martes, 23 de julio de 2019

INTERVENCIÓN DEBATE INVESTIDURA PP

La señora PRESIDENTA: Buenas tardes, señorías. Reanudamos la sesión. Tomen asiento, por favor. (Pausa). Seguimos con el debate de investidura. Comenzamos con los turnos de intervención de los grupos parlamentarios. Como saben, estos intervendrán en orden de mayor a menor, tomando la palabra en último lugar el grupo parlamentario al que pertenece el candidato a la Presidencia del Gobierno. Por el Grupo Parlamentario Popular, tiene la palabra el señor Casado Blanco. (Aplausos). 

El señor CASADO BLANCO: Gracias, señora presidenta. Señor candidato a la Presidencia del Gobierno, señor Sánchez, dos horas de discurso; dos horas de discurso para no decir nada, bueno, o casi nada. (Rumores). Para decir que su Gobierno puede ser una oportunidad histórica de consecuencias imprevisibles, al amparo casi de lo que decía la señora Pajín sobre esa conjunción planetaria en la que iban a coincidir el señor Zapatero y el señor Obama; o para decidir que va a conseguir la armonía del hombre y la mujer con la naturaleza, eso sí, con un remix parecido al que también decía el señor Rodríguez Zapatero con eso de: La tierra es del viento. 

Pero dos horas sin ver el elefante en la habitación, sin ver el gran elefante morado con un gran lazo amarillo que está en el medio del hemiciclo y al que usted no se ha referido en ningún momento, como si no existiera; en dos horas. (Aplausos). 

No se ha referido usted a Podemos ni se ha referido tampoco a los socios independentistas; mejor dicho, les ha despachado con una traca final, una especie de bises después de la verbena para ver si, aun así, conseguía su trato de favor. 

Mezclaba grandes éxitos con algunos temas autóctonos, empezaba con la importancia de China —he tomado nota aquí—, la solución pactada en Venezuela —qué mezquina equidistancia—, la descomposición, o decía usted la desamortización de la Ley mordaza, lo cual ya es un clásico, la Radiotelevisión Española, para ver si le hacía ojitos a su posible socio, que se ve que le gusta, incluso el bienestar animal por eso de sus confluencias, rematando por supuesto con la habitual apelación a la Guerra Civil ochenta años después, después de haber dicho en esta Cámara que la Transición española había sido ejemplar, lo cual no deja de ser, en cierto sentido, algo contradictorio. 

Pero cuando la orquesta ha dejado de sonar, no sabemos si ha conseguido sacar a bailar a su pareja o a lo mejor es que esa música era para el juego de las sillas. Por tanto, no sabemos si su pareja se ha quedado sin silla o si usted se ha quedado sin pareja de bailes. (Aplausos). 

Por eso, señora presidenta, es muy difícil darle la réplica al candidato a la investidura porque, aparte de una macedonia de generalidades, se ha guardado todas las cartas en la manga. Debería quizá la señora presidenta alterar el orden del debate para que escuchemos al señor Iglesias, quizá escuchemos también al portavoz de Esquerra Republicana y de Junts Per Catalunya, y podamos saber por dónde va esta investidura. 

Mire, señor Sánchez, yo me tomo muy en serio su candidatura y me tomo en serio su candidatura porque, aunque usted no lo crea, también me tomo en serio a sus votantes, aunque usted parece que no lo hace con los de nuestro grupo parlamentario, y me tomo en serio también y en consideración a las instituciones implicadas, por supuesto, al propio jefe del Estado que le ha ordenado formar Gobierno, pero hay que recordar que en estos tres años en esta Cámara ha habido ya tres elecciones generales, siete sesiones de investidura y dos mociones de censura y los españoles creo que ya no merecen ese espectáculo, por cierto, muchas de ellas motivadas por su propio inmovilismo. 

Voy intentar adaptarme a esta interpretación de sus palabras antes de escuchar al señor Iglesias, que espero que dé más datos incluso en menos tiempo, con cinco preguntas bastante generales. La primera es: Señor Sánchez, ¿qué ha venido a hacer aquí? Sinceramente, ¿qué ha venido a hacer aquí? 

Ha tenido ochenta y cinco días, es decir, doce semanas, tres meses, jugando al gato y al ratón no solo con esta Cámara sino también con todos los españoles, y tenemos una sensación de no saber si usted quiere ser realmente presidente del Gobierno o, mejor dicho, si usted pretende en esta sesión de investidura recibir los votos para ser investido presidente del Gobierno porque, sinceramente, no lo parece. 

Para empezar, usted no ha dado cumplida cuenta de las previsiones que mandata el artículo 99 de la Constitución para estas sesiones como es, en primer lugar, exponer un programa de Gobierno. Simplemente ha planteado un trampantojo electoralista no pactado ni acordado con nadie, quizá olvidando que solo tiene 123 escaños. 

En segundo lugar, la previsión de este artículo dice que usted debe concitar la confianza de la Cámara, pero a sus socios habituales los ha ignorado, simplemente con ese popurrí al que ya me he referido, para salvar el telediario de mediodía, y a sus adversarios nos ha exigido —textualmente, nos ha exigido—, que no molestemos básicamente, que nos apartemos e incluso ha llegado a decir que si no había Gobierno no podría haber funcionamiento de este Parlamento, quizá confundiendo su estrategia de los últimos meses con lo que tiene que ser la propia mecánica de un Estado de derecho en el que el Legislativo ya tendría que estar controlándolo. (Aplausos). 

