidad y
a la generosidad de todos.
Fíjense, yo no pierdo la esperanza, y no pierdo la esperanza en los 350
diputados y diputadas, porque, a diferencia del mensaje o de la imagen que podamos trasladar después
de esta sesión de investidura, del debate que hemos tenido tan encendido y en algunas ocasiones tan
intenso durante estos dos días de sesión, yo sí que reivindico la capacidad de acuerdo que tiene la clase
política española.
La tenemos, la hemos tenido durante estos últimos cuarenta años. Muchos de los
partidos que estamos aquí presentes, singularmente el Partido Popular y el Partido Socialista, tanto
cuando gobernaba el Partido Socialista como cuando gobernaba el Partido Popular, hemos firmado pactos
de Estado muy importantes para la libertad y también para la seguridad de nuestra nación, como fueron
los pactos de Estado contra el terrorismo de ETA y, sin duda alguna también, contra el terrorismo
internacional.
Hemos llegado a acuerdos en estos últimos doce meses con muchas fuerzas parlamentarias
que están aquí presentes con caras distintas porque o bien han reducido el número de parlamentarios o
bien los han aumentado. Con el Partido Unidas Podemos, con Ciudadanos, con partidos nacionalistas,
con partidos independentistas, también con el Partido Popular hemos logrado acuerdos en reales decretosleyes que eran importantes.
Es decir, yo sí defiendo la capacidad de acuerdo que tenemos todas las
fuerzas políticas que estamos presentes en la Cámara. ¿Cuál es el problema? El problema no es la
capacidad de acuerdo y diálogo que tenemos el conjunto de los 350 diputados y diputadas.
El problema
es, por un lado, estructural, y de ahí la primera propuesta que hago a la Cámara de que una vez que eche
a andar la legislatura podamos modificar el artículo 99 de nuestra Constitución (rumores) para que cuando
los españoles sean llamados a las urnas sepan que cuando se celebra el Pleno de investidura va a salir
un Gobierno de ese Pleno de investidura y que, por tanto, no existe la amenaza de una repetición electoral.
Eso como punto uno, y como punto dos, señorías, lo único a lo que apelo es al Partido Popular, a su
responsabilidad, al Grupo de Ciudadanos para que deje a un lado al sectarismo, y también al Grupo de
Unidas Podemos, a su generosidad y a su responsabilidad.
Si lo hacemos así, yo estoy convencido,
señorías, de que podremos llegar a muchos acuerdos, a muchos acuerdos en ámbitos trascendentales
para la vida cotidiana de la ciudadanía.
Pero lo más importante es que España tenga Gobierno, lo más importante es que la democracia
empiece a funcionar de manera plena, y para que empiece a funcionar de manera plena necesitamos un
Gobierno y una oposición, necesitamos echar a andar la legislatura.
La opción, la disyuntiva es bien
sencilla, señorías, la disyuntiva es si queremos Gobierno o no Gobierno, si queremos legislatura o
queremos bloqueo, si queremos estabilidad o queremos que haya elecciones el próximo 10 de noviembre.
Yo, desde luego, quiero Gobierno, quiero que haya estabilidad y quiero que haya legislatura. Quiero
Gobierno, estabilidad y legislatura, y eso es lo que les pido también a sus señorías: Gobierno, estabilidad
y legislatura. (Prolongados aplausos de las señoras y señores diputados del Grupo Parlamentario
Socialista y del Gobierno en funciones, puestos en pie).
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