Señor Sánchez, esta es una sesión de investidura, no de impostura. Usted estaba en una tribuna, no en un pedestal. Es decir, usted no puede venir aquí a exigir todo a todos a cambio de nada o, mejor dicho, a perdonarnos la vida simplemente para que le alarguemos la suya, como si usted tuviera una mayoría absoluta cuando tiene el resultado más exiguo que ningún otro candidato a un investidura haya traído a esta Cámara en la historia de la democracia. (Rumores). 

O sea que, según usted, sus adversarios nos tenemos que convertir en sus súbditos con la amenaza, si no, de entregarse a los socios que le encumbraron a la Presidencia del Gobierno y con los que ha pactado en el último mes en toda clase de ayuntamientos, diputaciones y comunidades autónomas o incluso con la amenaza de mantener una parálisis institucional que usted ha creado perfectamente a la carta y con la connivencia también de sus compañeros de partido que presiden estas instituciones. 

En definitiva, usted viene aquí a decir que le hagamos presidente por nuestro bien o por el de la armonía de la naturaleza humana, me imagino también, como si este acto fuera un acto más de convalidación de uno de sus decretos, es decir, como si fuera la pedrea de la instrumentalización de las instituciones del Estado con la que usted ha marcado su trayectoria como presidente del Gobierno. (Aplausos). 

Por tanto, la primera pregunta era: ¿qué había venido a hacer usted aquí? 

La segunda es: Señor Sánchez, ¿quién es usted realmente? ¿Quién es usted? No lo digo por la versión de disociación de personalidad que hizo célebre a su vicepresidenta del Gobierno (risas) porque es que lleva tantas metamorfosis que ya no sabemos si la persona que ha subido a esta tribuna estaba en fase de crisálida o ya de mariposa, no sabemos exactamente si estamos en la fase del ‘no es no’ o el ‘sí porque sí’ porque son precisamente esos dos puntos, esos dos hitos, los que jalonan su carrera política. 

El primero un ‘no es no’ explicado en una larga carta en la que, por cierto, llegaba a hablar de la podredumbre moral del partido al que nos exige ahora abstenernos, podredumbre moral. Es un buen comienzo también para sacar a bailar a alguien en una sesión de investidura. Incluso decía que la responsabilidad exclusiva de las mociones de censura, en este caso de las sesiones de investidura, eran del candidato, en esa ocasión del señor Mariano Rajoy, quien, no hay que olvidar, a usted le ofreció un Gobierno de coalición trayendo ya el apoyo de otro partido, como es el caso de Ciudadanos. 

Por cierto, al señor Rajoy tampoco le cogía usted el teléfono ni se quería reunir con él, ahora que se queja tanto de lo que hace el señor Rivera. Sin embargo, hace una semana hizo que varios compañeros de la bancada socialista me mandaran una carta en la que decían que esa abstención táctica que tuvo el Partido Socialista para evitar la repetición de unas terceras elecciones, después del ofrecimiento de una gran coalición, después de haber alcanzado otro pacto con un gran partido, como era Ciudadanos, era una posición honorable, con lo cual me pregunto si la actitud de aquellos que no se abstuvieron y dimitieron para no abstenerse fue deshonrosa. 

Si es honorable, ¿cuál es la actitud de los que no lo hicieron? Es lo que hicieron el señor Sánchez, la señora Batet y el señor Cruz. Por tanto, si verdaderamente ese fue el primer punto culminante y el segundo fue el ‘no es no’ ya en materia, el ‘no es no’ en acción, es decir, una moción de censura, habría que recordar que esa moción de censura se la gestionó o incluso la negoció aquel elefante morado con un gran lazo amarillo que usted no quería ver, porque precisamente usted llegó a la Presidencia del Gobierno a caballo de los socios que ahora le da vergüenza mostrar en esta Cámara, a pesar de que ha pactado con ellos en muchas circunstancias y momentos. 

¿Qué pasa, que se avergüenza de ellos o que aquí se ve un poco más? ¿O es que prefiere que se note un poco menos? Conclusión: su carrera política se jalona en que, en primer lugar, rompe su partido para luego romper nuestro Gobierno y ahora hace como que tiene una mayoría que no tiene y nos exige a los damnificados que se la complementemos. 

Es decir, que usted pone en marcha un novedoso sistema de indulgencias laico; ya sabe, no perdona el pecado pero exime de la penitencia. Para usted seguimos siendo tan malos, malísimos, como siempre, pero está dispuesto a no recordárnoslo, incluso a absolvernos, simplemente porque el beneficiario de nuestros votos ahora es usted. 

Es decir, para que ese estigma que no se impuso quede desactivado, ahora podemos redimirnos haciéndole a usted presidente y eso, señor Sánchez, no puede ser. (Aplausos). Me da la sensación de que han activado un campo de minas del que ya no saben cómo salir. Son rehenes de los socios de la moción de censura y por eso no han hecho ningún esfuerzo para conseguir otro apoyo. 

No hay ningún documento que conozcamos y no hay ninguna propuesta. Que yo sepa, no se ha propuesto ningún Gobierno de coalición y ni siquiera parece que esté prosperando el Gobierno de cooperación. La última vez que vino usted a una investidura lo hizo con el apoyo de Ciudadanos. Pregúntese por qué ahora no lo tiene. 

A lo mejor por lo que ha cambiado usted en este año o por lo que le han cambiado sus socios. Permítame que le haga una tercera pregunta: ¿Dónde están sus apoyos reales? Me gustaría saber dónde están sus apoyos reales, porque la semana pasada tuvimos la impresión de que estaba experimentado una gran conversión, una caída del caballo. Le escuchamos acusar al señor Iglesias de ser una persona que iba contra la propia democracia, que quería cargarse la monarquía constitucional, que era aliado de dictaduras e incluso que no había renegado del derecho a decidir, es decir, de la propia autodeterminación. 

Lo hizo, es verdad, después de varios meses, en los que consiguió que el señor Iglesias le apoyara en diez diputaciones, en diez capitales de provincia y en cuatro autonomías, porque todavía siguen en negociación en otras tres. A mí esta conversión me recuerda a la que le dije la última vez que tuvimos ocasión de debatir, hace ya unos cuantos meses, sobre lo que había experimentado con los partidos independentistas. 

Puse un ejemplo, esa famosa secuencia de Casablanca, en la que el inspector Renault dice: ¡Qué escándalo, qué escándalo, aquí se juega!, mientras le introducen las ganancias por haber jugado la noche anterior. 

Usted descubría entonces que los independentistas eran independentistas y querían la independencia y ahora ha descubierto que Podemos es un partido que no está a favor de las instituciones que usted ha recordado —la monarquía—, o que ve un derecho a la autodeterminación en Cataluña o que incluso quiere que venga la República, lo cual va en contra completamente de la apelación con la que ha empezado su discurso esta mañana a la Transición y al régimen constitucional. 

Usted se cree el comodín de la baraja y puede haber dado esa impresión en los medios de comunicación en los últimos dos meses, pero tiene un problema: cuando acabe esta sesión, tendrá demasiados acreedores a su puerta y no podrá cumplir con todos ellos. 

Con esta amalgama de radicales no se puede empastar el gran agujero de convivencia, legalidad y prosperidad que ellos están poniendo en riesgo. Sabe que si cumple con ellos rompe con España, pero, si no lo hace, cada ley y cada presupuesto serán para usted un calvario. 

En definitiva, con los radicales usted puede ser investido, pero no puede gobernar, porque ellos piensan que esa España a la que hacía referencia esto es España, decía usted es un amasijo artificial de entidades nacionales sin que esta nación sea por sí misma una propia, quizás esa nación de naciones a la que el Partido Socialista hace referencia de vez en cuando. 

Permítame que le haga la penúltima pregunta: Señor Sánchez, ¿para hacer qué se presenta a esta investidura? He escuchado muy atentamente esos seis bloques de futuro que plantea para España: el empleo y las pensiones, la revolución digital, la emergencia climática, la igualdad entre el hombre y la mujer, la lucha contra la desigualdad y los retos globales en la Unión Europea. 

Son cuestiones de las que además hemos tenido oportunidad de hablar durante las seis horas largas en las cuatro reuniones que hemos tenido en los últimos meses. Me da la sensación de que el mundo, que no se para tal y como ha dicho, observa, sin embargo, que el presidente del Gobierno en funciones de España sí ha estado parado. 

Es un buen voluntarismo, son unas buenas propuestas, pero no hay un programa concreto de gobierno, ni mucho menos de investidura, que demuestre que usted tiene apoyos para poner esto en práctica y, sobre todo, para afrontar los desafíos que usted no ha nombrado, por ejemplo, el económico. 

Ha hablado, eso sí, de luchar contra la desigualdad desde el Estado y su reforzamiento. Yo estoy de acuerdo. Me acuerdo de esas palabras de Bastiat, que decía que todo el mundo quiere al final vivir del Estado sin acordarse de que el Estado acaba viviendo de todo el mundo. 

Para que eso se pueda hacer, para que pueda haber redistribución, para que podamos combatir la desigualdad, hay que recordar qué es lo que genera la desigualdad. La desigualdad la genera el desempleo; desempleo en el que, por cierto, el Partido Socialista sí que es experto. 

El desempleo generado en esos Gobiernos —que ahora el propio Rodríguez Zapatero reconoce que fueron muy lesivos para los intereses de España y sobre los que el propio secretario de Estado de la Seguridad Social, Octavio Granado, dice que lo hicieron fatal—, ese desempleo, sigue todavía dejando bolsas de desigualdad en la nación española. 

Ya hay luces de alarma que se encienden. Estamos viendo cómo en las últimas semanas, por ejemplo, la Comisión Europea ha planteado la necesidad de que España tenga que hacer un ajuste de 7800 millones de euros. Por ejemplo, el Ecofin, el FMI, la AIReF o el Banco de España ya están encendiendo las luces naranjas o rojas por la desaceleración que tiene España. Es verdad que se sigue creciendo, pero recuerde usted la frase de Delors: La economía es como una bicicleta, usted puede dejar de pedalear y la bicicleta puede avanzar, pero si no reanuda el pedaleo, se acaba cayendo. Eso es lo que pasa con las reformas económicas. 

La inercia que usted tiene de las reformas macroeconómicas del Partido Popular permite que España siga creciendo, pero ya hay indicios de desaceleración muy graves. 

Por ejemplo, hemos visto cómo el pasado mes de junio fue el peor en materia de paro de los últimos diez años; o, tanto que hablamos de contratos indefinidos, han bajado un 10%; o, cuando hablamos de la destrucción de empresas, que han caído un 7%; o la cifra de negocios de la industria, otro 7%; o la inversión internacional, que ya solo es la cuarta parte de la que era antes de que usted llegara a la presidencia del Gobierno. 

Parece que si usted intenta trazar un pacto de investidura con Podemos quiere decir, tal y como dijo la ministra de Hacienda, que es el presupuesto que alcanzó con Podemos lo que traería a esta Cámara. Un presupuesto que lo que hace, tanto que hablaba de revolución digital, es establecer una tasa a las tecnológicas; una gran idea cuando hay una deslocalización de grandes empresas por el brexit, del que tampoco ha hablado, por cierto. 

Dice simplemente que quiere combatir la emergencia climática, pero no quiere hacerlo con las flotas urbanas y tampoco quiere hacerlo con el consumo excesivo de otro tipo de calderas ahora que hablaba también de eficiencia en las viviendas, sino que lo hace subiendo el impuesto al diésel a todos los españoles, un 30% más de impuesto al diésel que va a perjudicar a 17 millones de automovilistas. 

O, por ejemplo, hablaba usted de que hacía falta ser competitivo en la educación, cierto es, pero no hablaba de que la educación también tiene que ser una política de Estado global, con esa EBAU, esa evaluación a nivel nacional que ha propuesto, por ejemplo, el Grupo Popular para que no haya diferenciación entre todas las comunidades autónomas. (Aplausos). 

Nada ha dicho tampoco de lo que está pasando con los espías lingüísticos en los colegios de Cataluña. Nada ha dicho del problema del bilingüismo, del problema del fracaso escolar o del problema que tenemos en las materias troncales o del derecho a que los niños se puedan expresar en la lengua común de todos los españoles. 

Habla usted también de seguridad, no solo de inmigración. Parece ya olvidar todas sus promesas en materia de quitar las concertinas, de acabar con las devoluciones en caliente; en su caso las hacían, incluso, en frío. Nada ha dicho de si van a cumplir con la equiparación salarial de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que dejó aprobada el Partido Popular. (Aplausos). 

Tampoco ha hecho ninguna referencia a si quiere derogar la prisión permanente revisable, que también usted llevó al Constitucional, porque decía que era una medida que usted no iba a llevar si era presidente del Gobierno. Pero, sobre todo, como le decía al principio, nada ha dicho de Cataluña. 

Ha hablado hasta de Cantabria —me parece muy bien—, ha hablado de Extremadura —ya era hora, por cierto— en materia de infraestructuras, pero nada ha dicho de Cataluña, y, sinceramente, creo que todos los españoles lo que queremos recordarle es que usted ha sido presidente del Gobierno con unas alianzas contra el Estado. 

No hay ningún país equiparable en la Unión Europea que haya tenido apoyos parlamentarios de formaciones políticas que se han instalado en la ilegalidad y que siguen desafiando la propia Constitución española. 

No creo que haya,  ni siquiera, la necesidad de que usted lo obvie, cuando sabe perfectamente que todo esto surgió del problema del estatut, que ahora usted quiere ocultar con una suerte de reforma constitucional —usted la ha nombrado para otras cuestiones—, quizás sin saber que hoy en día en esta Cámara con treinta y cinco diputados se puede someter a referéndum, y las reivindicaciones serían mucho más de una ley electoral o mucho más allá de un cambio de denominación de las personas con algún tipo de discapacidad. 

En definitiva, ¿por qué está usted ocultando la grave realidad que tiene España en relación con el independentismo en Cataluña? ¿Es que la propuesta que hizo el Partido Popular de modificar la Ley del Indulto para prohibir los indultos en caso de rebelión y sedición es algo que tiene usted debajo de la mesa (aplausos) o es algo que usted le dijo a Junqueras cuando le espetó que no se preocupara? (Aplausos). 

¿Le parece a usted que incomoda a sus negociaciones en esta semana el hecho de que hayamos propuesto que hay que prohibir por ley la convocatoria ilegal de referéndum, tal y como estaba en el Código Penal antes de que el Partido Socialista viniera a cambiarlo, también al dictado de los socios de la investidura de 2008? 

¿A usted le preocupa que estemos diciendo que los mossos d’Esquadra no pueden atender órdenes ilegales, que no pueda haber escraches a jueces, que los jueces y fiscales tienen que tener también su protección y una remuneración acorde con la peligrosidad que, por desgracia, ahora mismo están sufriendo en Cataluña? 

¿Le preocupa que hayamos propuesto la modificación de la euroorden en las instituciones comunitarias para que sea automática la entrega por delitos de rebelión y sedición de aquellos que están fugados y viviendo a costa del erario público en un Consejo por la República, mientras sus ministros dicen, simplemente, que la violencia fue admisible en el 1 de octubre o que tiene que haber indultos o que no tienen que estar en la cárcel, a la que usted, por cierto, ha acercado como presidente del Gobierno en Cataluña? 

¿O es que usted ahora reniega de que su futuro socio, Pablo Iglesias, fuera a negociar los presupuestos en la cárcel de Lledoners? ¿Por qué no ha dicho absolutamente nada de los que son sus socios ni de aquellos a los que, una vez más, en una metamorfosis sorprendente, ya no solo defiende sino que, además, les deja ejercer cierto blanqueamiento? 

Porque sus socios no solo son los socios independentistas de Cataluña; su socio en Navarra, para configurar la Mesa del Parlamento Foral, también ha sido la abstención de Bildu. Y hay que decir claramente que el señor Otegi, los señores independentistas de Cataluña, o incluso el señor Iglesias de Podemos, todos los que le apoyaron en la moción de censura, no han podido decir que se arrepientan de haberle hecho presidente. 

Todo lo contrario, hasta el señor Otegi se ha ido a Televisión Española para ser blanqueado y ha dicho posteriormente que desea que usted vuelva a gobernar porque es el mejor Gobierno del Estado, tal y como lo ha dicho. (Aplausos). 

Le hago la última pregunta: ¿Hasta cuándo, señor Sánchez? ¿Hasta cuándo va a jugar a este juego de trileros ocultando la bolita amarilla, ocultando la bolita de Bildu e intentando ocultar, incluso, la bolita morada? ¿Hasta cuándo va a revestirse de esa falsa moderación y va a repartir carnets de centrismo al resto? 

Yo creo que cuando usted decía lo de dialogar con la mayoría de los españoles podremos entendernos en las cuestiones de Estado. ¿Cuándo va usted a empezar a dialogar con la mayoría de los catalanes? ¿O es el diálogo el premio que reserva solo a los desleales? ¿Cuándo la moderación ha roto el principio de legalidad en España? 

¿Desde cuándo el centrismo tiene que oponerse a la igualdad de todos los ciudadanos? ¿Simplemente usted tilda de moderados a aquellos que atacan la Constitución y la ley o tenemos nosotros que mendigar esa condición cuando lo que hacemos es intentar fortalecerla? Yo soy de los que piensa, como Cánovas, que todos los que estamos aquí tenemos una obligación, que es continuar la historia de España. 

Sinceramente, yo creo que en esa propuesta de futuro hay que ensanchar el espacio de moderación; hay que ensancharlo tanto como para que ustedes y nosotros podamos gobernar en él. Yo creo que no fue una buena idea cuando el Partido Socialista viró de ese eje izquierda-derecha a un eje constitucionalismo contra el anticonstitucionalismo; porque en ese momento lo que sucedió es que a nosotros, que habíamos ganado el centro, al quedarnos simplemente en ese centro y ustedes irse al extremo, la confrontación partidista movió el eje. (Rumores). 

Eso es lo que ha pasado en los últimos años y eso es lo que hace que nosotros no podamos facilitar su investidura. El Partido Socialista aún no ha destejido ese cordón sanitario del Pacto del Tinell en el año 2003, y eso que era usted el que hablaba de cordones sanitarios esta mañana. 

Hemos demostrado durante los últimos meses que somos capaces de tejer pactos con distintos partidos. (Rumores). En el último mes con doce formaciones políticas, con doce. (Aplausos). Con doce formaciones políticas durante los acuerdos municipales, provinciales y autonómicos. Y, sobre todo, en ningún momento hemos dejado de tender la mano a los pactos de Estado. Lo hicimos el año pasado en la primera reunión que tuve, como presidente del Partido Popular, con usted, como presidente del Gobierno. 

Ofrecimos nuestro acuerdo en los cinco pactos de Estado que usted planteaba, recuerde: en infraestructura, en defensa, en justicia, en cuestiones relacionadas con la violencia de género para cumplir con el pacto ya establecido, y en cuestiones relativas también a la política de infraestructuras. Luego le ofrecimos también nuestro apoyo para los Presupuestos Generales del Estado. 

Le dijimos que estaríamos dispuestos a aprobar unas cuentas públicas que bajaran impuestos, que amortizaran deuda y que cumplieran con el déficit público. También ofrecimos nuestro apoyo para aplicar el artículo 155 en Cataluña o, al menos, las leyes ya en vigor subsidiarias: la Ley de Acción Exterior, la Ley de Seguridad Nacional, la Ley relativa a la inspección educativa, o también para intentar limitar la propaganda en la televisión pública. 

Este año le hemos ofrecido también un pacto en Navarra: la posibilidad de no dejar que los proetarras, que los abertzales, que aquellos herederos de Batasuna tuvieran ninguna responsabilidad por acción u omisión en el Gobierno de una autonomía tan importante como Navarra, y mucho menos que desde el País Vasco se optara a cierto anexionismo que, por supuesto, iba contra la Constitución. 

También le hemos ofrecido recientemente otros tres pactos de Estado: un pacto educativo, un pacto por el agua en un momento peor de sequía y un pacto para estudiar una ley electoral que pudiera desbloquear estos procesos, sí, pero que también pudiera hacerlo a nivel municipal o autonómico. Respecto a esos pactos no hemos tenido ninguna noticia. 

Bueno, el año pasado la tuvimos: los presupuestos presentados con Podemos y posteriormente la Declaración de Pedralbes. Por cierto, señor Sánchez, esa declaración, ¿está congelada, está aparcada, está olvidada? 

Porque el señor Torra dijo la semana pasada en La Vanguardia que usted y él habían acordado en su despacho que había que resolver un conflicto político con mecanismos políticos, y me gustaría saber exactamente si eso es lo que usted dice al señor Torra en el despacho y posteriormente vuelve a mutar en campaña electoral para ocultarlo. (Aplausos).

 Por eso, señor Sánchez, vamos a votar no a su investidura, porque no estamos de acuerdo, como diría Cajal, con esa política de vuelo raso y de radio corto, porque no estamos de acuerdo en que venga usted aquí a ocultar sus negociaciones con otras formaciones políticas y porque por supuesto no estamos conformes con que intente hacer responsables a su oposición y a la alternativa que España tiene a su mal gobierno porque usted no llegue a un acuerdo o no quiera hacerlo público. Señor Sánchez, la historia de su Gobierno es la historia de un vacío. 

Hoy se ha puesto usted grandilocuente a la hora de saber cuál es su aportación a la historia, incluso de la humanidad. Es la historia de un gran vacío, el de funciones y el que usted ha venido a exponer hoy aquí. Simplemente su obligación es —ahora sí— dar a esta Cámara la información de qué Gobierno quiere formar, con qué socios lo quiere usted apoyar y sobre todo para qué y con qué beneficios para todos los españoles. 

El Partido Popular ejercerá una leal oposición y, sobre todo, una urgente alternativa de Gobierno que espero que cuanto antes llegue a la Moncloa. Muchas gracias. (Prolongados aplausos de las señoras y los señores diputados del Grupo Parlamentario Popular, puestos en pie). 

La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, señor Casado. Tiene la palabra el candidato a la Presidencia del Gobierno. 

El señor SÁNCHEZ PÉREZ-CASTEJÓN (candidato a la Presidencia del Gobierno): Gracias, presidenta. Señor Casado, me alegra volver a oírle de nuevo. (Risas). Ha estado usted un tiempo, desde el pasado 28 de abril, sin prodigarse mucho por los medios de comunicación, hablando más bien poco, pero, señor Casado, lo que veo es que continúa usted equivocándose mucho, mucho. Ustedes plantearon las elecciones generales del pasado 28 de abril como una suerte de plebiscito, como una suerte de referéndum. 

Había que echar al malvado Sánchez y, por tanto, había que echar al malvado Partido Socialista de la Administración General del Estado, del Gobierno de España. 

Esa fue la propuesta que hicieron en su programa electoral y en su campaña electoral a la ciudadanía española, y yo creo que la ciudadanía española fue bastante clara, bastante rotunda en qué es lo que quieren para España durante los próximos cuatro años, y es un Gobierno progresista, un Gobierno liderado por el Partido Socialista y donde el Partido Popular efectivamente pasaba a la oposición. 

Por tanto, es verdad que usted viene aquí y habla como si no hubieran pasado las elecciones del 28 de abril, tampoco las del 26 de mayo, con los mismos argumentos del 27 de abril o incluso también con los mismos argumentos desde que usted hace un año fue elegido presidente del Partido Popular y, en consecuencia, líder de la oposición. 

Pero después del 28 de abril, señor Casado, usted solamente tiene dos opciones: o Gobierno sí o Gobierno no; tiene la opción de que haya legislatura o bloqueo, estabilidad o elecciones. Ahí es donde usted tiene que mojarse: tiene que decidir qué es lo que quiere hacer, señor Casado. (Aplausos). 

Yo no les pido, señorías del Grupo Parlamentario Popular, que voten a favor, que aplaudan, que digan que sí al Gobierno del Partido Socialista; lo único que les pido es que faciliten la constitución de un Gobierno en España. (Rumores). Sí. (Aplausos). 

Le he dicho en mi primera intervención, señor Casado, que le hablaba como el representante de la primera fuerza política en España, con 123 escaños, efectivamente, como usted bien ha recordado, pero hay que recordar también que usted tiene 66 escaños, que la tercera fuerza política en el Congreso de los Diputados tiene 57 escaños y que, por tanto, tienen la misma suma que nosotros. (Aplausos). 

Por tanto, lo único que le pido, señor Casado, es que se abstenga, que facilite la formación de un Gobierno para que haya oposición. (Rumores). 

Efectivamente. Haga caso también a su electorado, señor Casado, que las distintas encuestas de todos los medios de comunicación están diciendo que de manera mayoritaria los votantes del Partido Popular lo que les exigen, lo que les piden a sus representantes en el Congreso de los Diputados es que faciliten la constitución de un Gobierno. (Rumores). 

Analicemos la realidad y analicemos también cuál es la realidad parlamentaria del Grupo Parlamentario Popular que usted representa, señor Casado. No hay alternativa posible a un Gobierno del Partido Socialista. 

Ustedes más Ciudadanos más VOX, que es lo que están haciendo en muchas comunidades autónomas y también en muchos ayuntamientos, no tienen la capacidad de tener una mayoría absoluta y de plantear una alternativa a las fuerzas parlamentarias. (Rumores). 

No, claro que no, señorías. (Aplausos). Por tanto, lo que les pido es que si son ustedes un partido de Estado, si son un partido que dicen garantizar la estabilidad de España, faciliten la formación del único Gobierno posible en nuestro país, que es un Gobierno como el que estamos planteando. 

Usted, señor Casado, en esta y en otras muchas intervenciones ha venido a decir algo así como que ustedes son la alternativa, son los líderes de la oposición y, en consecuencia, los líderes de la oposición y la alternativa no pueden facilitar la constitución de un Gobierno en este caso del Partido Socialista. 

Ustedes vienen a decir también que no quieren un Gobierno que dependa de las fuerzas independentistas, de fuerzas que para usted y para muchos españoles que han votado al Partido Popular consideran que ponen en riesgo la soberanía nacional y la integridad territorial del país. Y, en tercer lugar, usted también dice, señor Casado, que no quiere una repetición electoral. 

Por tanto, si usted no quiere una repetición electoral, si usted no quiere que el Gobierno de España o al menos la investidura de la Presidencia del Gobierno de España dependa de las fuerzas independentistas, y usted quiere ser el líder de la oposición y la alternativa, tengo una mala noticia que darle, señor Casado: se tiene que abstener. (Rumores.— Aplausos). 

Se tiene que abstener, porque si usted quiere liderar la oposición en lugar del señor Rivera, tendrá que permitir que haya Gobierno. Si usted quiere que el Gobierno de España o al menos la investidura de la Presidencia del Gobierno de España no dependa de las fuerzas independentistas, tendrá que hacer algo usted y también el señor Rivera (rumores), porque ustedes tienen la llave para que eso no ocurra. (Rumores.—Aplausos). 

Y si no quieren, señorías del Grupo Parlamentario Popular y señorías del Grupo Parlamentario Ciudadanos, que haya repetición electoral, ustedes lo único que pueden hacer es garantizar y facilitar con su abstención la formación de un Gobierno en España. 

Claro que sí, señorías. (Rumores.—Aplausos). Usted, como hace también el señor Rivera —imagino que en su intervención hará lo mismo que usted, porque tanto monta, monta tanto—, dice que no he hablado de Cataluña en mi intervención. Durante dos horas he hablado de Cataluña, como he hablado de Andalucía, como he hablado de La Rioja, como he hablado del País Vasco, como he hablado de Madrid, como he hablado de todas y cada una de las comunidades autónomas del país. (Aplausos). 

Claro que sí, señoría. ¿O es que, señor Casado, cuando hablamos del estado de la sanidad pública, no estamos hablando del estado de la sanidad pública en Cataluña? (Rumores). ¿Cuando hablamos del empleo, de la precariedad laboral o de la violencia de género, no estamos halando también de los problemas sociales que se viven en Cataluña? 

¿Cuando hablamos de la desigualdad social y de la pobreza infantil, no estamos hablando de lo que se vive en Cataluña, señor Casado? (Rumores). 

Lo que pasa es que ustedes utilizan Cataluña y los catalanes para disfrazar su enorme deslealtad a España votando en contra de la única formación de Gobierno posible. (Aplausos de las señoras y los señores diputados del Grupo Parlamentario Socialista, algunos de ellos puestos en pie, y del Gobierno en funciones). 

Entiendo, señor Casado, que usted plantea otro tipo de vicisitudes, usted de lo que habla es de la crisis de convivencia que hay en Cataluña, de la crisis territorial que hay en Cataluña. 

Parece que el señor Casado y el Partido Popular olvidan que han estado gobernando durante siete años, que antes de esos siete años estuvieron en la oposición, que recurrieron ante el Tribunal Constitucional el Estatuto de Autonomía de Cataluña, que fue validado no solamente por una amplia mayoría de diputados y diputadas en el Parlamento de Cataluña, sino también refrendado por el pueblo catalán cuando fue planteado por parte del Parlamento de Cataluña. 

Señorías, ¿ustedes nada tienen que ver con lo que ha ocurrido en Cataluña durante estos últimos siete años? (Rumores). ¿Dónde estuvo el Partido Socialista cuando se produjo la mayor crisis de Estado de estos últimos cuarenta años de democracia? Con el Gobierno del Partido Popular. (Aplausos). ¿Sabe lo que ocurre, señor Casado? 

Que yo tengo la certeza —no la sospecha, la certeza— de que si eventualmente pudiera ocurrir algo parecido en Cataluña bajo el mandato del Partido Socialista, ustedes no estarían apoyando como apoyó el Partido Socialista al Gobierno del Partido Popular. (Aplausos). 

Por supuesto que nosotros hemos planteado una alternativa a Cataluña, lo hemos planteado en el discurso de investidura y lo hemos planteado también a lo largo de los pasados doce meses. Claro que sí, lo hemos hecho también en esta intervención durante dos horas, señoría. 

Hemos hablado, por ejemplo, de la crisis territorial y de convivencia, hemos defendido el Estado autonómico y hemos dicho que cualquier tipo de solución que se pueda dar a la crisis de convivencia territorial en Cataluña tendrá que hacerse de la mano del Estado autonómico. 

Tendremos que instar también a las fuerzas parlamentarias, a las fuerzas políticas de Cataluña y, singularmente, a las fuerzas independentistas —que lo vuelvo a repetir hoy aquí para que quede escrito en el Diario de Sesiones, no tienen una mayoría social que les avale para imponer sus tesis independentistas en Cataluña—, a que abran un proceso de diálogo entre Cataluña y Cataluña, es decir, los catalanes tienen que hablar con los catalanes. 

Por tanto, lo que tienen que hacer las fuerzas independentistas es reconocer que hay una parte no nacionalista en Cataluña que lo que quiere es permanecer en España. ¿Eso significa que nosotros queramos dejar las cosas como están? Honestamente no. 

Ya somos muy conscientes todos —todos— de que el Estatuto de Autonomía de Cataluña tiene un problema de origen, y es que fue recurrido ante el Tribunal Constitucional, fue recortado por el Tribunal Constitucional en una sentencia (rumores), pero fue validado previamente por el pueblo catalán, señor Casado. Por tanto, hay un problema político que tendremos que resolver. ¿O ustedes no quieren hacer nada para resolver ese problema político? (Rumores). 

Ustedes, señor Casado, viven del conflicto territorial (varios señores diputados: ¡No!—Aplausos), buscan el rédito electoral del conflicto territorial. (Aplausos). Señor Casado, que lo haga Ciudadanos, que lo haga la ultraderecha, tiene un pase (protestas) —y ya hablaré luego con ellos—, tiene un pase, pero que el Partido Popular, que ha gobernado junto al Partido Socialista estos últimos cuarenta años de democracia, no asuma ninguna responsabilidad del deterioro de la convivencia que se vive ahora mismo en Cataluña, me parece una hipocresía colosal, señor Casado. (Aplausos). 

Es evidente que hablamos de Cataluña cuando hablamos de que queremos reforzar el proyecto común europeo, es evidente que cuando estamos hablando de una Europa de los ciudadanos, de una Europa de los Estados-nación y de una Europa también que recoja la perspectiva territorial, local, regional de muchas de las regiones y territorios que componen la Unión Europea estamos hablando de que tenemos que compartir soberanías, de que tenemos que aprender la lección del brexit, de que tenemos que aprender la lección de que solamente compartiendo soberanías, derribando fronteras podremos hacer que muchos de los desafíos y de los problemas que tiene la sociedad catalana y también española se puedan resolver de manera equitativa y eficaz. 

Pero sinceramente, señor Casado, le digo una cosa que me parece que es muy importante, al menos, que dejemos bien clara: la única forma de responder al proceso soberanista en Cataluña es planteando para España un proyecto de regeneración progresista de inspiración europeísta, que es lo que yo he dicho en mi primera intervención. 

La forma de responder a buena parte del malestar social que está detrás de la deriva soberanista de las fuerzas políticas catalanas, que ahora mismo están en el independentismo cuando previamente estaban en el nacionalismo catalán, es simple y llanamente reforzar el Estado del bienestar, acabar con la precariedad laboral, hablar de un proyecto de regeneración política, económica, social y moral para Cataluña y para el conjunto de España donde se destierre, entre otras cuestiones, la corrupción que ustedes representaron durante estos últimos siete años. (Aplausos.—Rumores). 

La reflexión que también me gustaría hacerle, señor Casado, es a dónde le lleva ese discurso que está haciendo. Honestamente, mírense, miren su bancada. Miren, miren la bancada. ¿Cuántos diputados del Partido Popular están en representación del País Vasco? Que levante la mano alguno. (Risas.—Varios señores diputados: ¡Todos!—Protestas.—Rumores). 

Era una pregunta retórica, señorías. (Varios señores diputados: ¡Ahhh!—Rumores). Ya sabemos que tenemos al señor Maroto por el Senado en representación de la Cámara territorial de Castilla y León. (Risas.—Aplausos). Cero, señor Casado, cero diputados elegidos por la sociedad vasca en representación del Partido Popular en las últimas elecciones del 28 de abril (rumores) y una diputada por Cataluña, la señora Álvarez de Toledo que anda por ahí. (Rumores). 

De más de cuarenta diputados solamente han conseguido uno. ¿Qué le quiero decir con esto, señor Casado? Que no solamente le están dando la espalda en Cataluña y en el País Vasco los votantes que son nacionalistas, sino que les están dando la espalda hasta los constitucionalistas en Cataluña y en el País Vasco. ¿Y así quieren ustedes representar un proyecto de regeneración política nacional en el conjunto del país? (Aplausos). 

Mire, señor Casado, como le decía al principio de mi intervención, usted ha permanecido callado durante estos últimos meses después de las elecciones del 28 de abril, pero en esta sesión plenaria usted no se puede poner de perfil. 

Usted tiene que facilitar la investidura para la Presidencia del Gobierno y que haya Gobierno en España esta semana, señor Casado. (Rumores). Sí, sí, tiene que hacerlo, señor Casado. Y tiene que hacerlo, fíjese lo que le digo, porque usted lo único que ha hecho ha sido reprocharme, reprocharme y reprocharme. 

Haga usted una cosa, señor Casado, un ejercicio de coherencia con sus propias palabras y absténgase para que España tenga un Gobierno (rumores) y no nos veamos abocados a un nuevo bloqueo. Muchas gracias. (Aplausos de las señoras y señores diputados del Grupo Parlamentario Socialista y del Gobierno en funciones, puestos en pie).

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